Parece que Patxi quiere ser como Obama.
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El PSE sondea a independientes cercanos al PNV y al PP para conformar Gobierno
El PSE pide a los nacionalistas que «dejen de amenazar con el apocalipsis» si pierden el poder
Convencidos de las posibilidades con las que cuenta Patxi López para ser el próximo lehendakari, los socialistas vascos han empezado a realizar los primeros movimientos para conformar un Gobierno compuesto por los «mejores» y que represente a un amplio espectro de la sociedad. Una estrategia en la que el PSE ha sondeado la disponibilidad de profesionales de prestigio próximos sociologicamente a otros partidos, como el PNV y el PP.
La primera opción que está sobre su mesa consiste en formar un Ejecutivo en minoría que intentaría aguantar la legislatura suscribiendo acuerdos puntuales. Un auténtico campo minado sin demasiadas alternativas. Una alianza con el PNV o con el PP se antoja imposible por diferentes motivos: los jeltzales nunca aceptarán que López sea lehendakari y el propio candidato socialista ya ha subrayado que no quiere gobiernos «frentistas ni bloques», lo que descarta a los populares.
Pero el PSE, como ya ha reconocido públicamente, quiere que su Ejecutivo no sólo esté compuesto por miembros del partido, sino por independientes. Algunos de ellos podrían ser profesionales vinculados de una u otra forma a los socialistas. Pero no serán los únicos. El objetivo es ampliar los márgenes e intentar ofrecer una imagen de «centralidad». No sería un Gobierno de «concentración», tal y como ayer resaltó en rueda de prensa López, sino que se trataría de incorporar al gabinete a personas consideradas cercanas a la órbita nacionalista y al PP. Una fórmula que daría pie a materializar en una fotografía la frase que recalca habitualmente el líder del PSE, la del Gobierno «de todos». «Transversal y plural», se puntualiza en su entorno.
En todo caso, no es tarea sencilla. Más allá de las quinielas y de las especulaciones que empiezan a circular, los socialistas insisten en que a esa etapa todavía no se ha llegado, que sólo se trata de primeros acercamientos para tantear la predisposición de algunos nombres capaces de cumplir esos requisitos, que hay que superar la sesión de investidura y que ésta puede demorarse hasta principios de mayo.
De hecho, en el partido se admite que algunos candidatos no darán el paso hasta que comprueben que, realmente, López será lehendakari. Durante los últimos meses, los socialistas han mantenido diversas reuniones sectoriales con profesionales que han colaborado en la elaboración del programa electoral y en los diversos manifiestos que el aspirante a lehendakari ha ido presentando desde el verano. Sería en algunos de estos 'caladeros' donde el PSE intentaría pescar a los independientes.
«No pasa nada»
«Buscaremos el consenso para ser más fuertes y hacer un país estable», apuntó ayer el propio López en una rueda de prensa en la que se esforzó en responder a la salida en tromba de diversos dirigentes peneuvistas para descalificar su posible llegada a Ajuria Enea. También intentó contrarrestar el argumento de Iñigo Urkullu, presidente del EBB, en el sentido de que si se confirma que Juan José Ibarretxe no repetirá como lehendakari, habrá «una desestabilización». «Ya vale de amenazar con el apocalipsis. No es el régimen ni la religión de Euskadi (el PNV). Es un partido más. Y a veces estará en el Gobierno y, a veces, en la oposición. No pasa nada», dijo.
Tras digerir durante un día la resaca de los resultados electorales, el líder del PSE compareció en una multitudinaria rueda de prensa para valorar las cifras «históricas» obtenidas por su partido el pasado domingo. Unos comicios en los que sumó 315.000 votos y 24 escaños, tope nunca alcanzado en unas autonómicas pero que, aun así, ha dejado un cierto regusto amargo en las filas socialistas, donde esperaban una mayor presencia en el Parlamento, e incluso superar al PNV. Al final, los jeltzales han sacado una ventaja de seis escaños, a expensas de lo que suceda con el voto de los residentes en el extranjero, que puede inclinar un asiento por Álava ahora en manos de Eusko Alkartasuna hacia el lado del PSE. En la hipótesis más favorable para los socialistas, seguirían estando a trece escaños de la mayoría absoluta.
Y este escenario es el que está aprovechando el PNV para trasladar la idea de que un Gobierno liderado por López carecería de legitimidad. Urkullu indicaba ayer que si el PSE se empeña en alcanzar Ajuria Enea provocará «una desestabilización institucional». A esta declaración hay que sumar la de otros destacados jeltzales como Iñaki Anasagasti, quien ha insinuado que los socialistas han utilizado la exclusión de la izquierda abertzale afín a Batasuna en su propio beneficio.
«¿Eso es su responsabilidad de país?», preguntó ayer Patxi López, quien de inmediato ofreció su propia respuesta: «Eso es su pataleta porque no pueden hacer nada. La estabilidad en Euskadi está garantizada, lo quiera o no el PNV». Lo cierto es que a los socialistas no les ha cogido por sorpresa esta reacción. Ya barruntaban que la respuesta de los jeltzales sería «incendiaria» cuando se confirmase que, a pesar de ser la segunda fuerza, el PSE no tenía intención de dar marcha atrás. «Hasta nos viene bien. No creo que parte de su electorado, sobre todo el más vinculado al mundo empresarial, acoja con agrado ese mensaje», sostenía ayer un dirigente del partido.
En apariencia relajado, López contestó al PNV con firmeza, pero sin emplear un tono airado. Aseguró que los resultados de las urnas demuestran que los ciudadanos han enterrado el «frentismo» y que el gran derrotado ha sido el tripartito. Y con este argumento como pieza central de su discurso, insistió en que asume «la responsabilidad de abrir un nuevo tiempo en la política vasca» frente a los reproches y el «miedo» que trasmite el PNV.
El antecedente de Álava
«El país no es suyo», afirmó el candidato socialista, quien sostuvo que el PSE ha actuado siempre con responsabilidad desde la oposición. «Es donde se demuestra la grandeza de un partido», recalcó antes de lanzar varias andanadas directas al PNV. Recordó que los jeltzales gobiernan en Álava y Guipúzcoa sin ser la fuerza más votada, incidió en que, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Bilbao no está la izquierda abertzale afín a Batasuna y que no ha escuchado a ningún dirigente peneuvista decir que es una institución carente de legitimidad, y con cierto grado de ironía, acusó al PNV de actuar como un «delegado de Gobierno» al pedir a Zapatero que intervenga en la política vasca.