dfcjedi
Telarero
Soy muy fan de las novelas de piratas y he leído muchas. Puedo decir que es de las mejores, sin duda.
idem.Me obligaron a leerla en el colegio y nunca me quitaré EL ODIO que le tengo.
Pues es un libro buenísimo. Yo lo leí pasados los 30 y es bastante menos infantil que, por ejemplo, El Corsario Negro de Salgari. Ese sí que me parece un truño.
Yo sólo puedo hablar de esa novela, que me dejó muy pocas ganas de leer nada más de su autor, la verdad.Yo juzgo (no se me ocurría una expresión más humilde, se siente) a Salgari como un gran escritor de aventuras que, por algún motivo, goza de menos prestigio en España del que merece. Aunque en su tiempo fue muy leído. No es Stevenson, pero tampoco tiene por qué serlo.
Stevenson es uno de los escritores más perfectos en lengua inglesa. A partir de ahí, que cada uno afronte sus traumas infantiles como mejor pueda.
Obra maestra. Me lo leí en el cole y después en el instituto también el de Moby Dick, de Melville, mucho más denso y complejo en estructura, (cojones hasta se despacha de una manera más que erudita sobre tipos de ballenas y hace casi un estudio biológico sobre ello) pero para mi han sido las dos obras de temática marinera, que más me han gustado junto con alguna cosa de Patrick O'brian.Ver el archivo adjunto 51726
Relato imprescindible de aventuras marineras, literatura, en efecto, infantil y juvenil (el autor escribió el libro para su hijo), con un niño protagonista con quien el joven lector pueda sentirse identificado; dicho lo cual, es también una novela que explora un universo moral difuso y lo hace sin que lo parezca, sin abandonar el tono aventurero, la acción ni la sucesión de peripecias, con abundantes términos náuticos y descripciones geográficas para introducir al lector en el ambiente marinero y contextualizar un espacio muy acotado, de luchas, escaramuzas y peligros constantes.
La búsqueda de un tesoro enterrado en una isla lejana que es todo excepto maravillosa y paradisíaca, y sí una tierra hostil de naturaleza abrupta, rodeada de escollos, nieblas y pantanos insalubres… se convertirá para nuestro héroe en una sucesión de pruebas de las que salir airoso, que le llevarán a descubrir el mundo más allá de los estrechos horizontes de su lugar natal y de su propia infancia, más allá de la orfandad repentina que le ha llevado a quedarse solo en la vida y dueño de su destino. Tendrá que tomar decisiones, a veces arriesgadas y temerarias, hacer amigos y enemigos, actuando siempre en una cierta tierra de nadie; enfrentándose a una banda de facinerosos que ante la duda matan primero, pero también moviéndose libremente con respecto a los supuestos agentes de la ley y de la civilización, que abandonan su cómoda existencia en pos de una riqueza manchada de sangre, los cuales tienen también ellos mismos algo de ingenuidad, de no saber muy bien dónde se meten.
El inicio en la posada constituye una narración modélica que se adentra en el terror, con figuras ambiguas y amenazantes que perturban la vida hogareña y enredan en sus ominosos asuntos a personas inocentes; los maleantes se describen en términos grotescos y de deformidad, frente al pobre niño desvalido y su madre, el bien y el mal puros. Será después cuando conozcamos, de la mano del memorable John Silver, la maldad refinada, alejada de la pura y simple brutalidad y envuelta en buenas, elegantes maneras; la de un individuo engañoso, que ni siquiera parece un pirata, físicamente disminuido pero con inteligencia, liderazgo, astucia de sobra y don de gentes, carácter manipulador y audaz… también alguien deseoso de sentar la cabeza, capaz de planificar fríamente sus actos.
Se da entonces una inesperada simetría, pues Jim se descubre a su manera como otro engañoso pirata (que se lo digan al pobre de Israel Hands) que acaba insensibilizado ante la violencia, entre la irracionalidad infantil y la templanza de un adulto que le llevan a acciones de los que ni él mismo se creía capaz, que incluso encuentra en el malvado a la figura paterna que ha perdido. Y se forja brevemente una relación de respeto mutuo, pues ambos deben jugar sus cartas y eso es lo que les salva, lo que aporta lo decisivo, ahí donde no llegan los hombres respetables; un caballero mentecato, patriotero y bocazas, un capitán de barco autoritario y desagradable… brilla si acaso el humanitario racionalismo del médico, o la oportunidad del antaño rufián Ben Gunn para redimirse.
Nos queda por último el retrato que se hace de la figura del pirata como “caballero de fortuna”, es decir, de villano dueño aún así de su propios códigos de conducta al margen de la buena sociedad, susceptibles eso sí de ser traicionados a la menor oportunidad. Lejos de cualquier romanticismo, son sujetos absolutamente corrompidos por la codicia, el alcohol y la mala vida, perdedores autodestructivos, y en última instancia, seres enfermos cuyo tiempo ha quedado atrás, que ya sólo pueden elegir entre acabar en la soga (en el infierno) o reformarse de algún modo. Que al principio dan miedo, pero que acaban dando más pena que otra cosa, y sobre quienes planea la amenazante figura del capitán Flint, remota, terrible y mitificada, cuya presencia continúa viva en forma de voz espectral entre los árboles, de pájaro de mal agüero que lleva su nombre.
También es comprensible. Y pasa con muchos otros clásicos, el libro de Melville lo es. Es que hay capítulos enteros de la taxonomía de las ballenas, otros hablan del cómo se hace el aceite de las ballenas, otro de las supersticiones de los marineros, tema marinero, barcos, otros sobre temas metafísicos, filosóficos, etc. El libro es increíble desde muchos puntos de vista y después se encuentra el trasfondo del argumento en sí.Yo no pude con él lo admito