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MÓNICA MARCHANTE
No remontamos
Aún me froto los ojos. No recuerdo haber vivido nada semejante. Repaso grandes remontadas, gestas insólitas y ninguna resiste la comparación con el 6-1 del Camp Nou ante el PSG.
Me acuerdo del España-Malta que viví de niña. También hubo que sobreponerse al bofetón del gol encajado pero la entidad del rival no aguanta la equiparación.
Pienso en aquella final de Champions en Estambul entre el Liverpool de Rafa Benítez y el Milan de Carlo Ancelotti, con un 3-0 en el descanso que los de Steven Gerrard fueron capaces de empatar forzando la prórroga. Se decidió en la tanda de penaltis con Dudek deteniendo el lanzamiento de Shevchenko y dando la quinta Copa de Europa de su historia al Liverpool.
Y cómo no recordar un 26 de mayo de 1999, cuando el Bayern de Oliver Kahn y Lottar Matthaus acariciaba la Copa de Europa hasta que en el minuto 91 Sheringham empataba el partido y en el ’93 Solskjaer haciendo el 2-1 le birlaba el título a los atónitos alemanes…
Me acuerdo de otro PSG menos poderoso económicamente pero igualmente sobrepasado. El que sufrió una remontada histórica en Riazor. Con 0-3 en el marcador los de Luis Fernandez encajaron cuatro goles en apenas media hora, tres de ellos fruto de la cabeza de Pandiani. Era el Depor de Djalminha y Makaay, de Mauro Silva y Diego Tristán. Y de un tal Fran, padre de Nico González, hoy joven promesa de la cantera del Barça.
EL ESPÍRITU DEL MADRID
Si un club ha encarnado como nadie el espíritu de las remontadas europeas ese ha sido históricamente el Real Madrid. Dos de ellas en la misma temporada y competición, la Copa de la UEFA 84-85. Primero en octavos frente al Anderlecht belga, remontando el 3-0 en contra de la ida con un histórico 6-1 en el Bernabeu, y luego en semifinales, remontando el 2-0 de la ida frente al Inter con dos goles de Santillana y uno de Michel en Chamartín.
Lo que años después se rebautizó como “espíritu Juanito” parecía más una dinámica del Real Madrid de aquellos años. Los octavos de final de la Copa de la UEFA del año siguiente registraron la mayor remontada blanca, tras encajar un 5-1 en Dortmund y devolver la gesta con el 4-0 del Bernabeu que permitió a aquel Real Madrid volver a remontar al Inter dos rondas después.
Tras aquellas gestas vinieron otras menos espectaculares pero en la máxima competición, la Champions. Una de ellas duele como un puñal en el corazón de los atléticos. El gol de Ramos en Lisboa en el minuto 93 quedará siempre para la historia.
La noche del miércoles en el Camp Nou subió el listón. Nadie había remontado un 4-0 en la máxima competición. Y el Barça lo hizo dos veces en la misma noche, una hasta el 3-0 y otra después del 3-1. Lo hizo además sin la influencia en el juego del Messi de otros días. Pero de la mano del Neymar que por fin valió lo que costó. Con el Busquets de siempre y con una grada que se sintió capaz de llevar a los suyos al cielo. Con un Luis Enrique certero y elegante.Sinfacturas.
Ah, sí. También hubo árbitro. Se equivocó. Picó ante la caída de Luis Suárez. En todas las remontadas hubo árbitros, y errores. Ningún diario francés lleva a su portada esos errores como causantes de un descalabro histórico. Aquí sí. Seguimos poniendo por delante la bufanda al fútbol. En esto no remontamos.