Los aficionados estamos de enhorabuena. Este viernes arranca el Giro de Italia, una de las tres grandes vueltas del ciclismo mundial, y primer capítulo de una temporada que, con el Tour de Francia y la Vuelta a España, esperamos que deje grandes tardes para el deporte en general y para el deporte español en particular.
A nadie se le oculta la magia particular del ciclismo. Un deporte duro y sacrificado, que ha logrado crear una gran afición dentro y fuera de nuestras fronteras. El Giro encarna como pocas carreras esa magia; la de las rampas inexpugnables de los Dolomitas, la de los tifosi animando incansablemente a los ciclistas en las cunetas de las carreteras que cruzan Italia de Norte a Sur.
El Giro es, además, un símbolo de que no hay metas inalcanzables para los españoles. Históricamente, durante bastantes años, parecía que el Giro de Italia se nos resistía. Por eso, siempre recordaremos la figura de Bernardo Ruiz que, en 1955, fue el primer español que logró ganar una etapa. A partir de esa victoria, poco a poco, las buenas noticias comenzaron a ser habituales, y grandes ciclistas como Salvador Botella -el primer español que se enfundó la maglia rosa-, Federico Martín Bahamontes, Miguel Poblet o Antonio Suárez fueron firmando éxitos que despertaban la admiración entre los españoles aficionados al ciclismo.
Y en 1992 Miguel Indurain demostró que los españoles podíamos subir al primer cajón del podio de la ronda italiana. Ese año, tan importante para España en muchos aspectos, Indurain también se vistió de amarillo en los Campos Elíseos, un doblete histórico para el ciclismo español, que el propio ciclista navarro iba a repetir al año siguiente. Se había roto el maleficio: Abraham Olano, Unai Osa y José Enrique Gutiérrez también lograron subir al podio de la carrera transalpina. Pero tuvimos que esperar a 2008 para ver otro campeón español en tierras italianas, Alberto Contador.
El de Pinto, que el año pasado ganó su segundo Giro, no estará este año en la salida de Apeldoorn, pero los aficionados viviremos esta edición -la anterior al centenario- con la ilusión de ver entre los favoritos a otros dos españoles; Mikel Landa y Alejandro Valverde. Ambos tienen aspiraciones, posibilidades y capacidad para conseguir que su nombre se inscriba, tras el de Contador, en el Senza Fine.
Nibali, Urán y Dumoulin, que también parten como favoritos, harán todo lo posible por ponérselo difícil, pero estoy seguro de que podremos disfrutar de etapas magníficas a cargo de nuestros ciclistas. Confiamos también en que el equipo Movistar Team, liderado por Valverde, haga una gran corsa. Porque
una de las grandezas de este deporte es su capacidad de aunar trabajo individual con una gran tarea de equipo, y el Movistar es una referencia inexcusable del ciclismo español.
Nos esperan 21 etapas en las que los ciclistas pasarán del nivel del mar, en la localidad holandesa de Apeldoorn, a escalar la ruta más alta de Europa, La Bonette, a 2.808 metros de altura. Tenemos tres semanas para ver cómo a golpe de pedal, esfuerzo y talento se forja un nuevo campeón del Giro. Ojalá sea español.