Vista! Me ha encantado, puro Brian fucking De Palma, es muy curioso porque con el material y la sinopsis, un thriller europeo que trata el tema del terrorismo islámico, junto a unas declaraciones en las que él afirmaba que el guion no era suyo y que le habían atraído un par de escenas visuales, era relativamente fácil pensar que De Palma tiraría por su vertiente más sobria como hizo en Redacted, dónde la frialdad del found-footage alejaba las emociones de una historia terrible o incluso en La Dalia Negra, dónde se ceñía a los códigos de Ellroy y del noir cinematográfico y evitaba al máximo exhibir sus efectismos habituales. También podríamos hablar de la contención y el romanticismo de Carlito's Way, en la que quiso ser fiel a los relatos originales. Pues aquí no, aquí volvemos al De Palma festivo y, por la temática, sorpresivamente desenfadado. De hecho, al no haber elemento onírico y psico-sexual en la ecuación (supongo que por ello no se reconoce en la escritura), probablemente, con las películas suyas que más paralelismos alberga sean Snake Eyes y Misión Imposible.
Es una mezcla imposible, un poco con el tono de Tarantino con los esclavos y el holocausto judío, De Palma toma el riesgo de contar una historia durísima de degüellos e inmolaciones con toda su carga política, social y moral ... como si fuera una de James Bond!!! El mega-malísimo y sus secuaces tienen un tratamiento absolutamente pulp como lo hizo con Al Capone en Los Intocables. La trama encadena golpes de efecto sensacionalistas a lo Sam Fuller, pero curiosamente, dentro de su locura (repito que, en tono y giros de guion, se parece más a un thriller loco depalmiano que a algo serio), está bien hilada y reflexiona con inteligencia sobre espionaje y contraespionaje, la venganza personal utilizada como arma por una entidad mayor, el terrorismo integrado en el proceso de creación artístico y las nuevas tecnologías como propaganda terrorista, los límites de la privacidad, ... Es muy densa en sus temas e incluso en el subtexto.
En cuanto a la dirección De Palma sigue en una forma superlativa, no hay ni un plano sin intención, cómo se adueña de la escena para hacerla interesante, en ascensores, dentro de los coches, con elementos que tapan parte de la escena, con un uso magnífico de la luz y de los colores (muy bien Alcaine, por cierto, mejor que en Passion), etc. Después tiene la delicadeza hitchcockiana de enfocar objetos que posteriormente tendrán influencia en la trama, por muy jodido que lo pasara durante el rodaje se nota que la película está muy mimada. Lo que más me hacía temer, que esto fuera un montaje de los productores ... para nada, montaje 100% De Palma, en este caso, con su habitual Bill Pankow. Después, el gran Pino Donaggio con el que De Palma se recrea tanto en sus escenas más espectaculares como en las más íntimas que retrotraen directamente a Blow Out.
Y las famosas set-pieces, qué decir de las set-pieces, sus ideas y su imaginería visual no tienen límites, es un pozo sin fondo, a cada película otra vuelta de tuerca, lo de la plaza de toros de Almería es lo que os podéis imaginar, una masturbación al nivel del final de Raising Cain, el arranque de Snake Eyes, el tramo de Cannes de Femme Fatale o el cubo de sangre de Carrie, con los mismos niveles de excelencia y de poco sentido del ridículo, prismáticos, cámaras lentas, 4 ó 5 focos de interés, suspense infinito con peligro mortal, etc. Y tanto en esta escena como, sobre todo, en la del principio de la película, De Palma vuelve a demostrar como domina toda la arquitectura de la secuencia, tanto el espacio como el tiempo, de una manera tan bestial que es imposible que el espectador se pierda ni un instante, es una maravilla como respeta los puntos de vista y, a través de ellos, conocemos cada rincón de la secuencia, pura escuela.
Al final, como le alabó una vez Tarantino, la película deviene la mejor de las sátiras sociales con un (pre)final irónico y cabrón y un epílogo terrorífico, ojo al corte a créditos.
Dudo mucho que disfrute más de una película este año.