Respuesta: Wolfgang Petersen... ¿y este qué?
Dedicado a todos vosotros aunque no compartáis mi punto de vista. Os lo debo. Ahora, más sincera imposible. 100% real. Tampoco prometo convencer. Lo asumo.
(
Die unendliche Geschichte / The Neverending Story, 1984)
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"Atreyu el niño, no. ¡Atreyu el guerrero!"
Luchando contra mi
(El foro y yo aunque no me entiendan)
En este caso en concreto, la traslación de la novela a filme es y será uno de los peores trabajos guionísticos de la historia. Eso para empezar. Un libro elemental y clave en la literatura universal, de volumen, texto y mensaje profundo que se necesita tiempo de asimilación no se puede ni se debe ventilar en hora y media escasas. El montaje se resiente y acaba siendo todo demasiado a vuelapluma, dejándose apartados, momentos, personajes e historias que son precisos.
Pero aquí estamos para hablar de la película y comentarla tal y como está a día de hoy, dejando atrás el iconimso per se del que fuera, es y será el título referencial y acuñado como nostálgico y evocando el iconismo de una década y una época. Más aún cuando se cree, sin haberla revisionado a día de hoy, que quizás pueda seguir manteniéndose intacta tal y como se le recordaba.
En mi caso diré que lo que seguía sintiendo por la película hará casi 2 años, después de este visionado (y sin verme influenciado por nadie, que conste) no puedo defenderlo como estuve haciéndolo hará unas horas. Seré necio pero no tonto. Y es una lucha encarnizada e interna la que he llevado al intentar matar eso que llamáis nostalgia y ser lo más fiel posible a la realidad, sin que aquel niño de 5 años, que alucinaba con todos y cada uno de los momentos, le diga a este tío bregao rondando la treintena lo que tiene que sentir u opinar.
Vamos a lo que importa y a lo que para mi significa hoy la película.
Partamos de la base: uno de los peores errores fue contratar a Jost Vacano. Su labor es muy mediocre a día de hoy, sinceramente. Es algo que ni el más defensor de ella (como un servidor) podría salvar de la quema. Es una fotografía realmente añeja, hija de su tiempo pero que no ha sabido mantener el tiempo y eso hace mucho daño al conjunto de la historia. Es imposible no verlo.
Contamos además con animatronics que a pesar de tener la mítica infantil por bandera y haber sido compañero de aventuras de todo crío que tuviese una edad oportuna para serlo se notan las costuras en más de una ocasión. No voy a negar (volvería a ser un necio) que muchos momentos los cromas, la maquetación, la mecánica de los muñecos y la interactuación chirría bastante y canta demasiado: Fujur es quizás el que más destaca en ese aspecto. Aún y así sigo salvando de la quema - por mucha pataleta que provoque en más de uno - a Gmork. Su interacción con Atreyu en la parte final, a pesar de verle el mecanismo, me sigue funcionando, convenciendo y sobre todo ofreciéndome un personaje llamativo, convincente y lo que más importa: adecuado a lo que se necesitaba para el personaje en lo que a mensaje se trataba.
Sin olvidar tampoco que Petersen iba a saco en muchos momentos sin reparar en que el material que trataba merecía mejor y mayor respeto. El montaje en muchos momentos es muy atropellado consiguiendo que en muchos momentos la película peque de simplista. Pero Giorgio Moroder & Klaus Doldinger llegan donde otros apartados se quedan cortos. Cada uno de los temas de la partitura son elementales e imprescindibles, dotando a cada escena de la ambientación necesaria para convertirse en uno de los trabajos más importantes del género jugando con el suspense, la épica o la tristeza. Y qué leches, los efectos pueden estar caducos y los cromas ser demasiado cantosos pero hemos de contar, reitero, que es hija de unos tiempos donde la artesanía no contaba con demasiados medios o una tecnología más avanzada en ciertos menesteres.
Vista ayer, con ojos limpios y sin querer creerme lo que el vox populi (universal) aclama como una mala película, está claro que en resumidas cuentas es una película por y para niños. Es y será uno de los mejores títulos para ellos. Su mensaje, que es lo que la salva y lo que mejor ofrece, es de una fuerza y de una actualidad aplastante (la lectura y la imaginación tiene un poder que no debería frenarlo nada ni nadie).
Hay un diálogo al respecto que me encanta como la fantasía de la película empieza a hacer acto de presencia en todo el meollo:
- Sr. Coreander: Escucha. Tus libros son inofensivos. Mientras los lees, puedes convertirte en Tarzan o en Robinson Crusoe.
- Bastian: Claro que sí, por eso me gustan.
- C: Sí, pero después de leerlos vuelves a ser niño otra vez.
- B: ¿Qué quiere decir eso?
- C: Escucha. ¿No te has convertido nunca en el Capitán Nemo atrapado en tu submarino mientras te atacaba un pulpo gigante?
- B: Sí.
- C: ¿Y no tenías miedo de no poder escapar?
- B: Pero si es solo un cuento.
- C: Justamente a eso es a lo que me refiero. Los libros que tú lees son solo cuentos.
- B: Y ese no?
- C: Tú no lo entenderías. Olvídalo, jovencito. Este libro no es para ti.
La fantasía requiere esfuerzo, requiere imaginación, requiere crearlo todo, sin que nada se de por sentado. En ese aspecto la película, por mucho que se patalee queriéndome hacer cambiar de parecer, sigue siendo un buen producto. Sí que es cierto que la transición de niño a adulto hace que muchas veces tengamos que dejar y abandonar ese mundo infantil para que la realidad guíe nuestra vida. Y por eso sigo viendo “La historia interminable” un mundo de fantasía añejo pero igual de válido en su esencia y sus intenciones, más allá de que el libro sea superior en ese aspecto.
Una vez nos adentramos en Fantasía, la cual “no tiene fronteras” no requiere de límites, no necesita barreras ni nada que la frene, simbolizada por el Auryn, esas 2 serpientes entrelazadas sin principio ni final. De ahí que el cuerpo (la película) se haya quedado estancada pero no su idealismo ni su mensaje.
Por eso me encantan momentos específicos más allá del conjunto. Escenas concretas como la aparición de Gmork, entre la maleza, Atreyu intentando desesperadamente salvar a su caballo Artax de la muerte (“
Yo no me rindo, ¿lo ves?. ¡No te rindas tú!”), Morla y su visión de la vida (a modo de conciencia y realidad que hace que la fantasía se rompa), el speech final de Gmork, siendo más real de lo que pueda parecer a simple vista pues no todo está en el mecanismo sino en la palabra o el encuentro y resolución final con la Emperatriz Infantil.
Pero sería un necio también si quisiese matar todo lo visto porque no esté adecuado a día de hoy con las técnicas, forma y fondo de lo que se exige de un filme de estas condiciones cuando el mensaje esencial de la historia, lo que da forma y fondo a la propia existencia de lo que la fantasía requiere y exige, sigue estando intacto. Matarlo por querer quedar bien sería algo que no me perdonaría en absoluto. Así que en definitiva diré que no es la obra maestra que defendí en su momento. No es la gran película que taché hará dos años pero tampoco es la infecta que tanto se proclama ni mucho menos una mala. Es, simplemente, un título correcto, mágico (en distintos grados), encantadora, perteneciente a una época. Pero sobre todo sigue contando con mi beneplácito. Que eso, a día de hoy, ya es suficiente.
Y esto es todo lo que tengo que decir de "La historia interminable".