Re: The Happening (El Incidente), lo nuevo de Shyamalan
La maldición de los títulos. Es una manera de describir lo que le ocurre a algunos directores de cine a cuenta de las lastimosas traducciones que se hacen en este asombroso país nuestro, esta asombrosa España con una desconcertante capacidad para lo sublime y para lo cutre, para el chichinabo y la exquisitez.
Si se constituyese una asociación de damnificados, el director de El sexto sentido tiene amputaciones y heridas que le proporcionarían la presidencia de manera casi automática. La joven del agua no es (no lo es en absoluto, cuando se ve la película) lo mismo que Lady in the water; The village es algo muy distinto (tan distinto que se altera de manera sustancial el sentido de la película) de El bosque, traducir Unbreakable por Protegido es sencillamente una estupidez.
Una vez más el cine de Shyamalan sufre las consecuencias de una terca maldición: reunidos los asesores de rigor, después de veinte o treinta videoconferencias, The happening va a significar El incidente: paz y después gloria.
Lo que ocurre, lo que está ocurriendo (cuando vean la película concluirán en que no soy ningún friki resoplante) en la séptima película de Shyamalan es sobrecogedor, y el director norteamericano de origen indio lo cuenta a su estilo, un estilo que (para bien y para mal) no ha variado. 41 días de rodaje han sido suficientes para una película que el director considera la más fácil (la que menos le ha costado hacer) de su filmografía. Dice Shyamalan que un día iba en coche desde Filadelfia (allí vive) hasta Nueva York. Unos árboles frondosos flanqueaban la carretera y el ocurrente fabulador pensó: ¿Qué pasaría si la naturaleza se rebelara contra el ser humano?
Tiene este entretenido thriller aspectos muy interesantes desde el punto de vista del tratamiento. El que más me llama la atención es su abstracción. Shyamalan ha aprendido a controlar las variables para que las constantes de su cine permanezcan con todo su vigor. Y en este sentido es muy cierto que se parece muchísimo a Hitchcock.
No quiero ser pesado -lo vengo diciendo desde que le puse a Shyamalan la D grande de director-, pero les animo a liberarse de castrantes prejuicios para disfrutar esta película magnética en la que Shyamalan vuelve a demostrar su talento para crear atmósferas inquietantes (excelente foto del recuperado Fujimoto) y unas dotes excepcionales para urdir conflictos familiares. Oscar para Mark Wahlberg. Ya.
Alberto Fijo
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http://www.filasiete.com)