Respuesta: El Gobierno de Mariano
España se rompe (I)
José María Chacón.- Definitivamente, España se rompe. No tal vez en el sentido tradicional en que utiliza esta expresión gente como Esperanza Aguirre, epítome de la sociología franquista de la que nació su partido; gente que, aún hoy día, sigue pensando que los problemas de España, sean de la naturaleza que sean, se solucionan aferrándose al palo de la bandera -la rojigualda, claro- y concentrando toda forma de poder en Madrid. España se rompe de la misma forma en que se rompió el imperio soviético, por implosión, sencillamente porque resulta difícilmente viable. Me explico.
Vivimos en una época que, sin entrar en profundidades, se caracteriza por el desarrollo de un feroz proceso de globalización económica que, comandado por las fuerzas económicas liberales más radicales que se han conocido, ha exacerbado de una manera furibunda la competencia en costes a nivel mundial -utilizando al superpoblado gigante chino como ariete- y la financiarización de la economía, con consecuencias devastadoras para la economía productiva global.
Las consecuencias de todo esto son muchas e importantes en todo el mundo, pero si nos centramos en el caso español, esas consecuencias son ruinosas. De entrada, estos cambios han servido para hacer dolorosamente evidente que su modelo productivo es un desastre. Y ya lo era hace veinte años, como bien sabe la cúpula del Partido Popular, que no por nada se inventó la burbuja inmobiliaria que ahora, entre otros fenómenos, nos asfixia.
¿Por qué el modelo productivo español es una ruina? Si aceptamos que el crecimiento económico se consigue, bien por el uso extensivo de factores como trabajo, recursos naturales o capital (al estilo chino), bien por el aumento de la eficiencia en el uso de esos factores (como Alemania), el hecho es que la economía española hace mucho que no es capaz de conseguir ni una cosa ni la otra, si es que alguna vez lo fue.
La inmensa mayoría de las empresas españolas son pymes o microempresas, están mal gestionadas, mal financiadas, concentradas en sectores maduros de escaso valor añadido, poco tecnologizadas y tienen su clientela en su entorno más cercano. En estas condiciones, es muy difícil buscar el crecimiento por la vía extensiva, y no digamos por la vía del aumento de la eficiencia.
Por todo esto, sorprenden las medidas que, supuestamente para acabar con la crisis que nos atenaza, está llevando a cabo el gobierno del Partido Popular. En un contexto en el que, como se nos dice, los “mercados” siguen desconfiando de España como prestatario, el gobierno Rajoy sigue empecinado en llevar a cabo recortes salvajes del gasto para, aseguran, reducir el déficit presupuestario a un 3,3% del PIB en dos años, cuando lo que preocupa a los mercados, lejos de ser el déficit o la deuda (de los menores de toda la UE-15), lo que realmente les asusta es la incapacidad prevista del estado español para pagar sus deudas por falta de ingresos, precisamente por la fragilidad de su sistema productivo.
¿Por qué el Partido Popular insiste en los recortes, que ya han llevado a la economía a la recesión, a pesar de que ello hace que los mercados aumenten su desconfianza en lugar de reducirla? Por razones ideológicas. El Partido Popular se está valiendo del miedo que la crisis está insuflando en la ciudadanía para imponer en España el modelo radicalmente neoliberal que siempre ha abrigado en su ideario. Se quieren llevar por delante el exiguo estado del bienestar que se había conseguido en los últimos treinta años, así como cualquier legislación que pudiera suponer una mínima protección de los asalariados. Cuanto peor sea la situación económica de España, más fácil les será a Rajoy y sus empresarios metidos a políticos imponer su España ultraderechista y ultraliberal. Desde su punto de vista, una vez que el país haya tocado fondo, y una vez que hayan impuesto plenamente su modelo político, económico y social, ya llegará el momento de reflotar el país “desde los parámetros adecuados”.
Y este es otro de los motivos que van a causar la implosión del estado español: las características de su clase política. El problema no está sólo en su falta generalizada de formación o en su cobardía. También está, y de forma muy especial, en su complicidad inquebrantable con los grandes banqueros, los grandes empresarios o las grandes fortunas del país, lo que desde hace generaciones les ha llevado a promover distorsiones intencionadas de la economía o la política para favorecerlos, con resultados desastrosos para el país.
Pero con todo, lo peor de la clase política es su inevitable tendencia a la corrupción. No sólo a la corrupción dura que puede suponer la detracción de recursos públicos para el disfrute o enriquecimiento particular, sino también
esa podredumbre moral que hace que, entre los políticos españoles, se perciba como lo más normal del mundo que un político pueda cobrar, como la presidenta de la Diputación de León, hasta 13 sueldos de otras tantas instituciones en cuyos consejos de administración estaba presente por razón de su cargo. O que, además de su sueldo por el cargo público que ostenta, un político llegue a cobrar cientos de miles de euros en concepto de dietas, a pesar de no moverse ni un día de la ciudad en la que vive.
Si la clase política española es de suyo zafia y tendente al acomodo personal, si está atenazada en sus decisiones por sus compromisos con los grandes poderes económicos, y si vive enfangada en un desierto moral que la lleva a trabajar con denuedo para inventar las más insospechadas fórmulas de apropiación de los recursos públicos en su beneficio particular, es fácil comprender por qué los
ciudadanos ven a su clase política como uno de los principales problemas del país. Especialmente, en un momento de desesperación como el presente.
Sin embargo, estos no son más que algunos de los problemas que van a llevar a España a la ruina. Aún hay más.
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España se rompe (II)
José María Chacón.- España se rompe, en gran medida, porque los políticos y las empresas, y por tanto los empresarios, no están dando la talla por las razones comentadas en la entrega anterior. Pero, como decía allí, no sólo por eso. Tal vez lo que está ocurriendo ahora con las empresas y los políticos sea lo más destacado, porque corren ríos de tinta a diario a cuenta de la tremenda crisis económica que tiene casi paralizado al país, y de la incapacidad de los políticos para aportar soluciones. Pero hay muchos otros datos que, sumados a esto, nos dan una imagen realmente descorazonadora del estado español y hacen dudar de su viabilidad futura.
Por ejemplo,
el hecho de que el fraude a Hacienda supere, según estimaciones del propio Banco de España, los
130.000 millones anuales. Esto es muchísimo dinero. Tengan ustedes en cuenta que los recortes sobre el presupuesto del gobierno popular, que está levantando ampollas en la sociedad, supone el ahorro de unos cuantos miles de millones. Así no se puede gestionar un país civilizado.
Además, el hecho de que los políticos y los empresarios -una parte importante de ellos- sean unos patanes no llega desde la nada. España tiene un índice de
fracaso escolar del 31%, cuando la media en la UE es del 15%. Hay Comunidades Autónomas en las que el índice es superior al 40%. ¡Casi la mitad de los jóvenes de estas Comunidades están dejando los estudios antes de los 16 años! Y todavía hubo medios que, tras la muerte del CEO de Apple, se preguntaban dónde estaba el Steve Jobs español. ¿Es que acaso puede salir aquí una figura como esta?
Por otro lado,
España encabeza las listas europeas de consumo de alcohol y drogas. Ayer mismo nos enteramos de que también encabeza el ranking europeo de consumo de servicios de prostitución. Los primeros en puterío, drogadicción y alcoholismo. Los primeros en defraudación fiscal y economía sumergida. De los últimos en resultados escolares (PISA).
Sumemos a todo esto que el í
ndice de emprendimiento de nuevos negocios también está en la parte baja de entre los países europeos, y que
la inmensa mayoría de los universitarios españoles sueñan con hacerse funcionarios, y creo que podemos obtener una radiografía impresionante. Para colmo,
los españoles pasan más horas en su puesto de trabajo que sus colegas alemanes, holandeses, italianos, belgas o noruegos, lo que
dice muy poco de su productividad, pero también es cierto que el
salario medio en España es un 40% menor a la media de la UE. Y esto era así antes de la malhadada Reforma Laboral de Rajoy que, según sus propias palabras, tiene su razón de ser en la necesidad de bajar los salarios para hacer a las empresas “más competitivas”. Si hasta ahora, el 60% de los trabajadores españoles cobraban un salario inferior a los 1.282 euros brutos, lo que supone menos de 1.000 euros netos, nos podemos hacer una idea de lo que va a ocurrir en cuanto la Reforma Laboral comience a dar de sí.
Curiosamente, al mismo tiempo que los salarios, ya de por sí notablemente bajos, van a descender con fuerza en los próximos meses,
los precios van a experimentar un continuo incremento en ese mismo periodo. Los de la alimentación, el transporte o la ropa van a subir notablemente porque el petróleo se encuentra en desbandada alcista, y esto no va a cambiar de signo. A ver quién es el guapo que puede llenar el depósito del coche en estas condiciones. Pero también va a subir, y lo va a seguir haciendo en los próximos años, el precio de la electricidad ya que, a pesar de que ya pagamos la tarifa más cara de Europa, resulta que aún tenemos una “deuda histórica” con unas empresas de generación y distribución de electricidad que cada año presentan unos beneficios más obscenos. Sumemos a esto que también pagamos una de las tarifas por el acceso a Internet más altas de Europa, al mismo tiempo que es una de las más lentas y de peor calidad. Otro dato: los productores de leche españoles están cobrando por el litro menos de lo que cobraban el año en que entró en vigor el euro, pero el cliente final lo está pagando un 48% más caro. El Gobierno Rajoy ha anunciado hoy mismo que van a subir los tramos más reducidos del IVA, con lo que ello supone.
Permítanme que, para concluir, haga un pequeño resumen, que creo que será bastante útil para que nos hagamos una idea de la situación:
Las características de las empresas españolas hace muy difícil su competitividad en el mercado global, lo que provoca la desconfianza de los prestamistas institucionales hacia España por la sospecha de que no tendrá ingresos suficientes para pagar sus deudas.
Al mismo tiempo, una clase política hiperideologizada, sectaria, inculta y corrupta no sólo no aporta soluciones, sino que hace que la situación se agrave a diario, provocando más recesión y haciendo que aumente la desconfianza de los mercados.
La ciudadanía no sólo no muestra la menor capacidad para empujar del carro, sino que muestra una grave tendencia a la molicie: primeros en Europa en consumo de alcohol, drogas y prostitución; primeros en defraudación a Hacienda y economía sumergida; primeros en fracaso escolar; de los últimos en resultados escolares o en lectura de libros o periódicos, aunque los primeros de Europa en acceso a Internet desde aparatos móviles.
Además, los españoles son de los que más horas pasan en el puesto de trabajo, pero también son de los menos productivos de Europa. También son de los que menos cobran, un 40% menos que la media de la UE, y menos que van a cobrar gracias a la Reforma Laboral. Sin embargo, los precios se encuentran desbocados al alza, incluso en productos básicos como la alimentación, el vestido, la electricidad o los combustibles.
Y no hemos hablado de los bancos que, intocables, suben casi a diario las comisiones que nos cobran por las labores más peregrinas, mantienen artificialmente altos los precios de las viviendas que atesoran con motivo de miles de deshaucios y cada trimestre presentan unos beneficios más vergonzantemente desaforados, al tiempo que asfixian a empresas y particulares por la falta de crédito, a pesar de que las instituciones españolas y europeas casi, casi les regalan el dinero para que sigan prestándoselo a los estados a intereses cercanos a la usura.
El panorama parece de difícil solución, si me permiten el sarcasmo. ¿Habló alguien de
estado fallido?
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