Pero esto está ocurriendo en casi todos los foros que yo conozco.
Youtube ha absorbido la función de los blogs de informar y enseñar, y las redes sociales han absorbido la función de los foros de comunicarse.
Como ya he comentado alguna vez, yo fui forero y colaborador de la página pasadizo.com, que regentaba nuestro amigo (otro desaparecido en combate) Bela Karloff. Y muchos hilos de ese foro lo tengo guardados, recuperados con el Wayback machine, porque el foro desapareció con todo su contenido, que consistía en hilos, a veces kilométricos, extremadamente jugosos, sobre cómics, cine, literatura fantástica... a veces me pongo a leer esos hilos y es como leer libros especializados.
Pero mucho antes de que desapareciera, esa época había terminado. Había subforos enteros muertos, otros donde caían cinco o seis mensajes diarios, cuando antes había docenas o incluso cientos!
Lo mismo ha ocurrido con foros de cine, de literatura, de historia, de fotografía, de juegos de rol... en los que he estado participando desde hace diez, quince años, con muchísima gente hablando todos los días y escribiendo mensajes extensísimos. Poco a poco, va quedando menos que decir. Cuando tienes un post de 152 páginas, repito, 152 páginas, no me he equivocado escribiendo el número, hablando de cómics de Conan, con intervenciones jugosísimas que darían para escribir un libro, ¿que más queda por decir o discutir sobre el tema?
Los foros que se siguen manteniendo en alza, con gran número de foreros y docenas o cientos de intervenciones diarias, por lo que he podido ver lo hacen mediante un, o una combinación de hasta tres factores: inmediatez, vacuidad, y ordinariez. En un intento de copiar el modelo comunicativo de las redes sociales, la comunicación es inmediata, de corto tamaño del mensaje, y con el libertinaje por bandera.
Efectivamente, hay un problema de crispación, de comunicación demasiado inmediata, muchas veces malinterpretable o malinterpretada, de malhumor, de no respirar hondo, de decir chorradas cuando podríamos evitarlo parándonos a pensar un segundo antes de escribir. Nos conocemos tanto que podemos predecir con exactitud ante determinado tema, quien va a decir qué y cuando. A veces, esto supone una ventaja, otras, una desventaja.