"... Así que compré a la chica una botella muy cara de champán, y se hizo obvio que íbamos a estar... unidos... muy pronto. Así que fuimos a cenar y luego arriba, a una suite enorme, y empezamos a desnudarnos. Yo casi me quedo ciego, porque con el champán empezaba a ver doble, veía dos chicas con cuatro grandes pechos y empecé a emocionarme... Y cuando creí que iba a entrar a matar, la chica dijo: "¿Tienes aquí el traje?" Y pensé, joder, no hay aire acondicionado, voy a hacerlo con el maldito gorro y la bufanda y el abrigo en pleno Junio. Dije "pues sí, lo tengo" y abrí mi maleta y ahí estaba todo porque íbamos a hacer una cosa en un hospital... y mientras lo sacaba, ella dijo "Ssssh, no... dámelo a mí"... ¡y se lo puso! Así que salté sobre ella, se me subía el champán a la cabeza y estábamos absolutamente locos de lujuria y nos agarrábamos como un par de hurones dementes, ¡fue muy agradable! Y de repente me vino un pensamiento a la cabeza... ¡por dios, me estoy echando un polvo a mí mismo!"