Repito, a ver si hay intención de debatir o de apuntar con el dedo como en el cole. Veamos:
MEA CULPA Y CAGA LEYES
Dije que no quería hablar más sobre el tema, pero es imposible. Dudo que haya un asunto más importante estos días para un profesional de la comunicación. El Ministerio de Cultura acaba de iniciar una (otra) vergonzante campaña contra la “piratería”, en la que equiparan descargar una película del eMule con atropellar a una señora, rayar un coche o vaciar una papelera en el suelo (como si esas tres acciones fueran equiparables entre sí.)
Casualmente (ejem) esta campaña coincide con la decisión de los ministros europeos de rechazar la enmienda que proponía que sólo un juez tuviese autoridad para cortar una conexión a Internet. En otras palabras, los ministros europeos han abierto la puerta para que el resto de Europa sea tan autoritaria como la Francia de Sarkozy. En otras palabras, los ministros europeos se han convertido en enemigos de la libre difusión de cultura, y en perros sabuesos de las grandes empresas de comunicación.
Pero más allá de esta desgracia, lo que me hace volver al tema es la insidiosa insistencia en obviar una serie de cuestiones fundamentales en el debate sobre la “piratería”.
En primer lugar: los agentes que se declaran “víctimas” en este asunto han elegido una etiqueta ominosa bajo la cual agrupan acciones tan poco equiparables entre sí como atropellar a una señora y rayar un coche, o como el intercambio P2P y el top manta. La palabra “piratería” resulta muy útil para manipular la opinión pública: ¿quién va a discutir que los piratas son los malos de la película? Pero denominar “piratería” las descargas P2P es una falacia: las descargas P2P son legales en España. Repitan conmigo: son LEGALES.
Gracias a la comunicación tendenciosa, se ha logrado que el debate parezca una discusión sobre si la piratería es buena o mala. Cuando la verdadera discusión es ¿por qué insisten en llamar piratas a quienes no lo son? Se ponga como se ponga la Comisión Europea, la SGAE o San Pedro bendito, lo cierto es que el top manta es piratería, pero el P2P no lo es. Todos estamos en contra del top manta. Hay que ser imbécil para no estar en contra del top manta. Incluso la mayoría de la gente que tiene suficientemente pocos principios como para comprar en el top manta admite que está mal comprar en el top manta, y entiende que se persiga el top manta. Sin embargo, sólo unos pocos usuarios habituales del P2P entonan el mea culpa y afirman que lo que hacen está mal y no deberían hacerlo aunque sigan haciéndolo. Curiosamente, esos pocos usuarios habituales del P2P resultan ser, oh sorpresa, autores con obra editada... susceptible de ser descargada en redes P2P. ¿Realmente están en contra del P2P o sólo están calculando cuánta calderilla podrían ganar si la gente no pudiera descargarse sus obras de Internet?
Permítanme dedicar un párrafo a estos queridos amigos, autores de innegable talento y gran corazón: llegada una edad, uno debe tomar conciencia de en qué país se ha criado -en otras palabras, qué prejuicios ha mamado- y tiene la responsabilidad de desarrollar una mirada crítica. Por ejemplo: vosotros, amigos, igual que yo, os habéis criado en un país ultracatólico, estáis bautizados y comulgados, y no me extrañaría que incluso confirmados. Habéis estudiado durante años con un crucifijo encima de la pizarra que, en ocasiones, acabó siendo sustituido o acompañado por el retrato ¡de un Borbón! Sois hijos de una generación que nació y creció en una dictadura confesional. Esa generación, por cierto, sigue a cargo de las instituciones de este país, y el actual Jefe del Estado, en fin... fue puesto en su cargo por el dictador. En otras palabras: os habéis criado (y si sois maduros, admitiréis que esa educación os ha dejado una profunda huella) en una cultura en la que uno puede pecar hasta jartarse, siempre que el domingo se confiese y haga propósito de enmienda. En ese caso, obtiene la absolución y ya puede empezar otra vez de cero. Muy probablemente os hicisteis las primeras pajas pensando en que lo que hacíais que era pecado. Pero en el fondo sabiendo también que bastaba con confesarse para enmendar el error. Eso es exactamente lo que hacéis ahora en vuestros blogs: confesáis que os habéis hecho una paja, y pedís perdón por ello. Y luego tenéis incluso el cinismo de insinuar que mañana os haréis otra. Es una forma de discurrir totalmente neurótica. E insisto, la cuestión no es si se debe o no se debe permitir el pecado. El debate es ¿por qué demonios llaman pecado a aquello que nos hace disfrutar sin hacer daño a nadie? Si realmente estáis convencidos de que hacéis daño descargando películas en redes P2P, dejad de hacerlo. Si realmente estáis convencidos de que no hay que hacer copias de material “protegido” por “derechos de autor”, ¿por qué seguís escribiendo en Word, en lugar de usar Open Office? ¿Por qué descargáis copias de Final Draft, en lugar de usar Celtx? Vuestra ingenua y mojigata complicidad con los intereses de las grandes multinacionales son el peor favor que podéis haceros a vosotros mismos y a vuestros compañeros autores.
Ésa es la segunda cuestión fundamental: el debate sobre la “piratería” no es una reflexión sobre la conveniencia social de autorizar un cierto uso de una tecnología. Es una supuesta lucha entre el Bien y el Mal. Una apelación al más turbio sentido de culpa. Una oscura amenaza de futuro: “viviréis en un mundo sin cultura, mataréis de hambre a los pobres autores”. Curiosa amenaza, especialmente viniendo de las grandes empresas de comunicación, cuyo funcionamiento descansa sobre contratos leoninos de exclusividad, saturación del mercado con productos pseudoculturales cada vez más efímeros, y secuestro de obras que podrían hacer sombra a los títulos seleccionados para ser éxitos. Técnicas que, naturalmente, aniquilan la cultura y matan de hambre a la mayoría de los autores, (aunque convierta en élite a unos pocos).
La tercera cuestión fundamental es que da exactamente igual si los usuarios nos descargamos más o menos obras más o menos “protegidas” por “derechos de autor”. El futuro de la tecnología P2P no está en manos de los creadores, ni de los “consumidores” de cultura. Está en manos de las grandes empresas y de los Gobiernos. Si estos últimos años hemos disfrutado de una pequeña edad de oro de la comunicación audiovisual no ha sido porque a alguien se le ha ido la olla y no se ha dado cuenta de lo que pasaba. Ha sido porque un puñado de empresas proveedoras de conexiones de banda ancha están haciendo un negocio descomunal gracias al P2P. ¿Para qué quiere un usuario medio una conexión de 20 megas si no es para ver vídeos y escuchar música? El auge del P2P conlleva el auge del ADSL. Una vez que el ADSL esté suficientemente implantado (o sea, hoy), las multinacionales productoras de contenidos no encontrarán más resistencia en su lucha por influir a los políticos. Entre otras cosas, porque las proveedoras de telefonía se infiltran cada vez en el sector de la creación de contenidos.
A día de hoy, hasta los gobiernos aparentemente más liberales están totalmente convencidos de que el libre intercambio sin ánimo de lucro entre dos personas cualesquiera es un acto de piratería. Y están convencidos de ellos por una de estas dos razones. Y atiendan bien, porque ésta sí que es La Definitiva Cuestión Fundamental: los políticos que actúan contra el P2P sólo lo hacen porque a) están untados, y/o b) son asquerosamente viejos e ignoran QUÉ RAYOS ES ESO DE INTERNET Y PARA QUÉ DEMONIOS SIRVE. No es una broma: docenas de parlamentarios europeos no tienen email. Repitan conmigo: parlamentarios europeos no tienen email. Traten de comprender el alcance de ese hecho. ¿Cómo demonios va a distinguir entre P2P y piratería una persona que en 2008 no ha enviado ni recibido jamás UN SIMPLE E INSIGNIFICANTE EMAIL? Ni siquiera deberían permitir que esa gente vote en estas cuestiones. Es tan absurdo como si al Papa le diese por opinar sobre prácticas sexuales o métodos anticonceptivos.
Un momento...
Falta por tocar esa cuestión de la que hablábamos hace poco, y que tan esclarecedora resulta siempre: qui prodest? ¿Quién sale ganando con la legislación mal llamada “antipiratería”, y que en realidad es anti P2P? ¿Los autores? NO ME HAGAN REÍR. Desde que la SGAE cambió la “E” de España por la “E” de Editores, los intereses de los autores se fueron a tomar viento. Además, ¿no hay un contraste sorprendente entre el alcance global de la lucha contra el P2P y la relajación con la que se combate el top manta? Todos esos ridículos anuncios que el Ministerio de Cultura paga a precio de oro intentan convencernos de que no descarguemos obras, no de que no las compremos en el top manta. ¿Por qué?
Porque la oferta del top manta reproduce las imposiciones culturales del mainstream. En el top manta sólo se venden best-sellers y blockbusters. Representa un diezmo económico, pero es una pérdida asumible, un mal menor. Sin embargo, el P2P es un verdadero desafío al sistema, porque rodea sus imposiciones, recupera títulos que las grandes empresas decidieron enterrar, permiten que el espectador/oyente configure su propio catálogo cultural, fomenta la distribución horizontal, permite una comunicación directa entre el autor y el espectador. En definitiva, revive a la bestia negra de una empresa global de distribución de contenidos: la libertad. Y si no, piensen una cosa: la intención de las grandes empresas no es acabar sólo con las descargas de obras sobre las que tienen derechos. Es acabar con la propia tecnología P2P. Es impedir que los usuarios compartan material audiovisual, incluso libre de derechos. ¿No es curioso? ¿No se parece mucho a... no sé, ¿acabar con las bibliotecas porque hay gente que roba libros? Me voy a callar, que no quiero dar ideas...
Yo soy autor. Tengo alguna que otra obra susceptible de ser descargada en redes P2P. Con el dinero que voy a obtener este año por “derechos de autor” bien podría comprarme un coche. No un Prius, pero sí un Ibiza. Jamás he comprado ni compraré nunca nada en el top manta. Y el que lo haga delante de mí tiene todas las papeletas para que le retire el saludo. Pero no veo ninguna razón por la cual haya que hacerles el juego a la gentuza que ha decidido, por poner unos pocos ejemplos:
- Editar en DVD clásicos de Billy Wilder como Uno, Dos, Tres o Testigo de Cargo sin subtítulos en castellano.
- Descatalogar Balas Sobre Broadway, La Cortina de Humo o El Padrino.
- Crear un falso (como todos) “director's cut” de Amadeus y secuestrar el montaje original.
- Emitir cine español en televisión durante años sin pagar a los autores lo que estipula la ley.
Cuando yo descargo del eMule una obra que no hay manera de encontrar por otro medio, ¿estoy pirateando? Yo creo que quien está pirateando es la distribuidora que compra los derechos sobre esa obra, para luego descatalogarla porque la considera una amenaza (o sea, de calidad) para sus otros lanzamientos (o sea, basura). Está pirateando quien incumple sistemáticamente la ley europea de 12 minutos máximo de publicidad por hora. Piratea quien mutila las obras, manipula su formato, falsea sus traducciones, demora injustificadamente sus estrenos, presiona a los exhibidores para comprar películas en paquete, satura el mercado de ediciones "especiales" y extras ridículos, emite publicidad encubierta en forma de "reportajes" sobre estrenos, realiza cambios arbitrarios en la programación, tira de chequera para sacar de antena a una serie rival...
Acabar con las descargas P2P no beneficia a los autores. Sólo beneficia a las empresas que comercian (mal) con sus obras. Si los políticos quieren ayudar a la cultura, deberían empezar por expropiar a las distribuidoras aquellas obras que insisten en no distribuir. Verán qué pronto espabilaban.
Y ahora me rezan tres avemarías y tres padrenuestros y recuerden que cada vez que me hacen hablar de este tema le están clavando una espinita a Jesucristo.