Respuesta: Terry Gilliam, sueños de desmesura y exceso
- con spoilers -
Terry Gilliam es uno de esos pocos directores cuyo seña de identidad es bien patente nada más comenzar una película (cuanto más finaliza). Es un universo cerrado, patente de una desbordante inventiva, cuyos decorados - historias - forma son de una imaginación digna de los cuentos y narradores de historias a la antigua usanza. Brazil no puede ser más marca de la casa. Es increíble descubrir que se hiciese un año después de "1984", el libro de James Orwell (cuya influencia y referencia es bien patente).
Un futuro distópico donde un gobierno opresor basado en una burocracia opresiva acaba por convertir a Sam Lowry, el protagonista, un miembro imprescindible del sistema en una víctima de esa propia burocracia. Todo comenzará por un error fatídico por culpa de una simple mosca deteniendo / torturando / asesinando a un hombre inocente, debido a que esa misma burocracia se torna incompetente (incluso cobarde ante cualquier error: Ian Holm es un claro ejemplo) , inhumana y sobre todo rígida, auspiciada en una rigurosa concatenación de apartados, tecnicismos y mandamientos incomprensibles pero igualmente letales. Incluso la luz que se emplea para torturar se cobra al contribuyente (cómico y sorprendente).
Sam es un hombre que no tiene aspiraciones, que vive para el trabajo y que no desea conseguir mejor posición pero que es un soñador empedernido quien se ve a sí mismo como una especie de superhéroe, un Icaro de disfraz estrafalario (con cierto toque glam) y que surca los cielos en busca de su amada, una damisela en apuros, luchando contra un ser opresor, de indumentaria oriental, como si de un samurai kitch se tratase. Mientras sueños y realidades avanzan en el metraje Sam irá obsesionándose tanto con la mujer que ama hasta encontrarla, dando pie a una serie de circunstancias y situaciones que se verá implicado, sin razón aparente, en una serie de malos entendidos hasta dar con sus huesos en la silla de tortura.
La película toca varios géneros y Gilliam los entrelaza de una forma que funcionan muy bien. Tenemos drama social, romance, cine negro, cine político, cine de aventuras, acción, comedia, etc. pero todo envuelto o con el leiv motiv de la fantasía como elemento principal o elemento escapista para un mundo/sistema opresor, que no da tregua ante cualquier error o ante cualquier indicio de libertad. La película es una oda a que la libertad es simbólica, es algo que sólo puede propiciarse o conseguirse en el único lugar donde el sistema totalitario no puede entrar: la mente del individuo.
Gilliam tuvo problemas con los productores / Universal al respecto. Ellos no podían concebir un filme tan triste, tan desgarrador. De ahí que presentasen una versión censurada, con un happy end que (tengo entendido) finalizaba dando a entender que Sam había conseguido escapar, que no era presa de ese sistema al que tanto esfuerzo, dedicación y trabajo había dedicado, no era carne de tortura por un mal entendido (que llevaba a otros). El final real es, triste y duramente, otro. Sam no puede escapar de ese sistema opresor. ¿O sí? Ahí radica la originalidad y el dramatismo, todo en uno, de ese final imposible de evitar.
Como decía, el mundo particular del director es un mundo repleto de una inventiva fantástica. Es un universo muy cerrado del cual muchos otros directores han bebido (y seguirán haciéndolo). Un director que sirve de influencia y que demuestra que la realidad no está reñida con la ficción. Y no se puede negar que "Brazil" es un proyecto inigualable, en muchos sentidos. Decorados imposibles para un mundo retro-futurista de cierto toque feo (voluntario) dándole el acento en la opresión malsana a la que son sometidos los habitantes de este lugar indeterminado y cuyos trabajadores son acinados en oficinas estrechas y largas (la sensación de distancias inabarcables y pasillos eternos es perfecta) pero...
creo que una de las némesis de Gilliam es que sus formas suelen estar cargadas de cierto exceso (en contadas ocasiones, eso sí) que acaban saturando o componiendo una amalgama de exposiciones visuales que sobrecargan la historia donde quizás el deseo de mostrar demasiadas cosas puede afectar al conjunto y descubrir que quizás la forma estropea el fondo. Eso y que un poco menos de metraje ayudaría mucho más al conjunto.
Es una fantasía que sobrepasa para bien y para mal cualquier concepto de una forma que pocas veces suele verse en pantalla, en muy contadas ocasiones. De esta forma Brazil es un viaje a un mundo ficticio que convive con una realidad asombrosa (y viceversa), poblado de singulares y atrofiados personajes que no escatiman en plasmar y transmitir una sociedad envuelta en un miedo patente, causa de un terrorismo que suele ser más un elemento disuasorio que un elemento patente en pantalla más allá de la figura de Robert DeNiro quien poco a poco irá diluyendo ese estigma que le ha ido acompañando toda la película.
Pero "Brazil" (cuya banda sonora, basada prácticamente en el tema principal sólo que presentado en distintas formas según el tono requerido para según qué escenas) es una historia asombrosa que cuenta con una serie de elementos visuales repletos de eficaz presencia (la imaginación de Sam, su apartamento, el diseño de la ciudad como si de un Gotham Art Deco se tratase, la oficina minúscula, la mecanización anticuada de las computadoras, las grotescas figuras con rostro de niños siniestros, la madre operada que va rejuveneciendo cada vez más, el funeral o la sala de tortura, etc.) y que a pesar de mi concreta objeción hacia la película, "Brazil" es un título convincente y con las dotes necesarias de ser un buen título, un clásico por derecho propio, contando además con un reparto tan variopinto como entregado.