- Revisada una segunda vez, y para intentar comentar algunas cosas que me parece que son nuevas. Veamos, me encanta toda la secuencia del bosque, especialmente cuando Bilbo andando se encuentra... ¡consigo mismo!, consecuencia del hechizo de desorientación. La watsoniana cara de Freeman es impagable en ese momento y ahí vemos las tablas de un actor que domina el drama pero también la comedia. En esa misma parte, también los primeros destellos de que el anillo es algo más que una chuchería que te hace invisible y fardar ante tus compañeros por salir vivito y coleando de la cueva de los trasgos, cuando Bilbo al perderlo se siente tan inquieto y posteriormente al localizarlo, se ensaña salvajemente con la araña para recuperarlo y exclama el profético: "Es MÍO!". Quien lo posea, acabará pagando un precio.
De diez la secuencia en que para librarse de la atmósfera recargada del bosque hechizado asciende entre los árboles para llegar al final pudiendo por fin respirar aire puro y Jackson nos regala ese plano hermosísimo de Bilbo feliz entre las hojas de los árboles con mariposas por doquier. La influencia del hechizo y por extensión la del anillo ha quedado neutralizada por unos instantes y Bilbo vuelve a ser el hobitt amante de los viajes y la naturaleza, como le recuerda Gandalf en la primera entrega. Es por pequeños detalles de estilo como estos que Jackson será siempre para mí un Sí.
Legolas rellenito, hay algunos momentos en que temía que se le fuera a romper el cuello de la camisa y es que los años ¡Ay! pasan para todos. No sé si es por eso o intencionadamente para hacer que todavía no es el elfo experimentado que conoceremos años después como miembro de la Comunidad del Anillo, que le vi menos etéreo y espiritual y más terrenal. Alguien muy diferente al que recordaba. Un ser de de carne y hueso y no la criatura inmortal de perenne sonrisa de la Trilogía del Anillo ¿Fue mi imaginación o hasta me pareció apreciar sombra de barba en él? En una de mis paranoias habituales, hubo algunos momentos en que algunas de sus miradas y esa sombrita de barba (imaginaria o no) me recordaron al Superman malo de
"Superman III" y hasta a Joaquin Phoenix, cuando se pone en plan villano.
Bardo me gustó como personaje noble y con los pies en el suelo. Todo eso de la montaña de oro y la gloria está muy bien, pero no si supone despertar a un dragón de armas tomar, que lo primero que hará es salir y destruir la ciudad, por ello hay que ser juicioso y él aporta la nota de sentido común entre tanto héroe y demuestra que entre la raza de los hombres hay aquellos en los que todavía se puede confiar y con valor suficiente cuando llegue el momento de tomar las armas por una causa justa. Por cierto, si hay algún fan (advierto que después de esto alguno, ¿muchos? me lincharán) de
"Amar es para Siempre" o de su antecesora
"Amar en Tiempos Revueltos", Bardo me recordó mucho a este señor. El detective Bonilla.
Aparte de eso, ganazas de ver qué habrán ideado para la tercera entrega. Con casi tres horas, más las extensiones de metraje podemos tener todo lo que falta de ver que se relata en el libro (con todos los avances tecnologícos, la batalla de los Cinco Ejercitos puede ser nunca mejor dicho de CINE) pero ¿Habrá guiños más contundentes a la Trilogía del Anillo, pasará por allí cierto montaraz llamado Aragorn, sabremos el final de Radasgast, quizá Gollum aparecerá de nuevo? Contando los meses hasta el primer trailer.