Con Dussander. Que haya cosas que los niños no puedan entender del todo o que haya detalles que se les escapen no quita que no la puedan disfrutar. Y del mismo modo que los adultos ven en la peli cosas que los niños no pueden ver, seguro que éstos también ven cosas que los adultos no. Cada espectador interpreta y analiza una obra en función de su experiencia vital. En una obra con varios niveles de lectura es evidente que cuanta más experiencia tengas, más profundo podrás leer. Pero no es necesario descifrar la totalidad del mensaje para poder disfrutar de un relato.
Por ejemplo, una amiga mía me comentó que vió por primera vez
El jorobado de Notre Dame (la de Disney) siendo niña, y que la peli le encantó. Años después volvió a ver la peli, siendo ya adulta, y se sorprendió al descubrir en la historia un montón de cosas que de niña no vió. Pero eso no quita que no la disfrutase la primera vez que la vió.
Otra amiga me comentaba la semana pasada que en la película de
Los Minions había muchas cosas que los niños no podían pillar, como de quienes son los pies de los cuatro tipos que cruzan el paso de cebra, o que la reina Isabel de inglaterra es un personaje histórico real. Ni que darse cuenta de todas cosas fuese imprescindible para disfrutar la peli. Si para disfrutar las pelis de
Tarantino fuese imprescindible identificar todos y cada uno de los tropecientos guiños cinéfilos que hay en sus pelis, no tendría ni la décima parte de fans de los que tiene
Y si comprender todos los guiños que tiene un producto fuesen imprescindibles para disfrutarlo, yo jamás habría sido seguidor de
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Recuerdo también una crítica de
El club de los cinco en el que el autor confesaba que tras haberla visto muchas veces de joven, e identificarse siempre con alguno de los protagonistas, tras volver a verla ya talludito, por primera vez se identificó con el punto de vista del director Vernon. Asimismo, yo vi la peli por primera vez con unos 9 años, y aunque estoy seguro que a aquellas edades no podía hacer de la peli las lecturas que puedo hacer hoy, recuerdo que me gustó mucho, tanto que la peli permaneció en mi cabeza muchísimos años, hasta que la volví a ver por segunda vez con unos 19-20 años.
No hace falta ser capaz de descifrar todos los mensajes que contiene una obra de arte para disfrutarla. De hecho, a veces, no hace falta ni siquiera comprenderla en absoluto. Basta con que te emocione, que te llegue dentro, que te transmita cosas, independientemente de si el mensaje es completo o parcial, o de si es lo que quería transmitir originalmente el autor o de si lo has contaminado/enriquecido con tu propio subjetivismo.