krell4u dijo:
La educación no debería estar reñida con la protesta...
[...]
La mano se da hasta el peor de tus enemigos...es educación. Entiendo pero no comparto.
A no ser que el acto de protesta sea precisamente mostrar en público tu rechazo a esa persona. Y en este caso más si cabe por el simbolismo que implica el que sean los estudiantes más brillantes y él el ministro de educación.
Porque en ese momento ya no se trata de educación, sino de la protesta en sí misma. ¿Que usan unas formas criticables? Sí, pero es que ese es precisamente el instrumento que usan para mostrar el rechazo, independientemente de la educación que tengan. Porque no creo que ninguno dudemos de que todos esos estudiantes tienen una educación suficientemente buena y son capaces de comportarse correctamente en un acto como ese.
Lo que ha ocurrido ahí no es cuestión de educación.
Por cierto, en ese vídeo falta el mejor, el que va de traje (creo) y deja al ministro con la mano en el aire haciéndole un regate con el diploma.
Los britanos se mostraron muy groseros
y maleducados como regicidas.
Sin pegar ojo pasó el rey Carlos
en Whitehall su última noche.
Frente a su ventana trágalas cantaron
y en su cadalso martillearon.
No fueron mucho mas atentos los franceses.
En un coche de alquiler llevaron
al patíbulo a Luis Capeto;
no le ofrecieron una carroza de lujo
como según la antigua etiqueta
a su majestad correspondía.
Aún peor le fue a Maria Antonieta,
pues le dieron tan solo una carreta;
en vez de chambelán y camarista
un sans-culotte fue quien la acompañó.
La viuda de Capeto alzó hermosa y altiva
el grueso labio belfo de los Austrias.
Franceses y britanos son por naturaleza
gentes nada sensibles; sensible solo es
el alemán, y seguirá siendo sensible
incluso en su conducta terrorista.
El alemán tratará a su majestad
en toda circunstancia con piedad.
En carroza palaciega de seis tiros,
los caballos con negros penachos y crespones,
y en lo alto del pescante, con látigo de luto,
el cochero llorando... así será algún día
el monarca alemán al cadalso llevado
y con toda humildad guillotinado.
Heinrich Heine