Respuesta: "Drive", de Nicolas Winding Refn
Resulta tan irónico como la propia película que hayamos esperado hasta el 28 de Diciembre para despertar de este letargo y sorprenderse de que llega hasta las carteleras una película de culto. Y gracias a ello estas navidades brindaré con la sangre que por doquier impregna este clásico.
Driver, interpretado por Ryan Gosling, es un tipo parco en palabras. Un hombre sin nombre, como aquellos que interpretaba Eastwood para Leone, que cambia el poncho y el puro a punto de consumirse por una chaqueta hortera con un escorpión bordado y un mondadientes. Pero no le molestes, ya que tras su apariencia templada, este tipo daría miedo al mismísimo William Munny. No es un personaje, es un icono. Un antihéroe vengativo, un tipo poderoso que no dudará en mancharse de sangre si te interpones en su camino y en el de la seguridad de la chica que ha conocido. Es pluriempleado, especialista de cine y mecánico por el día y conductor para robos por la noche. Tiene una serie de reglas básicas inquebrantables, una serie de principios y una forma de trabajar. Si estas de acuerdo, puedes contar con sus servicios, si no, puedes irte al infierno.
Así contado, parecería que estamos ante cualquier película de fondo de videoclub, de clásicos del cine de sudor y cerveza para emitir por las autonómicas después del fútbol. Pero nada más lejos de la realidad, estamos ante uno de esos clásicos que antaño firmaban nombres como Scorsese, De Palma, Mann, Kubrick o Cronenberg, solo que ahora el director se llama Nicolas Winding Refn, es danés y queda marcado como un maestro a seguir.
¿Qué diferencia a Drive de los clásicos de sudor y cerveza de la abyecta era Reagan del cine de acción hollywoodiense? ¿Qué la aleja de las peores cintas de productoras como la Carolco o la Cannon? Entre otras cosas, en que recoge todos los clichés del género y los reinventa y reinterpreta desde un enfoque moderno, en que esta no es una cinta de propaganda, sino una película independiente que mira más hacía Europa que a la industria del videoclub. Una cinta compuesta de planos, de silencios, de palabras no dichas, de miradas, de luces, de sencillez, de poesía, de energía, de contundencia, de mala baba no reprimida, de sangre y de brutalidad.
Y ahí quedamos nosotros, ante la dicotomía de pensar en si este tipo es un héroe o simplemente un psicópata reprimido que en su día no tuvo el cariño de su madre. En si este tipo sistemático y milimetrado definido en su personalidad por un escorpión es alguien con quien se puede empatizar o simplemente alguien del que admirar sus locuras.
La película parece dirigida por un pintor, un creador de imágenes hipnóticas, precisas y que en muchas ocasiones parecen viñetas. Con esos planos picados y contrapicados del héroe y de unas calles en Los Ángeles que son un personaje más, como ya ocurría en Heat, de Michael Mann. Otro personaje son ese juego de luces, esos carteles de neon y esos días crepusculares, junto a una excelente banda sonora constituida por música atmosférica construida con sintetizadores y canciones ochenteras. Y sin olvidarnos de esos títulos de crédito, rosas, que parecen de una película que no es. Y tiene sentido, porque el componente de metalenguaje que la película tiene hacía si misma te hace plantearte si en el fondo el director te está contando lo que te está contando.
Ryan Gosling está enorme como icono, sus silencios, sus acciones nos van guiando por toda la película, construyendo un personaje tan intrigante como frío, tan extraño como brutal. Pero el resto del reparto no le va a la zaga. Tenemos de nuevo a esa adorable Carey Mulligan, esa chica dulce que habla con los ojos, que con mirarla sabes que tienes ganas de mimarla, abrazarla… Está el enorme Bryan Cranston, alejado de su registro en esa obra maestra contemporanea que es Breaking Bad, está ese icono erótico llamado Christina Hendricks, Jane en esa otra obra maestra contemporanea que es Mad Men, están Albert Brooks y Ron Perlman.
Drive es una de esas películas que estrenan cada tanto tiempo que te recuerdan por qué amas el cine, que te hacen recuperar la esperanza en que hay gente trabajándoselo para hacer que la proyección traspase la pantalla y lo que te cuenta y como lo cuenta forme parte de tí, que hacen que el propio espectador de la vuelta a la película y la convierta en algo suyo. Y cuando es así, no me queda más que brindar con sangre y decir ¡qué vivan los 80!