Mientras se preparan varios proyectos para este post, tales como el segundo post de la Cannon (que ya va siendo hora, yo creo que para Navidad estará terminado) o el prometido especial John Hughes, me apetece ir echandole un ojo a diversas pelis casposas (más o menos) de su época. También estoy preparando una nueva sección titulando "Los otros" que nada tiene que ver con Nicole Kidman, y sí con rescatar enormes películas de los 80 que por H o por B se nos quedan fuera de las temáticas que hasta ahora venimos experimentando: iré comentando westerns, bélicos, policiacos, dramas...
Pero hoy, vamos con la caspa
en contreto, hablaremos de un curioso exploitation callejero de los ochentas:
La Jauría del vicio!!!
El cine "callejero",
claro subgénero explotador del policiaco, fue otra de esas inagotables fuentes de explotación comercial, especialmente en vídeo, efectismo a tutiplén, desverguenza, ganas de impactar a toda costa al espectador... todo ello
mostrando el submundo del callejeo nocturno que se daba por las grandes urbes de los Estados Unidos, con sus polis quemados, la justicia inoperante y los más bajos (y extraños) instintos aflorando sobre el asfalto. Ahora mismo, si tuviera que pensar en el más claro iniciador de esta corriente en los 80, creo que me viene a la mente
Angel, una modestísima producción de serie B (que luego
devino en su propia saga e imitaciones) sobre una recatada y angelical estudiante universitaria que de noche trabaja como prostituta para pagarse la carrera. Esta cinta es muy cercana a esa en casi todo, son primas hermanas, aunque esta no es tan chunga y tiene un poquito más de clase detrás.
En el Sunset Boulevard de Hollywood, la poli (la "patrulla del vicio" del título original) está ya más que hasta los cojones del grotesco espectáculo de delincuencia, prostitución, drogas, asesinatos, violaciones y rarezas que tienen que soportar cada noche, sin poder mover apenas un dedo para resolver la situación. En este marco conocemos a Carla, una joven y respetable madre soltera que durante la noche, deja a su hija al cuidado de una vecina para embutirse en su "traje de guerra" y bajo el nombre en clave de Princesa,
pasearse el Susent Boulevard buscando clientes a quienes vender su cuerpo para poder seguir manteniendo a su hija. Idílico.
Carla tiene una amiga, más joven que ella, Ginger, a la que
constantemente intenta convencer de que deje a su chulo, Ramrod. Finalmente la convence, y la muchacha abandona la "protección" de su jefe; este la rastrea hasta un motel, y allí la chica está lo bastante asustada y
es lo bastante estúpida como para permitirle entrar. El chulo le da una paliza que la manda al hospital, donde morirá pocas horas después a consecuencia de los golpes.
Ahí entra en acción "nuestro héroe", el agente de anti vicio Tom Walsh, que
está más quemado que el palo de un churrero por toda la basura humana que le desfila por los ojos cada noche, y muy especialmente el tal Ramrod, que tiene la mala costumbre de que sus "chicas" se le mueran por lo bestia que es. Walsh visita a Ginger en el hospital e intenta convencerla de que denuncie a su chulo, pero la chica, aún moribunda, sigue resistiéndose y defendiendo que él "la quiere".
Una vez muerta la jovencilla, el poli decide presionar a Princesa para que le tienda una trampa al chulo:
fingirá acercarse a él buscando trabajo y así lo podrán detener por proxenetismo, aunque del asesinato por lo visto, se libra. Todo sale bien y el tipo es detenido, pero mientras lo llevan a la cárcel, el pedazo de animal escapa del coche patrulla y empieza a buscarla para vengarse. Evidentemente, la policía comenzará la búsqueda y captura mientras que Walsh se dedica a buscar la prostituta (de la que inevitablemente se ha enamorado) antes de que la encuentre el otro.
Simple, ¿no? Pues si.
El argumento resulta más simple que el mecanismo de un botijo, pero es que el esqueleto de la historia, en este tipo de
exploitation, es lo de menos. Lo que interesa son los pequeños detalles de ese submundo, y de la gente realmente freak que lo habita, y sus extrañas costumbres malrrolleras, las cuales nos van mostrando a tres bandas (por un lado, el chulo fugado que va visitando a diversos "amigos de la noche" para que le ayuden a encontrar a Princesa, por otro, la propia prostituta y
sus diversos y descacharrantes trabajos nocturnos, y en último lugar la poli buscándoles a ambos). Momentazos como el del vejete rico con el rollo fetichista-nupcial-necrófilo, el cliente cabrón que más que mojar lo que le gusta es insultar (y que encima pretende irse sin pagar) o la forma, que
hoy en día resulta muy trasnochada, de mostrar en pantalla el fenómeno del sadomasoquismo, a transexuales o gays (estos últimos no tienen desperdicio, parecen salidos del bar de La ostra azul, o de extras de
A la caza de Pacino: barbudos gigantes, todo cuero y pelazo, frecuentando locales que nos enseñan cual locales de la perdición y la perversión).
Aparte de esos pequeños momentos, que
funcionan casi como sketches dentro de la historia, y que nos van enseñando los rituales de apareamiento y violencia de toda una caterva de monstruos y depravados sociales,
lo mejor de la peli es sin duda su villano, Ramrod, un tipejo bestial, presuntuoso, repugnante, y con una enorme afición a golpear a las chicas que están bajo su (uf) "protección". Atención a su método preferido de tortura: dar latigazos con una percha de la ropa desmontada
Su comportamiento típicamente machista, violento, necio, pero
a pesar de todas estas características, ciertamente carismático, hace que la película suba un par de enteros, y que prefiramos seguir sus andanzas (impagable momento en que castiga a su "compañero de profesuón", un obeso chulo negro, con una castración que no vemos, pero que queda patente que ha sucedido) a las evoluciones románticas de la prostituta-madre y su enamoramiento con el poli duro de corazón de oro, que quedan dentro del terreno de lo previsible. A pesar de todo, su INCREÍBLE look 100% ochentero hace que incluso en los momentos vacíos podamos recrearnos un poco la vista o el oído con las cosillas de la época.
La película viene firmada por Gary Sherman, uno de tantos directores que
durante los años 80 supieron encadenar un puñado de títulos más o menos recordados, aunque en su caso, sin demasiada personalidad o impronta propia de la que se pudiera hacer gala. En su caso, estamos hablando del director de
Muertos y enterrados (sin duda su mejor obra, una película de terror ACOJONANTE que ningún seguidor del género debería perderse) suya es
Poltergeist 3, indudablemente fallida secuela con graves problemas de producción, pero que a mi me llegó a gustar incluso más que la segunda,
con todo el rollo aquel del edificio lleno de espejos y el juego que daba; suya también es
Se busca vivo o muerto cinta de espionajes, cazarecompensas y terrorismo a mayor gloria de un Rutger Hauer que por la época de la película (1987) veía como se iba apagando poco a poco su estrella y se sumía más y más en las nieblas de las estanterías de videoclub casposo.
Tampoco se le pueden hacer ascos al reparto: Carla o Princesa, como prefirais, está interpretada por Season Hubley, actriz que fue esposa de Kurt Russell y que
compartió cartel con él en dos pelis del gran John Carpenter:
Elvis (donde interpretaba a Priscilla) y
1997... Rescate en Nueva York, en la que hacía un breve y recordado papel como la chica que se encuentra Serpiente Plissken en el Chock ofull Nuts (o como se llame, un establecimiento yanqui de la época). Hubley salió del mundo de la televisión (Starksy y Hutch, Kojak, Kung Fu) para volver a él en los 90, participando en series como
Mas alla del limite o el remake de Alfred Hitchcock presenta, y en la horrible, lamentable y lastimosa porqueria que es
El padrastro 3. De entre medias
participó en una película que mucho tiene que ver con La jauría del vicio en sus intenciones, aunque desde una óptica muy distinta:
Hardcore, un mundo oculto, donde un dulce e ingenuo hombre de negocios (el gran George C. Scott) tiene que buscar a su hija fugada por los más terribles submundos del porno
Wings Hauser presta su distinguible jeta al personaje de Ramrod: Hauser permanece ligado a la televisión y su cara es reconocida sobre todo por ello: aquí realiza una de sus interpretaciones más memorables, aunque también le podéis ver en
El señor de las bestias 2 o en
una apabullantes cantidad de series y telefilmes como Magnum o El Equipo A. Hoy en día se ha mantenido más o menos activo en series como CSI.
Esta peli la vi en un pase televisivo
allá por finales de los 80, en el inolvidable apartamento que mi familia tenía por entonces en Torrevieja, y donde yo pasaba los veranos. Lugar mítico para mi, donde solía juntarme en verano con todos mis primos, y vimos por primera vez cantidad de pelis ochenteras como esta La jauría del vicio, El ascensor (otra miticada absoluta), El vampiro adolescente, Conan el bárbaro, Limite 48 horas... la película fue editada en VHS en nuestro amado país por
IVS, que distribuyó gran parte del catálogo de la ochentera productora Avco Embassy. Espero que esta reseña sirva para hacernos recordar aquel cine, el
cine nocturno, ese cine callejero que iba imbuido de un potente contenido "prohibido" para los imberbes de la época. La película en su momento me impactó, para eso estaba hecha, y dejó una buena huella en mi infantil mente, dotándome, a pesar de mi corta y tierna edad, de un sospechoso y profundo conocimiento de la mecánica de la prostitución.
Hoy en día dudo que la película tenga capacidad para escandarlizar a nadie, hay un par de escenas un poco más o menos crudas, pero estamos en el fondo, ante un policiaco de serie B con alma de serie Z: la mayoría de la violencia tiene lugar fuera de pantalla, y aunque hay sangre, y palizas y delitos sexuales, no estamos ante una película que remueva el estómago, ni mucho menos.
Una pequeña joya de ese subgénero que en su día ya bauticé como "callejero" basado en la cutrez, la búsqueda de sexo sórdido, el estudio de fetichismos, filias y fobias nocturnas raras y la inmovilidad de las fuerzas del orden.