Absolutamente deliciosa y Pixar sigue en forma para sacarte la lagrima a partir de una estructura sencilla, previsible, tirando de elementos y sensaciones familiares, pero reflejadas potentemente a fuego. Y es que lagrimé (timidamente, no estaba solo viéndola), cuando la alegría asume a tristeza como necesaria, creando la melancolía y empujando a la niña a crecer. Nogales en cualquier caso, ya lo ha expuesto perfectamente más atrás.
Lástima de verla doblada ayer en casa de mis tios con mi prima. Revisaré en breve en versión original. Una de esas películas que al terminarla y cual regalo, deseas revisar infinitamente con tus seres queridos y compartir las emociones en pantalla (las tuyas, las de todos), con ellos.