Obra absolutamente maestra que tiene, entre otros, el privilegio de tenerte petrificado en la butaca cuando el mcguffin y lo que cuenta, de falsa moneda, no puede interesar a nadie fuera de contexto.
Pero todo esto no es real. Spielberg y los Coen, a través de una historia mínima y de aparentemente poco recorrido, nos cuentan lo absurdo de los gobiernos, de los tratos establecidos y la poca humanidad que se destila en las guerras, los grandes despachos y cualquier equipo de gran poder. Y aquí es donde el contraste se define, con Tom Hanks, un hombre íntegro que chocando con toda esta situación deja desnudo el imperio para el espectador.
Momentos deslumbrantes como la anécdota del espía para defender a Hanks delante de él (estremecedor), todas y cada una de las elipsis retóricas (atención a la de EN PIE o a la del PERIÓDICO), la construcción del MURO de Berlín (qué aroma a la bella Schindler tiene esto), el inicio...QUÉ INICIO, ese final en el puente donde sin un movimiento brusco tienes un funcionamiento perfecto, un montaje prodigioso, una fotografía esplendorosa con constantes de estilo cuando deben, un Spielberg que no ha perdido ni un milímetro de talento desde DUEL, en una dirección contenida que le asemeja a la también soberbia Lincoln, el pasotismo de Hanks con la familia al final...buscando LA CAMA... Pero, sobre todo...., me conmovió el final en el tren. La actitud de Hanks quebrantada tras la hermosísima retórica paralela de los niños jugando en la valla. Es algo que, directamente, sé que entrará en los libros.
Añadamos un guión perfectamente armado, unos diálogos de escuela y unos actores en estado de gracia (lo del espía ruso pulveriza todos los records, eso sí).
Quien hable de americanada con esto debería de poner remedio urgentemente. Esto no va de buenos ni malos, sino de la falta de humanidad en cualquier movimiento político, aquí y allí. Y no olvidemos que el americano vende a sus compañeros en el interrogatorio. El ruso, no.
Bravo, maestro. El mejor. Me muero por ver la siguiente, como siempre.
PD: Por cierto, el derribo del avión es otro prodigio de dirección. ¿Dónde estábais?