Pellegrini y el momento de la calma
Para hablar del Real Madrid empiezo hablando del Barcelona y de la selección, por extraño que parezca. Más allá de locuras, fanatismos, simpatías o cualquier paso intermedio en la escalera de sensaciones que produce el fútbol, es indiscutible que el Barcelona y la selección jugaron como los ángeles la temporada pasada. Los dos.
Echemos la vista atrás. Los dos primeros partidos oficiales de la era Guardiola fueron una derrota en Soria ante el Numancia y un empate en casa ante el Rácing. Y más allá de un triunfo ante Lietchenstein los dos primeros del camino de España hacia el título de la Eurocopa, derrotas en Suecia y una especialmente dolorosa ante Irlanda del Norte en Belfast. Conviene no olvidar todo aquello. Y conviene porque entonces alguien con gran criterio paró la guillotina que iba a segar las cabezas de Guardiola y Luis Aragonés. Meses después el Barcelona ganó seis títulos y no solo eso, hizo el mejor fútbol que uno ha visto jamás. Meses después España ganaba la Eurocopa ante el asombro del mundo y un fútbol hermoso, brillante, del que todo el país se enorgullece. No sé quién paró esas dos guillotinas. Quien lo hizo entendió que el fútbol es un juego, en el que intervienen muchos factores. Entendió que hay un rival enfrente, que cuentan factores incontrolables a menudo. De lo contario, no sería el fenómeno de masas que tanto nos ocupa.
De acuerdo que el Real Madrid ha fracasado, que al alcorconazo se une esta eliminación ante el Lyon, dolorosa como pocas. Pero nadie puede negar que el Real Madrid ha demostrado ser capaz de jugar al fútbol de maravilla. Lo hizo en Valencia, contra el Sevilla, lo seguirá haciendo. Arrancó mal, de acuerdo. Ahora lleva 67 goles en liga, va camino de batir récords. Pelea de tú a tú la liga contra un Barcelona que demostró ser invencible. No es poco, más bien me parece mucho.
Cesar a Pellegrini en estas condiciones sería un error. No en otras, sí en estas. Una atrocidad de dimensiones enormes, que el Real Madrid acabaría pagando tarde o temprano. De acuerdo que es un proyecto millonario, de un enorme desembolso. Precisamente por eso un equipo así no puede depender de si Higuaín manda un balón veinte centímetros a un lado o a otro del palo. Ni es serio ni saludable. A un equipo hay que exigirle que tenga un estilo, que juegue bien, que guste. Que dé espectáculo. Que levante la mano quien no haya disfrutado con el juego en los últimos partidos. Las circunstancias que rodean al juego, el rival, el error puntual, todo eso forma parte del juego. También la decepción de los aficionados. Es la magia del fútbol, no lo olvidemos. Hay matices. Kaká está mal, es evidente. Costó más de lo que vale, de acuerdo. Faltan extremos, hay detalles por pulir. Todo es mejorable. Pero no puede ser que quienes eran fenómenos tras el partido del Sevilla ahora sean unos petardos.
Barcelona y Real Madrid son los dos mejores equipos de Europa, estoy convencido. No habrá final entre ellos. Lástima. La primera piedra para que sea la final del año que viene la tiene que poner el Real Madrid manteniendo a Pellegrini. Es la única manera.