Una compañera mía de programación, de los cursos del año pasado, estuvo en el "Pool 42" de Madrid y no lo pudo terminar porque tiene dos hijos pequeños (la han invitado a terminarlo donde lo dejó). Comentaba que había un ambiente "feminazi" asqueroso, con puñaladas traperas diarias entre compañeras y muchas jugarretas: un ordenador que se apagaba "por casualidad", un ratón que desaparecía por arte de magia, la silla con los tornillos aflojados (se llevó dos destornilladores de estrella de casa), sus apuntes desaparecían de su mesa y aparecieron dos veces en una papelera cercana, unas cuantas notas con insultos en "post-it" (es de Paraguay y tiene rasgos indígenas) y un largo etcétera.
Ella era la mayor de los cinco grupos (42 años), con compañeras de entre 20-25 años, y tuvo que encararse con una de ellas en un baño, cogerla del pelo y cantarla las cuarenta. La niñata se puso a llorar y la pidió disculpas, desde ese día ningún problema.
Los profesores eran mitad y mitad, pero también contaba que apenas se callaban, con risitas estúpidas y comentarios sin venir a cuento. Vamos, un sitio ideal para aprender (te buscas la vida, con pocas explicaciones, en trabajos en grupo). Con ejercicios de lógica, Matemáticas y cosas de ese estilo; si lo pasas vas a un curso de Programación más serio de seis meses (incluso te puedes quedar a dormir allí, gratis, si vienes fuera de Madrid, la comida es muy barata y demás cosas también). Por esa razón hay ese mal rollo y se pasan de hijas de putas por una plaza.