reflexiones de Nacho Vigalondo sobre el cine de superheroes:
El año 1986 fue casi letal para la cultura del superhéroe. Se publicaron dos obras, Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, y The Dark Knight Returns, de Frank Miller que casi acabaron con el género.
Watchmen era un relato de ciencia-ficción en doce números que nos mostraba un mundo paralelo al nuestro en el que los superhéroes habían remodelado la historia moderna. El tebeo desarrollaba una alegoría asombrosa: Las utopías (políticas o emocionales) eran siméticas, y una conspiración criminal, poco a poco, iba revelando... asimetrías.
The Dark Knight Returns fue una colección en la que Frank Miller imaginaba a Batman, viejo y afectado, decidiendo volver a las andadas tras años de retiro, como en tantos westerns crepusculares. La presencia del enmascarado, en un mundo en el que las preocupaciones sociales se asemejaban a las nuestras, planteaba grandes preguntas ¿Es tolerable la presencia de Batman en una sociedad moderna? ¿Es un superhéroe, por definición, un fascista?
Ambas obran arrasaron en ventas y respuesta crítica. No sólo multiplicaron el prestigio de sus autores, sino que parecieron abrir el género a un horizonte de nuevas y excitantes posibilidades... Hasta el punto de que muchos vieron un absoluto replanteamiento de los comics de superhéroes, en un salto hacia el prestigio de la literatura de verdad. Muchos lectores serios descubrirían que los los relatos superhéroes no eran incompatibles con la calidad literaria y la relevancia temática, y muchos consumidores habituales de comics tendrían la oportunidad de sentirse parte de una élite cultura, sin dejar de leer relatos violentos protagonizados por justicieros disfrazados.
Pero ¿Qué sucedió después? Salvo contadísimas excepciones, los comics de superhéroes se sumergieron en un pantano de autocomplacencia, oscuridad impostada y falsa poética. Surgían nuevos personajes pretendidamente tenebrosos, ambigüos y violentos, de vida efímera la mayor parte de las veces. Se sucederían colecciones con tapa dura, excesos visuales, precios altos y una voluntad expresa de pertenecer al club de los comics que trascienden. Las ventas no acompañarían. Y no sería hasta finales de la década de los noventa que los tebeos de superhéroes no se reencontrarían a sí mismos.
Tras una racha de saludables estrenos cinematográficos que adaptan superhéroes a la pantalla, se estrenan, con meses de diferencia, Watchmen, adaptación milimétrica del cómic, y The Dark Knight, prolongación fílmica de las aventuras de Batman en la que la influencia de Frank Miller es decisiva. A la primera ya se le considera “El ciudadano kane del cine de superhéroes”. La otra ya es, para muchos, la mejor película de la historia del cine...
Los comics de superhéroes sobrevivieron de milagro al 86, tras una década ominosa. Sin embargo, las películas de superhéroes, mucho más caras, en un medio mucho más exigente e impaciente, no sobrevivirán a este holocausto.
A no ser que hagamos algo a tiempo.
A no ser que hagamos algo por salvar a las películas de superhéroes.
Esta es mi aportación: Un libro de estilo para las películas de superhéroes producidas a partir de marzo del 2009, con la intención de paliar los letales efectos de los estrenos ya mencionados. Les ofrezco unos fragmentos del total, que está en fase de traducción (el plan es que, antes de octubre, haya una copia en cada uno de estudios importantes de Los Ángeles):
1) No se mostrará el origen del superhéroe protagonista. De hecho, el primer fotograma debe de mostrarle ya uniformado, asestando un bofetón. A partir de ahí, la película tiene la opción de contar el origen del personaje, pero sólo a través de rótulos, tras los créditos finales.
3) El héroe ha de tener un compañero que le acompañe en las trifulcas. Tiene que ser más bajo, más gracioso, y vestir colores chillones. En al menos una secuencia ha de sufrir un guitarrazo en la cabeza.
4)El número de guitarrazos en el total del metraje no puede ser menor de cinco.
32) El superhéroe ha de estar disfrazado el 80% del metraje y peleándose el 75%.
33) El superhéroe sólo se desplazará a bordo de un vehículo estrafalario y peligroso, aunque sea en distancias cortas.
34) El superhéroe dispone de una tecnología adelantada a su tiempo como apoyo a sus misiones. Su uso debe ser desproporcionado, irreflexivo y homicida en un 30% de las ocasiones.
34)Más de la mitad de las peleas totales incluidas en el metraje estarán provocadas por el superhéroe.
67)El villano ha de tener naturaleza extraterrestre, sobrenatural, robótica o nazi. Estas cuatro posibilidades pueden combinarse entre sí.
68) La pulsión criminal del villano será inexplicable.
104)Si el héroe sufre un trauma emocional, el número de minutos invertido en la película a desarrollar y solucionar dicho problema ha de ser similar o menor que el número de minutos entregados a una pelea en la que haya una presencia decisiva de objetos gigantes (pasteles, jeringas, monedas, muñecos, trompetas).
120)La frases “Somos las dos caras de la misma moneda”, “Este es tu juego, pero son mis reglas”, “Tú no sabes lo que hay bajo tu máscara”, “Yo existo porque tú existes”, "No me matarás porque me necesitas para saber quién eres" o similares han de ser seguidas de un tartazo.
123)El superhéroe no se puede arrepentir de nada.
124)El superhéroe puede avergonzarse de ser alcohólico, pero sólo por las mañanas.
312)La acción se contextualiza en una ciudad moderna, pero sus habitantes no tendrán voz ni voto en la acción principal. La destrucción del mobiliario urbano se asumirá con resignación.
315)La retórica está limitada a lo verbalizado por los personajes, y siempre en las secuencias de batalla. Por ejemplo, las metáforas visuales no están permitidas, pero el superhéroe puede exclamar, en el momento adecuado “Se está rifando una hostia y tú tienes todas las papeletas”.
317)El superhéroe ha de tener una vida sexual activa y constante. El número de amantes ha de ser mayor de uno, y la multiplicación de esa cifra por tres ha de ser ser el número mínimo de tonteos.
318) Está prohibido el comentario social, el subtexto y las referencias veladas al 11-S o a los excesos de la política internacional.
400)La batalla final ha de conllevar más destrucción que la que haya prometido el villano en sus amenazas.
401)Es absolutamente imposible que el superhéroe perdone al villano en el último momento. Como mucho, puede asistir a su funeral aguantándose la risa.
413)La última frase de la película ha de ser un chiste.
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