Megapost de los Ochenta X: Monstruos, Tercera parte: ¡Somos monstruos!
Megapost de los Ochenta X: Monstruos, Tercera parte: ¡Somos monstruos!
Debido a su extensión, el megapost irá en dos partes. La primera ahora, la segunda dentro de unos minutos... paciencia, suplico.
Entramos en un segmento especialmente cutre, casposo y ochentero de este Megapost de los Ochenta, un post
lleno de monstruos marginados entre los marginados, en tierra de nadie. Criaturas fuera de toda lógica, bebés mutantes asesinos, masas de plastilina animadas por stop motion, hombres que se convierten en panteras, deformes criaturas provenientes del Infierno, esferas voladoras descerebrantes… todo puede suceder,
y seguramente, suceda. Estén atentos en todo momento, ¡la amenaza puede llegar de donde menos se la espera! Incluso de unos inofensivos tomates en la bolsa de la compra. Dividiré el post en
varias secciones, a saber:
Monstruos multiformes y criaturas,
monstruos humanos, y
muñecos asesinos. Veo imposible e innecesario hacer sección de caspa, el 90% de este megapost vuelve a ser altamente casposo.
NOTA: Debido al volumen increible del post, los Muñecos asesinos quedan aplazados para el siguiente.
Este es
el penúltimo post del bloque “Monstruos” que me ha llevado mucho tiempo hacer. Habéis tenido mucha paciencia, aunque creo que merecerá la pena, por que los retrasos se han debido a que he ido añadiendo más y más películas. Aún queda uno más, sobre
monstruos venidos del espacio, que debe ser más cortito. ¿Después de eso? Solo Dios (o más probablemente, Satán) lo sabe. Y antes de meternos en materia (o de que la materia se meta en nosotros)
dar las gracias a los foreros que me habéis enviado sugerencias de títulos para incluir.
Ellos saben quienes son. Incluso los que tienen personalidad múltiple, lo saben. Espero que esta introducción, en plan Chicho Ibáñez Serrador (o en plan Peter Vincent, o incluso Elvira, aunque yo no tengo sus magníficas ubres) no se os haya hecho muy pesada. Que lo disfrutéis.
Dos foreros de Nosolohd recibiendo la noticia: el Megapost ya está listo.
Monstruos multiformes y criaturas: Un megapost de monstruos, comenzado por “monstruos multiformes”
debe empezar por
El ataque de los tomates asesinos. Si o si, sin discusión. Es la típica película que en la España de aquellos días, no te creías que existía. Se rumoreaba, se hablaba, se decía, se la buscaba… pero nadie creía realmente en su existencia. Era
fruto de leyenda, perteneciente a un mundo de películas peores que cualquier pesadilla, el tipo de películas de las que solo se hablaba en los más cutres y casposos fanzines. Y los que os estéis preguntando qué coño es un fanzine... ¡jovenzuelos impúdicos e ignorantes! Pues
venía a ser algo así como un blog muy casposo, pero en papel. Yo mismo llegué a editar uno o dos cuando estaba en el Instituto, solo necesité folios, tijeras, pegamento, grapas, bolígrafo, y mucho morro. Para que se hagan una idea, viruete.com sería un fanzine cojonudo en su época, aunque mientras esa gran página trata muy diversos temas (cine, tele, comida, música, juguetes, juegos y mil cosas más) los fanzines
solían tratar de una sola temática, ya fuera cine, o música, o rol… aunque también los habría que fueran un popurrí de todo. Pero ya me estoy enrollando…
Basada en el best seller “Los tomates de la ira”,
El ataque de los tomates asesinos es
la película más casposa, mala y desvergonzada jamás contemplada por mis ojos.
ROTOR a su lado, sería una película SERIA. Con eso, creo que lo he dicho ya todo. Habrá quienes no hayan oído hablar de esta joya de la mugre, y al leer el título, pensarán que les tomo el pelo. Bien por ellos, conocer su existencia le
incluye a uno en una secta de brujos, totalmente underground y maléfica, prestos a sacrificar cachorritos y profesores de informática. Y verla, es ya una experiencia inolvidable y muy destructiva para las neuronas. Los títulos de crédito
repiten los mismos nombres y apellidos una y otra vez. Es ya una mala señal. Luego, aparecen escenas, con gente hablando, y es todavía peor. Una pareja de ancianos comentan el paso de un tomate gigante que devora a un niño, sin inmutarse ninguno de los dos. La abuela hace ganchillo pacíficamente mientras su vecino es devorado. La policía llega a la casa de una víctima, y ya de entrada, dicen que no hay pistas, ni móvil para el crimen… ¡sin haberlo investigado previamente! Hay explosiones increíbles. Un helicóptero de juguete
juega a ser un helicóptero REAL de la policía. Los extras ponen cara de mucha sorpresa, vamos, la misma que pondría cualquiera que no fuera actor, que se limita a abrir mucho la boca y los ojos. Tenga cuidado, hombre, no se le vaya a desencajar la mandíbula. ¡Vaya expresividad! A partir de ahí,
la fiesta y el cachondeo están garantizados. Militares y científicos directamente gilipollas, intentan investigar el asunto. Los tomates son parte un experimento gubernamental para crear frutas y verduras gigantes, para acabar así con el hambre en el mundo, pero ahora los tomates
están vivos, vuelan, y se comen a la gente, en lugar de lo contrario. Ahora, invaden la población, matando impunemente a los ciudadanos sin que sea posible evitarlo.
¡El hombre VS la verdura! Desde que Stewie Griffin le declaró la guerra al brécol, el debate sigue abierto, pero mucho antes,
los tomates ya habían manifestado su odio hacia los humanos. El combate del siglo transcurre en este film, de cuyo visionado aún no me he recuperado totalmente. Es la segunda vez que la veo, pero la primera transcurrió hace muchos años, rodeado de amigos y con una considerable solución etílica en la sangre. Este segundo visionado que pretendía ser más serio, más analítico, ha resultado
terriblemente revelador. John DeBello, el creador de este indescriptible pandemonio, se sospecha que actuó bajo alias. John se puso ese nombre falso para lanzar al mundo su nada bella obra. Fuentes fidedignas, de entre los mejores investigadores del mundo, aseguran que el verdadero nombre de este tipo era Hans Backovick. ¿Qué, que no os lo creéis?
Ved la película y ya me contaréis…
Y es que, no se puede hacer una crítica mínimamente coherente a esta cosa, no hay nada que decir, solo podría reseñar una escena tras otra, cada una más ridícula que la anterior, entre risotadas dementes, hasta que llegan los de la bata blanca y le ponen a uno una camisa de fuerza. Desde la escena de
la reunión de emergencia en una sala del tamaño de los aseos de un avión, los responsables de esta cosa se desnudan por completo, quitándose también la vergüenza, y cualquier sentido del ridículo que pudieran poseer, y para sobrevivir al visionado, la única manera es imitarles.
El film tuvo secuela,
El retorno de los tomates asesinos, famosa sobre todo por la aparición
de un George Clooney pre-cualquier cosa en la que le hayáis visto, y también, según me cuentan, hubo una serie de dibujos animados. El culto a la mugre, al cine basura, la ha ensalzado, convirtiéndola en una pequeña joya, y sacándola del guetto de las peores películas de la historia, donde es poco probable que gente como nosotros la hubiera encontrado. Atención al doblaje, que
la hace más patética aún, si cabe. He visto pornos mejor doblados, con eso os lo digo todo.
Pero estos tomates
no fueron los primeros monstruos modernos, aunque probablemente, si fueron los primeros taaaan cutres, desde las desvergonzadas monster movies de Roger Corman y compañía, en los años cincuenta. Cronológicamente, habría que empezar por la saga del todo terreno de la serie B, Larry Cohen:
Estoy vivo. Larry Cohen es un tipo al que siempre he admirado, ya le mencionamos de pasada al hablar de
The Stuff, y volveré a mencionarle en este post, y en otros futuros, e incluso acaricio la idea de abrir post propio. El neoyorquino director de serie B lo merece,
y hoy en día está bastante olvidado, pese a que sigue activo como guionista.
Entremos en materia.
Estoy vivo (he leído por ahí que supuso un auténtico éxito económico para la Warner BROS) es tal vez la primera película realmente exitosa de su director, y también, a nivel de acabado formal, y de logros atmosféricos, la mejor, la que más en serio se toma en si mismo. Muchos críticos la han dado de lado considerando que se trata de
un mero panfleto anti abortista: yo no creo que el mensaje de una película, que se limita a servir al argumento de la misma, sea suficiente para despreciar un filme, aunque ese es un debate que merecería otro post… un matrimonio de clase media acomodada, que ya tienen un niño crecidito, se dirigen al hospital en plena noche para dar a luz a su segundo hijo. En un primer momento, pensaron en no tenerlo, y ella estuvo medicándose con píldoras abortivas, pero finalmente, cambiaron su decisión. Ahora, el parto, aparentemente común, deriva en
un baño de sangre. Todos los médicos mueren brutalmente asesinados, y la criatura desaparece. Mientras se produce una auténtica conmoción social, y el entorno de la pareja, los Davies, comienza a venirse abajo, el bebé mutante comienza a cometer otros crímenes en la ciudad. La postura del padre es la de matarlo para demostrar que “es una persona normal” como si tuviera que justificar su humanidad matando a la “cosa” que ha engendrado, una criatura que, pese a sus ataques asesinos,
demuestra que sus verdaderos objetivos son volver a encontrarse con su familia.
Mientras los Davies viven su tragedia personal y los crímenes se suceden, el responsable de la farmacéutica que fabricó las píldoras abortivas llega a un acuerdo con la policía para que el cuerpo del bebé sea totalmente destruido, y no quede nada que analizar, seguramente en un intento de ocultar una negligencia grave….
Cohen siempre ha sido amigo de meter mensajitos en sus películas, algunos mejor resueltos que otros. Los mayores logros de su película son una banda sonora que está por encima de los otros recursos,
una de las últimas que Bernard Herrman compuso. También se ha dicho que Ridley Scott tomó buena nota de esta película antes de hacer su Alien, respecto a la forma graduada de mostrar en pantalla a un monstruo, y lo cierto es que así parece: tanto en la obra maestra de Scott como aquí, al principio solo escuchamos sonidos, o vemos planos muy cerrados de partes del cuerpo de la criatura, que no se muestra (ahora si, al completo) hasta el final. Son interesantes los planos difuminados de la visión del bebé mutante, o la paranoia de la policía ante los crímenes (como
la brutal escena de la policía enloquecida haciendo aparición en un parque y apuntando con sus armas a un crío normal, al escuchar su llanto).
En resumen, una serie B
muy bien resuelta, simpática y bastante ácida. El final además, tiene muy buena manera de, digamos, cerrar el círculo: por mucho que el Hombre se empeñe en borrar a la fuerza los hechos negativos que no le gusta ver o recordar de sus actos, estos siempre acaban por abrirse camino hasta él.
La película fue un éxito, como ya he comentado, y no es de extrañar que hubiera secuelas.
Ambas son muy parecidas, visualmente: la primera se titula, erróneamente,
Sigue vivo, ya que no tiene que ver con el bebé del primer film. Aquí tenemos a un matrimonio que celebra una fiesta porque ella está embarazada. En la fiesta se presenta el padre del primer bebé mutante, Frank Davies, para advertir al matrimonio de que
la mujer va a dar a luz a uno de esos seres, e intentar convencerlos de que no comentan los mismos errores que se cometieron en su caso.
La película es
bastante aburrida y desangelada, ya que en realidad, no cuenta nada realmente nuevo. Aparece el policía implicado en la anterior entrega (actor habitual en pelis de Cohen) y tiene un final circular, que parece indicar lo mismo que indicaba el de la primera parte: que no nos libraremos fácilmente de los errores, aunque intentemos escurrir el bulto de todas las maneras posibles.
Las dos primeras entregas fueron editadas en VHS por
Warner Home video, y siempre han estado más o menos, accesibles para su visionado. La tercera parte, en cambio,
La isla de los vivos, no sé quien la editó (si es que llegó a editarse en VHS) y no la había visto hasta ahora. Aquí tenemos a otro fetiche de Cohen,
el inimitable Michael Moriarty, como padre de uno de esos niños mutantes, que intenta defender la permanencia de su hijo en este mundo, ante los tribunales. Tras varios juicios, se decreta ilegal matar a estos bebés como hasta ahora se venía haciendo, pero también
se prohíbe que vivan en la sociedad, y se les aísle en una isla desierta, abandonándoles a su suerte. Años Después, unos cazadores llegan al lugar…
Sin ser gran cosa,
me resultó refrescante en comparación con la segunda parte, que era puro calco de la primera. La presencia de Moriarty siempre es agradable, y el final queda perfectamente cerrado (por primera vez) dando colofón a la saga, allí donde las otras dos entregas no lo habían hecho. La primera parte es un clásico del género de monstruitos, y las otras dos, para pasar una tarde loca a lo serie B, valen, pero para poco más…
En la misma onda que los tomates asesinos, pero en intenciones de mensaje (pocas, todo sea dicho) muy similar a la saga de Cohen, está
Basket Case. Frank Hennenloter es un caballero que en los ochenta (aunque aquí en España, le conocimos, al menos yo le conocí, a principios de los noventa) dirigió
Basket Case, título que aquí fue mutado a
¿Dónde te escondes, hermano? ¿Recordáis que
hablábamos de los encantadores retituladores de películas en España, en los ochenta? Además, que el título es bastante tonto, porque el hermano está escondido en un sitio bien definido: la cesta, del título original.
Este hombre dirigió
Basket Case prácticamente sin dinero. He leído que el fajo de billetes que muestra Duane al casero, al principio del film,
es toda la pasta que había de presupuesto. Yo me lo creo. ¿Y ustedes?
Duane es un joven relativamente normal, aunque con pinta algo rarilla, interpretado por Kevin Van Hentenryck (y el festival de nombres divertidos continúa…) que llega a Nueva York, prácticamente sin un céntimo. Solo tiene una cesta,
una misteriosa cesta… poco a poco, conocemos su triste historia: Duane nació con un hermano gemelo siamés pegado a su cuerpo. El problema es que dicho hermano era
un trozo de plastilina mutante, al que sus padres bautizaron Belial (les comprendo). Se decidió, cuando Duane era un niño, separarlos quirúrgicamente, para que el chico pudiera llevar una vida normal, y tras la operación, dieron por muerto a Belial. Pero este
no estaba muerto: su hermano le recoge, y juntos matan a sus padres. Luego, durante años, viven tranquilamente en su casa, junto con una anciana que fue su canguro de niños, y que apoya a los dos hermanos. Cuando la mujer fallece, los dos hermanitos deciden ir a Nueva York para matar a los médicos que los separaron de niños, propiciando
un festival de gore más o menos apañado…
Basket Case pertenece, nuevamente, al mundo de los fanzines casposos, de la
Fangoria de principios de los noventa, de las esquinas más retorcidas y oscuras de los videoclubs. Aprecio esa cinta (esa saga) porque me recuerda mucho a aquella época, en la que uno no tenía más información sobre una película, que las fotos y la sinopsis de la carátula, y lo que el dueño del videoclub te quisiera contar. Alquilar una película, gastar 350 pesetas en una cinta,
era un poco como un concurso de esos de cajas sorpresa: no sabías lo que te ibas a encontrar. En este caso, me encontré con
un casposo delirio gore, rodado en las calles, en casas de amigos que se nota, son casas corrientes de las que no han cambiado ni un mueble. Todo el film
chorrea caspa y zetosidad por todos los poros de su manchado celuloide, y la película existe solo para eso. No es, y jamás pretenderá ser, un clásico del cine fantástico, ni siquiera un buen film. Solo una película gore para gente que en su época, consumía estas cintas.
De todas formas, se pueden hacer algunos apuntes sobre la especial relación entre los hermanos. Irónicamente, los padres de los gemelos acertaron al intentar destruir a Belial, basándose en que el hermano “normal” nunca tendría una vida normal: ahora, pese a estar separados, a los gemelos los une
una enfermiza relación de dependencia, con Belial como “mano ejecutora” de todos aquellos que les han molestado. Los celos de la deforme masa de plastilina cada vez que su hermano habla con una mujer, por ejemplo, le dan a la película
unos deliciosos toques de truculencia, junto con las dosis de sangre y las muertes, que son las que la han salvado del olvido, en los círculos menos exigentes de la cinefilia.
Hubo dos secuelas. Ambas
las vi en VHS, en su día, y luego revisé la saga durante un ciclo que hizo Calle 13 (cuando su programación todavía era algo digno de verse y grabarse). La segunda parte,
Basket Case 2 a secas, nos introduce en un mundo ya directamente sacado del
Freaks de Browning. Los dos hermanos están en el hospital, tras ser heridos por la policía, pero son rescatados por una amable ancianita, y su nieta de buen ver. Resulta que
ambas mujeres regentan una casa llena de seres grotescos, deformes, y sin semejanza alguna con los seres humanos (así, sin más explicaciones de dónde han salido todos los bichos) y ahora ofrecen integrar a los gemelos en su grotesca, aunque pacífica comunidad. Mientras la policía inicia la búsqueda de los fugados, un impertinente periodista va tras ellos, con malas intenciones… siguiendo la máxima que seguían los deformes miembros de aquel circo de la peli de Browning, aquí la comunidad monstruosa vive tranquila y pacífica en la casa de la anciana… a no ser
que alguien se meta con uno de los suyos. Esto es la excusa perfecta para montar
otra orgiástica carnicería. Además, entre los muchos engendros que pueblan la adorable casa de la anciana, se encuentra una masa asquerosa idéntica a Belial, solo que… hembra. Esta idea es ya de por si
tan absurda, ilógica e imposible, que cuando los dos seres se ponen a follar, uno ya solo puede soltar carcajadas durante el resto del visionado, ante la imagen de
las dos masas de plastilina, animadas por stop motion, soltando gemidos.
La tercera parte sigue siendo un absurdo e ilógico festival de gore. Belial y su “amiga” han tenido descendencia, concretamente,
otros doce bichos idénticos a ellos. Ante el secuestro de estos bichos, toda la familia Monster se pondrá manos a la obra (o más bien, manos al gore). En realidad, vista la segunda, para mi es insuperable en cachondeo, sangre y locuras, de manera que esta tercera, en su día,
se me descolgó un poco, siendo una especie de versión grotesca de
101 dálmatas. Pero el bueno de Henenlotter no ha limitado su biografía a la trilogía de los gemelos, sino que ha intentado salirse de dicha saga… aunque con las mismas constantes en sus otras películas. Por un lado, está
Frankenhooker (esto es, literalmente,
Frankenputa) donde un chaval a lo Screech mata a su novia accidentalmente. Como es un genio (¡) crea un invento para devolverle la vida. Pero para eso necesita proveerse de un nuevo cuerpo. Para tal menester,
crea un líquido que, inyectado en prostitutas de la ciudad, las hace, literalmente, reventar, escogiendo el chaval las partes que quiera para componer a su novia. Una especie de Frankenstein pasado por el tamiz loco y cutre de Henenlotter, indefinible en palabras, para aquellos que no la hayan visto. Luego está
Brian Damage, que va más con nuestra temática de hoy.
No apta para estómagos sensibles, cuenta la llegada a nuestro mundo de un ser indescriptible
con indudable forma fálica, que responde al nombre de Elmer. Elmer puede controlar a los humanos gracias a una sustancia que produce su cuerpo, y que inyectada en la nuca de los humanos, crea una adicción inconcebible. El elegido será Brian, un chaval gris y corriente, que sucumbirá a la adicción de la sustancia, que le provoca un gran placer. Hay, sin embargo, un problema logístico: Elmer tiene que comer. Brian tiene la responsabilidad de conseguirle comida. Elmer se alimenta, principalmente,
de cerebros humanos… se trata de una
asfixiante y realmente repugnante película, con analogía sobre las drogas (aunque el propio Frank ha negado esto). De verdad… si no os gusta ese tipo de cine, no os aventuréis a verla.
Recientemente, Henenlotter ha vuelto al cine, con un film de 2008 titulado
Bad Biology. La historia va sobre una chica que tiene 8 clítoris a la cual ningún hombre es capaz de satisfacer por eso siempre les termina matando durante la copula, pero esto no es lo mas raro, ya que después de dos horas da a luz a extraños monstruos.
Y esta chica esta destinada a encontrarse (o mas bien follarse) a un chico tan adicto al sexo como ella y que no para de buscar drogas para pinchárselas en su pene drogadicto e intentar controlarlo. Creo Que, tras haber leído esa sinopsis…
aún no tengo claro si tengo ganas de verla, o no. Ya os contaré… a lo mejor. ¿Alguien la ha visto?
En 1979, el mundo estaba a punto de conocer una importante avalancha de slashers.
La noche de Halloween había pegado FUERTE, y
Viernes 13 iba pronto a rematar la faena. A partir de entonces, prácticamente toda productora de cine existente en América, desde las más grandes hasta
las más carentes de vergüenza y presupuesto, harían una película (y si podía ser, una saga) sobre asesinos locos enmascarados persiguiendo a adolescentes. La avalancha todavía hoy,
no ha muerto del todo.
En medio de ese periodo de transición, nos llega una auténtica joya del cine fantástico: bizarra, irreal, casposa… si, pero una joya. Se trata, claro de
Phantasm (Phantasma, en España) dirigida por Don Coscarelli, director bastante casposo, que en los ochenta consiguió un
éxito fácil (y fugaz, hoy ya olvidado) con la explotation de espada y brujería
El señor de las bestias, con Marc Singer (saga que se tratará ya en su correspondiente post). La otra saga por la que se conoce a Coscarelli, es la presente.
Phantasma (la trataré así, por ser su título en castellano) es
una marcianada impresionante. Empieza en una localidad americana indeterminada, una América Profunda que parece haber quedado olvidada,
sin apenas personajes, sin casi gente viviendo allí, sin policía ni otra autoridad aparente. Dos de sus habitantes son los hermanos Jody y Michael. Michael es el pequeño, y al haber perdido a sus padres en un accidente años atrás, siente
una fuerte dependencia por su hermano Jody y lo sigue a todas partes, temeroso de que este le abandone. Sus únicas ocupaciones son corretear por ahí, sin, aparentemente, ir a la escuela, y pasar el rato con su amigo Reggie, un ridículo personajillo que trabaja vendiendo helados, y que
será el futuro protagonista de la saga.
Otro amigo de los hermanos, Tommy, es asesinado en el prólogo del film, por una extraña muchacha que se convierte en un desagradable anciano, justo antes de acuchillarle hasta la muerte. Mike, a quien su hermano prohíbe asistir al funeral, acude de todas formas, y lo observa con unos prismáticos. Tras la ceremonia, Mike ve como
el anciano, un hombre alto que aparentemente, es el guardia del cementerio, roba el ataúd de Tommy. Será el inicio de
una surrealista odisea de horror, una inclasificable película que bebe del terror, de la fantasía de mundos paralelos, y de la ciencia ficción (un poco de andar por casa, eso si), mezclándolo todo en
una entretenida coctelera. El Hombre Alto, como será llamado para los restos, es
una especie de embajador de otra dimensión, que se ocupa de robar cadáveres para revivirlos con su ciencia desconocida, reduciéndolos de tamaño (para que puedan sobrevivir en una dimensión diferente, de mayor gravedad y temperatura que la nuestra)
enviándolos luego como esclavos a su dimensión. Se trata de unas criaturas que en las secuelas serían vistas claramente, pero que aquí son seres que
se atisban con el rabillo del ojo, que se intuyen, se sienten, pero no se ven claramente. Se parecen a los jawas de
La guerra de las galaxias, enanos con túnicas, pero algo menos agradables.
Así, los elementos, cada uno más deliciosamente imposible que el anterior, se van sumando: Mike consulta a una médium de baratillo, que
PLAGIA descaradamente la prueba de la caja, sacada, supongo, de la novela de
Dune (a la película aún le faltaban unos cuantos añitos). Hay una extraña sala blanca, con un portal por donde pasan los esclavos (las famosas varillas metálicas esas, como un diapasón). Tiros, persecuciones de coches. Extrañas premoniciones, desapariciones, asesinatos. El Hombre Alto dispone de sus poderes… los enanos esclavos son su mayor fuerza, además, posee como arma
una esfera voladora metálica que persigue objetivos en movimiento, para clavárseles en la cabeza y extraerles toda la sangre. Dicha arma no aparece mucho en la primera entrega (las dificultades presupuestarias lo impedían) pero sus dos apariciones sobraron para incluirla en el
Olimpo de armas asesinas, junto con la sierra mecánica de Cara Cuero, y donde aún habrían de unirse
el guante de Freddy Krueger y
la caja puzzle de Pinhead. Tampoco hay que desdeñar el poder de
transformación en mujer del Hombre Alto, que podría haber sido interesante, pero se deja de lado en posteriores secuelas, aunque aquí queda más que evidente. Y no olvidarse de que, cuando Mike le corta un dedo al hombre Alto, este chorrea un líquido amarillento. El muchacho se guarda el dedo en una caja para poder demostrar la verdad de lo que dice, pero cuando se lo vaya a enseñar a su hermano, el dedo
se ha convertido en un monstruo volador indeterminado…
Todos estos elementos alucinantes van subrayados por una
marciana banda sonora, con un tema central simple, que, como el de
La noche de Halloween, permanece en la mente mucho después. Una tonadila aparentemente inofensiva que subraya el peligro que corren los protagonistas. La expresión agriada y severa del hombre Alto, ajena a expresiones de sentimientos humanos, sus largos y tranquilos andares, crean
un personaje mítico para el cine fantástico. Gran parte de la culpa de su éxito está en el final, un final donde parece que todo haya sido una pesadilla… ¿o no? Ese Hombre Alto suspendido tras el espejo (o quizás, dentro de él) gritando su mítico “¡
Chicooooo!” que repetiría en posteriores secuelas, se le queda a uno en la retina por mucho tiempo.
La película es
simplemente única. No se me ocurre otra forma de describirla, mezcla una serie de ingredientes de una manera que nunca se ha vuelto a hacer. La magia, el miedo, el misterio (se responden escasísimas preguntas, lo cual
acaba siendo un acierto) esa extraña sensación de que parece que el pueblecito donde residen los protagonistas sea incluso
un mundo distinto al nuestro, casi sin personajes, sin preocupaciones, una especie de limbo inconsciente donde no pasa el tiempo… toda una imaginería fantástica, Coscarelli crea su propia mitología, aunque por desgracia
no la respeta demasiado en posteriores secuelas. Según cuenta el director, la historia se le ocurrió tras la muerte de su padre, cuando pasó unos días solo en una cabaña del bosque. El guión tampoco es ninguna virguería, y se toma un par de licencias discutibles que sin embargo, aquí no resultan exageradamente malas, y el momento de mayor risotada es
esa especie de bomba que construye el muchacho para salir de su habitación cerrada, con una bala, una chincheta y un martillo! Pese a sus fallos, una auténtica virguería de la serie B. Las sensaciones que se tienen hoy en día al contemplarla, ya no consigue provocarlas el cine fantástico actual.
Las secuelas llegarían, cómo no, y
ninguna lograría siquiera rozar esa sensación de magia y fascinación que provoca la primera parte…
Phantasm El regreso fue la segunda parte, que llegaría en la segunda mitad de los ochenta, muy poco afortunadamente. Aquí se sustituye al actor original que hace de Mike (Michael Baldwin) y se le cambia por el soso Michael LeGross,
actor secundario en algunas ochentadas. Era el único que se libraba de la sed de sangre de los vampiros en
Los viajeros de la noche, en la celebrada escena de la matanza en un bar de carretera, y hacía de matón de barrio en una comedia que personalmente me encanta,
CIA, Operación espacial, con John Ritter y James Belushi. Tenemos a Michael que, años después de escapar al Hombre Alto, está en un psiquiátrico. Cuando sale de él, decide irse a vivir con la familia de Reggie, pero son asesinados por el hombre Alto. Reggie y Michael deciden emprender
una operación de search and destroy por todo el país, armándose hasta los dientes con la única intención de encontrar y matar a su enemigo. Por otra parte, una joven rubia que vive en un pequeño pueblo afectado por las prácticas del Hombre Alto, sueña con Michael, que sueña a su vez con ella.
Aquí se nos introduce en un oscuro mundo que volveremos a visitar en todas las secuelas:
el de los pueblos americanos totalmente abandonados. Pueblos desiertos y olvidados, que según se nos explica,
son los lugares en los que el hombre Alto ha estado, matando y convirtiendo en esclavos a toda la población. En uno de esos pueblos tendrá lugar el encuentro entre Michael y la chica, y Reggie ligará con una excursionista. Todos irán a refugiarse a una vieja fonda abandonada… la noche no será precisamente agradable.
Esta entrega me resulta
bastante aburrida, ya que no cuenta apenas nada nuevo: los pueblos abandonados ya se intuía en la primera entrega. Se nos presenta a una nueva variante de ayudantes del Hombre Alto:
humanos con máscaras de gas que se ocupan de desenterrar los cadáveres. Algún momento logrado (el enfrentamiento del Hombre Alto con el sacerdote) y mucha comedia (Michael y Reggie yendo por ahí con escopetas, lanzallamas y sierras mecánicas) no la eximen de ser bastante aburridilla, y no aportar nada nuevo.
No sucede lo mismo con la tercera parte, Phantasma: El pasaje del terror (¿Quién será el superdotado que la bautizó así en nuestro país?) que es, simple y llanamente,
una de las MAYORES BIZARRADAS que han contemplado estos gastados ojos de miope. Intentar explicar el porqué es una bizarrada… lo intentaré, pero no sé si podré. Es demasiado, no,
hay que verla. Tras el final abierto de la segunda parte, todo parece perdido para nuestros héroes. Tras un rápido repaso a las dos primeras entregas, se nos muestra que la novia de Michael ha muerto, y este está herido. Tras salvarlo de ser llevado por el hombre Alto, Reggie le lleva al hospital, de donde tienen que escapar poco después, y se encuentran con Jody, el hermano muerto de Michael que ahora
es una esfera asesina (¡) que sin embargo, tiene conciencia de si mismo y puede tomar decisiones (¿??) y tras enfrentarse a su amo, quedará anulado, reducido a
una especie de bola de billar que sin embargo, puede susurrar (¡¡¡¡¡¡). Michael (aquí tenemos de vuelta a Michael Baldwin, más crecidito) es finalmente secuestrado por el Hombre Alto, y Reggie huye hasta un pueblo abandonado donde hay
unos macarras delincuentes, y un niño, el único superviviente de la ciudad, que se unirá a él. Más tarde, en el cementerio, se encontrarán a una indescriptible mujer negra que parece pariente de Grace Jones, llamada Rocky, que, pese a tratarlos con mucha mala hostia, acepta ir con ellos. Y ya la tenemos liada. ¿Os enteráis de algo?
Se trata de una película
realmente divertida, una especie de película experimental, loca, anárquica, sin estructura narrativa, simplemente,
una locura tras otra. Aquí comienzan a desarrollar una trama que seguirá siendo desarrollada en la siguiente secuela, pero que de momento, queda totalmente abierta:
que Mike es algo más que otra víctima del Hombre Alto, que es de algún modo “especial” y que el villano quiere de él algo más que matarlo (no me vayan a malpensar algo raro, cochinos). No queda claro que es eso que le hace especial (y a este paso, nunca quedará claro sin una nueva secuela) pero
se deja intuir que Michael pudo ser, en el pasado, otra persona (reencarnación? ¿Resurrección?) o incluso,
que podría ser el próximo Hombre Alto. Nunca lo sabremos. La película está llena de frases y diálogos absolutamente impagables, que paso de recitar aquí, porque
solo causan la carcajada en su debido contexto. Ya la simple aparición de Jody como esfera volante es suficiente carcajada, pero es que eso es solo el principio. El final de la película remite en cierto modo, a la primera, y acaba como todas las de la saga, con un peligro mortal para sus protagonistas, y
sabiendo que alguno de ellos morirá, como se un antiguo serial televisivo se tratara.
La siguiente entrega,
Phantasma: Apocalipsis,
es bastante mala, pese a que por primera vez,
proporciona respuestas verdaderamente claras. El origen del hombre alto como un anciano perfectamente inofensivo que, interesado en las vibraciones que dan acceso a otros mundos, acaba por entrar en uno de esos mundos… y salió convertido en el hombre Alto. Lo que le sucedió al entrar en el portal, es un misterio. ¿Vio algo que le hizo perder por completo la humanidad? ¿Fue poseído por un ser que toma su aspecto?
En cualquier caso, y pese a esas respuestas,
la película falla totalmente. La mitad del metraje está compuesto por
escenas descartadas de la primera película, donde vemos a Mike de niño, con sus padres, su hermano… esto, que en un principio es bueno (hay bastante material descartado y se podría hacer un Director’s Cut) es malo porque
se usa de relleno. El resto del metraje, presenta a Reggie, Jody, Michael, el Hombre Alto… haciendo lo de siempre, o sea,
persiguiéndose, lanzándose frasecitas, y notándose que el presupuesto no pasaría de los quinientos pavos… ah, aquí conoceremos por fin la auténtica naturaleza de Jody, y si está realmente al servicio del Hombre Alto o no… un triste colofón para una saga
que empezó tan bien. Durante mucho tiempo se rumoreó con una quinta entrega, titulada
Phantasm’s End, que cerraría el círculo. Incluso se rumoreó que el personaje de
Posesión Infernal, Ash, se incorporaría al filme, y lo cierto es que
Ash y Reggie tienen no poco en común, habría sido un dueto descojonante de presenciar sus andanzas. Pero parece que el proyecto está totalmente cancelado, y en vista de que nuestro querido Hombre Alto, Angus Schrimm, está ya para pocos trotes,
temo que jamás veremos un colofón digno de
Phantasm. Una verdadera pena. Siempre nos quedará la primera entrega. Esta fue editada en nuestro país por
Video Movies Internacional (dos ediciones diferentes) y luego, en los noventa, por
Manga Films, cuando se pusieron a reeditar varias películas de terror y gore. Su distribución en DVD fue la mar de curiosa: primero apareció, en una hoja de publicidad de DVDs de Manga, la carátula del DVD de Phantasma, aunque en ninguna física u online aparecía.
Nadie sabía que se hubiese editado. Y luego, salió en la colección “Alucine” en DVD… por Manga Films. Edición que yo tengo, y que
es bastante limitadilla. La película no llegó a salir jamás a venta directa, y las dos primeras secuelas tampoco lo han hecho. De importación hay un pack majísimo con las cuatro,
que vienen dentro de una bonita esfera asesina, por si a alguien le interesa.
También ese año, en el 79, tuvimos una de las primeras películas verdaderamente prometedoras del gran canadiense David Cronenberg, o sea:
Cromosoma 3. Era una época en que el realizador todavía no cuidaba del todo el aspecto formal en sus cintas, pero había dado un paso adelante en cuanto a las anteriores (
Vinieron de dentro de… y
Rabia).
Scanners iría en la misma línea, y a partir de
Videodrome, Cronenberg adquiriría buenas maneras cinematográficas. Pero hablemos de
monstruos comiendo carne humana, que es a lo que habéis venido aquí.
Art Hindle es un actor que salió en mucho cine canadiense (de los mismos productores que
Cromosoma 3). También se le puede recordar por ser el marido cambiado de
La invasión de los ultracuerpos. Aquí es un padre de familia, Frank Carveth… cuya familia tiene no pocos problemas.
Una esposa en un psiquiátrico, con un pasado de abusos y malos tratos maternos, e indiferencia paterna, que de adulta la hizo convertir su propia familia en un infierno. Ahora la esposa, Nola (una inmensa Samantha Eggar) descansa en el psiquiátrico del doctor Raglan (el
siempre bienvenido Oliver Reed) que experimenta varias técnicas revolucionarias, que no todos ven con buenos ojos, como
convertir en carne los traumas psicológicos, a través de estigmas, o hacer recordar los sucesos traumáticos a sus pacientes, haciéndose pasar él por la persona que causó el trauma.
Cuando Frank, que tiene que cuidar de su hija pequeña, la recoge del sanatorio de Reglan, donde la niña había ido a visitar a su madre, descubre en su cuerpo moratones y arañazos, y a partir de ese momento intentará evitar el contacto entre madre e hija. Poco a poco entramos en la intriga (que durante la primera parte de la película, parece muy poco prometedora) hasta que
aparecen unos inquietantes enanos con gabardinas, que van asesinando a la gente del entorno de los Carveth. Esos monstruosos enanos, que recuerdan bastante a cierto momento de “
Amenaza en la sombra” de Roeg, parecen tener una curiosa propensión a destruir a las personas a las que Nola odia, y cuando ella se enfada, ellos matan…
La investigación del protagonista coincidirá con un extraño momento: el doctor Reglan cierra su clínica, y echa a todos sus pacientes, excepto a Nola, y no permite que nadie la vea.
Film enfermizo, escrito en plena crisis de divorcio del señor Cronenberg, con familias disfuncionales,
gore de rigor, y la mejor idea de la peli, la de los enanos asesinos, realmente terroríficos hasta que averiguamos lo que son, entonces,
ya simplemente siniestros. La escena en que se descubre su verdadero origen es
una de las más fascinantes y repugnantes que jamás he visto. No me extenderé mucho más sobre ella, ya que escribí un buen caudal de anécdotas en el post cronenbergiano que abrí en los primeros días de este, nuestro foro, y allí queda reflejado, si a alguien le interesa.
Otra saga de bichos, muy popular, es
Temblores. La primera parte
es toda una joyita del cine fantástico con fuertes retazos de humor a lo
buddy movie, realmente refrescante, divertida y con alguna escena semi gore desfasada… la historia es tal que así: hay un pequeño pueblecito en el desierto, llamado Perfección, y ocupado por prácticamente cuatro gatos que viven en caravanas. Dos de estos habitantes
son los inútiles de Valentine y Earl, dos auténticos perdedores que hacen el trabajo sucio de todos los vecinos, y que viven solos prácticamente en la indigencia. Valentine (Kevin Bacon) es joven y bastante creidillo, y Earl (Fred Ward, un actor
horriblemente desaprovechado que aquí está genial) es más mayor, menos ambicioso. Un buen día, cansados de la rutina,
deciden abandonar Perfección para ganarse la vida en la gran ciudad, con el sueño de hacerse ricos. Por desgracia, no llegarán a abandonar el pueblo: por el camino, encuentran varios
cadáveres horriblemente mutilados, sin ninguna explicación, y a un anciano que inexplicablemente, murió subido a una torreta del tendido eléctrico… de sed, por no querer bajar de donde estaba. Volviendo al pueblo, no tardarán en descubrir que
una extraña raza de gigantescos gusanos han decidido darse un convite en el pueblo. Cortados todos los accesos que salen de Perfección, sus habitantes tendrán que ingeniárselas para sobrevivir a los bichos…
La galería de personajes que pueblan Perfección es
realmente pintoresca. Desde esa pareja a lo RAmbo que vive en un bunker, con más reservas de alimentos y más armas que un cuartel militar, obsesionados con la tercera guerra mundial que ellos creen inminente, al comerciante pesetero interpretado por
nuestro amigo Victor Wong, o ese chaval repelente que constantemente está provocando sustos a la peña y gastando bromas pesadas… hasta que
le toca asustarse a él, y de verdad. Con la ayuda de una sismóloga universitaria, Rhonda (que en el doblaje
tiene la voz de Lois Griffin) y que será el interés amoroso de Valentine, conseguirán averiguar exactamente cuantos bichos hay, y cómo evitarlos.
La película
es todo un cachondeo, aunque la amenaza es real, y no son pocos los que acaban en las fauces de las bestias… ¡y que fauces! En la carátula, daba la impresión de que los bichos estos tienen dientes, a lo tiburón, pero en realidad tienen un gran número de serpientes que les salen de la boca, atrapando a todo ser vivo que se mueva para engullirlo. Las carátulas engañosas
daban para todo un post…
Momentos hilarantes los hay, y muchos. Desde
las bizarras conversaciones entre la ciudadanía de Perfección, primero, sobre los extraños misterios que se suceden (sin saber que se debe a esos bichos) hasta las conversaciones en torno a los bichos, su origen, etc, con la pareja a lo “Renegado” dilucidando si no se tratará de “
chismes del gobierno”. También es hilarante el personaje de Wong, que en todo momento
intentará sacar provecho económico del descubrimiento, hasta el punto de pensar en algo tan importante como ser el primero en poner nombre a los bichos, mientras
estos todavía están vivos y al acecho, corriendo todos ellos serio peligro. Y desde luego,
la escena de las rocas, cumbre de la comedia, en la que Earl, Valentine y Rhonda se quedan atrapados por los bichos en unas rocas, no pudiendo llegar hasta su coche, a no ser que sea
saltando con pértiga, de roca en roca. No puedo dejar de reseñar la muerte de cierto personaje: todos saben ya que los bichos no pueden llegar a cierta altura, asi que cuando aparecen, todos van a esconderse en los tejados… salvo uno que literalmente, se mete en un neumático tirado en el suelo. Su concepto de “alto” le llevará a ser devorado por los bichos, y casi diría que merecidamente… ¡joder, es que se sube a un
PUTO NEUMÁTICO!
El final es igualmente simpático, con su momento tenso (esa carrera…) y fue suficiente para generar
una pequeña saga. La película tuvo su momento de triunfo en videoclubs, y recuerdo que gracias a una oferta veraniega, un primo y yo pudimos alquilar cinco películas por tan solo quinientas pesetas: escogimos
Cocoon el retorno,
La divertida noche de los zombis,
Apocalipsis de Stephen King (que contaba como dos, porque eran 2 cintas) y
Temblores. Fue
la primera vez que la vimos, regocijados, y desde entonces se convirtió en una de mis monster movies favoritas, nos convertimos en fanáticos. Cuando vi la segunda parte en la estantería de novedades del videoclub,
lo primero que hice fue llamarle para decírselo, y la alquilamos y vimos juntos:
Temblores 2, la respuesta.
Respuestas pocas, eso si, ya que se trata de
un subproducto noventero poco lucido: Earl es aquí el protagonista, ya que Valentine acabó casándose con Rhonda, y claro, el caché de Bacon había subido lo suyo. Earl vive en una caravana,
rodeado de merchandising de los bichos, pero él no sacó ni un céntimo de todo el descubrimiento, al final, fueron otros quienes se lucraron. Cuando el gobierno mejicano descubra que hay ejemplares vivos de esos bichos alimentándose en sus arenas, ¿a quien vas a llamar? Pues a Earl, claro, y al “loco de las armas” de la primera entrega, que se enfrentarán a los bichos, pero
esta vez armados hasta los dientes y sabiendo muy bien a que se enfrentan… o no, porque en medio de la contienda descubrirán que
los bichos están mutando; ¿a qué? No lo saben, todavía. A los dos se les une un jovenzuelo admirador deseoso de vivir aventuras, y según Ward “Bueno, vale, puedes venir. Así tendrán algo que comer mientras yo salgo corriendo”.
Pese a tener sus destellos de humor,
en gran medida gracias a Ward, la película es
un subproducto destinado al videoclub, y lo que es peor, se le nota. Luego hubo un
Temblores 3 que ya no llegué a ver, y finalmente,
una serie de televisión. Ignoro si la pasaron por algún canal en España, es posible que muchos no supiérais de su existencia, yo leí varios reportajes de ella en
Fangoria. Todo sucedía en Perfección, el pueblecito donde todo empezó, y
los protagonistas de la serie son los secundarios de la película: la madre y su hija ya crecidita, el chaval moñas que siempre estaba tomando el pelo a todo Dios, y no sé si alguno más. En España, ha pasado completamente desapercibida. La primera parte, pues, queda como
una comedia de cine fantástico, que aguanta gracias a la frescura de la propuesta, y al gran carisma de sus dos protagonistas, especialmente Ward: no os perdáis sus muecas, sus miradas cabronas,
sus frasecitas lapidarias chistosas, sus “perdona que hable así”… un gran actor. Lástima que realmente, nunca le han permitido lucirse como protagonista, relegado siempre a secundario (le recuerdo ahora mismo como compañero de tito Eastwood en
Fuga de Alcatraz, y en alguna entrega de
Agárralo como puedas… una pena).
Volvemos a hablar del incombustible, el único,
el inimitable Larry Cohen, para hablar de esa simpática producción que se llama
Q, la serpiente voladora. Producción de 1982, es su peli más conocida tras la del bebé mutante y la del Stuff, el yogur guarro que se come a la gente. Reúne ante la cámara a
dos enamorados imprescindibles de la serie B como son el gran
David Carradine, y el ya habitual Michael Moriarty (no tardaremos mucho en volver a hablar de él). En la ciudad de Nueva York (siempre Nueva York, tratándose de Cohen) hay
una extraña ola de asesinatos rituales en los que las víctimas aparecen despellejadas. Al mismo tiempo
se producen una extraña serie de ¿accidentes? Siempre en las alturas, y en los que varias personas resultan desmembradas. El detective Sheppard, interpretado por Carradine investiga el suceso, sin estar ni siquiera cerca de resolverlo, ya que
no tiene ni idea de lo que realmente está pasando. El único que descubre la verdad y vive para contarlo es Jimmy Quinn (Moriarty)
un matón miserable de los bajos fondos, demasiado cobarde para dejar esa vida, ni siquiera por su novia. Constantemente intimidado y obligado por otros delincuentes, se mezcla en un atraco que sale mal, yendo a parar al edificio Chrysler, en cuyas alturas está escondido el responsable de las muertes:
Quetzalcoatl, una enorme serpiente prehistórica/mitológica, que ha sido traída del pasado por una secta (suyos eran los asesinatos rituales) y los extraños accidentes son en realidad,
víctimas de la alimentación de la bestia. Quinn, teniendo la sartén por el mango, intentará chantajear a la policía, haciendo todo tipo de
peticiones hilarantes a cambio de revelarles el paradero de la bestia, mientras los asesinatos siguen sucediéndose.
La película es
pura serie B ochentera, con ese aire urbano veraniego asfixiante que Cohen sabe filmar tan bien (muy similar a otras películas suyas, como
Demon), y sus efectos especiales son hoy en día,
totalmente evidentes y chapuceros, notándose que el bicho es un modelo a pequeña escala movido entre maquetas. Aún así,
los resultados no son malos, y la película aguanta muy bien gracias a
sus dos personajes principales, el detective veterano y duro interpretado por Carradine y el delincuente de poca monta, cobarde y sin suerte, que sabe interpretar muy bien Moriarty. Todo queda en familia, con un final bastante agradable, y en general se trata de
un serie B muy simpático y bien resuelto, con actores que llevan toda su vida en esto. La película la vi en televisión de chaval, y sin saber título ni director, la busqué durante muchos años, hasta que me la encontré en el videoclub, reeditada en los noventa por
Filmax. Hay una edición más antigua,
toda una frikada en VHS que desgraciadamente, nunca he tenido entre mis manos:
es un estuche de video, en forma de libro, con “tapas” idénticas, y el lomo imitado perfectamente, con el título de la película en letras doradas, y la carátula por delante. Una auténtica rareza que se cotiza a altos precios en Internet: aquí lo podéis ver, fotos incluídas, para que comprobéis que no se trata de una alucinación mía producto de los estupefacientes:
http://www.todocoleccion.net/la-serpiente-voladora-1982-larry-cohen-terror-vhs~x19408325http://www.todocoleccion.net/la-serpiente-voladora-1982-larry-cohen-terror-vhs~x19408325
Toca hablar ahora de
las explotations que surgieron a raíz de Gremlins… pero para eso hay que hablar antes de
Gremlins, creo que es obvio. Joe Dante
es amigo de este megapost, un tipo que ha dirigido algunas de las películas más entrañables del cine fantástico ochentero, como
Piraña, o
Aullidos. En
Gremlins,
se dejó llevar por el espíritu Amblin, algo inevitable teniendo en cuenta que produce el señor Spielberg y la pareja Marshall/Kennedy. Hablar del argumento de esta película
es casi un tópico, creo que todos la habremos visto alguna vez, seguramente, muchas veces: un viajante lleva como regalo a su hijo adolescente
una extraña mascota que encuentra en una rara tienda oriental. El bicho, bautizado Gizmo, y muy manso, tiene sin embargo unas reglas que no pueden ser rotas bajo ninguna circunstancia:
no puede mojarse, no puede darle la luz del sol, y sobre todo, la más importante,
bajo ninguna circunstancia hay que darle de comer después de la media noche. Una vez regalado al joven Billy, las reglas
no tardarán en irse a la mierda, y como consecuencia, a Gizmo le salen unas extrañas criaturas de la piel: son Gremlins, unos repugnantes seres con ganas de juerga y con un
imparable poder de destrucción masiva. A partir de entonces, la pacífica comunidad donde vive Billy no va a volver a ser como antes, y el chaval y su novia (Phoebe Cates, fantasía sexual de más de uno y de dos, en su época) junto con el bicho Gizmo, tratarán de parar a las criaturas, antes de que sigan reproduciéndose y sembrando el caos.
La película representa el típico dilema Caos/Orden: en el pueblo, todo es orden, y
esa especie de vecina bruja del mago de Oz exige que el perro de Billy sea abandonado o destruido, porque el perro atenta contra ese orden. Cuando lleguen los Gremlins,
todo el pueblo saltará en pedazos, pues estas criaturas son capaces de cualquier cosa. Desde ver Blancanieves en el cine, e imitar a los siete enanos en su odiosa cancioncilla, a reventar y agredir físicamente todo lo que se les ponga por delante. Creo que está demás mencionar las escenas clave de la película, pero tampoco puedo evitarlo:
ese ENORME Dick Miller (una institución de la serie B en si mismo) como vecino racista, que es quien pondrá el nombre a los bichos, un paranoico que cuando llegue la amenaza, poco podrá hacer; la madre de Billy,
atacada en la cocina por un gremlin especialmente violento, y como la sufrida ama de casa se deshace del bicho de la forma más asquerosa posible, y desde luego, la escena que
causó más traumas que ninguna otra en toda la película: la confesión de Phoebe Cates acerca de la muerte de su padre, que se vistió de Santa Claus en Nochebuena y trató de bajar por la chimenea con los regalos para sorprender a su familia, partiéndose el cuello en el proceso. Realmente
escalofriante, la escenita.
En los ochenta, Gizmo y sus no tan pacíficos compañeros, los Gremlins
se hicieron tan populares como podría serlo Rocky, o el Supermán de Reeve, personajes comunes sobre los que se hacían chistes en programas de televisión, se los parodiaba, y todo el mundo sabía de qué hablabas si te referías a la película, o a alguna de sus escenas. Fue editada en vídeo en España por
Warner Home Video, y yo recuerdo que la vi precisamente una tarde del cinco de enero, siendo apenas un niño, mientras esperaba con mis primos a que comenzase la cabalgata de reyes. Casi se nos olvidó esto cuando nos pusimos a ver por la tele la peliculita, y luego la alquilé muchas veces, y finalmente me hice con ella, una edición que vendían en una gasolinera, en carátula de cartón, parte de una promoción donde también se podían conseguir otras películas como
Demolition Man,
Ace Ventura, o
Alerta Máxima. Toma ya. Aún hoy, sigo sin tenerla en DVD, ya que espero (en vano) a que salga en España la edición que hay por los EEUU. Si, lo sé,
soy un soñador sin remedio que espera demasiado de las distribuidoras de Infrazona, pero… es tan barato soñar.
La película tuvo secuela (era inevitable) que yo pude ver en el cine con los amigos. Aún hoy,
pienso que fue un error hacerla, o que debió hacerse antes, o al menos de otra manera. Nunca me gustó mucho (hace muchos años que no la reviso) pareciéndome demasiado rara y con demasiado sentido del humor zafio. No sé, tal vez un revisionado cambiara las cosas… o no. Aquí, un Billy más talludito, sigue arrastrando tras de si a su novia y al Gizmo,
uno de los osos de peluche más vendidos de toda la historia desde que se inventó el juguete. En la compañía en la que trabaja Billy, los Gremlins volverán a surgir, para desdicha de todos los trabajadores, y del ya sufrido dueño de la mascota favorita de América. Lo divertido es que
aquí hay Gremlins nuevos, bichos diferentes, evolucionados, más variedad… increíble el gremlin inteligente “
no me atrevería a usar la palabra atavismo”
, el gremlin mujer,
el Gizmo rambo (le deben haber agotado la paciencia). Pero en fin, el problema quizás es que todo queda en
anécdotas y cameos simpáticos (Christopher Lee, otra vez Dick Miller…) sin más, sin llegar a resultar realmente interesante por si misma. Por eso, hoy en día se conocen unos cuantos gags, se celebran… pero la película en si, está consideraba bastante flojeras.
Yo creo que este asunto del Megapost es basicamente, una oda a la nostalgia falaz...
La banda sonora, el entrañable Gizmo, o los bichos (no especialmente carnívoros, como los Critters, pero
no desprecian lanzar algún mordisco que otro de vez en cuando) el pazguato de Billy, la entrañable Phoebe, el misticismo de andar por casa que aporta
el viejo chino de la tienda de la cual es adquirido el buen Gizmo, son todos los elementos que han convertido la primera película (y supongo que en parte, la saga) en parte de la cultura cinematográfica del género. El merchandising no fue, ni es en absoluto despreciable: posters, afiches, camisetas, gorras, muñecos, la banda sonora… aún hoy
venden Gizmos en cualquier tienda, y muñequitos Gremlins (la colección Cult Classics llevaba uno de ellos, precisamente el inteligente).
¡Que viva Joe Dante!
Un imprevisto más que Dante y los suyos no podían prever (o quizás si) es que
a la gente le gustó ver eso de bichos caóticos, ya vengan del espacio o de Perú, causando el caos, mezclados con adolescentes, pero con características humanas, como el habla y sobre todo, el ¡
deseo de diversión!. ¿Cuántas películas de estas se habrán hecho? Imposible calcularlo, es que es
sencillamente imposible. Me limitaré a reseñar todas aquellas más populares que han sobrevivido (más o menos) en la mente de los cinéfilos más cachondos y desprejuiciados.
Muchas otras cayeron en el olvido… si, incluso yo he olvidado muchas cosas. Un adolescente que se llegó a tragar seis películas diarias, por fuerza hoy en día no recuerdo el 50% de ello. No puede ser de otra forma.
Ahora vendría hablar de los
Critters, si… son la evolución natural de los
Gremlins. Pero no, lo siento; Los
Critters tocan en el próximo post, que os recuerdo, trata sobre monstruos venidos del espacio.
Payasos asesinos,
La cosa de Carpenter,
Critters,
Xtro,
Hobgoblins, etc. De manera que, para empezar,
hablaremos de los Ghoulies, esa saga, y después, de los
Munchies.
Una producción Band (otra más)
cuando todavía eran Empire, y no Full Moon, como vendrían a llamarse en el futuro.
Felices tiempos aquellos, 1985, año en que los Band crearían
la mejor película jamás dirigida sobre cabezas decapitadas violadoras:
Re-Animator. Amén de aquello, tuvieron la decencia de inaugurar la saga
Ghoulies, en la cual están presentes varios de los hermanos Band, amén de otros nombres
indestructiblemente unidos a esta gente, como Ted Nicolau, o Marc Albergh. Esta primera entrega (lo confieso)
nunca fue de mis favoritas, ni siquiera me resulta realmente entretenida, y en este revisionado que he hecho para el post se me ha confirmado la impresión que no pasa de ser
un churrillo bastante zetoso. Quizás pensé así en su momento así porque la primera entrega que yo vi de esta saga fue la segunda parte,
a la que si tengo un cariño especial… pero luego llegaremos a ella. Paciencia.
Desde luego, lo que más me gusta de la película
es su carátula de VHS en España. Ya metidos en camisa de once varas, el prólogo se sucede en una época indeterminada, en la que un despeinado brujo de ojos verdes intenta sacrificar a un bebé (su propio hijo, nada menos) pero la madre lo evita, ofreciéndose ella en lugar del pequeño. Ya en nuestros días, una pareja joven llega a la casa ancestral que ocupaba aquel brujo, y que él ha heredado. El chaval (no hace falta ser un genio para adivinarlo)
es aquel bebé, hijo de aquel brujo, y una vez en la casa empezará a interesarse por los viejos libros y objetos de brujería que todavía se guardan en el sótano. Para animarse, la pareja decide montar una fiesta, invitando a los gilipo…
a sus amigos, un grupúsculo de gente sin el menor cerebro, víctimas propicias que solo piensan en lo de siempre:
comida, bebida, folleteo, cotilleos, juerga loca erótica-festiva, etc. Durante la fiesta, al chaval no se le ocurre otra cosa que
montar un ritual de magia negra del que todos se cachondean, pero tras el cual, se va a convertir en un asiduo de la magia negra, cambiando por completo su personalidad poco a poco, a peor, ansiando poder, y
convocando a diversas criaturas, los Ghoulies, bichos invisibles para todos, excepto para él mismo.
Finalmente, ya convertido en todo un brujo (de ojos verdosos, y todo) convocará a sus amigos para, dominándolos,
preparar un peligroso ritual, que traerá de vuelta a su padre muerto, y enterrado en la finca, con una pinta de loco a lo Brad Douriff, aunque el padre no tendrá buenas intenciones, ni para el hijo, ni para el mundo…
El chaval
se parece un poco a Kyle McLahan, hay diálogos delirantes, comportamientos estúpidos, jovencitos impúdicos sin cerebro, alguna escena de cama, música de sintetizador cutre, efectos especiales muy de la época, con maquillajes exóticos… ah, y los Ghoulies
no vienen del váter, como todo el mundo piensa; eso sería en la secuela. En la primera parte
son entidades satánicas que surgfen de la tierra y del agua para servir al joven nuevo amo, aunque no dudarán en volver con su auténtico amo satánico cuando este resurja de su tumba.
¡Ah, la secuela…!
Ghoulies 2, la primera de la saga que yo vi, como ya comentaba.
Eran los tiempos del VHS todavía, finales de los ochenta, la edad de oro se acercaba a su muerte, pero en aquel entonces nadie lo notó. En casa de mis abuelos maternos, eso del vídeo había calado hondo durante el último lustro, hubo una temporada en que grababan TODAS las películas que humanamente podían, por una especie de afán coleccionista… aunque la mayoría de las cintas acabaron regrabadas en los noventa,
con telenovelas sudamericanas y programas de cine de barrio y Tómbola. El progreso es indestructible. Los tiempos habían cambiado para siempre. Pero hasta que cambiaron, en aquella casa mágica pude iniciarme en el cine, y junto con los videoclubs,
eran mi principal fuente de información. Mis tíos y primos mayores estaban muy metidos, se hacían
videoguías de todo lo que iban a echar con diferentes revistas, coleccionaban las carátulas cutres del SuperTele, y pillaban todo. En aquella casa vi, por primera vez, películas y trozos de películas que me influirían: allí vi por primera vez
Operación dragón,
La Cosa, de Carpenter, el primer
Terminator (parA un chaval apenas iniciado en la ciencia ficción,
la escena del ojo y el brazo “reparados” fue un auténtico trauma)
Los cazafantasmas,
La profecía… y si,
Ghoulies 2. En una mudanza, a unos tíos míos los dejaron descolgados con un retraso, y tuvieron que vivir un par de meses en casa de mis abuelos. En aquellos día,s la televisión y el vídeo pertenecían a su hijo, mi primo, y a mi mismo, que pasaba muchas tardes allí. Mi primo grabó
Ghoulies 2 en la tele (no recuerdo si en TVE1 o La2) además de un montón de capítulos de
Bola del drac en catalán. La película la vimos en una tarde, y siendo incluso
más cutre y casposa que la anterior, a mi siempre me pareció mejor y mucho más entretenida.
El joven Larry lleva una atareada vida como trabajador en una feria, con su tío el borrachín de Ned, que llevan juntos una atracción de magia. Una noche, paran a poner gasolina. En la gasolinera,
un hombre está intentando deshacerse de los Ghoulies (así, sin más explicaciones acerca de quien es, o como han llegado hasta él las bestezuelas satánicas). Su intento resultará infructuoso cuando los Ghoulies le maten y escapen, en dirección a la feria, donde
harán una y mil payasadas sanguinolientas. El tío Ned, en su intento de demostrar que es un mago de verdad, reproducirá un hechizo… que solo logrará AGRANDAR a uno de los Ghoulies, convirtiéndole en un gigantón
que irá por ahí devorando a humanos y a los otros Ghoulies, sin hacer distinción en su dieta, ni tener el menor pudor a la hora de comerse a sus antaño semejantes. Por ahí tenemos, again, a Phil Fondacaro prestando su carisma ante las cámaras, como ayudante de la feria. Por aquellos tiempos, Empire era todavía Empire, pero
le quedaba muy porquito para morir ahogada por las deudas (los Band daban dinero hasta a los apuntadores para que dirigieran sus propias películas, y claro…
no todos eran Stuart Gordon o Brian Yuzna) y renaciese convertida en Full Moon, pero gran parte de su saber hacer (serie B cutre, pero sabían hacerla como pocos)
se perdió por el camino.
Las madres nos decían que a la Universidad se iba a estudiar...
Aún habría de haber
dos secuelas más tras estas reseñadas: la cuarta hasta hace poco, ni sabía que existió, pero la tercera la vi en televisión, y la tengo en VHS,
una auténtica locura desmadrada y puramente ochentera, aunque llegó ya en los noventa. Veamos: en una Universidad, los jovencitos y jovencitas sufren de calentamientos y guerra de hormonas varias, los tiempos no son como antes. Esto hará que
un chiflado profesor de la vieja escuela (Kevin McCarthy, nada menos) convoque a los Ghoulies desde los abismos del infierno para que estos castiguen a los jovencitos sin pudor, y a las jovencitas sin ropa. Todo esto en un entorno en el cual,
el protagonista es un universitario, jefe de una fraternidad estudiantil que está en guerra con otra fraternidad, cuyo lider le ha robado la novia al prota… vamos, una auténtica teenmovie donde los Ghoulies pintaráns menos que más, y donde son solo una excusa para mostrar un poco de FX y escenas graciosas, a lo
Munchies (no hay más que ver la carátula).Divertidilla, si, pero ya más cutre que otra cosa, aunque se agradece para pasar una tardecilla nostálgica.
Munchies es un film que no puede ser negado.
Mola si o si, señores. Una película en la que unos ridículos seres, mezcla de los Gremlins y de un muñeco de trapo malo recién salido de un cubo de residuos radioactivos, se trata de
unas criaturas venidas de Perú, bichos fanáticos de
la tele, el porno, la cerveza, los aperitivos y los paseos por el videoclub. Si algún forero de los que gustan pasarse por aquí, va a Perú alguna vez, haga el favor de aparecerse como corresponsal del Megapost en la cueva peruana en la que viven, pidiéndoles que se afilien a nuestro club y se vengan a España,
a asaltar videoclubs y gasolineras, que serán bien recibidos. Los mejores amigos del hombre, sin duda. La película trata sobre un tipo loco que cree que los extraterrestres tuvieron mucho que ver con antiguas culturas, y está continuamente haciendo expediciones arqueológicas, arrastrando con él a su hijo adolescente, al cual esas cosas no le interesan nada. En la lucha del padre por demostrar que
Machupichu recibió tecnología secreta de los extraterrestres (es verídico, no me invento nada) viaja a una cueva peruana donde se encuentra con
un extraño ser amistoso, de palabras amables, que viaja en una bolsa de deporte hasta los EEUU, donde el padre lo usará como demostración final de triunfo de la veracidad de todas sus teorías. Pero antes de eso, debe ir a una conferencia, por lo que debe dejar a la criatura
al cuidado de su hijo, y la novia de este (una tía buena que era la hermana mayor del protagonista de
Critters, una
auténtica musa del puterío ochentero).
El chanchullero local, un tío engreído y ridículo que quiere que el padre del chico le venda sus tierras,
decide secuestras al bicho para pedir un rescate a cambio, y lo deja al cuidado de un porrero subnormal, que acabará atacando al munchie cuando este destroce sus discos de vinilos. Y es que
los munchies son amables y cariñosos, dóciles y mansos… hasta que les hacen enfadar. Resulta que el drogata corta al munchie en trocitos con un cuchillo, pero… ¡de cada trozo sale un munchie nuevo! Convertidos
en impúdicas criaturas, se dedicarán a
robar deportivos, disparar a los buzones, conducir a máxima velocidad, y asaltar tiendas para llenarse la panza, mientras el chaval protagonista y su novia intentan encontrarlos, ayudados por el joven sheriff palurdo. Yeah,
ya la tenemos montada.
Hay un momento en el que los munchies, tras asaltar un videoclub en busca de alguna peli, uno de ellos gritará “Mira a ver si tienen Gremlins, que ahí trabaja un primo mío”. Escuchar esta frase ya, por si sola,
es suficiente para precipitar al espectador a un río de locura y babas de demente, un auténtico festival de absurdidades casposas serie Z, que en ningún momento los aficionados a esta caspa deben perderse, aunque si hay que poner cuidado, porque estas cosas deben ser de las que matan neuronas.
El festival de personajes absurdos e imposibles es totalmente digno de la más loca y mala película de la Troma: el cacique local, manipulador, cobarde y mentiroso, que intenta a toda costa evitar que se sepa que arroja residuos nucleares a las alcantarillas; su insoportable esposa, que obliga a su marido a parar en una hamburguesería a por comida cuando los bichos están destrozando el lugar, el sheriff subnormal, un jovencito crecido en importancia y que goza parando y multando a todo Cristo, y que se verá todo alborozado cuando descubra la existencia de los bichos, al tener un caso que resolver para impresionar a su padre, jefe de policía,,
el hijastro porrero y heavie de la señora del cacique, un auténtico subnormal que sin saberlo, provocará la tragedia, pagando por ello con su vida (y cuyo doblaje
es digno de oírse para poder creerse)… y así, sumamos y seguimos.
Munchies es una institución, una película anti-depresión que arranca carcajadas, una comedia con bichos que en ningún momento pretende ser de terror, ni provocar la más mínima inquietud. Lástima que no hubiera secuela, por Dios. ¡Yo quiero ser amigo de los Munchies!
Luego Está el díptico
Troll,
auténticas guarradas, marcianazas ochenteras serie Z, realmente mugrientas y llenas de babas. Son obra de la Full Moon, la casa de los hermanitos Band, que antes fue la Empire, productores de
Re-Animator,
Re-Sonator, la saga de los muñecos asesinos, o la saga
Subespecies, entre muchos otros productos dirigidos al mercado del vídeo o de la tele por cable americana. Muchas de sus películas
ni las hemos visto aquí, su calidad ha llegado a ser tan ínfirma que realmente ya no valen la pena. Lástima, porque en su momento apostaron por buenos productos de serie B, cutrecillos pero entretenidos, y con cierta magia y entusiasmo. De ahí, pasaron a
convertirse en una fábrica industrial de desangeladas películas de serie Z, sobre todo subproductos con mucha escena de cama, y secuelas de sus sagas más emblemáticas (a las dos mencionadas arriba, habría que sumar la saga de ciencia ficción
Trancers).
La primera entrega de
Troll, que data de 1985, tiene como padre de familia a Michael Moriarty… ¡y SI, venga, preguntadlo, que sé que lo estáis deseando!
Si, lleva una gorra del equipo del Betis toda la película, si. Pero es que además, atención a esto… ¡
se llama Harry Potter! ¡¡¡Y su hijo también!!! la historia cuenta como una familia llega a una antigua casa. La hija pequeña entra en el sótano,
siendo secuestrada por un horrible troll que toma su aspecto, comenzando a comportarse como una auténtica poseída, mientras va matando a los vecinos y
usando sus cuerpos como puertas al mundo de los trolls y las hadas, para traer a todo su repugnante ejército y con su ayuda, dominar la Tierra. Vamos, lo que se llama
un megalómano de toda la vida. El hijo mayor de la familia, se coscará de que hay algo muy raro detrás del comportamiento de su hermanita, y comenzará a investigar, haciéndose amigo de la anciana dueña del edificio, que resultará ser
una antigua princesa que vigila el edificio. Antigua novia de Torok, el líder de los trolls, cuando este era un apuesto príncipe y los dos vivían en el mundo mágico, las ansias megalómanas de Torok lo llevaron a convertirse en un troll, o algo así, y desde entonces, ella controla que su antiguo prometido y su pandilla de seres moqueantes
no se desmadren demasiado… con ayuda del chaval, planea detenerles de una vez por todas.
Soy incapaz de mirar esa foto y no reirme
Hay que ver
que vecinos más raros viven en los pueblos donde pasan cosas de serie B. Está el ligón que en realidad, lo que es comerse, no se come mucho, aunque tiene su apartamento muy decorado (a mi me recordó mucho a Quagmire con bigote), la pareja de locos, el militar que siempre va con los cascos, etc. Todos serán víctimas de
un repugnante proceso que consiste en ser arañados por el anillo que lleva el troll, lo que les convierte en una especie de vegetales que luego se abren, convirtiéndose en puertas a ese otro mundo tan raro, raro, raro. El proceso es doloroso y realmente repugnante, con los típicos efectos especiales de la época, no del todo mal resueltos.
Luego está por ahí Phil Fondacaro. Para quienes no le conozcan, este hombre es
una auténtica institución para la casa Full Moon, un actor enano que ha salido en prácticamente todas sus producciones, cara conocida para cualquiera que alquilara pelis cutres en el videoclub a principios/mediados de los noventa, a menudo haciendo incluso varios papeles por película, y Troll no es una excepción.
Suya es la labor de interpretar a Torok, el líder de los Trolls (a mi, no sé porqué, me recuerda a Pilaf, el pobre hombre azul de Bola de dragón) pero también interpreta,
ya sin maquillaje, a un hombre que vive en el mismo edificio, y que Torok, debido a su baja estatura, confunde con uno de los suyos.
Si la primera parte es una cutrería entretenida y divertida, la segunda es un auténtico horror… en el sentido equivocado.
Es mucho más repugnante, sangrienta, y llena de mocos verdes y efectos especiales, lo que debería ser más o menos bueno para la película, pero juega contra ella, porque la peli se pasa de locuras, es demasiado zetosa, incluso para mi. La historia
empieza con un abuelo contándole un cuento a su nieto. Un cuento realmente traumático, donde el héroe de la función se enamora de una princesa que resulta ser un troll, y al final lo convierten en planta y se lo comen. Toma ya, con abuelos como esos, ¿Quién necesita enemigos? Pero resulta que el abuelo está muerto, murió hace medio año, pero el chico sigue imaginando que el abuelo se sienta en la mecedora junto a su cama y le cuenta sus cuentos.
La película está repleta de música realmente inapropiada, y encima tiene un doblaje
de los más espantosos que he escuchado jamás. Los elementos cada vez más idiotas van apareciendo sin cesar, como la hermana del chaval, que se mata a hacer pesas rodeadas de pósters de Tom Cruise y Johnny Deep, y tiene un novio subnormal que tiene a su vez un grupo de amigos subnormales que le siguen a todas partes. En fin, la familia s
e dirige a pasar un mes de vacaciones en Villa Paleto, un pueblo de apenas treinta habitantes donde, como es natural, empezarán a pasar cosas raras, con el abuelo apareciéndosele al crío, avisándole de que en en ese pueblo les va a pasar algo horrible… la verdad es que durante toda la película, ningún miembro de la familia, niño protagonista incluido,
se comportan de manera parecida al comportamiento humnao normal. La madre, el padre, la hermana, todos se comportan como gilipollas, impidiendo que te importe una mierda lo que les pase, mientras que en la primera parte, el chaval protagonista y sus padres eran más simpáticos.
Aquí, apostaría a que
ni hubo un guión previo al rodaje, muchos de los diálogos dan la impresión de ser totalmente improvisados (y bastante mal). Por no hablar de la loca druida sirviente de los trolls, de pinta completamente horrible y una sobreactuación que ni Jack Nicholson en El resplandor. ¡Todo es un sinsentido! Por supuesto, los amigos del novio de la chavala irán al lugar (de algo tienen que alimentarse los trolls a lo largo de la peli). Resumiendo,
una auténtica barbaridad de la caspa. Es que no es ni serie Z, tendrían que inventar un nuevo abecedario para calificar un bodrio de este calibre. Con
un final altamente traumatizador, todo sea dicho.
Por último, pero no menos importante, mencionar
La puerta... un
GRANDIOSO filme ochentero, cutre, si, casi amateur, tal vez... pero parte importante de la infancia de muchos. Su gloriosa carátula nos enamoraba en el videoclub. Salía Stephen Dorff, hoy un actor más o menos conocido, entonces, un niño
. Dos hermanitos se quedan solos en casa. No se les ocurre otra cosa que abrir un agujero en el jardín,
agujero que da ni más ni menos, al hogar subterráneo de unos pequeños demonios con intenciones muy avisesas para con el ser humano... gracias a poner del revés un disco de heavy metal, descubren todo sobre esos seres, especialmente descubren que no pueden escapar, si no se les hace un sacrificio... los dos hermanos se quedan más tranquilos, y luego llegan sus amigos (los amigos en estas películas
suelen conseguir que te maten, literalmente) y uno de ellos
sumará perro muerto más agujero en el jardín, desencadenando la tragedia
Recuerdo haberla visto en la tv hace muchos años, y luego revisada alguna vez en VHS. Es una de
esas películas que ya en su momento, intuía casposa, pero su magia me podía... los dos hermanitos me caían muy bien (tener hermanos te ayuda a coger empatía a ciertos personajes en ciertas situaciones) y hoy en día, conseguirla en VHS para volver a verla así es prioritario... es
uno de los pocos VHS que realmente quiero y que no he conseguido. Todo se andará. Aquí nos la editó una desconocidísima casa, como podéis ver abajo (no me suena ese nombre de haberlo visto en otra carátula) y pasé grandes horas viendo esta cinta de chavalín.
Tuvo secuela, aunque ahí si, no la he visto, y se le prepara un remake... no importa. Como ese tipo de películas, no hay nada. Casi más que ninguna otra,
representan la infancia de nuestra generación: películas que en otros tiempos habrían muerto olvidadas, aquí siguen vivas en los recuerdos colectivos no ya de unos cuantos fanáticos, sino de
toda una generación que la disfrutó (disfrutamos, estoy orgulloso de poder decirlo) en videoclubs. ¿Seguirán recordándola las próximas generaciones, más allá de su remake? Si unos cuantos de nosotros tenemos hijos, me da que si
Debido a los problemas técnicos antes mencionados, la otra mitad del megapost será publicada si mandáis un sms al... bah, ¿pa que?
Mañana estará la segunda mitad.