Si bien es cierto que están pilladas un poco por los pelos algunas cosas (lo de la enfermedad de él no lo entiendo, la propia excusa idiota de adentrarse en la jungla pudiendo ir por mar -no tendríamos película, de otra manera-)... me ha parecido muy estimable, y el Garland, un tipo enamorado de lo suyo y capaz de tocar con coherencia todos los palos de la sci-fi, tanto la pura aventura pulp y conradiana, con acción y bichos, que haría las delicias de un Cameron, como la vertiente más trascedental y de comerse el tarro, pasando por el plano psicológico y la descripción eficaz de unos personajes con un punto de interés más allá de los tópicos indisimulados que suponen. El alien no viene como conquistador ni benefactor, las típicas preguntas del interrogatorio son de no entender nada; más bien es un reflejo nuestro, un misterio imposible de juzgar moralmente, de ahí un final tan abierto como incierto, redescubrimiento del otro y de la pareja no necesariamente “feliz” (de ser así, sí que sería muy new age de garrafón), simplemente... raro.
El mundo de la “zona” es radicalmente distinto de todo lo humano y de lo que creíamos inmutable, va más allá de la razón y los fantasmas personales parecen encarnarse en una naturaleza desordenada (nos acerca más a entenderlo la experiencia individual que la mera investigación científica)... está desde luego esa idea del impulso autodestructivo que, sin embargo, puede llevar al descubrimiento de una nueva condición donde el desdibujamiento de la normalidad, la pérdida de la noción de la realidad y la identidad, hacen que poco importen ya los traumas, culpas, etc. del pasado. El moverse tanto en el terreno de lo sugerido es, en definitiva, lo que da mayor fuerza, interés, a la propuesta (muy potente el clímax tanto a nivel de pajote visual alucinatorio -digno de un videoclip de Tool- como por lo no explicado). Visualmente destacaría lo onírico dentro de una estética en realidad más fría que otra cosa. La Leigh, tan grimosa como siempre; la portadora del “mal” más palpable es también la más interesada por el enigma.
No inventada nada, pero bravo por su coño.