Respuesta: Stallonismo
(Rambo: First Blood II, George P. Cosmatos, 1985)
3 años después de la obra maestra Acorralado, al personaje de Rambo decidieron llevarlo a su hábitat, su hogar (lo que para otros sería "el infierno"), siempre al servicio de su patria pero repudiado por la misma.
Con un guión a dos manos entre el mismo Stallone y Cameron (quien a su vez estaba con 3 guiones más: Terminator y Aliens), los dos directores crearon y mostraron el clásico héroe de acción herculeo, repleto de abdominales, músculos, de gatillo fácil, irrascible y exento de sentimientos/emociones, donde el dolor no hiciese mella ni en su psique ni en su cuerpo (por muchos golpes que recibiese).
La historia es sencilla y directa, sin muchos altibajos para que el heroe de la función pueda matar cuantos más enemigos mejor, ya sea utilizando el arma que sea y no tenga remordimientos por ello. En ese aspecto, Stallone era nuestro heroe. Cierto es que hoy día, el fondo es más acertado que la forma (aunque reitero: eran los 80, era lo que se solía hacer y de entre todos los títulos semejantes, esta secuela de Acorralado es, quizás, la mejor del género, sin lugar a dudas).
Cosmatos planifica yendo al grano, sin perderse en el camino. Sabe que entre manos tiene una mina de oro para explotar el lado salvaje del ser humano y con Stallone/Rambo lo consigue. Una bestia parda que no se activa si no lo provocan. Encima le metemos a la historia un personaje corrupto que debe recibir el castigo por sus fechorías para cerrar el círculo. Sin olvidarnos, eso sí, del discurso final patriota donde Rambo, con semblante serio, (nos) dice que lo único que él quiere es que su patria lo quiera como él la quiere, aunque sea dando su vida. América se levantó y aplaudió el monólogo.
En este caso, Stallone ofrece lo que se exige de él. Un personaje parco en palabras pero generoso en acciones (sangrientas). Desde el primer momento en el que salta al vacío en un territorio enemigo sus artes bélicas tendrán todos los colores del mundo pero contando, como siempre, con el único objeto que le da suerte: ese cuchillo, símbolo de toda una generación cocacolada.
Con una fotografía naturalista excelente, donde hay momentos que la iluminación es casi idílica (sobre todo cuando nos encontramos en medio del bosque, o cuando mantenemos la vista en los únicos momentos donde Rambo se despoja del "monstruo" que lleva dentro y demuestra que tiene sentimientos con una de las bellezas más inusuales en cualquier película de este tipo). Es una fotografía para enmarcar y que contrasta perfectamente con el frío de la primera parte.
Pero Cosmatos sabía planificar y se nota. Aunque haya ciertas maneras que hoy ya no se llevan lo cierto es que la realización está bien ejecutada y bien terminada. Cítese por ejemplo toda la parte final, que aunque utilice las formas de la primera parte (el camuflaje) sigue siendo algo original en parte. Incluso el momento cámara lenta donde Rambo huye del helicóptero sigue estando perfecto. Pero no puedo olvidar una de las partes que en manos de otro hubiese quedado horrendo: la descargada final, grito en cuello, metralleta en mano y correa repleta de balas ante Murdock donde Stallone descarga su furia final, destrozando todo el habitáculo y clavando el cuchillo en la mesa, demostrando una vez más que nada ni nadie puede vencerle: ellos lo crearon así.