En su tercera temporada,
Castle, el policial de ABC, promete mantener la línea que lo ha llevado a consagrarse frente a su competencia directa,
Bones. Mantiene la forma para hacer bien lo que sabe hacer: esplender a su pareja de personajes principales. Castle es una serie policial estrenada en 2009 y se centra en las investigaciones de la detective Kate Beckett (interpretada por una flamante Stana Katic) y su inusual compañero, el escritor Rick Castle (Nathan Fillion, protagonista de
Serenity); juntos luchan por el bien, la justicia y las papas fritas… bueno, no tanto.
La idea base de la serie es que Castle, destacado escritor de best sellers policiales y de vida un tanto disipada, decide matar a su propio Poirot, Derek Storm y, tras quedarse sin personaje para sus historias y verse involucrado en un extraño caso, usa sus influencias para tener acceso a observar en terreno a la det. Beckett a quien ha tomado como inspiración de su nuevo personaje, Nikki Heat. Beckett le llama la atención pues es una mujer muy firme, celosa de su vida privada, inteligente, sagaz y muy – muy buena moza.
Sobre esa premisa se presentan una serie de casos policiales episódicos y bien construidos que se resuelven gracias al trabajo policial de Beckett, junto a la astucia y recursos de Castle. Si creen que esto es en extremo básico, les encuentro toda la razón.
El esquema es verdaderamente simple, estos dos personajes tienen una relación llena de tensiones y complicidades, digna de una sitcom como
Mad About You y los secundarios aportan interacciones y relevos a la pareja principal, pero conservando que la serie descanse totalmente en estos últimos. La virtud de la serie es que precisamente ahí donde está todo el peso, está toda su fortaleza.
La relación entre Beckett y Castle se funda en las tensiones entre sus personalidades y la atracción mutua no declarada. El diseño es elemental pero, pese a ello, la serie es llamativa y bien resuelta en base a la dinámica de esta pareja de investigadores. Es difícil de explicar bien, pues la riqueza de estos personajes está en el ritmo y la naturalidad con que ellos llevan adelante esta estructura un tanto estereotipada; simplemente tienen aquello que conocemos por química. Y en eso superan ampliamente a la competencia que le presenta
Bones de FOX.
Es así de simple: la serie es liviana, los casos también; acá no se juega el destino de la humanidad ni se persigue al más terrible de los asesinos seriales. Para éso están otras series.
Castle cumple la función de la bebida en el almuerzo, aportando sabor pero constituyendo principalmente una pausa para el paladar. Es televisión simple, pero bien hecha.
La tercera temporada retoma la contenida crisis romántica de Beckett y Castle del final de temporada anterior, con este último regresando al departamento de policía de forma inesperada para sus compañeros. El primer episodio es narrado
in extrema res, jugando con la idea de Castle como delincuente que fue enunciada en el trailer; es un buen inicio de temporada y deja claro que entre los dos principales hay varias conversaciones pendientes.