Respuesta: Caos aéreo en España. Los controladores la lían parda.
John Müller en El Mundo
Genealogía de una casta privilegiada
AJUSTE DE CUENTAS
Joseba Beloki, diputado del PNV, propuso ayer castigar contra la pared a todos los ministros de Fomento y obligarles a leer 150 veces el convenio colectivo que los controladores aéreos firmaron en 1999.
José Blanco describió ese convenio como el documento que consagró la «estrategia de chantaje» que los controladores han ejercido en los últimos 30 años para «alcanzar su posición de privilegio». Blanco recordó que ya en 1981 una de sus huelgas de celo obligó a suspender el congreso que la UCD iba a celebrar en Palma de Mallorca. Pero sobre todo cargó las tintas en el convenio de 1999, firmado cuando era ministro el ‘popular’
Rafael Arias-Salgado. Lo describió como muy favorable para los controladores en cuatro áreas: jornada de trabajo y salarios, control del acceso a la profesión, dominio de la organización del trabajo y hegemonía sobre el proceso de formación.
Ya no es que hubiera controladores que con el truco de cobrar muchas horas extras al triple ingresaran casi un millón de euros al año, sino que 2.400 personas habían creado un gremio medieval encastillado en la torre de control. Los trazos gruesos de Blanco no lograron ocultar la responsabilidad de otros ministros, muchos de ellos socialistas, que se puede reconstruir gracias a lo dicho ayer en el debate parlamentario:
Con el plante de 1981 los controladores le arrancaron a UCD su primera limitación horaria: 1.584 horas de trabajo al año. A partir de ahí, todas las demás serían consideradas extraordinarias y pagadas como tales. En 1983, cuando era ministro de Transportes
Enrique Barón, el Gobierno hizo extensiva a toda la profesión (incluidos los que tenían fallos en contra) la sentencia que favorecía a un controlador canario sobre la retribución de sus horas extraordinarias.
En 1989, tras otra amenaza de huelga y siendo ministro
José Barrionuevo, se firmó un protocolo que les concedía una jornada laboral de 1.200 horas, vacaciones de 45 días y Licencia Especial Retribuida (LER, una sigla que oculta la inactividad pagada) a partir de los 55 años.
En el crucial año de 1992 los controladores volvieron amenazar y lograron que el ministro
José Borrell suscribiera el Estatuto del Controlador Aéreo, un pacto que consolidaba las 1.200 horas/año con no más de 120 horas al mes. También se consagró la inactividad retribuida a los 55 años y, sobre todo, se les reconoció el control de la organización del trabajo, del acceso a la profesión y de la formación que habían conquistado mediante acuerdos puntuales. Tenían así el control omnímodo de su actividad, en la que no había paro.
En 1999, Arias-Salgado suscribió el primer y único convenio colectivo de los controladores, donde se recogieron las conquistas del Estatuto y otras anteriores en un artículo que tiene 147 páginas. A cambio, el PP arrancó a los controladores, que eran unos 1.400, la creación de 741 puestos nuevos que acabaron siendo 782. Se pactó ahí también que las jornadas extraordinarias se ejecutarían por módulos y hasta 2003 se hicieron bajo la fórmula 15+6, es decir 15 jornadas de trabajo ordinario al mes y seis extraordinarias. Estos módulos se irían reduciendo a medida que se incorporaran más controladores.
El portavoz del PP,
Andrés Ayala, recordó ayer que desde que gobierna
Rodríguez Zapatero sólo se han convocado 150 nuevas plazas de controladores (en 2006) y que los módulos pactados en la época de
Magdalena Álvarez pasaron a ser 15+18, lo que arroja 33 jornadas. «¡Más que días tiene el mes!», destacó Ayala. Sólo así se explica que el coste de los controladores pasara de 392 millones de euros en 2003 a 817 millones en 2008, un lastre que se traducía en que frente a una media europea de 57 euros nuestras tasas de aeronavegación han llegado a 84 euros.
Álvarez no salió bien parada ayer.
Pere Macías, de CiU, recordó que en diciembre de 2008, la ex ministra compareció para explicar la gestión aeroportuaria y describió «una Aena idílica». «Usted (Blanco) llegó y se encontró lo que se encontró… pese a las ocurrencias de la ministra que por cierto ha sido recompensada con un sueldo prácticamente de controlador aéreo (es vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones) por no hacer nada».
Y Blanco, el ministro que le puso el cascabel al gato, no pudo ocultar que está atado de pies y manos. No puede sancionar a los insurrectos -como hizo
Reagan en EEUU- porque no tiene reemplazantes. Por eso se plantea el estado de alarma, la externalización de varias torres de control y la formación apresurada de nuevos controladores como únicas salidas. En un momento determinado, un lapsus le traicionó: «De la misma forma que hay 3.000 pilotos en paro puede haber 3.000 controladores en paro. Por lo tanto, ese es el objetivo que se introduce con la nueva regulación…». Esta es la primera vez que el pleno empleo es un problema en España.