En las conversaciones que tenía con otros padres de la escuela a la que lleva a sus dos hijos pequeños,
Susana de la Nuez veía un generalizado conformismo. Conscientes de las insuficiencias del sistema, era como si pensaran “esto es mejor que nada, que es lo que había”. Pero desde que escribió
un durísimo artículo contando su experiencia personal en el blog 'Hay derecho', se ha dado cuenta de que muchos comparten su opinión. Quizás porque es bilingüe de verdad, traductora y socia de una empresa que se dedica a ello, sabía mucho mejor que nadie que en la escuela le estaban dando gato por liebre. No solo comparte con
Javier Marías que lo que se ha implantado en Madrid no es “ni ensenseñanza, ni es bilingüe”. Ella opina que es, sin rodeos, “un timo”.
Empezando porque se implantó de sopetón, con una preparación improvisada de los maestros (“algunos los mandaron a Irlanda tres meses, en otros casos otros confiaron en su experiencia”).
Su hija se encontró en primero de primaria que con un libro de Inglés en el que se empezaban a impartir los rudimentos del idioma mientras en Conocimientro del Medio la primera clase versaba sobre el reino vegetal y era necesario tener un vocabulario y un conocimiento gramatical del inglés mucho más avanzado para entender la materia. “Mientras en Inglés trabajaban el verbo 'to be' y los más avanzados comenzaban a preguntar por el tiempo ('Is it cloudy? Is it sunny?'), en “Science” estudiaban la fotosíntesis o el ciclo del agua”, ejemplifica para resumir.
NADIE SUSPENDE
Lo paradójico es que ningún niño suspendía la asignatura. ¿Cómo era posible?, se preguntaba. Hasta que descubrió que los exámenes “eran tipo test, con muchos dibujos, y a ser posible que del dibujo – por ejemplo, de una planta – salieran flechas de diversas partes en diversas direcciones y, preferiblemente, con una pequeña pista… Por ejemplo, una enorme L al lado de una hoja o una R junto a sus raíces”.
¿Y qué pasa si el progenitor tampoco sabe inglés? “Pues que no podrá ayudar a su hijo pero puede pensar que sabe inglés de verdad, en fin que es bilingüe de verdad. Y durante mucho tiempo nada ni nadie le sacarán de su error”. ¿Y si sabe inglés como Susana? “Casi peor. Te das cuenta de que tu hijo no está adquiriendo conocimientos a pesar de las estupendas notas, te das cuenta de lo absurdo del sistema y acabas convirtiéndote en su profesor particular”.
Hasta que decidió sacar a sus hijos del colegio con una sola consigna: que el nuevo no fuera bilingüe. Difícil, porque la marea del supuesto bilingüismo deja ya pocas opciones. “Intenten buscar un instituto o colegio en Madrid que no se vanaglorie de su condición de centro bilingüe y no le saque brillo a la chapa todos los días. Habrá encontrado un auténtico centro educativo. No lo dude”. Así acababa Susana su artículo. Pero no es el fin de la historia. Ahora ha encontrado trabajo en Londres y allí sus hijos tienen una inmersión de verdad.