Respuesta: Terrence Malick
Días del Cielo (1978). Segundo capítulo de la leyenda de Malick, aquí estilizando todavía más su discurso, tanto en lo que concierne a la relación del hombre con la naturaleza y el entorno como en la narrativa, en la que es capaz de mostrar algo en imágenes mientras la voz en off habla de otra cosa completamente distinta.
Pero no nos engañemos, el sello del director es inconfundible, con esos encuadres clásicos y las continuas imágenes de la naturaleza, sin embargo, sus dos primeras obras son muy diferentes. La poesía, el lirismo, la sequedad, ese camino de no retorno de Badlands sólo tiene su continuación aquí en la parte final cuando las circunstancias así lo obligan. Aquí el protagonismo se lo lleva una temática con tintes shakespearianos, hasta de fábula bíblica, el cielo, el infierno, la ira de Dios, el hombre enmedio, tratada toda ella con cierto preciosismo.
Los protagonistas sí tienen motivaciones extremas para justificar sus actos, lejos de la ausencia de valores de Badlands. La pobreza como motor de nuestras decisiones, primero el comer después la moral, o no. Malick no sermonea, muestra imágenes incomparablemente bellas y narra en off unas reflexiones que parten de la inocencia de una niña. El torbellino de emociones y reacciones no nos lo cuenta nadie, lo vemos al son de un Morricone estratosférico (aunque creo que el tema del comienzo no es suyo), hasta llegar a una de las escenas más brutales de la historia del cine,
Casi no hablo de las actuaciones porque ante una mano maestra todo el mundo suele quedar fenomenal, casting acertado.
Tremenda.