Lo interesante de la propuesta es como el auténtico villano de la función es el único que no se esconde tras un disfraz o una máscara. Un ser pérfido cuya fisonomía y caracterización se asemeja muchísimo al científico Rotwang de Metrópolis, alguien que no dudará en manipular a Oswald por tal de hacerse con el control y el poder de las masas para poder conseguir así sus propósitos. Alguien que provocará la creación de monstruos a partir de seres humanos (él provoca la creación de Catwoman al lanzar a Selina por la ventana en uno de los momentos más impactantes). Porque la película es una oda al monstruo humano (o a la inversa), el frikismo inadaptado reconvertido en alguien aclamado, alguien admirado y repudiado a partes iguales como bien sucede con Oswald en la candidatura a la alcaldía y el rechazo con lanzamiento de hortalizas (uno de los momentos más risibles por incongruente) al igual que el intento de acabar con Batman por parte del enemigo sea más una especie de reunión por encontrar alguien con quien compartir una parte emocional por muy desestructurada que esté.
"Batman returns" es una película extraña de difícil definición pero con un diseño de producción excelente, consiguiendo ser un paso adelante en cuanto a estilos visuales se refiere (desde Art Deco hasta el Expresionismo Alemán pasando por el gótico o el cartoon) y con un impresionante despliegue de medios. Pero no resulta ser todo lo homogénea que (me) hubiese gustado y resulta mucho más funcional en escenas sueltas y concretas que en todo su conjunto por la sencilla razón de que Burton está más pendiente de dejar su sello característico y su impronta particular de ese universo tan fantástico que puebla el interior de su cabeza que centrarse en que la historia fluya por sí misma sin necesidad de convertirse en algo bastante irregular, siendo más preludios ingeniosos que resultados eficaces. Mi forma de verlo y entenderlo es que intenta hacer encajar el cuadrado en el círculo y así como la relación entre Catwoman/Selina y Batman/Bruce es realmente funcional siendo el baile de máscaras un despojo de identidades y la mejor escena al respecto al presentarse sin sus alter egos, la que repercute entre Pingüino/Oswald y Batman/Bruce no está del todo bien atada y expuesta, resultando un poco-bastante pobre en su exposición.
Es palpable que Burton siempre ha sentido verdadera admiración por los seres inadaptados socialmente, por seres grotescos y deformes, los que no son aceptados por la sociedad. Al igual que cultiva la veneración por el mundo circense, donde nace el auténtico sentido de la palabra freak. Pero una cosa es sentir pasión y otra hacerlo fluir y aquí el empleo de esa flora y fauna resulta más bien un tropiezo o algo que se le da demasiada importancia cuando son meros esbirros que poco o nada aportan más allá de meras comparsas. Al igual que el empleo de pingüinos con cohetes mortíferos. Como idea en el papel resulta hasta convincente pero a la hora de plasmarlo en imágenes resulta chocante, cuanto menos un tanto ridículo. Otro de los grandes fallos es que a Burton jamás se le ha dado bien las escenas de acción, desperdiciando (por desgracia para el personaje y la constante esencial de un superhéroe como Batman) momentos que en manos de otros hubiesen deparado logradas peleas cuerpo a cuerpo aunque haya cierto atisbo de eficacia en algún enfrentamiento entre Catwoman y Batman. Pero resultan poco eficaces cuanto menos coreografías pasadas de moda a día de hoy.
Pero a pesar de contener varios errores ineludibles (el pato como vehículo funciona como icono pero lastra por completo su reiterado empleo, el coche manipulado es muy vergonzoso en su resolutiva que poco aporta, el anticlímax entre Pingüino y Batman, la innecesaria aparición del comisario Gordon, la inconsistente subtrama de la acusación de Batman como el causante de todos los altercados, etc.) la película resulta plausible en su riesgo, por apartarse por completo de ser una película de superhéroes al uso siendo más una oda a la psique, la tensión sexual no resuelta, la ausencia de redención a fin de cuentas, la crueldad en ciertos aspectos como el intento de matar un bebé y hacer lo mismo para las generaciones futuras, la plasmación interesante de la liberación de un ser humano cohibido como bien se plasma en el personaje de Selina cuyo traje, una especie de remiendo a lo Frankenstein donde Michelle Pfeiffer aprovecha en todo su esplendor el lenguaje corporal convirtiéndose en la Catwoman definitiva, al igual que DeVito lo mismo para su Oswald, un personaje grotesco de maquillaje exquisito, confianza plena en su histrionismo y convicción absoluta de estar siendo víctima de su propia deformidad.
Incluso le aplaudo el gusto a Burton de que el final, aunque sea anti climático resulte totalmente drástico para cada uno de los integrantes con Batman despojándose de su identidad, Catwoman quedándose a una vida, Max muerto a manos de lo que ha estado deseando y el Pingüino en una de las muertes más desagradables de toda la saga. Una de las entregas más excéntricas, más recargadas pero con un potencial inigualable, cargando las tintas y el objetivo hacia un filme de alto riesgo y sin importar las consecuencias aún sabiendo que no iba a ser del deleite de todos los paladares (y mucho menos para todos los fans). La crítica no la aplaudió tanto como se esperaba y el éxito fue a medio gas. Lógico por otra parte.