Pues bueno, aquí va mi crítica, que he estado ocupado y no he podido hasta ahora.
(
The Hobbit: The Desolation of Smaug, Peter Jackson, 2013)
Aunque Jackson, visto lo visto, no va a cambiar tanto en forma como en fondo sí que he encontrado que para esta segunda entrega de la trilogía ha aprendido, en parte y no en todo, de los errores que cometió en la primera entrega. Y mejora, con creces, todo lo que ya de por sí funcionó. Está claro (y con esto no descubro Roma) que ha decidido inyectarle más vitalidad, mucha más acción, una mayor dosis de aventura concentrada y dejando a un lado los momentos tranquilos y/o calmos de la parte anterior para que almenos la historia no decaiga. Con un prólogo desangelado (en contraposición de lo acostumbrado donde siempre han sido los puntos fuertes) Jackson pone la marcha directa y todo sucede con ritmo constante, sin desfallecer en el intento. Por un lado no necesitamos presentación de personajes pues ya nos los conocemos, sus motivos, sus acciones y su forma de ser. Pero por otro empieza a enfocar muy bien la transformación de Bilbo bajo el poder corruptor del anillo (la escena del bosque y donde empieza a descubrir como lo posee es excelente).
No se puede negar que volvemos a contar con que no todos los enanos tienen el mismo protagonismo ni interés, unos son mucho más secundarios que otros si cabe pero hay mayor fluidez y la sensación de que 13 enanos es un número demasiado elevado para la historia no es tan patente aquí. Se nota que hay recorte de historias por un lado que seguramente serán carne de la versión extendida como todo lo que concierne a Beorn, cuya presencia es casi anecdótica y más para plasmar los logros adquiridos por la empresa de efectos especiales (aparte de contener una fisonomía extraña). Al igual que toda la parte del bosque negro está resumida de forma un tanto atropellada. Pero la sensación de espectáculo es muy palpable en esta entrega. Tan sólo hay que ver toda la parte de las arañas (la cual tuve un constante recuerdo a la parte espectacular de los bichos en King Kong) con el detallazo acertado de que gracias al anillo puede llegar a entender lo que dicen.
No puedo decir así lo mismo del romance forzado entre Tauriel y Legolas. Un romance aburrido, extraño y poco definido, que si bien es cierto no molesta del todo sí que lastra un tanto el metraje pues Jackson no tiene el don del romanticismo bien expuesto. Evangeline Lily es una preciosidad de mujer, no cabe duda, pero su personaje es totalmente innecesario para la historia que además está colocado para concebir un triángulo amoroso completamente aburrido y sin ápice de gracia. Porque todo lo que concierne al mundo de los elfos sigue siendo uno de los errores narrativos de la historia por la sencilla razón de que su (supuesta) gracilidad, aunque aquí no lo llegan a ser tanto como toda la parte de Rivendel en la primera entrega, es entendible pero no por ello acertada. Pero por suerte, como indicaba, Jackson tiene aprendida la lección y sabe intercalar todo lo que puede suponer un lastre con todo lo que la hace activa o cuanto menos amena.
"La desolación de Smaug" es un entretenido pasatiempo, de corte mucho menor que la trilogía de ESDLA, pero está proyectada para ser un enganche o enlace con una épica que va tomando forma. Una épica que casa con lo más adictivo, visual y enérgico de lo referente a la Tierra Media bajo el prisma del director: la batalla, el preludio de una guerra con tintes magnánimos. Ecos de "Las dos torres" van dando forma a un episodio en esta entrega que funciona a la perfección: Gandalf frente a Sauron, con el descubrimiento del ejército formado por orcos. Un episodio llamativo, siniestro y dando forma a un mal mucho mayor y que es con lo que yo más disfruto. Pero hasta llegar a la tercera parte que es la que (supuestamente) nos descubrirá toda una épica batalla somos partícipes de una colección de pequeñas/grandes aventuras que a pesar de contar con el riesgo de la inverosimilitud escénica son un prodigio de la narrativa y del exceso CGI puesto al servicio de una eficaz puesta en escena.
Me refiero sin lugar a dudas a la parte de los barriles. Bien planificada, con regusto a videojuego divertido y sin reparar en lo increíble que puede resultar todo en su conjunto, es uno de los episodios más gratificantes de toda la entrega por su dinamismo, por su ejecución y su don de tener cierto regusto a parque de atracciones. Y si bien es cierto que vuelve a contarse con las flipadas (varias) de un Legolas calzado para conectar con el repertorio de ESDLA todo sucede de una forma tan directa y adictiva que aún viendo la razón de estar aquí no me molesta del todo. Y aunque es cierto que volver a contar con orcos protagonistas con exceso de píxel y CGI (Bolgo causa indiferencia por desgracia) volvemos a contar con maquillaje en abundancia, muy correcto y funcional (como el orco frente al rey de los elfos). Al igual que toda la parte de Bardo y la ciudad anclada en un invierno perenne, una ciudad bajo una tiranía latente. La sensación de soledad, la sensación de pobreza y frustración está realmente conseguida, al igual que la fotografía azul y fría es perfecta. Y aunque no se puede negar que la presencia de Stephen Fry se agradece su personaje es más bien insustancial. Pero no puedo olvidar la forma en cómo los orcos irrumpen en medio de la noche en una de las escenas más activas y con la acción bien ejecutada (ver las luchas a espada, mucho más coreografiadas y con un Legolas más que acertado).
Al igual que "Las dos torres" era una entrega esperada por la presencia y actuación de Gollum, "La desolación de Smaug" lo es por Smaug, una de las criaturas más acertadas, interesantes y logradas de la casa Weta pero a su vez un personaje bien ejecutado y cuya presencia es perfecta, ya sea por su fisonomía y envergadura (la forma en cómo resurge de la montaña de monedas es perfecta) como por su interacción en su parte. Los diálogos entre Bilbo y Smaug están logrados y la sensación de estar ante un auténtico monstruo imposible de derrotar está muy conseguida, demostrando que para eso Jackson sabe qué teclas tocar para que algo que podría sonar y verse risible (o incluso ridículo) funcione en todas y cada una de las partes implicadas. Pero es una de las partes donde por fin vemos que los enanos (reducidos en número por cuestión de no cargar en exceso las escenas) están bien incluidos, bien integrados y con una interacción perfecta. Porque la forma en cómo la estrategia escénica, la dosis de épica y la expectación del momento es una forma de demostrar que Jackson sigue siendo el mismo pero no por ello es un mal director, con un ojo puesto en la aventura mastodóntica desprovista de prejuicios.
No se puede negar que el final está hecho a machete, con un corte ejecutado de la forma más abrupta y extraña posible (aunque es cierto que es algo que no engaña), que el personaje de Radagast merecía mayor presencia siendo aquí más un cameo que otra cosa, que Howard Shore está totalmente desubicado, siendo su partitura algo muy desapercibido, casi sin notar su presencia a lo largo de las tres horas, que la canción de los créditos finales es abominable, al igual que 3 horas siguen siendo demasiadas para una entrega de estas características, sin olvidar que no todas las historias son interesantes (los enanos en el reinado de los elfos, Bardo deja indiferente aunque su historia tenga un peso en la historia) pero se agradece muchísimo que por fin Jackson me ofrezca lo que siempre esperé en algo con la envergadura de "El hobbit" aunque sea mucho menos trascendental como sí lo fue "El señor de los anillos". Porque la sensación de contemplar algo dinámico, de cuento activo, de historia liviana sin apenas tropiezos narrativos por mucho que tanto en forma como en fondo siga siendo todo igual, bajo los parámetros ya marcados en el pistoletazo de salida que fue "Un viaje inesperado". Porque si esta segunda entrega es el preludio de algo grande (como así parece ser) este pedazo de viaje bien ha valido la pena andarlo.