Respuesta: WAR HORSE (Caballo de batalla) de Spielberg
Tengo demasiado tiempo libre. Así que...
El simbolismo del caballo, que leo cosas que si es el amor, la inocencia, el cariño y demás dulzuras, pues yo no lo veo tan claro.
La familia del chaval, la granja y el terrateniente, por ejemplo.
El padre del prota es un granjero pobre. Un exveterano con una carga importante de amargura y, probablemente, un sentimiento de fracaso. Cuando ve al caballo en la subasta se le enciende la chispa del orgullo, de la vitalidad y decide embarcarse en un duelo por la puja del bicho con el terrateniente. Es muy probable que el caballo le recuerde su juventud y los tiempos de la guerra. Todo esto lo vamos viendo después de forma sutil. Obtiene una victoria pírrica que, pasado el momento inicial de euforia, se muestra como una carga. No solo su mujer se lo reprocha... también en plan cómico lo hace el ganso, que representa todo lo opuesto al caballo: lo cotidiano, lo familiar, lo vulgar de una existencia sin alicientes. El caballo aparece como un elemento casi subersivo, rebelde y peligroso que amenaza la gris y dócil existencia de una familia humilde sin pretensiones ni esperanzas de ningún tipo más allá de la mera subsistencia. El ganso lo vuelve a subrayar al asustarse en la cuadra en el momento en el que el chaval se fascina por el caballo. El padre se arrepiente de lo hecho y comprende la amenaza que representa, sobre todo al ver la fascinación de su hijo por el caballo. Por eso intenta matarlo en un arrebato de frustración.
El terrateniente está picado por la muestra de orgullo de rebeldía del granjero y no duda en intentar humillarle ante la comunidad haciendo que demuestre que la compra del caballo ha sido una estupidez porque no le servirá para nada. Solo la rebeldía y voluntad del hijo logran evitar eso.
Pero los problemas que trae el puto caballo a la familia no acaban ahí, claro. El padre trata otra vez de alejar ese elemento peligroso vendiéndolo al ejército. Error fatal. Entre eso y el interés que la madre despierta en el hijo al contarle el pasado guerrero del padre (que el trataba de ocultar deliberadamente), el destino del prota humano queda sellado junto con el del caballo.
Ahora viene la parte del oficial de caballería. Si en la parte de la granja parece claro que el caballo nada tiene que ver con la paz hogareña y familiar. ¿Aquí qué? El oficial está fascinado con el caballo. No es el típico militar cabeza cuadrada. Lo dibuja y escribe sobre él porque le prometió al chaval mantenerle informado. Parece que para el oficial el caballo representa algo más que una montura de guerra para chulearse y desfilar. ¿Una esperanza de volver, de sobrevivir? En la escena de batalla las ametralladoras masacran a la caballería. Los jinetes mueren pero los caballos, en una escena casi onírica, sobreviven y saltan sobre las ametralladoras. No hay gloria en esas muertes.
El caballo pasa a los alemanes. Dos hermanos. Uno intenta evitar que su hermano menor entre en combate porque prometió a sus padres protegerle. El hermano menor quiere luchar. No tiene miedo y desea probarse a si mismo. El hermano mayor no lo acepta y obliga a desertar a lomos del caballo. Ambos mueren por culpa de ello. "¿Un error?" pregunta el oficial alemán que los va a ejecutar. "Una promesa" responde el hermano mayor. Su afán protector no ha salvado a su hermano y le ha condenado a él también. Quizá su hermanito hubiera sobrevivido por sus propios medios a la guerra. No lo sabremos nunca. No tuvo la oportunidad de probarse y demostrarlo.
Pero el caballo sí que sobrevive y pasa a manos de la niña enferma. De nuevo surge el conflicto. Para el abuelo lo único que le merece la pena en la vida es su nieta. Pero la nieta no se conforma con esperar el fin sin hacer nada. La paradoja es que la vitalidad de la niña es lo que mantiene vivo al abuelo. El caballo, otra vez, es un elemento perturbador que viene a poner en peligro la seguridad del refugio en donde se esconden los dos. El refugio demuestra ser un espejismo. No se puede uno ocultar de la vida.
Al final de la película volvemos a una subasta. Esta vez es el chaval el que puja por el caballo. Compite con el abuelo. El anciano quiere el caballo porque es el único recuerdo que le queda de la ilusión de vivir que le transmitía su nieta. Aunque gana la subasta comprende que el caballo ya no le sirve de nada. El ya ha vivido y tampoco tiene ningún motivo por el que luchar ya. Le cede el caballo al chaval, algo que el propio padre del chaval no se atrevió a hacer y eso motivó su odisea vital. Se ha completado un círculo.
Quizás cuando el chaval tenga hijos no solo no les oculte la historia del caballo, si no que les ayude a montar el suyo propio. Para bien o para mal.