Mucho justiciero veo yo. Estoy convencido que el padre de Marta del Castillo ahora mismo debe de estar comprando una buena pistola. Por desgracia la realidad es bien distinta.
Ahora digo yo, en mi caso, un mal nacido mata a mi hija. Me pongo la capa de super-macho y salgo y me lo cargo.
Todo genial, salvo por un problema. Yo iría a la cárcel. Atrás dejaría mi mujer y otro hijo. Dejaría la responsabilidad del cuidado de manutención de mi hijo, a mi mujer que habría sufrida la perdida de nuestra hija tanto como yo. Terminaría jodiendo la vida de mi hijo y de mi mujer.
Al final ese indeseable conseguiría quitarme no solo a mi hija, sino a toda mi familia. No solo matar a mi hija, sino destrozar la vida de mi hijo y de mi mujer. Bueno, realmente no, el que jodería la vida de mi hijo y de mi mujer sería yo. Gracias a una machada sin sentido, solo equiparable a la deleznable acción realizada por un asesino.
Por eso es preferible pedirle al estado que lo mate por mí, mientras yo me deleito con su muerte en un confortable rincón de mi casa. Y seguramente eso me devolverá la felicidad...
La prevención es lo único que puede evitar estos sin sentidos. Si a ese chaval se le hubiese detectado un perfil de perturbado hace tiempo, y se hubiese trabajado en su reeducación, ahora mismo Marta no sería noticia.