Respuesta: Billy Wilder: Opiniones
(
Love in the Afternoon, 1957)
Comedia romántica dirigida con clase y estilo. También es cierto que todo título donde apareciese Audrey Hepburn ya contaba con el sinónimo de elegancia y sofisticación. Una película de corte menor pero que sin embargo cuenta con una historia bastante interesante en su propuesta: Ariane (Hepburn), hija de un reconocido detective francés (Chevalier) que sigue, por encargo de un cliente (John McGiver), las andanzas extramatrimoniales de la señora quien se encuentra con el sr. Flanagan (Cooper), un playboy Don Juan, mujeriego empedernido y orgulloso de serlo. Hasta aquí todo normal. Lo llamativo del caso es como Ariane irá viendo en los casos de su padre, los cuales la mayoría tratan sobre engaños e infidelidades, el elemento del amor por encima de todo y como verá en ellos un punto de idílico ensueño, típico de las jóvenes adolescentes que ven en el amor ese elemento típico de romance soñado.
Hasta aquí todo normal, Wilder emplea el personaje secundario de McGiver (divertidísimo dentro de su patetismo gimoteante) para que Ariane y el sr. Flanagan acaben encontrándose y compartiendo un romance fugaz a la par que intenso, jugando con la guerra de sexos, la diferencia de edades y los elementos comunes que ello implica: la joven que se ve hipnotizada por el hombre maduro y el hombre que empieza a peinar canas siente atracción por alguien mucho más joven. De ahí depararán celos, enredos, situaciones conflictivas y que a su vez estará todo enfocado para la comedia sofisticada y con ciertos toques de screwball comedy pero sin llegar a ser tan patente como en otros títulos del mismo género.
Con intenciones de Wilder de contar con Grant para el rol masculino se nota muchísimo que ese papel era perfecto para él pues no había nadie mejor para interpretar ese hombre maduro, con la ironía por bandera pero la sofisticación que el portaba y exponía. Pero por problemas de agenda fue Cooper quien acabó siendo el intérprete escogido. Y aunque la pareja no resulta molesta sí que es cierto que no hay una química absoluta como suelen requerir este tipo de personajes y hay grados de implicación donde Gary no logra ser del todo convincente en su rol. Aún y así es innegable el carisma que despliegan las escenas donde comparten plano y la compenetración de los dos actores. Pero no sólo del romance vive la película. Esos momentos entrañables donde Chevalier ejerce como padre compasivo, comprensible pero estricto con su hija son realmente conmovedores a la par que cercanos. Al igual que los pocos momentos donde McGiver hace acto de presencia se tornan realmente divertidos dentro de su atolondrada forma de ser.
Situada en pleno París y con Maurice Chevalier como uno de los 4 personajes el amor es uno de los elementos que dirigirán el guión, dejándolo tanto como elemento decorativo (esa pareja que se besa apasionadamente y que acaba mojada por el camión de la limpieza) como elemento vital (todos nos movemos por amor, todo lo provoca el amor y todo acaba convirtiéndose en amor... sólo hay que ver la resolutiva final por parte de Cooper hacia Audrey para encajar el happy end). El toque irónico, sutil y burlesco de Lubitsch es presente en un estilo bastante deudor de él en varios momentos como sucedía en títulos como "El bazar de las sorpresas" o "La octava mujer de barba azul", interpretada también por Cooper. Pero lo más llamativo de la película es como el último tramo rompe por completo con el tono idílico del producto y el humor desaparece para constatar que un padre es un padre para lo bueno y lo malo y golpea, emocional y moralmente, al Cooper amante dejándolo fuera de juego como quizás nadie lo había hecho hasta ahora descubriendo un pastel que se le antoja ya no tan deleitable por lo que implica.