4. Ejemplo. Richard Brody, el crítico de cine de la revista New Yorker, que ha calificado Érase una vez en Hollywood de "obscenamente regresiva". La revista New Yorker hay que abrirla ya con chubasquero: las lágrimas progresistas empapan todas sus páginas.
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12. En una escena de la película, el personaje de Brad Pitt, el especialista Cliff Booth, rechaza una mamada que le ofrece una autoestopista hippie con una pelambrera de órdago en el sobaco interpretada por Margaret Qualley, la hija en la vida real de la actriz Andie McDowell. Una escena bastante más transgresora de la que parece a simple vista.
13. En primer lugar, porque rompe con esa imagen fabricada por el feminismo de género de los hombres como orangutanes violadores incapaces de resistir la llamada del sexo.
14. En segundo lugar, porque ¿cómo osa un fascista, nada más y nada menos que un héroe de guerra, un macho perteneciente a un mundo que se desvanece, resistirse a los encantos de una representante de la Nueva Era? Y lo hace frente a una mujer liberada, peluda y progresista. Pero, sobre todo, joven.
15. En Érase una vez en Hollywood, Tarantino trata a las mujeres como personajes idealizados y objeto de admiración. Es la admiración que provoca la belleza y que entenderá cualquiera que haya tenido una relación sana, no filtrada por la ideología, con el sexo opuesto.
16. Pero también las trata como seres humanos reales. Algunas regalan sexo a viejos repulsivos si se lo ordena su gurú, un psicópata a medio camino de lo nazi y de lo hippie llamado Charles Manson –un dato, por cierto, estrictamente verídico–. Otras roncan, son insoportables, estúpidas, fanáticas y asesinas.