Me cago de ganas:
Angel Sala Corbi
1 h ·
Sitges ·
STAR WARS, EPISODE VII: THE FORCE AWAKENS, de J.J. Abrams.
Dejando de un lado, aunque no totalmente, mi condición de fan de la saga, el visionado de la nueva entrega de Star Wars dirigida por J.J. Abrams es más que un simple regalo para freaks o un ejercicio nostálgico sin profundidad. Empezaré diciendo, que como continuación de la saga, este Episodio VII es magnífico, retomando la mítica y los arquetipos ya establecidos por George Lucas y dotándoles de una dinámica nueva que, como reza el título, sólo acaban de despertar. Pero si la entrega es un éxito en este sentido, no hay que olvidar que es una película de J.J. Abrams, quizá uno de los autores más indiscutibles que ha dado la ciencia-ficción en los últimos años, además de un excelente director en el sentido más técnico del término.
Abrams tiene una personalidad artística muy diferente a la de George Lucas. Si este es un creador de mitos, historias y crónicas más que notable, el responsable de Lost es un renovador (y reciclador) de todo ello. Su método no se basa en la referencia, la mera cita o el guiño, aunque a menudo se valga de estos recursos para provocar el aplauso fácil del fan, sino que utiliza los mapas de las mitologías ya creadas para dar vida a una nueva criatura que sigue manteniendo nexos de unión imprescindibles con su matriz. Así lo hizo en Star Trek , dibujando un Remake según los esquemas de un típico incidente temporal de la serie clásica o, en la excelente Into the Darkness, utilizando el juego de espejos invertidos en la reescritura de todo un clásico geek como es Star Trek II: La Ira de Khan (Star Trek II: The Wrath of Khan, Nicolas Meyer,1982),
En Star Wars: The Force Awakens, Abrams destila (con ayuda de Lawrence Kasdan) los elementos míticos, geográficos y cronológicos de los episodios IV-VI utilizándolos como decorado donde regenerar la historia primigenia. Así tenemos de nuevo planetas desérticos, helados, planetoides convertidos en armas de destrucción universal, cantinas, bases rebeldes en verdes y boscosos mundos que parecen una reinterpetracion de algo que existió o que fue sólo un mito pero está en nuestra memoria colectiva. Abrams llena la pantalla de lugares semiruinosos, naves colapsadas en desiertos eternos, lugares que parecen olvidados por mucho tiempo y que recobran lentamente vids de nuevo.
Lo mismo ocurre con los viejos personajes como Han, Leía, Luke, 3PO, R-2 o Chewie. Se mueven, hablan y aparecen como mitos, como personajes que incluso parecen haber olvidado su pasado, como personalidades fantasmaticas que vuelven a la vida por la acción de un demiurgo para dar sentido a los nuevos héroes. Quizá, en el fondo, Abrams resucita Star Wars al servicio de unos seres que quieren vivir las andanzas de un pasado mítico, trasmitido por las generaciones durante décadas, como un gigantesco juego de realidad virtual con emociones. Y quizá esos seres sean los nuevos espectadores, las generaciones que esperan emocionarse como lo hicieron sus padres, mientras que da una oportunidad de nostalgia en directo a los fans originales de la saga.
Frente a los viejos mitos, Abrams acierta con personajes como Rey, Finn, Poe y el androide BB (todo un logro) y los actores que los encarnan. Y desde una imagen también derivada y algo degenrada reconstruye un lado oscuro invirtiendo de nuevo los reflejos de la vieja trilogía, consiguiendom sobre todo con Kylo Ren (gran Adam Driver) todo un personaje capaz de generar respuestas complejas en el futuro.
Star Wars: The Force Awakens es así un divertimento perfecto, que funciona al mismo tiempo como placer evasivo a la vez de como profunda reflexión en torno al cine, a la capacidad de permanencia de los mitos y su necesidad en el mundo moderno y, desde luego, como tesis brillante y definitiva sobre el propio universo de la saga creada por Lucas. Como director Abrams es también el que mejor sabe conjugar escenarios, humor, drama, oscuridad y sentido de lo maravilloso, con excelente secuencias como la de la primera aparición del Halcón Milenario, las increíbles escenas de combates aéreos o de luchas con la espada láser. Emotiva, espectacular, grandiosa, empatíca y melancólica, la película de Abrams no es sólo una excelente entrada en la saga, sino una película ejemplar, casi modelica, que vuelve a déficit Ielber concepto del blockbuster contemporáneo como hizo la película original de Lucas de 1977. Abrams vuelve a conjugar su máquina de regeneración mítica, resumiendo sus intenciones en la estupenda secuencia del enfrentamiento entre Han y Kylo Ren. El juego de espejos apunta al momento más mítico del universo Star Wars, el del enfrentamiento de Luke y Darth Vader en El imperio contrataca, pero la teoría ha cambiado. Ya no estamos ante el padre oscuro, sino ante el hijo terrible, el espejo refleja otra imagen más actual. Abrams juega a reivindicar así un pasado no mejor sino necesario, invoca presencias fantasmaticas a modo de mitos generacionales. Y en la poderosa secuencia final, la fuente del mito, sin palabras, dejando ver su rostro marcado por el tiempo y el fracaso, vuelve a mirar al presente con el fin de asegurar un futuro que cree una nueva mitología. Es el anunciado despertar de la Fuerza.
Angel Sala.