Es una pena como puede tener algunas ideas y momentos de realización tan majos (la vibración de las telarañas, las alucinaciones del bosque, el orco enflechado frente a la cámara, la presencia de Smaug)... para ser luego en general una cosa tan abigarrada, estirada y afectada.
Y vaya acabados, porque presumen mucho de texturas de las escamas del dragón pero luego hay unos planos de Legolas peleando o a caballo que son de videojuego renderizado en locutorios de Europa del Este.
Asumido que el guión ya van a ser frases ominosas soltadas al viento (el papel entero de Gandalf en esta entrega se limita a reconocer amenazas vagas mientras pone CARA DE SABER COSAS), al menos la acción funciona por puro exceso y cartoon. Casi siempre, claro, porque la persecución de barriletes -dirigida por Serkis- es un festival de cromas y animación al pedo que casi mata la diversión. Mucho mejor las arañitas o el despertar de Smaug, locas pero con más entidad y hasta algo de peso emocional (Bilbo recuperando el anillo).
Se ve que Jacksonbichomails no ha querido enfurecer a los fans de Tom Bombadil y esta vez ha sacado a Beorn, que aparece absolutamente por ninguna razón para hacer absolutamente nada. Y como quería seguir compadreando con McCoy para salir en The five(ish) Doctors reboot, para que le contase si al final se zumbó a Sophie Aldred y para preguntarle si quiere hacer de Tornasol en la segunda de Tintín, pues Radagast también asoma un poco por hacer compañía. Quel dommage, Davros!
Obra maestra absoluta. No está mal. Es para olvidarse de los problemas y comer una hamburguesa, no arte y ensayo como Casablanca. Obfra mnestrfa derl cinewr rteciehtnte. Buen perro. Nota: 5,63752854064.