Respuesta: El Gobierno de Mariano
Ya decía yo que daros a oler tanto incienso no podía ser bueno para la salud. Creo no tener ningún problema psicológico que esté intrínsecamente relacionado con no ser un ferviente feligrés temeroso de Dios. La no evidencia científica de que no existe Dios, tampoco da a entender de que exista. No obstante, me voy un momento la ciencia, y cojo el principio que nos dice que la teoría más simple suele ser la correcta. La no existencia de Dios, me parece más simple que la existencia de una inteligencia todopoderosa y ególatra que exige la adoración por parte de todos los humanos. Como igualmente, circunscribo la creencia en Dios a amplios ámbitos limitados en Occidente, a Dios en otras formas en otros lugares del mundo, y a otras soluciones igualmente satisfactorias para el espíritu en lugares como extremo oriente, y sin menoscabar la calidad y profundidad de las creencias de ese puñado de infiles, diré en primer lugar que puede haber diversas formas de creer en Dios, que ninguna religión está por encima de otra (ninguna es más verdadera), y que sencillamente sus pilares son hechos culturales. Osea, puedo decir sin temor a equivocarme que muchos de los mitos, leyendas e historias de la Biblia no son más que una actualización, y adaptación de un cúmulo de ritos y Dioses paganos.
Pero vamos a suponer que exista una inteligencia superior que nos controla, y dictatorialmente nos exige obediencia si no queremos acabar sufriendo dolor por toda la eternidad. Esa matización podría ser una buena justificación para creer en Dios, pero no creo que a Dios le guste que "creamos" condicionadamente. En fin, supongamos que Dios existe aquí y ahora. ¿Y bien? Ni Dios, ni Rey ni amo. No soy un súbdito, no me considero inferior a Dios y no voy a creer en él. ¿Cometo el pecado del Orgullo? Eso lo dice él. Para disfrutar de la vida, hay que ser muy pecador.
Pero no quiero parecer orgulloso, o ególatra, no me quiero comparar ante una deidad. Solo diré que por ahora no preciso de ninguna fe para vivir relativamente agusto conmigo mismo y mi entorno. No soy una persona perdida, en los infiernos que se droga y comete pecados como la lujuría (ya me gustaría eso último). No me veo más perdido que cualquier otra persona, tengo mis valores, mis sentimientos hacía otras personas y no es que me vea influenciado a ejercer la bondad porque Dios me lo pide, sino porque de a mí me sale ser así. Tanto que soy gilipollas. No tengo un desorden por esa ausencia de fe, porque tampoco considero que tenga fe en que Dios existe, sencillamente me da igual. Admiro eso sí lo que el humano ha hecho por esa Fe, como levantar esas maravillosas catedrales, o mucho de lo que podemos encontrar en Roma. No necesito creer en Dios para admirar a Miguel Ángel, o reconocer el Vaticano como un lugar impresionante. No voy a negar tampoco la idoneidad de que la Iglesia tenga su patrimonio artístico.
Pero por favor, no entremos en esos extremos de vaciar la conciencia y la persona de aquellas personas que libremente viven en paz para consigo mismo. Sencillamente, no me considero un rebelde, sencillamente me da igual y vivo en paz sin hacer daño a nadie. Tengo mis valores y mi ética, para criticar ciertas cosas del aborto no tengo que acudir a lo que dice la Conferencia Episcopal sobre el Derecho a la Vida, porque para mí no son más que un grupo de presión con unas ideas fijadas. No dejo que piensen por mí en algunos ámbitos, prefiero reflexionar yo, y hacer un discurso propio. Lo mismo me pasa con los Partidos Políticos.
Aquí hay un problema, y es que la ilustración todavía no ha traspasado los Pirineos. Los españoles somos muy jodidos. El tema de la Ley de Wert es un atraso en toda regla. Y en el conocimiento solo me cabe desde la razón. Para asuntos más frikis, están las horas fuera del colegio. Pueden creer en lo que quieran, pero en el colegio deben aprender lo empírico, lo social, sin que el misticismo pueda tener cabida. Debe ser un conocimiento no contaminado. Que después el crío se nos hace cura, que lo haga, pero que no se vea influenciado desde el Colegio, y convertido en un miembro de un rebaño sencillamente porque nos ha tocado un Gobierno de Derechas. La gente tiene derecho a aprender, a posicionarse de forma crítica a la hora de escoger cuales son sus postulados y visión de las cosas de la vida. La influenciación, la evangelización me parecen materías peligrosas.
Ya decía yo que daros a oler tanto incienso no podía ser bueno para la salud. Creo no tener ningún problema psicológico que esté intrínsecamente relacionado con no ser un ferviente feligrés temeroso de Dios. La no evidencia científica de que no existe Dios, tampoco da a entender de que exista. No obstante, me voy un momento la ciencia, y cojo el principio que nos dice que la teoría más simple suele ser la correcta. La no existencia de Dios, me parece más simple que la existencia de una inteligencia todopoderosa y ególatra que exige la adoración por parte de todos los humanos. Como igualmente, circunscribo la creencia en Dios a amplios ámbitos limitados en Occidente, a Dios en otras formas en otros lugares del mundo, y a otras soluciones igualmente satisfactorias para el espíritu en lugares como extremo oriente, y sin menoscabar la calidad y profundidad de las creencias de ese puñado de infiles, diré en primer lugar que puede haber diversas formas de creer en Dios, que ninguna religión está por encima de otra (ninguna es más verdadera), y que sencillamente sus pilares son hechos culturales. Osea, puedo decir sin temor a equivocarme que muchos de los mitos, leyendas e historias de la Biblia no son más que una actualización, y adaptación de un cúmulo de ritos y Dioses paganos.
Pero vamos a suponer que exista una inteligencia superior que nos controla, y dictatorialmente nos exige obediencia si no queremos acabar sufriendo dolor por toda la eternidad. Esa matización podría ser una buena justificación para creer en Dios, pero no creo que a Dios le guste que "creamos" condicionadamente. En fin, supongamos que Dios existe aquí y ahora. ¿Y bien? Ni Dios, ni Rey ni amo. No soy un súbdito, no me considero inferior a Dios y no voy a creer en él. ¿Cometo el pecado del Orgullo? Eso lo dice él. Para disfrutar de la vida, hay que ser muy pecador.
Pero no quiero parecer orgulloso, o ególatra, no me quiero comparar ante una deidad. Solo diré que por ahora no preciso de ninguna fe para vivir relativamente agusto conmigo mismo y mi entorno. No soy una persona perdida, en los infiernos que se droga y comete pecados como la lujuría (ya me gustaría eso último). No me veo más perdido que cualquier otra persona, tengo mis valores, mis sentimientos hacía otras personas y no es que me vea influenciado a ejercer la bondad porque Dios me lo pide, sino porque de a mí me sale ser así. Tanto que soy gilipollas. No tengo un desorden por esa ausencia de fe, porque tampoco considero que tenga fe en que Dios existe, sencillamente me da igual. Admiro eso sí lo que el humano ha hecho por esa Fe, como levantar esas maravillosas catedrales, o mucho de lo que podemos encontrar en Roma. No necesito creer en Dios para admirar a Miguel Ángel, o reconocer el Vaticano como un lugar impresionante. No voy a negar tampoco la idoneidad de que la Iglesia tenga su patrimonio artístico.
Pero por favor, no entremos en esos extremos de vaciar la conciencia y la persona de aquellas personas que libremente viven en paz para consigo mismo. Sencillamente, no me considero un rebelde, sencillamente me da igual y vivo en paz sin hacer daño a nadie. Tengo mis valores y mi ética, para criticar ciertas cosas del aborto no tengo que acudir a lo que dice la Conferencia Episcopal sobre el Derecho a la Vida, porque para mí no son más que un grupo de presión con unas ideas fijadas. No dejo que piensen por mí en algunos ámbitos, prefiero reflexionar yo, y hacer un discurso propio. Lo mismo me pasa con los Partidos Políticos.
Aquí hay un problema, y es que la ilustración todavía no ha traspasado los Pirineos. Los españoles somos muy jodidos. El tema de la Ley de Wert es un atraso en toda regla. Y en el conocimiento solo me cabe desde la razón. Para asuntos más frikis, están las horas fuera del colegio. Pueden creer en lo que quieran, pero en el colegio deben aprender lo empírico, lo social, sin que el misticismo pueda tener cabida. Debe ser un conocimiento no contaminado. Que después el crío se nos hace cura, que lo haga, pero que no se vea influenciado desde el Colegio, y convertido en un miembro de un rebaño sencillamente porque nos ha tocado un Gobierno de Derechas. La gente tiene derecho a aprender, a posicionarse de forma crítica a la hora de escoger cuales son sus postulados y visión de las cosas de la vida. La influenciación, la evangelización me parecen materías peligrosas.