¿Qué libro estamos leyendo?

Pues es un libro buenísimo. Yo lo leí pasados los 30 y es bastante menos infantil que, por ejemplo, El Corsario Negro de Salgari. Ese sí que me parece un truño.

Yo juzgo (no se me ocurría una expresión más humilde, se siente) a Salgari como un gran escritor de aventuras que, por algún motivo, goza de menos prestigio en España del que merece. Aunque en su tiempo fue muy leído. No es Stevenson, pero tampoco tiene por qué serlo.

Stevenson es uno de los escritores más perfectos en lengua inglesa. A partir de ahí, que cada uno afronte sus traumas infantiles como mejor pueda.
 
Yo juzgo (no se me ocurría una expresión más humilde, se siente) a Salgari como un gran escritor de aventuras que, por algún motivo, goza de menos prestigio en España del que merece. Aunque en su tiempo fue muy leído. No es Stevenson, pero tampoco tiene por qué serlo.

Stevenson es uno de los escritores más perfectos en lengua inglesa. A partir de ahí, que cada uno afronte sus traumas infantiles como mejor pueda.
Yo sólo puedo hablar de esa novela, que me dejó muy pocas ganas de leer nada más de su autor, la verdad.
 
Después de devorar Pacto de sangre y ¿Acaso no matan a los caballos? estoy con mono de noir, y han caído otras dos.

El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. Me siento estafado, ante todo, porque no hay ningún cartero en la novela (parece ser que el título es una frase del guionista Vincent Lawrence que le hizo gracia al autor). Bueno, esta es la primera lectura, y además voy totalmente en blanco, porque no he visto ninguna de las adaptaciones cinematográficas que se han hecho. Cuenta la historia de un turbulento vagabundo de la época de la Depresión americana, Frank Chambers, que va a parar a la fonda de carretera dirigida por un vitalista inmigrante griego, Nick Papadakis, y su mujer, Cora. Empieza a trabajar ahí, pero pronto se pone de manifiesto que Cora y él están unidos tanto por su egoísmo natural como por una pasión descrita como insana, y carentes ambos de freno moral alguno. De ahí a asesinar al marido de Cora, hay un trecho muy corto... pero enseguida surgirán desavenencias entre la pareja. Frank es un culo inquieto y busca seguir siendo lo que ha sido siempre, un vagabundo que no sabe donde dormirá mañana. Cora quiere reformar la fonda, modernizarla y sacarle una pasta.

Novela que engancha y se lee en nada (me duró dos tardes) auténtico molde para una historia luego contada miles y miles de veces, aquí, de final negrísimo
tras librarse de la justicia, primero por un intento de asesinato y luego por un asesinato consumado, Frank es juzgado y ejecutado finalmente por el asesinato de Cora, que realmente sí fue un accidente

1280 almas, de Jim Thompson. Este es relectura. ¡Hay relecturas que son maravillosas! Esta es la segunda vez que la leo, y sé que habrá otras. Nick Corey es el sheriff de un pequeño pueblo sureño, donde la incultura, el racismo, la violencia, el sexo, la religión, la corrupción y la pobreza, van de la mano, forman un todo indisoluble. Nick es el comisario, y eso es todo... o no. Porque Nick, tras su fachada de sheriff paleto, comodón, conformista, glotón y manejable, es un asesino, cabrón cínico y delirante.

Y ni siquiera es el peor de quienes le rodean, es sólo el producto de una sociedad profundamente enferma, violenta e hipócrita. El retrato de secundarios absolutamente miserables que rodean al protagonista no tiene fin, desde su inclasificable esposa Myra (menuda papeleta) a la habitual galería de funcionarios municipales corruptos que se andan entre chanchullos y disimulos, granjeros racistas que dejan embarazadas a sus hijas adolescentes, vecinos tocapelotas que siempre andan buscando pleitos con una mano y la escopeta con la otra, alcohólicos maltratadores, nadie está exento de mierda. Es una novela donde no hay buenos ni malos, sino solo gente, gente como, en el entorno sociocultural que le tocó vivir, la veía el autor.

No he leído más que 2 obras de Jim Thompson, cosa que pienso corregir en breve, aunque hay que tomárselo con calma, porque leer este hombre, es como tomarse un veneno dulce.
 
1280 Almas es una especie de Ricardo III del Noir. El Asesino Dentro de Mi no le va mucho a la zaga.

El cartero Llama Dos Veces no solo ha sido adaptada varias veces, sino que la de 1981 y 1946 son además sendas obras maestras.
 
Mi lista de lectura, tal cual:

Screenshot_2023-11-19-20-16-37-452_org.readera.jpg
 
81mmsGby19L._AC_UF1000,1000_QL80_.jpg



Ensayo sobre el fenómeno de los PAU, o complejos residenciales más allá de la periferia de las grandes ciudades españolas, fruto de estos “programas de actuación urbanística”. Levantados durante las últimas décadas como consecuencia del ladrillazo y donde se concentra cada vez mayor porcentaje de la población en edad de trabajar y de procrear, tienen por características el encontrarse en entornos a veces semi-rurales y muy alejados de la “ciudad concentrada”, aislados pero bien comunicados por carretera, aunque con importantes carencias o retrasos en infraestructuras y servicios públicos.

Algo más que una mera opción de vivienda, estas “ciudades dispersas” cual islas involucran ideología, como demuestra la marcada tendencia de voto (conservadora) en estas zonas, así como un estilo de vida concreto del que el autor del libro confiesa ser parte, pero que nos toca muy de cerca a todos, sin que necesariamente haga falta ser uno de estos “pauers”, o familias de centro comercial y chalet con piscina; individualismo, consumismo, uso intensivo del coche, colegio privado o concertado para los nenes, sistemas de vigilancia... una vida que nos distanciaría no sólo físicamente de la ciudad de toda la vida, sino de ciertos principios comunitarios propios del barrio, la asociación vecinal o la socialización tradicional en la calle, el bar, los espacios comunes... con tendencia al aislamiento, a un espíritu de frontera o del “búsquese usted la vida”. Un eslabón más del sistema, de la cadena que forma nuestra realidad de tecnología alienante, identitarismos, competitividad como medida para todo, que nos recluye en nuestra burbuja particular.

(Dejo más dentro de spoiler para no poner demasiado tocho):

No es un libro que trate de la especulación urbanística, pero la menciona como modelo que históricamente viene de antiguo y que no es un error, sino algo intencionado que surge de la complicidad entre las instituciones y los entes privados, que se reproduce una y otra vez; búsqueda del beneficio económico a partir de lo que debería ser una necesidad básica y no un bien de mercado, dejación de funciones en cuanto a planeamiento, en manos de promotoras-constructoras-comercializadoras, ayuntamientos interesados… Se habla de urbanismo, al menos como introducción al tema, pero también es excusa para hablar de otras cosas; de una cotidianeidad más o menos distópica que ya está aquí, o de la necesaria ilusión de comodidad, de una estabilidad (tengo mi propia casa con hipoteca, pero que será de mis hijos, a quienes les irá mejor el día de mañana) que se ha esfumado de nuestras vidas, tras crisis y pandemias que han acelerado procesos en marcha. La “clase media” aspiracional sería un significante vacío y engañoso, que mezcla confusamente a ricos y pobres con intereses opuestos, nacido de la posguerra mundial y que ha dejado de ser necesario para mantener la paz social ante la ausencia de alternativas al modelo económico liberal extremo, un sucedáneo de estatus de vida burgués que oculta la precariedad.

“Segregación” y “homogeneidad” son los conceptos más repetidos; dispersión poblacional en pequeños reductos que comparten pensamiento, intereses y similar nivel económico; lo privado es la base de lo político, lo colectivo es una invasión o imposición autoritaria, con mucha preocupación además por la seguridad (aquí viene muy a cuento el ejemplo de “El bosque” de Shyamalan), el miedo a lo diferente que viene a perturbar nuestra tranquilidad, nuestro entorno conocido y previsible. Producción en cadena de viviendas y también de vidas, ilusión de ser diferentes y únicos, pero en el fondo todos estamos idiotizados por cosas muy similares.

Se incluye una “breve historia de la dispersión”, o de las corrientes de pensamiento que a lo largo de la historia han propugnado la huida de las ciudades, entornos de vicio, corrupción y peligros, para abrazar lo rural, el presunto remanso de paz y de realización humana, vinculando el ascetismo cristiano, el despojamiento de bienes terrenales, etc. con la actual autoayuda, dietas, ejercicio físico… así como la influencia americana y protestante y los proyectos utópicos desde Tomás Moro, lo que tienen que ver con el planeamiento urbano y cómo se ha intentado en tantas ocasiones domesticar ese nido de disidencia, caos, suciedad, etc. que es la ciudad por las clases pudientes.

Lectura en general bastante ligera, con chascarrillos, ejemplos de cultura pop (cine, en especial el de finales de los 90, los Simpsons, los frikis de Callejeros, La que se avecina...) para un ensayo que cuanto menos recupera para la izquierda posterior al fallido 15-M unas cuestiones más pragmáticas y materiales de las que parece haberse olvidado o querido olvidar, intentando no moralizar sino diagnosticar de modo muy agudo una preocupante situación... aunque sin aportar soluciones o alternativas concretas que sobrepasan las intenciones y el ámbito de un libro como este.
 
Ver el archivo adjunto 51726


Relato imprescindible de aventuras marineras, literatura, en efecto, infantil y juvenil (el autor escribió el libro para su hijo), con un niño protagonista con quien el joven lector pueda sentirse identificado; dicho lo cual, es también una novela que explora un universo moral difuso y lo hace sin que lo parezca, sin abandonar el tono aventurero, la acción ni la sucesión de peripecias, con abundantes términos náuticos y descripciones geográficas para introducir al lector en el ambiente marinero y contextualizar un espacio muy acotado, de luchas, escaramuzas y peligros constantes.

La búsqueda de un tesoro enterrado en una isla lejana que es todo excepto maravillosa y paradisíaca, y sí una tierra hostil de naturaleza abrupta, rodeada de escollos, nieblas y pantanos insalubres… se convertirá para nuestro héroe en una sucesión de pruebas de las que salir airoso, que le llevarán a descubrir el mundo más allá de los estrechos horizontes de su lugar natal y de su propia infancia, más allá de la orfandad repentina que le ha llevado a quedarse solo en la vida y dueño de su destino. Tendrá que tomar decisiones, a veces arriesgadas y temerarias, hacer amigos y enemigos, actuando siempre en una cierta tierra de nadie; enfrentándose a una banda de facinerosos que ante la duda matan primero, pero también moviéndose libremente con respecto a los supuestos agentes de la ley y de la civilización, que abandonan su cómoda existencia en pos de una riqueza manchada de sangre, los cuales tienen también ellos mismos algo de ingenuidad, de no saber muy bien dónde se meten.

El inicio en la posada constituye una narración modélica que se adentra en el terror, con figuras ambiguas y amenazantes que perturban la vida hogareña y enredan en sus ominosos asuntos a personas inocentes; los maleantes se describen en términos grotescos y de deformidad, frente al pobre niño desvalido y su madre, el bien y el mal puros. Será después cuando conozcamos, de la mano del memorable John Silver, la maldad refinada, alejada de la pura y simple brutalidad y envuelta en buenas, elegantes maneras; la de un individuo engañoso, que ni siquiera parece un pirata, físicamente disminuido pero con inteligencia, liderazgo, astucia de sobra y don de gentes, carácter manipulador y audaz… también alguien deseoso de sentar la cabeza, capaz de planificar fríamente sus actos.

Se da entonces una inesperada simetría, pues Jim se descubre a su manera como otro engañoso pirata (que se lo digan al pobre de Israel Hands) que acaba insensibilizado ante la violencia, entre la irracionalidad infantil y la templanza de un adulto que le llevan a acciones de los que ni él mismo se creía capaz, que incluso encuentra en el malvado a la figura paterna que ha perdido. Y se forja brevemente una relación de respeto mutuo, pues ambos deben jugar sus cartas y eso es lo que les salva, lo que aporta lo decisivo, ahí donde no llegan los hombres respetables; un caballero mentecato, patriotero y bocazas, un capitán de barco autoritario y desagradable… brilla si acaso el humanitario racionalismo del médico, o la oportunidad del antaño rufián Ben Gunn para redimirse.

Nos queda por último el retrato que se hace de la figura del pirata como “caballero de fortuna”, es decir, de villano dueño aún así de su propios códigos de conducta al margen de la buena sociedad, susceptibles eso sí de ser traicionados a la menor oportunidad. Lejos de cualquier romanticismo, son sujetos absolutamente corrompidos por la codicia, el alcohol y la mala vida, perdedores autodestructivos, y en última instancia, seres enfermos cuyo tiempo ha quedado atrás, que ya sólo pueden elegir entre acabar en la soga (en el infierno) o reformarse de algún modo. Que al principio dan miedo, pero que acaban dando más pena que otra cosa, y sobre quienes planea la amenazante figura del capitán Flint, remota, terrible y mitificada, cuya presencia continúa viva en forma de voz espectral entre los árboles, de pájaro de mal agüero que lleva su nombre.
Obra maestra. Me lo leí en el cole y después en el instituto también el de Moby Dick, de Melville, mucho más denso y complejo en estructura, (cojones hasta se despacha de una manera más que erudita sobre tipos de ballenas y hace casi un estudio biológico sobre ello) pero para mi han sido las dos obras de temática marinera, que más me han gustado junto con alguna cosa de Patrick O'brian.
 
Hombre, Moby Dick, aventuras, lo que se dice aventuras... Es una de esas novelas que pilla al que va con expectativas puramente argumentales tan desprevenido que lo espanta. Una de las grandes novelas de la historia de la literatura, pero la historia que todo el mundo conoce son las primeras y las últimas cien páginas. El resto es experimentación formal, psicología, filosofía, historia, documental y mucha caza de ballenas. Hay un capítulo entero dedicado a la simbología del color blanco. Se adelantó cien años a la mezcla de formas y géneros del siglo XX. Descomunal, pero hay que ir avisados. Bradbury y Huston hicieron un trabajo de síntesis soberbio y se cascaron otra obra maestra, pero eso es lo que es... síntesis.
 
Yo no pude con él lo admito
También es comprensible. Y pasa con muchos otros clásicos, el libro de Melville lo es. Es que hay capítulos enteros de la taxonomía de las ballenas, otros hablan del cómo se hace el aceite de las ballenas, otro de las supersticiones de los marineros, tema marinero, barcos, otros sobre temas metafísicos, filosóficos, etc. El libro es increíble desde muchos puntos de vista y después se encuentra el trasfondo del argumento en sí.

Pasa en cierto modo con la novela de Umberto Ecco, aunque no tan a lo bestia como en Moby Dick según mi opinión, donde también hay metido mucha movida filosófica, teológica/religiosa, que después lógicamente no se plasmó en la película.

Los clásicos son maravillosos, pero depende de gustos, estilos narrativos, etc. Para mucha gente es imposible leerse el Ulises de Joyce y a mi personalmente me parece de lo mejor que se ha escrito, sabiendo que es complejo a reventar. Y por ejemplo esa misma gente se traga La Eneída de Virgilio o la Ilíada de Homero y yo por ejemplo no puedo con ellos.
 
Ignorantes. Incultos. Imbéciles.

(Just kidding, kiddos ;) )

Yo conozco más de uno que se ha leído Moby Dick tan feliz y no puede con el Pendulo de Foucalt, así que de ello me hago ECO (jajaja... pero que cachondo que soy...).

The-Name-Of-The-Rose-Connery-Slater.jpg

-¿LO ha pillado, maestro?
-¿A Raven? ¡Que va! A ese no lo entiende ni su madre, Adso.
 
Arriba Pie