Bueno, la diferencia está probablemente en la historia, que aunque no lo parezca, pesa mucho. Yo soy catalán y español por ella. Podría ser andaluz y español, castellano y español, murciano y español. Lo que no podría ser es catalán pero no español. Principalmente, porque cuando Cneo Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias en el siglo III a.C. (¡ha llovido desde entonces!), ya consideraba el lugar como parte de un espacio mayor al que llamaba Hispania.
Esta situación tan sencilla es difícil de entender para algunos catalanes, especialmente los educados bajo el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, pero no hay quien lo cambie. Si Cataluña hubiera sido alguna vez un reino o una república independiente, con su rey o su presidente, quizá pensaría de otra manera. Pero como siempre ha formado parte dependiente de otra entidad más amplia (Hispania, Corona de Aragón, España), no me lo planteo.
Puede que en el futuro Cataluña sea una nación independiente y, ¡quién sabe!, quizá un imperio interestelar. Puede. Mientras tanto, seguiré considerándome, como ya he dicho, catalán y español. Y en ninguno de los dos casos nacionalista: ni banal, ni ungido por un óleo sagrado, como parece que se estila ahora en la terra.
Esta situación tan sencilla es difícil de entender para algunos catalanes, especialmente los educados bajo el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, pero no hay quien lo cambie. Si Cataluña hubiera sido alguna vez un reino o una república independiente, con su rey o su presidente, quizá pensaría de otra manera. Pero como siempre ha formado parte dependiente de otra entidad más amplia (Hispania, Corona de Aragón, España), no me lo planteo.
Puede que en el futuro Cataluña sea una nación independiente y, ¡quién sabe!, quizá un imperio interestelar. Puede. Mientras tanto, seguiré considerándome, como ya he dicho, catalán y español. Y en ninguno de los dos casos nacionalista: ni banal, ni ungido por un óleo sagrado, como parece que se estila ahora en la terra.