La política y la comunicación política, se mueven desde hace años por las reglas del marketing. Hacer una campaña electoral es colocar un producto (el candidato) bajo una marca (el partido), en el mercado. La acción política por lo tanto pasa al terreno del comercio, la venta, y para ello fichan a los mejores asesores en temas de marketing, adaptando algo tan viejo como la publicidad y la propaganda a la comunicación política.
El ejemplo más característico puede ser la experiencia de la primera campaña de Silvio Berlusconi a la presidencia de Italia. Una marca, Forza Italia (grito de guerra de la selección) y unos expertos en imagen y marketing que exploraban el mercado y creaban la estrategia más adecuada. Los candidatos eran escogidos mediante casting, gentes bien parecidas que tuvieran capacidad de comunicar. Y el estudio de mercado para lanzar el producto, así como la campaña, se realizó mediante las mejores firmas publicitarias a nivel europeo. Silvio tenía el control de las televisiones tras la caótica liberalización de frecuencias en Italia, y, tenía dinero. ¿Resultado? En un año creo un partido y ganó las elecciones.
En mayor o menor medida varias de estas experiencias han sido estudiadas por la política de distintos países, entre ellos España. La marca ZP parte de estos supuestos. Es algo más complejo, pues el candidato pasa de ser una persona con profundas convicciones a ser un pelele sujeto a las leyes de este nuevo mercado, que sin duda está basado en aspectos sociológicos más complejos, pero que parten de la era de la TV y de la necesidad de adaptar la política al formato de comunicación dominante hasta aquel entonces. Podemos decir que las mala comunicación que ahora muchos partidos demuestran en Internet, les pasa factura, pues ya no estamos solo en un mundo dominado por la TV sino que la gente acude a fuentes alternativas para informarse o para publicitar unas ideas. Y es un medio donde los dinosaurios se mueven muy lentos, y no le dan la importancia que tiene hasta que es demasiado tarde. No digo que los asesores sean unos incapaces, pero sí que no ven los cambios que se están dando en la sociedad de una forma lo suficientemente rápida para detectar unas nuevas necesidades y aportar soluciones prácticas a estos nuevos desafíos. De ahí que las doctrinas que se tratan de vender, y las ideas que se tratan de inculcar en la población, cada vez tengan menos provecho. Y aunque hay una importante masa poblacional desconectada que todavía reza frente al televisor como emisor de la verdad y como una ventana para enterarse de las cosas, esa masa ya no es tan grande como las necesidades de captar nuevos mercados.
Por eso, y disculpen por el largo prólogo anterior, dudo de la capacidad de los asesores políticos actuales, gente como Arriola y otras grandes mentes que desde las sombras controlan las proyecciones electorales de un partido. Porque ahora estamos inmersos en la doctrina del miedo, en la de señalar a otros como radicales y soviéticos para diferenciarte de ellos vistiéndote de moderado. ¿Acaso Esperanza Aguirre es moderada? ¿O podemos decir sin temor a equivocarnos que de acuerdo a sus políticas, sus ideas y su forma de gestionar, que es una radical? Lo es. No es ningún secreto. El PP es un partido que ha llevado a cabo una doctrina económica radical. Puede que presionado, puede que en algunos casos devolviendo favores a sectores que le facilitan mucho las cosas para llegar a final de mes, pero no por ello deja de ser un partido radical. Y venden ese mensaje, que no cuela tanto como querrían respecto a otros. Es más, moviliza aún más al electorado que está en su contra. Es lo que en muchos caso ha ocurrido en las recientes elecciones locales y autonómicas. Aguirre y otros, consiguieron movilizar al electorado que quería, quizás no votar a partidos de izquierdas, pero sí votar contra el PP.
No se hasta que punto la doctrina que en estos días están siguiendo los partidos castigados en las elecciones es válida para enfurecer a sus votantes más fieles, pero es una estrategia peligrosa para asegurar el futuro del partido a medida que entren en juego nuevos votantes a los que no está atrayendo con su mensaje. Estamos en un momento de crisis donde se habla de aspectos tales como la solidaridad, la injusticia, la desigualdad… Probablemente no sean más que mantras, la pulserita que muchos nos ponemos para resultar políticamente correctos, pero que también tienen cierto calado a la hora de movilizarte contra los partidos que parecen culpables de las situaciones que agobian al ciudadano medio, día a día.
De un tiempo a esta parte, yo me he convencido que no hay salidas a la situación actual. Los desvalores que imperan en todas las capas sociales, el neoliberalismo como tesis única, y todas estas doctrinas políticas basadas en el enfrentamiento cainita typical spanish me llevan a no creer en que podamos revertir la situación y que habrá más desigualdad, menos derechos y una perdida paulatina de aspectos democráticos a favor de entregarnos sin cortapisas a las tesis más liberales de la economía, que van a favor del capital y no del ciudadano. Hasta que todo reviente, pues el capitalismo está destinado a morir de éxito. Y será duro.
. Pena de pais que además no aprovecha sus recursos 
