El Megapost de los 80: Repasando a Richard Franklin

Paradigmática imagen del videoclub empresarial de los 90: tropecientas mil copias de películas modernas copando las estanterías. No sé si realmente hacían falta tantas copias, ¿se alquilaban de verdad, en 1999, con las privadas, el digital, el Canal plus, la llegada inminente del DVD...?
Las novedades sí, el primer mes solía haber muchas. Recuerdo perfectamente esa época, y aun hace no mucho, encontré un llavero relacionado con el tema de los que dan nostalgia.

EDITO, encontré foto de cuando me apareció rebuscando por el trastero:

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Última edición:
@Henry Morrison ya sabes que los últimos coletazos del videoclub, incluso de las franquicias, fueron en los primeros años del cambio de siglo. Luego intentaron adaptarse o morir con el dvd, más adelante con los videoclubs de cajeros. Firmaron su acta de defunción, sin saberlo.
Quedan pocos y ahora complementan los beneficios con la recepción de paquetes, vendiendo chucherías y un largo etcétera.

El videoclub de Paco en "Aquí no hay quien viva" representaba el panorama de esos años posteriores al año dos mil, con la entrada del dvd.

Me alegro mucho por Marcia, es un encanto.

Para los residentes en Madrid capital y alrededores. Está situado en la calle de Juanelo, nº 15, "Ficciones de Cine."
 
No es que pasara nada, pero el videoclub era del ricachón que le andaba detrás a María Adanez, que de aquella era para mí y con diferencia, la más atractiva de la serie.

Paco solo era el dependiente mileurista
 
Que además ni era de Paco, él solo trabajaba allí :lol

Al principio, el videoclub era de un dueño desconocido, Paco solo era el empleado.

Luego, Paco lo compraba y se hacía autónomo, pero no alquilaba ni una peli, así que se lo vendía a Carlos, el ex de Lucía, que lo obligaba a trabajar con un uniforme ridículo y a salir en bici con un peluche de ET, a repartir pelis a domicilio.

Luego, Rafael, el padre de Lucía, lo compraba. Y ahí lo convertían en karaoke y bar :mparto Con Mariano cantando y todos tomando cañas.
 
Desconocía esto.

Charito de joven y Wes que ya hacía el plano de la bañera de Elm Street.



La vi hace como 25 siglos, en una infernal copia en VHS guarrindongo, de estos donde en las escenas nocturnas no lograbas distinguir muy bien que cojones estaba pasando, ni siquiera en nuestras teles 4:3 de tubo. Se merece una revisión por mi parte. Bueno, todo Craven la merece, sobre todo La serpiente y el arco iris, Las dos caras de Julia y Bendición mortal, que no las veo desde la época VHSera. Las demás sí que las tengo revisionadas en copias decentes, en DVD o piratón.
 
Voy a ver si cato esta (y no es un biopic de Ronaldo)


lo pongo aqui aunque no es ochentera porque tiene pinta ochentera :juas:juas
 
Voy a ver si cato esta (y no es un biopic de Ronaldo)


lo pongo aqui aunque no es ochentera porque tiene pinta ochentera :juas:juas
La sinopsis tiene buena pinta.
 
Voy a ver si cato esta (y no es un biopic de Ronaldo)


lo pongo aqui aunque no es ochentera porque tiene pinta ochentera :juas:juas
Añades The Nest y la patria Slugs! y te haces una trilogia de bichos pocha ochentera para compensar... sin Ronaldo, eso si.
 
Pues mira, eso te pregunto yo a ti... :diablillo

Aunque como Tango y Cash no hay ninguna... :lee
es que yo no se hacer las reseñas tan molonas como las hace Morrison, pero deberia revisarse, la volvi a ver el otro dia casualmente en Amazon video que no se suele prodigar con el cine antiguo, que maravilla de pelicula, esa prision infernal, ese tiempo atmosferico tan horrible, la fuga, el propio Manny, que carisma tiene Voight en esta pelicula, incluso la Rebeca de Mornay, que siempre me parecio mala actriz aqui esta apropiada, y ese malvado director de prision, Ranken, inolvidable, ademas se junta un poco con el cine de catastrofes, ese tren descontrolado que va causando pequeñas catastrofes, los personajes de la central tambien tienen tela y la parte final que es una persecucion y duelo clasico entre el antiheroe protagonista y el malo, esa fatalidad en el destino, la musica de Trevor Jones, en fin, un peliculon.
Sin desmerecer a Tango y Cash, no me gusta tanto, pero es un thriller divertidisimo, no da tregua , Stallone y Rusell estan geniales, de las mejores buddymovies de la decada. Creo que no conozco mas obras de este Konchalovsky, le perdi la pista, pero seguro que tiene alguna que otra pelicula a rescatar tambien.
 
Deadly Blessing disponible en Plex (Audio latinoamericano PERO también disponible en VO con subtítulos en Español)

 
Pasamos revista a la carrera de uno de esos directores que destacaron en su momento como promesas del cine fantástico.

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Richard Franklin fue un interesante realizador australiano, con una carrera apegada al cine fantástico (falleció en 2007). Nacido en Melbourne en 1948, recibió una educación musical, y durante su infancia y adolescencia, parecía profesionalmente orientado a la música, llegando a formar parte de un grupo como batería (The Pink Finks). El escaso éxito de sus intentos profesionales le llevó a cambiar de profesión, y decidió ser cineasta.

Franklin, rendido admirador de Hitchcock (con quien llegaría a tener buena relación) se mudó a Estados Unidos para estudiar cine en la escuela de California (la USC) donde coincidiría con gente como George Lucas o John Carpenter. Fue en la USC donde Franklin organizó una proyección de “La soga” (su película favorita del gordo británico) que motivó una llamada de Hitchcock, una serie de conferencias de este en la USC por mediación de Franklin, y su posterior relación amistosa.

Terminados sus estudios, en lugar de quedarse en Estados Unidos, Franklin volvió a Australia para trabajar, aprovechando el auge de cine australiano que se vivió en los 70, con el epicentro en el cine fantástico, fenómeno con nom bre propio: Ozplotation. Fueron descubiertos George Miller (y Mel Gibson) con su “Mad Max”, Peter Weir pergreñó las que probablemente, siguen siendo sus películas más fascinantes, “La última ola” y “Picnic en Hanging Rock”, Rod Hardy dio una original visión del vampirismo industrial con “Sed” (Thirst), Nicolas Roeg firmó “Walkabout”… productos como “Despertar en el infierno”, “Arlequín”, o “Largo fin de semana” tuvieron sus dosis de fama y reconocimiento en festivales y mercado internacional.

Y Richard Franklin llegó al gran mercado con “Patrick” (1978). No fue su debut. Antes había firmado “The true story of Eskimo Nell” (una sátira sobre sexo y voyeurismo) y “Fantasm” (una serie de relatos eróticos de blandiporno) trabajos alimenticios de novato, que el propio Franklin siempre quiso olvidar, refiriéndose siempre a Patrick como “mi primera película de verdad”.

“Patrick” vino a sumarse a esos trabajos fílmicos sobre gente con poderes mentales. La telequinesis, la lectura mental, todo aquello estuvo muy de moda en los 70, hasta el punto en que mucha gente creyó que los poderes de la mente serían el gran acontecimiento del siglo XX (se escribieron ríos de tinta sobre el tema).

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En el aspecto cinematográfico, fue la novela de Stephen King “Carrie” publicada en 1974, y su adaptación al cine firmada por Brian DePalma en 1976, el pistoletazo de todo un subgénero fantástico que daría la turra en el cine setentero, ya fuera desde una óptica “personal” (como Carrie, o el propio Patrick) o desde un prisma más “científico” o “gubernamental” (superdotados psíquicos explotados sin piedad por oscuras organizaciones, como en “Scanners”, “La furia” o la posterior “Ojos de fuego” de King).

Patrick contó con un guión del popular Everett De Roche, guionista de muchos de los éxitos australianos mentados antes (como “Arlequín”, “Largo fin de semana” o mi amada “Razorback: Los comillos del infierno”). De Roche ya había escrito parte del guión previamente, pero lo reescribió con Richard cuando este entró en el proyecto, añadiendo bastantes elementos nuevos. La película pudo rodarse gracias a varias subvenciones del gobierno australiano, y no contó con ningún rostro demasiado conocido, siendo el principal reclamo su protagonista, la actriz británica Susan Penhaligon. A Patrick lo interpretó Robert Thompson, australiano implicado en un par de productos más de la Ozploitation, como “Sed” o la posterior “Roadgames” del propio Franklin.

Patrick cuenta la historia de un muchacho que, tras sufrir un extraño trauma (la escena inicial es confusa de narices) asesina a sus progenitores y cae en un profundo coma, del que se cree que ya no saldrá. Tres años después, al hospital donde Patrick está internado llegará la enfermera Kathy Jacquard, que comenzará a cuidar a Patrick y a observar extraños fenómenos que la llevarán a investigar… la teoría que sustenta la película es que, cuando alguien se ve privado de un sentido, los otros 4 sentidos se ven magnificados en cierta forma, para “compensar” la pérdida. ¿Qué pasaría si existiera un sexto sentido, los poderes de la mente, y alguien viviera, como Patrick, en coma, privado de los 5 sentidos corrientes? ¿No se ampliarían esos dones extra-sensoriales más allá de lo imaginable?
Patrick puede salir de su inmovilizado cuerpo mediante viajes astrales, llegando a influir en el mundo físico (como cuando intenta ahogar en la piscina al médico que liga con Kathy), así como mover objetos con la mente, y llegar a poseer a otras personas.

La película no es precisamente la mejor muestra de su subgénero, aunque fue muy popular en su día. Tras un prólogo interesante, que nos pone en situación y atrapa, donde destaca el catálogo de parafilias sexuales que la enfermera jefe Cassidy enumera a la nueva enfermera, Kathy, parafilias de pervertidos que han intentado trabajar en el hospital para abusar de los comatosos (no en vano, Quentin Tarantino es un fan de esta película, que homenajería en Kill Bill, donde la comatosa Beatrix, igual que Patrick, tiene el reflejo de escupir durante su convalencencia), vamos llegando a un final más o menos explosivo, pero toda la parte central, la investigación y los crímenes, tiene bastantes problemas de ritmo.

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Nadie es profeta en su tierra. Richard Franklin tampoco. La película supuso un fracaso de taquilla en su estreno en Australia, pero, tras su paso por varios festivales de cine fantástico (ganó el Gran Premio de Avoriaz, y Franklin ganó el de Mejor director en Sitges) llegó a América, donde se convirtió en un gran éxito, vendiéndose en más de 30 países y generando un importante culto gracias al boca a boca y los incipientes videoclubs, motivando incluso la existencia de una pseudo-secuela bastarda, una sinvergonzonería de procedencia italiana (cómo no) titulada Patrick Ancora, que vimos en España en vídeo como “Patrick vive todavía” y que decir tiene que más allá de la explotación, poco tiene que ver con la original.

El estreno en EEUU siempre fue bastante criticado por Franklin, pues al parecer la película fue doblada (por el acento australiano, supongo) y sufrió cambios de montaje, aunque no he conseguido averiguar en qué consistieron dichos cambios.

Su siguiente película sería “Roadgames”, dirigida en 1981, con Stacy Keach y Jamie Lee Curtis como protagonistas. El guión, de nuevo de Everett De Roche, surgió durante el rodaje de Patrick, cuando Franklin hablaba su pasión por Hitchcock y De Roche tuvo la idea de hacer un cruce entre “La ventana indiscreta” y “La soga”, pero incorporando el crimen a un vehículo en movimiento: un camión.

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En Roadgames, Keach es Patrick Quid, un solitario y charlatán camionero (bueno, como el propio Quid dice, “conducir un camión no significa que sea camionero”) que se fija durante sus viajes en una furgoneta, cuyo conductor le irrita al conseguir la última habitación del hotel más cercano. A Quid se le mete en la cabeza, cuando más tarde ve al conductor de la misma furgoneta enterrando algo en la carretera, que pudiera ser el desconocido asesino y descuartizador de mujeres del que habla la radio…

Durante su viaje, Quid recoge a Pamela (Jamie Lee Curtis) una autoestopista un tanto absurda que enseguida se une a la investigación porque los crímenes le parecen fascinantes. Lo cierto es que la construcción de personajes y la relación entre camionero y autoestopista es bastante rara. Que recojas a una mujer con tu coche, y lo primero que esta te suelte cuando aún no ha terminado de poner el culo en el asiento, sea “mi padre vive con una puta, a lo mejor hace el amor mejor que tú”, no sé hasta que punto era normal en 1981, hoy suena bastante desconcertante.

La película no funcionó económicamente, ni en su tierra ni en su trasvase a EEUU (de la mano de la compañía Avco Embassy) y demás mercados internacionales, no tuvo éxito. Quizá porque, como el propio Franklin decía, la película se vendió como un slasher, cuando no lo es, y probablemente la presencia de Jamie Lee Curtis despistó al espectador, que esperaba un baño de sangre al uso y se encuentra, más bien, con una historia de suspense algo tosca, pero atípica: en efecto, Hitchcock de nuevo, desde la génesis del guión, el protagonista honesto, que no es ayudado por las fuerzas del orden cuando demanda ayuda, pero sí será perseguido por ellas cuando sospechen de él, y una chica es la única que le cree y se presta a ayudarle… el primer crimen ocurre en tensa elipsis, y transcurre casi todo el metraje sin que seamos testigos de crimen alguno. A pesar de toda la distancia que separa Roadgames del típico slasher a lo Viernes 13, la he visto muchas veces incluida y enmarcada en ese subgénero.

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Aunque no tuvo éxito, gozó de cierto culto, supongo que gracias de nuevo al videoclub. Durante mucho tiempo fue muy difícil de ver, fue una de las películas tras cuya caza invertí muchos años de infructuosos esfuerzos, y esto ha hecho que la estudiara bastante. Por lo que he podido saber, no se estrenó aquí en cines, nos llegó en vídeo directamente, cuando IVS la sacó en VHS como “Juegos de carretera” (título correctamente traducido) en 1985, tal y como recoge la web del Ministerio de cultura. Sin embargo hoy se encuentra como “Carretera mortal” de nuevo, título registrado para su salida en DVD editado por Regia films, tal y como puede verse en la web del Ministerio, con un doblaje planísimo, que dudo sea el original de vídeo, con unas voces desconocidas. En cualquier caso, la página “El doblaje” no recoge ningún doblaje de esta película, por lo que es imposible saberlo.

Tras cosechar algunos éxitos en su tierra, Franklin se iría a hacer cine a Estados Unidos, dirigiendo la primera secuela de “Psicosis”, el gran clásico de su admirado Hitchcock: “Psicosis 2: El regreso de Norman”. Difícil lo tenía para crear una secuela de semejante obra, más en una época donde las secuelas, reboots y demás, solían ser productos de explotación económica, nada respetables desde el punto de vista artístico. No le salió mal la apuesta. Apropiándose de algunos de los elementos del subgénero de moda, el slasher, Psicosis 2 prefiere mantenerse fiel al suspense. Así, durante toda la película se producen asesinatos, pero ignoramos quién los comete.

La película subvierte de forma inteligente los roles ya vistos. Norman, tras 20 años internado en un hospital, ha conseguido superar los difíciles avatares de su vida, y está listo para regresar a la vida normal y reintegrarse. Así, aquí, la villana de la historia es la heroína de la anterior, Lila Crane, que descubría los hechos junto con Sam Loomis, y que aquí está dispuesta a todo con tal de que Norman vuelva a ser encerrado, enloqueciéndole ella misma, si él no está lo bastante mal para ello. La película juega así al despiste. ¿Es Norman quien ha vuelto a las andadas y está cometiendo los asesinatos? ¿Está Lila tan trastornada y tan furiosa como para llegar a matar para que Norman sea culpado por ello, y encerrado de nuevo? ¿Son los crímenes obra de un desconocido autor, al que el espectador aún no ha visto?

No sé mucho sobre terapia o psiquiatría. Pero me sorprende que un hombre que sufrió reiterados abusos durante su infancia en su hogar, y que luego asesinó a varias personas en el mismo lugar de adulto, después de pasarse más de 20 años internado… vuelva a ese lugar, a esa misma casa y al mismo trabajo, y que su psiquiatra (Robert Loggia) le anime a ello como parte de su recuperación. ¿No habría sido mejor un cambio de aires? En cualquier caso, Perkins consigue construir a un Bates más frágil aún que en la anterior, y por el cual, el espectador sienta interés e incluso empatía.

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Con un guión de Tom Holland (posteriormente, director de “Noche de miedo” y “Muñeco diabólico”), que fue lo que atrajo a Perkins, el cual de entrada se negó a participar, pero al leer el guión se interesó, la película tiene una génesis curiosa: Robert Bloch escribió, a principio de los 80, una secuela de su novela, una “Psicosis 2” que nada tiene que ver con la secuela fílmica, pues situaba a Norman en Hollywood. La Universal, preocupada por el tema de los derechos de la franquicia, decidió crear su propia secuela de la película. El personaje que incorpora Meg Tilly iba a ser inicialmente interpretado por Jamie Lee Curtis.

Desconociendo que prensa tiene hoy en día, en su momento fue un éxito tanto de taquilla como de crítica. En taquilla llegó a quedar en el número 2 (por detrás de “El retorno del Jedi”, nada menos) y la crítica fue bastante generosa, en una época, reitero, en que las secuelas solían tener más mala prensa. “Psicosis III” intentaría apartarse del molde básico, introduciendo nuevos personajes y situaciones, y no estaba del todo mal. Incluso la televisiva (y bastante penosa) “Psicosis IV” bien merece un visionado, aunque solo sea por la esforzada interpretación de una magnífica Olivia Hussey como la señora Bates.

La Universal debió quedar bastante satisfecha con el resultado, y fichó a Franklin para dirigir “Juego secreto”, una extraña película donde el director se aparta bastante de lo fantástico (aunque no del todo, no en vano el niño protagonista vive más en la fantasía que en la realidad) y construye una historia de espías y de “Pedro y el lobo” muy potable.

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De nuevo, con un guión de Tom Holland, la película nos presenta a Davey (nuestro Elliott, Henry Thomas) un niño que ha quedado huérfano de madre, y cuyo padre (Dabney Coleman) un militar está siempre ocupado en el trabajo, por lo cual el chico se va construyendo sus fantasías, e incluso creyéndolas: ha creado como amigo imaginario a Jack Flack, un personaje de un videojuego que para él es cada vez más real, y que en su mente ha recreado como una versión jamesbondesca de su propio padre.

Un buen día, fortuitamente, Davey se hace con un cartucho de Atari que contiene secretos militares reales, y empieza a ser perseguido por espías que intentan recuperarlo, sin que les importe mucho el matar a un niño para conseguirlo. Son los momentos más interesantes de la película, cuando, ante una situación de estrés, perseguido, y sin que ni su padre ni las autoridades crean lo que cuenta (en la mejor tradición de Hitchcock) el joven Davey empieza realmente a ver y a hablar con el imaginario Jack Flack, a quien el espectador también ve y oye dándole consejos y apoyo moral. Son momentos alucinados, donde la frontera entre fantasía infantil, alucinación y realidad, se difuminan bastante.

La película tuvo sus problemas, ya que parece que hubo una total falta de sintonía entre Franklin y Dabney Coleman, llegando a subrayar este último su mala relación con el director aún después de fallecer Franklin. No sabemos en qué consistieron esos problemas, en cualquier caso, la película ha quedado como una apreciable muestra de cine infantil ochentero (la Universal pensaba en ella como orientada a niños, y se llegó a estrenar en programa doble junto con “El último Starfighter”) y supone un auténtco catálogo de product placement para el ochentero: consolas, videojuegos (Atari, desde luego) juegos de rol y tiendas llenas de material retro (retro hoy, entiéndaseme, no entonces) hacen las delicias de cualquier amante de la época.

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Con un presupuesto de unos 2 millones, generaría casi 10, demostrando de nuevo la solvencia de Franklin, aunque no sé hasta qué punto se mantiene, puesto que hoy en día creo que está bastante olvidada, al menos por estas latitudes.

2 años después, en 1986, Franklin dirigiría "Link", con auspicio de producción británica, con Terence Stamp y Elizabeth Shue como reparto, y con BSO de Jerry Goldsmith. Everett De Roche vuelve a escribir el guión, colaborando de nuevo con Franklin. La película presenta a un zoólogo británico que vive en una aislada mansión junto a un acantilado, el doctor Philiph (Stamp) que lleva a cabo experimentos sobre varios chimpancés para aumentar su inteligencia, siendo el más aventajado Link, un orangután que proviene del circo, donde su habilidad con el manejo del fuego y sus gestos y maneras casi humanas, llamaron la atención del doctor.

A la casa llega Jane (Shue) una estudiante de biología que viaja hasta allí para trabajar con el doctor como su ayudante. Link se enamora de ella, comprensiblemente, a mi juicio, y cuando Philiph decide que Link es ya muy viejo y se dispone a practicarle la eutanasia, Link le dice que eso de la eutanasia no es para él, y mata a su amo. A partir de entonces se producirá una tensa caza, auténtico acoso y derribo entre el orangután, violento y brutal cual Rubiales, y la joven Jane, la pretendida de Link, que intenta huir con el chimpancé más joven a su cargo.

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La idea venía de los años 70, cuando Franklin tuvo la idea de hacer algo parecido a “Tiburón” pero con primates. Abandonó la idea hasta que, a principios de los 80, el guionista De Roche le enseñó varios artículos sobre la brutalidad de los primates, y varias matanzas extremadamente violentas que algunos habían llevado a cabo contra su propia especie, incluyendo el canibalismo. La idea interesó a Franklin de nuevo, pero se fue a EEUU a rodar “Psicosis 2”, y así, Link no tomaría forma hasta 1986.

La película es interesante, y su ubicación (una aislada mansión escocesa junto a un acantilado) propicia que, una vez el orangután corta las líneas telefónicas, escapar o pedir ayuda sea prácticamente imposible: la solución al problema que oculta esa oscura mansión deberá ser resuelta dentro de la misma por Jane, sin esperar ayuda externa.
2 años después, en 1988, disfrutamos de una película muy similar, “Atracción diabólica” de George A. Romero, donde una simpática monita, con la que se ha estado experimentando, inoculándole hormonas femeninas humanas, es adiestrada para ayudar a un paralítico a adaptarse a su situación, enamorándose la mona de su nuevo dueño y creando situaciones bastante angustiosas gracias a la parálisis total que sufre este. En general, me gusta considerar ambas películas como un díptico logrado y agradable, dentro de la serie B ochentera.

Franklin, sin embargo, quedó muy decepcionado. La película sufrió varios cortes y remontajes en su trasvase a la industria americana, llegando a perder hasta 13 minutos respecto a su montaje original, contra los expresos deseos de su director. Richard ya había empezado a acariciar la idea de una secuela, una especie de precuela en realidad, que hablaría sobre una guerra de primates en África, pero el relativo fracaso de Link y el sabor amargo que le dejó su distribución, le quitaron la idea de la cabeza antes de concretar nada.

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La película fue un fracaso, no logró recaudar más de 1,7 millones en su estreno, y las críticas fueron más tibias y menos amables de lo que lo habían sido hasta el momento en la filmografía del director. Quizá sea esto lo que, después de 8 años de intenso trabajo, Franklin no volvió a dirigir una película hasta 5 años después.

Y la siguiente sería su segunda secuela, y su última producción norteamericana: “FX 2: Ilusiones mortales". Secuela de una película (“FX: Efectos mortales”) a la que tengo un gran aprecio, buen ritmo, estupenda BSO de Bill Conti, y solventes actores. Bryan Brown era en aquella, el especialista en efectos especiales Rollie Tyler, al que el gobierno americano pedía ayuda, para que hiciera su magia y fingiera el asesinato de un mafioso que deseaba pasar a la clandestinidad y ser testigo protegido. Pero el fingido asesinato resultaba ser más real de lo previsto, y agentes gubernamentales empezaban a perseguir a Rollie con intención de matarle, mientras que un policía, interpretado por Brian Dennehy, le creía un asesino.

La secuela llegaría en 1991. Rollie ha abandonado el mundo de los efectos especiales tras sus vivencias en la primera película, y ahora se dedica a diseñar caros juguetes electrónicos, cuando el exmarido de su actual novia (Rachel Ticotin) un policía de Nueva York, le pide que le ayude, usando su viejo arte con los efectos para tenderle la trampa a un sádico asesino de muchachas. El asesino logra ser capturado y muerto, no antes de que mate al policía. A Rollie, concluido el caso, empieza a perseguirle tanto un sicario como la policía, por lo que llamará a Leo (Dennehy) que ahora es detective privado, para que le eche una mano.

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Sin ser espantosa, es bastante menos elegante que la anterior, con un ritmo mucho menos ágil y una factura casi telefilmesca. La mafia, el Vaticano, unas monedas robadas y unas cuantas sorpresas finales cogidas con pinzas, dejando múltiples cabos sueltos, no consiguen reconstruir el clima de acertada intriga de la primera parte, la cual tenía alguna pincelada de humor (basadas sobre todo en el cómico compañero de Dennehy) mientras que aquí da la impresión de que todo es cachondeo; y donde en FX había un excelente plantel de secundarios de época (Cliff DeYoung, Jerry Orbach, Diane Venora, Mason Adams)… es aquí bastante más débil, siendo el de Rachel Ticotin el rostro más reseñable después de la pareja protagonista. Me sorprende que, tras protagonizar uno de los títulos estrella de apertura de los 90, como fue “Desafío total” sólo un año después estuviera metida en una producción de estas características, y con un papel testimonial sin ninguna importancia.

Como curiosidad, la película fue producida por Dodi Al-Fayed (que figura en los créditos como Dodi Fayed) que ya intervino como productor en la primera parte, el malogrado compañero de la princesa Diana en su último y fatídico viaje. Parece ser que hubo problemas de producción en esta, y el director de segunda unidad, Vic Armstrong, dirigió la película durante las últimas semanas de rodaje en Toronto, por motivos que no he conseguido desentrañar.

Aunque hizo una salida aceptable en la taquilla en su primera semana de estreno, liderando incluso la cartelera, se hundió en seguida, y apenas recuperó lo invertido. El desengaño de Franklin le hizo decidirse por volver a trabajar a su Australia natal… pero esa es otra historia.

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Y la verdad es que ya no he seguido el camino que allí recorrió. Si alguien ha visto sus películas de esta última etapa australiana, que hable ahora. Este trabajo, esta última etapa, incluye varias series de televisión (dirigió 5 episodios de la serie basada en la saga de "El señor de las bestias") alguna película para cines, y varios telefilms en los que estuvo involucrado, de bastante variedad temática (ciencia ficción, drama familiar, intriga…). Su última película, "Visitors", fue estrenada en 2003. Franklin tenía otros proyectos en mente, sobre todo participar en un documental sobre la saga de Psicosis y el legado de la película original en la cultura popular, pero falleció de cáncer de próstata antes de poder ser entrevistado para ello.

A modo de curiosidad, por cerrar el post, Franklin fue co-productor de la mítica ochentada "El lago azul", justo después de dirigir Patrick. Por lo visto, el director de aquella, Randal Kleiser (tiene post propio en el foro) le conoció en Hollywood, y Richard le sugirió usar actores australianos, y le ayudó en la selección del casting. Desconozco hasta donde llegó su participación como productor. Quede, en cualquier caso este post, como memoria a uno de esos directores en su día en boca de todos (al menos, en el ámbito del cine fantástico), hoy, bastante olvidado.
 
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