El Tochopost ha sido considerablemente más complicado que los anteriores, así que espero, me perdonéis los retrasos. Son muchos monstruos, muchos títulos a reseñar... la obra del Escorial, vamos. Y no está terminada. Este Megapost es solo sobre bichos marinos, quedando aún los terrestres, los bichos sobrenaturales, o venidos del espacio... mucho trabajo. Puede que pase algún tiempo hasta que pueda terminar el próximo (o quizá no), en cualquier caso, disfrutarlo. Como de costumbre, si falta algún título, espero que lo pongáis vosotros mismos...
por su inestimable colaboración a la hora de sugerir títulos raros para completar la filmografía del Megapost. De alguna manera, aunque no sé bien como, su paciencia soportó valerosamente mi acoso, a través de múltiples privados, pidiéndole que me citara más y más títulos. No sé muy bien como me aguantó, pero gracias
, claro. Era normal que se quisiera explotar semejante “gallina de los huevos de oro”, pero no creo que nadie contara con la SOBREEXPLOTACIÓN que sufrió, tanto en América como en Europa,
.
. Dino de Laurentiis, más listo que el hambre y con un olfato más o menos infalible para productos de consumo al gusto del espectador, decidió ser el primero, y de la mano de Michael Anderson, nos sirvió esta película.
Un marinero rudo e inculto, Nolan (gran Richard Harris) avista una pareja de orcas en alta mar, y decide capturarlas para venderlas a algún acuario. Por desgracia, durante el proceso, la orca hembra resulta herida de muerte y pierde a su cría. El macho de la especie, al comprobar que ha perdido a toda su “familia”
, que se niega a salir de nuevo al mar. Finalmente, obligado por todo el pueblo, a quien la orca está perjudicando con sus destrozos, Nolan debe hacerse a la mar, acompañado por una especialista en dichos animales (la siempre bienvenida y de hipnóticos ojos Charlotte Rampling) y un indio que aporta el toque de superstición necesaria (el solvente secundario Will Sampson).
La película parte de premisas realmente exageradas e improbables, pero aún así, consigue afectarnos: les da a las orcas un aspecto y cualidades casi humanos (ante los gritos de la orca al ser capturada, un miembro de la tripulación de Nolan chillará “¡Grita como un humano!” y la espantosa escena de la muerte de dicho animal,
y la caída en cubierta de su feto ensangrentado, junto con la última escena, en que la orca macho intenta en vano reanimar a su compañera, todo con la música escalofriante de Ennio Morricone de fondo, termina por ponernos al lado del animal, por lo que
la venganza contra el protagonista humano está totalmente justificada. Nolan nos es mostrado hasta entonces como un tipo insensible, ignorante y avaricioso.
Sin embargo, a partir de ese momento, la interpretación de Harris se vuelve brutal, mostrándonoslo como un hombre atormentado por lo que acaba de hacer, desesperado y amargado, que incluso acude a un sacerdote para preguntarle si Dios puede enfadarse con él por haber cometido un acto de maldad contra un animal. Además, Nolan le confiesa a Rampling el hecho de que años atrás, su mujer y su hijo murieron en un accidente por culpa de un conductor borracho, y que ahora, se han cambiado las tornas, y él es el “conductor borracho”.
Pese a su arrepentimiento, la orca inicia una venganza en toda regla, destruyendo su barco y matando a su tripulación, dañando otras estructuras del pequeño pueblo costero…
Nolan es obligado por el pueblo a hacerse a la mar para enfrentarse a la orca, y en las heladas costas de Terranova
tendrá el film su desenlace, fatal, donde ambos, tanto orca como hombre, han perdido cualquier posible sentimiento humano, y
se han convertido en dos seres encolerizados, empeñados en sobrevivir el uno al otro, al precio que sea…
La película fue editada en nuestro país por
Video Disco, una edición realmente antigua, que llegué a ver en un videoclub hace unos años, aunque era Beta. Yo recuerdo haber alquilado esta película prácticamente de niño, y me supuso un gran descubrimiento. Se trata de una película muy especial, con una banda sonora que se te mete agradablemente entre los oídos para no volver a salir en un buen rato, y con una historia que desdibuja los límites entre “buenos y malos” siendo más la orca la víctima, y el hombre el verdugo, mientras que a lo largo del film,
se van intercambiando esos papeles.
Melancólica, triste, a ratos realmente desoladora, se trata de una obra maestra dentro del subgénero. Curiosamente, al principio de la película, el personaje de Rampling da una conferencia sobre estas, evidenciando que se trata de una criatura inteligente, casi humana, y extremadamente pacífica si no se la ataca, pero si la atacan, se convierte en la criatura más poderosa del océano. Para reforzarlo (y quizás, para cerrar comparaciones con el escualo de la película de Spielberg) posteriormente surge un monstruoso tiburón blanco que está causando varios destrozos en la zona, y que
es devorado por la orca, como si nada. Los productores de Tiburón se tomarían la revancha en el futuro…
Un año después, en 1978, tenemos
Tiburón 2. Un filme lastrado por diferencias de la visión de lo que decía ser el filme, entre los productores y el director inicialmente previsto, John Hancock. La marcha de Hancock del proyecto dejó la película sumida en un caos, y parecía que podía llegar a quedarse en los archivos de la Universal, pero se contrató a toda prisa a Jeannot Szwarc, director de documentales, que intentó poner orden y proporcionar un plan de rodaje realizable. Tal vez por este “baile” de directores,
la película no parece tener un alma, una identidad propia. Como película está bien, la verdad, y ofrece una historia totalmente innecesaria, pero bien rodada. Tenemos a la ciudad de Amity, que cinco años después de los sucesos narrados por Spielberg, vive el comienzo de un nuevo y prometedor verano. Todo el mundo ha olvidado aquello, pero primero, un submarinista desaparece, y luego, dos chicas que practican esquí acuático mueren brutalmente devoradas, haciendo explosión su barca. El jefe Brody comenzará a mirar el mar de otra manera, y cuando aparece, en la cámara del submarinista desaparecido,
una sombra en una foto, el jefe Brody la identifica como la cabeza de un tiburón. Las autoridades, naturalmente, lo niegan todo, achacándolo a la traumática experiencia que el policía viviese en alta mar años antes, enfrentado al primer tiburón, y Brody comenzará a vigilar la playa sin encomendarse a nadie…
Lo peor de la trama es, sin duda, la presencia del hijo adolescente de Brody, Martin, ya que
sirve para introducir a toda la fauna adolescente de Amity, un grupo compuesto por veraneantes pijos de clase alta, y tristes chicos que residen en la isla todo el año, de baja condición social y vida gris. Semejante contraste no aporta nada nuevo, salvo
las típicas escenas de ligoteos y conversaciones vacías, aunque hacia el final, cuando los chicos se vean cercados por el tiburón, estando a bordo de un catamarán, quedarán algo mejor dibujados. Entre ellos podemos reconocer (es al único al que reconocí) al joven Keith Gordon, actor juvenil que en los ochenta aparecería en filmes de terror (
Vestida para matar,
Christine) y en una disparatada comedia (
Loca academia de combate).
Sin duda lo mejor de la película, y el motivo principal para verla, es la esforzada interpretación de Roy Scheider (pese a que no quiso, en principio, participar en la película). El jefe Brody resulta aquí todavía más enriquecido como personaje que en la película de Spielberg. Aparentemente, los horrores sucedidos a bordo del “Orca” han quedado olvidados, pero solo están bajo la superficie, y
basta con que se insinúe una nueva amenaza proveniente del mar para que todos esos terrores salgan a flote y le conviertan en un hombre obsesionado, y casi irrazonable. Su enfrentamiento con las autoridades, donde se muestra casi neurótico, acusándoles a todos de su incompetencia y su incapacidad para actuar, es uno de los mejores momentos de la película, en general, todas las escenas entre Scheider, su “esposa” Lorraine Gary, y el alcalde, Murray Hamilton, son lo mejor de la película.
Una nueva versión de la historia de Spielberg, repetitiva y sin nada que aportar, pero pese a todo, entretenida y no del todo mal contada. Su tono indefinido será quizás, culpa de la autoría múltiple, pero a mi me resulta una película bastante atractiva, una secuela digna, aunque con sus altibajos. Diré, como curiosidad, que en la película aparece una enorme orca muerta en la playa, con media cara destrozada por el tiburón, sin duda
una cumplida venganza por el descaro de
Orca, la ballena asesina.
Obviamente, hubo más secuelas. En 1983 nos llegó
Jaws 3-D (ese año también
Viernes 13, parte 3, se aprovechó de ese sistema, que pasó por una momentánea y poco fructífera resurrección). La película tuvo que ser estrenada en España como
El gran tiburón, ya que la nomenclatura correspondiente le había sido robada por una película italiana estrenada dos años antes, titulada
L’Ultimo Squalo, y que aquí, editada en vídeo por
José Fradé, se aprovechó para ponerle el título de
Tiburón 3. La italianada es un producto de efectos especiales infames (hay que ver al “tiburón” para creérselo) donde intentan hacernos creer que los actores son americanos, y que la película
transcurre en una localidad playera americana. Pero nosotros, ya curtidos en semejantes tretas de nuestros primos mediterráneos, por supuesto, no nos lo vamos a creer: no hace falta más que echar un vistazo a los actores, dos actores americanos de capa caída como James Franciscus y Vic Morrow, y el resto,
todo nombres italianos, tanto en la ficha técnica como en la artística. Era muy habitual por la época (¿no lo ha sido siempre?) coger a un par de actores americanos deslucidos para hacer pasar un producto extranjero por una película made in USA. Pero no hay más que prestar atención a los títulos de crédito para evitar el engaño.
En esta película también tenemos una banda sonora inconfundible que
parece sacada de archivos de bandas sonoras para videojuegos ochenteros, y como último comentario, aquí está una escena que ha sido una leyenda urbana durante mucho tiempo, la imagen del tiburón surgiendo del mar para hundir un helicóptero con él. Pero es que el helicóptero estaba haciendo la supina gilipollez de tirarle carnaza… vamos, ¡que querían pescar al bicho con un helicóptero!
El director de tamaño despropósito es Enzo G. Castellari, un mercenario experto en plagiar todo lo que se le ponga por delante, del que hablaremos en otro post largo y tendido, gracias a esas dos películas que son
1990: Los guerreros del Bronx, y su secuela,
Fuga del Bronx.
El engendro mutante de El gran Tiburón
Volviendo al
Gran tiburón (Tiburón 3 legítimo) dirige Joe Alves, que ya estaba en las dos anteriores películas, como diseñador del bicho. Nunca, tras esta película, volvió a ponerse tras las cámaras, aunque el resultado, para mi
, no es tan terrible como la gente suele decir. En el guión tenemos, entre otros, a Richard Matheson, que me da que cobró un cheque, firmó y se piró, pues
no veo su maestría con la pluma por ninguna parte en la película.
Lo primero que siempre digo al hablar de esta película es que, si se hubiera estrenado como película independiente a la saga iniciada por Spielberg, la gente la habría querido mejor. Se trata de una película
muy diferente a las dos anteriores, donde todo giraba alrededor de un pueblecito veraniego y unos pocos personajes, magníficamente dibujados. Aquí, por contra, estamos en
Mundo Marino, un inmenso y lujoso parque de atracciones acuático que cuenta además con una novedad, toda una estructura de tubos submarinos por las que los visitantes pueden ir contemplando las curiosidades del océano. El diseñador del parque es Michael Brody, hijo del policía que años atrás, se enfrentó a varios escualos en Amity, aunque aquí, Michael y su hermano Sean solo parecen rememorar el primer ataque de la película de Spielberg,
omitiendo lo sucedido en la segunda parte. Poco a poco aparecen cadáveres, desaparece gente, y se hace evidente que hay un escualo en el parque. Es capturado un ejemplar pequeño que muere poco después, y que era solo una cría, por lo que resulta imposible que fuera el bicho asesino. El verdadero peligro es la madre,
el más monstruoso tiburón de toda la saga, que se dedicará a darse cabezazos contra los tubos de cristal submarinos llenos de turistas, para sacar de ahí su cena.
El reparto es ochentero total, empezando por un joven protagonista Dennis Quaid como hijo mayor de la familia Brody; Louis Gossett Jr como el multimillonario creador del
Mundo Marino Calvin Bouchard (los dos volverían a coincidir en
Enemigo mío) o Simon MacCorkindale, actor habitual de Lucio Fulci que aquí interpreta a un archifamoso cazador de todo tipo de animales, que
decide tender una trampa al escualo gigante usando cebo humano. Entre las mujeres de la película tenemos a Bess Armstrong y ¡Lea Thompson!
La película no es en absoluto el típico producto de “tiburón en la playa destrozando bañistas”, sino que tiene más que ver con
La aventura del Poseidón, que con
Tiburón en si, ya que es puramente una película de catástrofes. Atención al bicho, totalmente alucinante, puesto que se trata de un ser enorme y muy poco creíble, cuando sale de cerca, se ve claramente que
no es mucho más que un muñeco… lo mejor sin duda son las agónicas escenas de los turistas atrapados en los tubos submarinos, acosados por nuestro engendro favorito. Por estos alres, nos la editó CIC Video.
Si a alguien le parece que
El Gran Tiburón no es una película decente (teniendo en cuenta que se trata de un producto de explotación ochentero) salid de la sala, por favor, puesto que lo que ahora vamos a tratar os puede producir fuertes dolores en el pecho. Y es que hay más, una cuarta parte, dirigida por Joseph Sargent a finales de los ochenta, y que se trata sin duda de
la peor película con tiburón jamás hecha. Incluso más que las italianas... perdonadme, Enzo y Bava. Se trata de un subproducto lamentable centrado en la familia Brody: el jefe Martin murió de un infarto años ha, pero su esposa (Lorraine Gary otra vez, imagino que tendría a alguna hija embarazada y necesitaba la pasta) está convencida de que fueron los tiburones, y que pesa una maldición sobre toda la familia. Parece confirmarse cuando el hijo menor, que ocupa el puesto de su marido como jefe de policía de Amity,
muere brutalmente devorado en Nochebuena. No está mal la escena, veamos: el muchacho pega cuatro brincos por el agua, intentando emular el asesinato inicial de la primera parte. El agua queda en calma, y la cámara se acerca a la superficie, como si fuese a mostrarnos al bicho. Entonces, funde con un plano de un ojo negro, que resulta ser
una sardina friéndose en una sartén en la cocina de los Brody. Poético, ¿no?
La buena mujer decide irse a vivir a las Bahamas con su hijo mayor (que como no, trabaja en el mar, analizando la vida de las caracolas junto con Mario Van Peebles). Pese a que se supone que los escualos no soportan las aguas cálidas, el tiburón hace las maletas y les sigue, dedicándose a aparecer por la playa de vez en cuando. Michael Caine (hay que pagar facturas a fin de mes) es un piloto que le cae fatal a Michael Brody, y que por supuesto, se enrrollará con su viuda madre, mientras hace chistecitos.
¿Que porqué es TAN MALA esta película? Veamos... el plano del bicho sacando las fauces del agua. Lo sacan mucho, más de media docena de veces el bicho asoma la cabeza. El problema es que
el plano es el mismo, reciclado una y otra vez, y se nota. Por otra parte, rara vez sacan al bicho al completo, solo la cabeza, la aleta, poco más. Y cuando sale, parece que el pobre va a desarmarse en pedazos en cualquier momento. De hecho hay una escena donde tiene que mordisquear un barco, donde sufrí por la pobre bestia. Llevaba dentadura postiza, y de tanto morder, parece que se le va a caer.
Aparte de eso, hay algunas escenas rodadas en el mar, un mar azul por los azulejos, porque
están rodando en una piscina. No es que vea nada de malo, muchas películas ambientadas en el mar tienen numerosas escenas rodadas en piscina... ¡pero hay que disimular, coñe! Que el brillo del sol al caer sobre los azulejos canta por soleares... por si esto fuera poco, al final dos personajes principales se caen al agua, y uno de ellos incluso nos lo muestran en un plano acuático, en las fauces del bicho. Pero
ninguno de los dos muere. ¡Este no es el tiburón zampahumanos que conocíamos! Lo que yo decía: problemas de dentadura. Son doce años ya, al tiburón hay que jubilarlo... y de hecho, hasta ahora, lo han dejado devorar en paz. Y que descanses muchos años, "Bruce"
Junto con
Orca, mi película favorita de este grato subgénero es
Piraña, de Joe Dante. Con un guión de John Sayles (ambos repetirían en
Aullidos, y a Sayles le volveremos a mencionar en este post, más tarde) se trata de
una deliciosa tragicomedia con toques de terror y gran ironía. Y si no, obsérvese la escena inicial, donde una pareja se mete en la piscina de unas instalaciones militares aparentemente abandonadas, para ser devoradas por algo que mora en el agua, de forma muy similar a cómo empieza
Tiburón. Para luego, mostrarnos a la protagonista en el aeropuerto
jugando con una máquina recreativa llamada Jaws. Ironía en estado puro.
La protagonista es una detective que ha sido contratada para encontrar a la pareja de adolescentes, fugados de casa. Con ayuda de un nativo de la zona, comienza a buscarlos, yendo a parar a las instalaciones militares. Deciden vaciar la piscina, y son atacados por un doctor en estado de locura (Kevin McCarthy, apuntándose a un bombardeo) que más tarde, les revelará que acaban de soltar en el río a
una raza de pirañas asesinas, creadas genéticamente para usarlas en la guerra de Vietnam, que se multiplican a velocidad de vértigo… los cadáveres no tardarán en amontonarse conforme los bichos pasen por un campamento de verano (donde está la hija del protagonista) y un parque acuático recién inaugurado.
Lo más curioso, aparte de los momentos de humor (alguno corre a cargo de Dick Miller, que no podía faltar en una película de Dante) son las escenas con sangre y
niños muriendo devorados a punta pala, escenas que sin llegar en ningún momento al gore, salvo algunos planos sueltos para reforzar la masacre, están resueltos con los críos chapoteando en el agua enrojecida, resultando mucho más inquietantes y atrevidas que mucho cine fantástico de hoy en día. Al final, pese a incompetencias políticas, chanchullos de hombres de negocios, y otros problemas derivados, nuestro héroe intentará resolver la papeleta intentando liberar productos tóxicos en el mar, de una vieja fábrica abandonada que quedó sepultada en las aguas, por la cual tienen que pasar los bichos. Un curioso apunte que
va contra todas las nociones de ecología y medio ambiente que nos enseñaron en el colegio, pero que resulta ser la única manera de acabar con las pirañas.
Además de McCarthy, tenemos otra vieja gloria del cine: la británica Barbara Steele, que ha participado en un buen montón de títulos, míticos y no tan míticos: desde películas de Mario Bava y Ricardo Freda, a la primera película de David Cronenberg,
El pozo y el péndulo de Corman… el plano con ella hablando por televisión con cara de mala, diciendo que el peligro ya ha pasado, aunque nosotros
sabemos que puede no ser así, es de antología.
La película tuvo secuela y remake (además del que prepara Aja) pero hablaré de ellas en el apartado casposo…
A título personal, en mi adolescencia visitaba mucho un videoclub llamado “Urigar”. Era un videoclub tan antiguo como enorme, de dos plantas: la de abajo, con las “novedades”, y las paredes forradas con posters, la de arriba, con todo lo demás. Las estanterías eran de hierro en lugar de madera, como solía y suele ser habitual, y las películas eran… yo que sé cuantas.
Más de las que yo llegaré a tener jamás en VHS, y eso es mucho decir. Las había del Oeste, películas raras, raras, raras, explotations, películas de Paul Naschy, alguna de los templarios de Osorio, películas de ninjas cuyos directores se escondieron del mundo tras los rodajes, temerosos, películas bélicas ochentenas, malísimas todas ellas, de pandillas de moteros, de Pajares y Esteso… allí, la selección era realmente VASTA. Tenían todo de todo, es
el más increíble videoclub que jamás haya visto. Desgraciadamente, cerró hace unos cuantos años. En ese videoclub había una regla SAGRADA:
las películas no se venden. Ni por mil pesetas, ni por dos mil, cinco mil, o diez mil pesetas. Son originales, algunas son imposibles de encontrar, y el videoclub las quiere conservar.
Lo siento, chaval, debió la frase que más me dijo el dueño en mis visitas allí. Solo te vendían películas si tenían más de una copia, pero era rarísimo, ya que aquello no era un blockbuster, y solo traían dos o tres copias de los estrenos recientes, como
Terminator 2,
Daniel el travieso, o
Máximo riesgo. A mi aquello no me servía para nada, yo quería comprar las de la Cannon,
Los chicos del maíz, el
Drácula de Badham,
Una pandilla alucinante… pero NO PUDE.
Luego, hará unos años, fui allí, buscando poder ver
Noche de miedo, la primera parte. No la tenían, y además observé que
había muchas menos películas de VHS. Muchas menos, pero de verdad. Estuve echando un vistazo y al final cogí varias, no recuerdo cuantas, entre ellas
Juguete mortal. El dueño me dijo que eran 2 euros. ¿Hum? ¿De cien pesetas por toda la semana, a 2 euros? ¡Como ha subido los precios, esto del euro!
No, no, me corrigió. Dos euros de venta. Ya no las alquilamos.
En aquel momento, se me hicieron los ojos chiribitas, mientras
se dirigían al piso superior. Todas aquellas joyas estaban a mi disposición. EL fin de semana siguiente acudí allí con cuarenta euros, y me llevé una bolsa enorme llena de películas, aunque para mi desgracia, la gran mayoría de rarezas y antigüedades habían desaparecido. Entre las que me llevé, estaba
Piraña.
Después de visitar monstruos marinos (me dejo
Voracidad, por no recordarla apenas, aunque era un título muy alquilado),
vayamos con los cocodrilos. Eso es, vayamos por
La bestia bajo el asfalto (
Alligátor). Dirigida por Lewis Teague (más o menos competente realizador de serie B, que repetiría con títulos como
Cujo,
Miedo azul, o
La joya del Nilo) y en el guión tenemos otra vez a John Sayles, colaborador de Dante. Se trata de
una deliciosa monster movie ochentera, con Robert Foster, el típico actor con carisma suficiente para llegar al público. Creo que la cantidad de actores como él se ha reducido drásticamente, y es que hoy en día, los actores más famosos pueden ser mejores o peores que Foster, pero nadie se los cree como personas corrientes en las películas, ni de coña: son superestrellas y no lo disimulan. Por eso me gustan tanto estos actores, por lo general desconocidos, con cierto carisma y no exentos de talento, que son capaces de hacernos creer el
“te puede pasar a ti”.
En los años setenta, una niña adopta a una lagartija, a la que apoda “Ramón”. Su padre, sin embargo, la obliga a tirarlo por el retrete. Ya “en nuestros días” en el sistema de alcantarillado de Nueva York comienzan a producirse desapariciones y muertes varias. Un policía (Foster) lo investiga con ayuda de una experta en reptiles (que no será sino la antigua propietaria de Ramón) y pronto,
un bicho de más de diez metros asomará el hocico por las alcantarillas para merendarse a los paseantes. Y es que su crecimiento antinatural se debe a que ha comido perros muertos, tirados a las alcantarillas por una compañía farmacéutica que previamente ha hecho experimentos ilegales sobre ellos…
Con los toques justos de gore, es una película muy oscura, con algunos momentos de suspense muy conseguidos (concretamente, algunas correrías del policía y sus compañeros por las alcantarillas). Sayles desarrolla aquí también una trama anti autoritaria: si en
Piraña, eran los miliares los responsables de todo el mal, aquí todo sucede por
la negligencia de una compañía farmacéutica, encubierta además, por motivos políticos.
Probablemente es
una de las películas que mejores resultados arroja, simpática, bien realizada e interpretada, muy entretenida (no se le puede pedir tampoco mucho más que eso) y muy localizable en su época, pues todo el mundo la había visto, o había oído hablar de ella. La idea central es
una leyenda urbana americana, aunque luego se ha dicho que la leyenda surgió de la película. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? No lo sé, el caso es que, según la leyenda urbana, algunos niños americanos tiraban sus lagartijas por el váter, y se convertían en caimanes, devorando a los trabajadores de las alcantarillas.
La película tuvo secuela,
Alligátor 2, que por una de esas curiosidades y coincidencias derivadas de que aquí, los distribuidores
cambiaban los títulos de las películas a su conveniencia, vimos en vídeo como
Alligátor, a secas, que es el título de la primera, precisamente. Aunque la tengo en VHS, no se veía muy bien, y no he llegado a verla. De la primera vez que la vi, solo recuerdo una escena en que encuentran la bota de un trabajador… con media pierna dentro. Y creo que también había corruptela político/farmacéutica, pero no podría jurarlo, la vi hace mucho tiempo.
Luego hay algún que otro producto menor, como
Caimán, de Sergio Martino, una bizarrada que
merece, por méritos propios, figurar en el apartado de “Caspa”, o, aunque muy por los pelos,
Trampa Mortal de Tobe Hooper, donde el asesino del motel Starlight tiene a un cocodrilo al que venera enfermizamente, echándole para comer los cadáveres de sus huéspedes asesinados. El bicho, probablemente de plástico, sale más bien poquito, y a Dios gracias, convirtiéndose en un McGuffin en toda regla, la obsesión en torno a la cual, giran los temores y las acciones del desquiciado protagonista. El bicho solo llega a comerse un perro, si no recuerdo mal, escena desquiciante seguida de otra, aún más desquiciante, en la que el matrimonio formado por William Finney y Marilyn Burns se pelean en la habitación.
Tampoco puede faltar esa escalofriante frikada que es
Humanoides del abismo. Una película de la factoría Corman, dirigida curiosamente por una mujer, Barbara Peters. Hoy en día puede ser vista como un
subproducto de consumo ochentero barriobajero, pero en su día resultó ser una auténtica REVOLUCIÓN social, con colas en los cines, padres preocupados por una película donde unos bichejos se dedican a violar mujeres, con el contenido sexual y violento explícito… recuerdo muy vagamente haberla visto en videoclub, y creo que la editó
Warner (incluso recuerdo que la carátula llevaba dentro un folleto con novedades, donde anunciaban “Los caballeros de la moto”, de Romero).
La película era carne de videoclub, y de recreo.
En el reparto tenemos a Vic Morrow, que también salió en la explotation italiana
Tiburón 3, y en la famosa
Los guerreros del Bronx; y que tristemente acabaría su carrera con el dramático accidente, mientras rodaba su segmento de
En los límites de la realidad, dirigido por Landis.
En una comunidad pesquera, con profusión de salmones en sus aguas, los peces empiezan a escasear, y la próxima apertura de una fábrica de conservas en el pueblo pone nerviosos a todos, puesto que estro dejará sin trabajo a mucha gente. Pronto aparecen unos bichos mutantes reptilescos (con ciertas semejanzas a los lagartos de V) que
asesinan a los hombres y violan a las mujeres para dejarlas preñadas. El contenido erótico está bastante superado, no así el sangriento, pues la película resulta repugnante aún hoy en día. Una película extrema que diez años atrás, ni se hubiera podido estrenar (por no hablar de
estrenar algo así, actualmente...). Tuvo secuela, pero no la he visto. El final de la primera parte deja a las claras que la secuela es viable... conectando además, con la dichosa saga de los lagartos Concluyo diciendo que la expresión
que te folle un pez, probablemente salió de este filme
Por último, quiero mencionar de pasada
La isla. Cierto,
no es de monstruos marinos, pero tiene una gran ambientación marina
En ella, Michael Caine es un periodista que viaja al Caribe con su hijo, buscando resolver el misterio del triángulo de las Bermudas, para encontrarse con una banda de piratas que llevan tres siglos escondidos en una isla, abordando buques y barcos, sin modernizarse en absoluto, ni cambiar de costumbres... con momentos de gran aventura y atmósfera marina, y otros oscuros, enfermizos y de locos. David Warner es un actor que me encanta,
aquí hace de líder de los piratas...
Caspa: No se puede empezar el subforo “Caspa” sin hablar de
Piraña 2: Los vampiros del mar. Esto es como el día de la Marmota, pues lo estoy escribiendo por segunda vez… bueno, al lío.
James Cameron dijo que la suya era
la mejor película de pirañas voladoras que jamás se haya realizado. Aquí, en el Megapost ochentero, como no podría ser de otra manera,
estamos completamente de acuerdo con esa afirmación, la defendemos con la batalla, si es necesario, ¡y con la vida, si llega el caso! Es más, yo iría más lejos: afirmo que la película es una obra maestra del subgénero de pirañas voladoras. Pero, ¿hay alguien que haya visto OTRA película de pirañas voladoras? De ser así, ruego nos lo comunique, porque yo, con toda la basura cinematográfica que he tragado,
jamás me encontré con algo similar. Se rumorea (y probablemente, Cameron lo confirmase en alguna entrevista) que estaba enfermo durante el rodaje y que él no la rodó, sino los productores italianos (con Italia hemos topado...). En cualquier caso, la firmó él, y para la sección de Caspa, no podría haberse hecho mejor (es decir, peor).
El remake de los años noventa era
pura basura telefílmica. Protagonizado por William Katt (El gran héroe americano) y Alexandra Paul (Los vigilantes de la playa) copiaba la estructura de la película de Dante, si bien cambiado de sexo a algunos personajes: así, el doctor interpretado por Kevin mcCarthy en la original, es aquí una doctora, y el personaje de Barbara Steele es un hombre. La película es mala a rabiar, y
sus escasísimos logros, vienen del original de Dante. Todo está más suavizado, incluido el final, y con una factura del telefilm que tiraba para atrás. En su día la alquilé en un videoclub de Torrevieja, llevaba el título de
Piraña'95, y más tarde, alguna vez la han echado por televisión. No sé lo que hará el tal Aja (su cine no me gusta mucho) pero superar el anterior remake es tan fácil como... hacer algo bien. No se necesita más. Esperaremos, y veremos.
Cartel del remake noventero
Ahora nos toca hablar de Caimán, de Sergio Martino. Un explotation italianada en toda regla, mala, mala, mala. Hace ya muchos años, en un mercadillo de ropa encontré un puesto donde, en una caja, tenían VHS. Curiosamente eran títulos raros de películas muy antiguas, no conocía ni una. Cogí esta porque la carátula tenía buena pinta, para enfrentarme a un bodrio mayúsculo. Otro saqueo de la estructura de tiburón: un hombre de negocios planea montar un destino turístico en Sri Lanka. El descubrimiento de que un caimán vive en la zona, no le impresiona mucho, y decide callar el asunto para que los turistas sigan viniendo. El dichoso caimán no saldrá más de diez minutos a lo largo de la película, y sus apariciones se resuelven en chapoteos, agua enrojecida y alguna aparición patética, con una dentadura que parece hecha a base de colillas, papel de aluminio pintado de blanco, y desperdicios. Realmente patético ver lo que se hace con un material sobado. Los italianos hicieron mucha copia, pero algunas, procuraron hacerlas bien. Caimán, no es el caso, porque, si el bicho de plástico no fuera suficiente bochorno, todo lo que acontece fuera del agua son más y más conversaciones entre los personajes (diálogos de besugos para rellenar minutos, especialidad italiana) además de técnicas de ligoteo cutres. Y la banda sonora está entre lo peorcito del repertorio (que ya es decir...).
Prescindible. Ni para reírse, oigan.
, de Lamberto Bava. Probablemente es
de la película de Spielberg... que es caso lo mejor que se puede decir de ella. Lamberto nunca fue santo de mi devoción (salvo las dos
, y la presente. En el Caribe, un bicho mutante empieza a devorar a la gente, resultando ser un experimento genético,
. El villano del film (impagable)
, y la primera parte de su maquiavélico plan es crear la criatura... que todo sea dicho, es ridícula: una especie de calamar con tentáculos y unos cuantos dientes pegados, y tenemos al "devorador" del océano preparado para mordisquear enemigos. La película es bien malucha, casi un cómic absurdo, con los diabólicos planes del villano, la criatura, peleas submarinas, competiciones deportivas acuáticas...
.
Lo que mola es la carátula... de hecho, muchas de estas películas valdría la pena comprarlas solo por sus carátulas, que a veces (¿demasiado a menudo?)
. La carátula presenta el mar, bañado de naranja por el amanecer, con brazos surgiendo del agua, y las fauces del bicho por encima (enésimo plagio tiburonesco, ahora, la carátula).
, ¡cuantas joyas ochenteras editaron estos, con sus carátulas rojas! Desde italianadas de Fulci y Bava, las de
, películas de Pajares y Esteso, las dos películas de los Hombres G (yo tengo la primera
) películas aventureras chuscas imitando a Indy Jones... ¡eso son muchas horas de entretenimiento juvenil!
, de George Pan Cosmatos, con un reparto espectacular de estrellas secundarias: Peter Weller, Ernie Hudson, Daniel Stern, Richard Crenna, Amanda Pays (esta siempre me ponía burro...). La película
... así, el mar ha sido industrializado, y mineros se encargan de sacar de él plata, oro y diversas fuentes de energía. Un grupo de mineros esperan a que su turno de 90 días concluya, para volver a la superficie. Durante una incursión marina de rutina, encuentran un viejo barco ruso hundido, el
, y dos de los tripulantes entran en él. Allí encuentran pruebas de que los tripulantes hundieron su propio barco, suicidándose, para que no saliese a flote
que había en el barco... En el barco, aparentemente, no sucede nada, pero poco después,
... un organismo extraño y letal se ha colado en su plataforma...
, en tierra de nadie, como muchas películas rodadas en 1989, entre los 80 y los 90, pero los actores no lo hacen nada mal, creando una buena situación de tensión, con los típicos toques de humor (algunos muy absurdos, como los que corren por cuenta de Stern).
, entretenido y entrañable. Aunque Cosmatos sabe hacerlo mejor...
Comentar ahora un par de películas de este tema, que vi hace un par de años, y que no he sabido localizar/encontrar, ni siquiera he podido confirmar su existencia. Una es
, que, tras algunas investigaciones, creo que hay DOS películas con ese título. La vi en aquellos míticos veranos, con Tele5 poniendo secuelas de Jaws, Karate Kimura, y Chicho Terremoto... en fin,
, algo que a los más jovenzuelos les sonará a ciencia ficción. Por lo que recuerdo,
, había muy pocos, y la trama central consistía en una súper conspiración, que tenía algo que ver con el agua embotellada, y al final, cuando los protagonistas llaman a la policía, son acribillados por los mismos, sin que se sepa muy bien porqué
La otra la vi en Antena3, era el típico telefilm de tres horas que emitían cortándolo y pasándolo en sábado y domingo. Se titulaba, sino recuerdo mal, La criatura, y basado en la novela de Peter Benchley Tiburón Blanco (que he leído) contaba las peripecias que sucedían en una isla, cuando una misteriosa caja es abierta... la caja contenía un arma nazi, que iba a usarse en la Segunda Guerra Mundial, pero el submarino que la trasladaba fue hunduda:
. Telefilm cutre y barato donde los haya, pero que me hizo echarme unas risas... ¿a alguien le suena?
(el productor es Samuel Arkoff, productor de las películas de Roger Corman). Los actores secundarios y la banda sonora (el tema principal, bautizado por mi como "tinoninonino-ni, se me ha metido en la cabeza) no dejan lugar a dudas...
Con un reparto de lujo (que pena ver a tan grandes actores en semejantes películas) John Houston, Henry Fonda, y Shelley Winters. Houston es un periodista anciano que vive con su hermana (la Winters) e investiga una serie de
, con las víctimas despellejadas y los huesos chupados de tal forma, que es imposible que una criatura conocida de la vida marina haya podido ser responsable. Una todopoderosa compañía, dirigida por Henry Fonda,
...
Curiosa, con una fotografía setentera muy bonita, y esa banda sonora tan... adictiva. Un pelín por encima de todas las casposidades aquí mencionadas:
Abrimos esta sección casposa con Piraña 2, y yo quisiera cerrarla con un producto nacional bruto (sobre todo BRUTO), una coproducción entre España y Estados Unidos, donde tenemos ocasión de ver mezclados a
. Se trata de
. Una CUTRADA de proporciones épicas, en las cuales, tras unos extraños experimentos bajo el agua, se envía un submarino para explorar, que rápidamente desaparece. Tendrán que enviar otro a inspeccionar...
Extraordinaria frase publicitaria con la que se anunciaba la película. Lamentablemente, no la tengo en VHS, y no la veo desde aquellos tiempos, pero con decir que supera a algunas de las italianadas que he mencionado en casposidad... creo que queda todo dicho. Hay que verla si o si, es una GLORIA española (del cine cutre, se entiende). Además, recuerdo que las cuevas submarinas eran de un cartón piedra delicioso...