Quizás una de las críticas que más me ha costado escribir en la historia de lo que llevo en Nosolohd. Porque una obra como esta deja exhausto ante el caudal de detalles que contiene. Desde el sábado que la vi que llevo dándole vueltas y vueltas hasta que por fin ha tomado cuerpo en estas letras.
Al menos lo he intentado. Espero estar a la altura de las circunstancias ante tamaño filme.
"
Corten. ¡A positivar!" - Edward D. Wood Jr. (Johnny Depp).
Ilusiones de angora
Con las manos al guión de Scott Alexander y Larry Karaszewski y basándose previamente en la biografía de Rudolph Grey "Ed Wood", la película, podría ser la obra más íntima de Tim Burton y a su vez la más sincera de todas cuanto ha podido llegar a ofrecer al séptimo arte. Visto a su vez como un minucioso repaso a la obra y "milagros" del conocido como "El peor director de la historia del cine", lema que no sirvió más que para hacer más grande su leyenda y convirtiendo automáticamente su obra y legado en carne venerada por fans, frikis y seguidores degustadores de la serie B/Z. La película resulta del tono honesta y sincera, respetando en todo momento pero sin escatimar en plasmar la gran mayoría de episodios, detalles y píldoras que hicieron de este director todo aquello que lo rodeó de un aura mítico y cargado de cinematografía de la peor calidad pero sin importarle demasiado.
Rodada en un blanco y negro con la sensación de estar viviendo los años 50, con esa estética plástica y con la partitura, esta vez, de manos de Howard Shore (dice la leyenda que la causa fue una riña no resuelta con Danny Elfman pero según indica el libro "Cuentos en sombras" el mismo Tim Burton tampoco supo explicar bien el porqué de la separación y del porqué la elección de Shore) logrando con ritmos y sonidos místicos, tribales, aderezados con la tan conocida melodía surgida del Theremín junto con un diseño de producción que quería plasmar con el mayor realismo aquellos tiempos pero a su vez con un esfuerzo sobrehumano por intentar lograr el efecto deseado en el que se percibiese en todo momento la pobre calidad de las películas, decorados, atrezzo y realización de las formas y fondo de las películas de Ed Wood y su poco o nulo conocimiento del mundo cinematográfico.
Lo más llamativo del filme es que Burton presenta al director como un personaje optimista, con la ilusión siempre en mente y un sinfín de ideas, propuestas y guiones en la cabeza que tristemente nunca llegaron a ver la luz ya sea por la negativa de los productores o porque la calidad de los mismos era arriesgar e invertir para no recuperar ni un centavo invertido. Ed Wood era un director mediocre pero que ignoraba serlo. Sin ir más lejos se comparaba con el mismísimo Orson Welles, director con el que tenía muchos puntos en común solo que estaban en polos totalmente opuestos. La escena trascendental donde los dos directores se encuentran en un bar y comparten puntos de vista y experiencias sirviendo como inspiración y decisión para Wood no se sabe si tuvo lugar o si fue fruto de un deseo, de un empujón necesario para todo aquel que está en el pozo más hondo pero sirve como preámbulo o como resultado de hasta dónde puede llegar el mundo del cine.
"Ed Wood" es un viaje a lo más recóndito del frikismo, del deseo por hacer películas cueste lo que cueste y salga como salga pero también es, sin lugar a dudas, un ejemplo de amistad y veneración por las viejas glorias, actores olvidados en el ostracismo, repudiados por el propio Hollywood que una vez los acogió en las alturas. Sin ir más lejos Martin Landau representa la viva y perfecta imagen de un Bela Lugosi decrépito, que vive convertido en su personaje icónico y cuenta los días enganchado a la droga y sin un dólar en la cuenta. Su casa es lúgubre, un cuadro gigantesco puebla la pared principal y sigue creyendo que mantiene el poder hipnótico al contemplar a Vampira por la tele pero al igual que Wood, Lugosi sigue sintiendo la ilusión de volver a actuar, de ponerse delante de la cámara aunque tenga que recitar monólogos increíblemente ininteligibles pero que en boca de Landau recobran la fuerza necesaria para convertirse en leyenda. Tan sólo hay que ver el monólogo frente a un grupo de admiradores en la calle para descubrir a un personaje sediento de seguir siendo aclamado, admirado y escuchado.
Centrándose en 3 títulos de la filmografía de Ed Wood (Glen o Glenda, La novia del monstruo y Plan 9 from Outer Space, la película considerada por la crítica como "la peor película de todos los tiempos") Burton explora y expone las vicisitudes y periplos por los que el personaje interpretado por un magistral y entregado Johnny Depp tuvo que pasar para conseguir los fondos necesarios de inversores, prestamistas, religiosos y demás y siempre acompañado por un grupo variopinto de personajes, leales y serviciales quienes a pesar de no contar con las dotes interpretativas necesarias para conseguir la credibilidad necesaria intentaban por todos los medios estar a la altura de las circunstancias. Otra cosa es si lo consiguieron.
Sin obviar, por otra parte, el travestismo de Ed Wood quien gustaba vestirse de mujer, desde ropa interior (se cuenta que cuando hizo el servicio militar la llevaba puesta mientras se lanzó en paracaídas) hasta alcanzar el fetichismo por los jerseys de angora, viendo en "Glen o Glenda" el vehículo perfecto para dar a conocer tanto a sus novias como a los productores, actores y amigos lo que tanto tiempo estuvo ocultando. Dos de los momentos más célebres al respecto sería la confesión ante su primera novia o el momento donde baila la danza de los siete velos en la fiesta de final de producción donde Dolores Fuller le espeta tanto a él como al grupo variopinto de amigos que son unos monstruos, algo que recuerda claramente a la película "Freaks".
Algo que hace esta película cercana, entrañable y sobretodo emotiva es la relación amistosa, casi paterno-filial, entre Lugosi y Wood. Como comparten experiencias, como sienten admiración absoluta el uno por el otro (Bela porque le permite volver a ser actor, sacarle del olvido y Ed por la sencilla razón de estar al lado de uno de sus actores favoritos de toda la historia y poderlo dirigir en varias películas). Pero tampoco pasa de lado lo cómico patético como es Ed Wood despojándose de su dentadura, como si al hacerlo se mostrase tal como es en realidad, sin ataduras o sin complejos. Y eso es lo que en parte los une pues el primer momento donde se dejará ver sin los dientes y a modo de monstruo grotesco es al lado de Bela Lugosi, quien disfrazado de Drácula, intenta asustar a un niño, el cual ni se inmuta debido a que los monstruos antiguos o el terror del pasado ya no causa miedo, son elementos pasados de moda. Una simbología perfecta para demostrar la dejadez en la que se encuentra Lugosi. Pero a su vez es una muestra perfecta de patetismo como la escena en la que ingresa en el centro de desintoxicación. La forma en cómo se entrega es una declaración de intenciones perfecta dentro de como la persona ha acabado convirtiéndose en el personaje (donde el maquillaje, además, logra su cometido de una forma extraordinaria).
Porque incluso la película es una especie de biografía del propio Burton quien como Wood sintió una admiración por el propio Vincent Pryce, un actor dedicado al mundo del terror y que vio plasmado su homenaje correspondiente desde el propio corto "Vincent", quien a su vez fue la voz en off del narrador o su participación en "Eduardo manostijeras", su último papel para la gran pantalla. Y al igual que Ed Wood su fascinación por el mundo de lo grotesco, del cine de terror de serie B, de esa ensoñación fílmica donde lo onírico, lo fantástico, lo terrorífico o el mundo de la feria (sobre todo los pasajes del terror, lugar que empleará Wood y a su vez Burton para plasmar esa declaración de amor tanto a su novia como al cine en sí mismo), al igual que el aroma a serie B se hace patente sobretodo en los comienzos de Burton.
Lo mejor de todo es como finaliza la película, donde Ed Wood y su novia Kathy O'Hara salen del cine pletóricos, victoriosos, como si el trabajo logrado con Plan 9 from Outer Space fuese un triunfo, un éxito de taquilla. A pesar de la lluvia torrencial del exterior se sienten satisfechos como si un nuevo comienzo estuviese a la vuelta de la esquina, con el rótulo de Hollywoodland tras de sí. La cruda y triste realidad fue otra pero, ¿por qué romper la ilusión? Ed Wood no tenía nociones de cine, no sabía dirigir, no sabía exponer, sólo rodaba una toma por escena y tenía la plena confianza de que el espectador sabrá encajar el resultado. Los montajes de sus películas eran desastrosos y el diseño de producción más que discutible. Pero él sólo quería contar historias y plasmarlas en celuloide, añadiéndole un estado anímico imprescindible para no desmoronarse ante los problemas (Depp logra uno de sus roles más redondos hasta la fecha, sin recurrir al histrionismo actual pero sin dejar a un lado la bis Burtoniana que tantos resultados satisfactorios le ha deparado). El resto, el resultado, a Ed Wodd le daba más bien igual. La ignorancia no lo hace mejor director, desde luego, pero mientras el entuerto sirva luego para acabar convertido en uno de los mejores biopics de los 90 y por ende del séptimo arte y caer en manos de un Burton maduro que vengan todos los que quieran que aquí los espero.