Gato en aguas fecales
Se lleva 'El gato al agua', pero que muuuuy de largo, el campeonato mundial de fachazines celtibéricos que últimamente tanto abundan en la televisión digital. No es para menos. Dos horas diarias de tertulianos exquisitos escupiendo bilis rojigualda acaban siendo pasto de todo buen españolito que decida verse al borde del guerracivilismo más cruento.
Es algo irracional esto del triunfo de la extrema telederecha. Pasmoso. Cuasi irreal de tan carcunda, retrógrado y peripatético. En riguroso y vociferante directo, ahí está, cada noche, en Intereconomía TV, una de las dos Españas que ha de partirnos el corazón. ¡Ay, si el poeta levantara la cabeza! Fijo que sería para volver a meterse, tiritando de miedo, en el rincón más hondo de su profunda tumba.
El presentador. Antonio Jiménez. Ese Arturo Fernández devenido en generalísimo del batiburrillo, del estertor, del rebuzno. Porquero ejemplar (¡qué corbatas gasta el tío!) de esa piara de tertulianos que disfruta de su baño diario en el apestoso cenagal de la telebasura política.
Porque, no nos engañemos, esta gente apenas se diferencia, por mucho que vaya a misa, de Belén Esteban y su circo telecinqueño. Tales para cuales. Las dos Españas, repito. ¿Para esto aguardábamos, cual maná a punto de caer del cielo, el advenimiento de la TDT? ¿Para comprobar, aterrorizados, cómo campan a sus anchas los destripaterrones de la derechona más pugnaz, con Juan Manuel de Prada a la cabeza? Pues nada, nada. ¡El último, que apague la luz!
Ya desde esa estúpida cortinilla en dibujos (muy mal) animados, el programa nos pone en lo peor. Qué pobreza. Qué amateurismo. Qué falta de profesionalidad. Se tiran de cabeza a la subida del paro.
Con un par. Machacan a todo sociata que se cruza en su camino. Eso sí, utilizando para ellos imágenes pirateadas de otras cadenas. Hacen luego, no uso, sino abuso de la libertad de expresión (¡ay, pobriña!) para vocear su mensaje apocalíptico y ponzoñoso. Los tertulianos de anoche, por ejemplo, eran peor que la familia Monster, algo realmente aterrador: por este orden de tontuna y pegada, Miguel Durán, Federico Quevedo, Alicia Sánchez Camacho, Manuel Cerdán (el único que se atrevía a discrepar en su papel de tonto útil) y Enrique de Diego. ¡Qué viva el periodismo hiperdependiente y torticero!
Zotal. Seguro que les echan zotal, o algo peor, en esas copas mediadas de vino tinto. Si no, no se entiende que digan lo que dicen sin ningún rubor. Eso sí, del caso Gürtel, el bombazo del día, pasan de puntillas. Echando balones fuera, al contrario que Messi, porque es gerundio. Con la que está cayendo.
Prefirieron negar la mayor y convertir lo de Bárcenas en una conjura de los necios polis de Rubalcaba, propia de un Ignatius J. Really politiquero. No se acaban de creer nada de lo que está ocurriendo en los tribunales. Esto es como el chiste del conductor que, en su carril de la autovía, sólo se cruzaba con kamikazes. ¿Cuándo superará esta gente el shock que les produjo la bronca del 36?