El Megapost de los 80: Repasando a Richard Franklin

Duss no se atreve a hacerlo, le da miedo (o pereza. O ambas).

En mi caso echo de menos muchos helados de la casa Frigo y Nestlé. Por ejemplo el frigo dedo, el tiburón aquel azul, el Calippo que era más grande (no ahora, que es súper ñajo y se acaba enseguida), el negrito que por desgracia lo quitaron. O aquel helado que era un fantasma y el palo era chicle (o uno que era una cuña de sandía, qué recuerdos). O el Twister de la Frigo.

También se echan de menos natillas Danone de turrón o de coco que sacaron hace decenios.

El Tang de naranja y de fresa, que era una delicia aunque fuese potingada pura. El Yoplait que era una especie de Danup pero más barato.

De la Matutano aquellas bolas eran delicia suprema, luego sacarían la pandilla que eran dos ratones más con algo parecido a los riskettos. Los Drakis, qué puntazazo, señores.

Los caramelos vampiro con ese sabor incondicional a fresa jarabe. O aquellos chicles de 5 pelas con envoltorio donde dentro había un cromo adhesivo.

¿Y aquel paquete de la casa Fontaneda que eran barquillo con sabor a coco? aquello era zamparse el paquete entero y quedarse como un rey.
 
El único álbum de cromos que he completado en mi vida fue uno de fútbol del mundial 82. Los cromos los regalaban comprando yogures Danone. Conseguir a Arconada, me costo 50 cromos en un intercambio :facepalm

Hablando de gustos, siempre he sido del Cola Cao, y sin embargo, de 3 años para aquí, prefiero el Nesquik, teniendo este mas sabor cuando antes me parecía lo contrario. ¿Ha cambiado el producto o mi paladar? :pensativo

Henry, llevas un cuelgue tremendo reflotando este hilo de esta forma. Eso si, me gusta.... :inaudito
 
Jajajaja, ya dije Trek, que este hilo, aunque principalmente era cine (pa eso está en Cinefilia) debería poder abarcar todos los aspectos que hicieron grandes los 80. Me gustaría poder ir completando con cosillas, como artículos sobre libros (Elige tu propia aventura, los tres investigadores, cosas así) sobre cómics (los 80 se prestan, y MUCHO a ello) sobre música, sobre juguetes (estos me dan casi miedo. A saber como puede ser un artículo COMPLETO sobre Gi Joe, Masters del Universo o las Tortugas Ninja).

De hecho, ahora que hablas de álbumes de cromos recuerdo que ya en este hilo hice un articulillo repasando los más sonados de la época!
 
Uf, no me habléis de cromos que como empiece no acabo... era mi pasión.

Colecciones completas sin comprar un solo cromo (verídico literal: miticada cuando salió Dragon Ball Z y era cromos de cartón donde era unidad por personaje y creo que eran unos 250 - 300). El Mercat de Sant Antoni (los Encantes de toda la vida) que era el universo de los cambios de colecciones, la sensación esa de comprar por cien pelas 4 paquetes (hoy cuesta eso 1 paquete... ¿pero qué timo es este?). La mítica Pannini y sus colecciones de la Disney de album por peli.

Ese día que mi padre llegó a casa con unos 20-30 paquetes como sorpresa... esa sensación de ir abriendo paquetes, ese aroma especial de los cromos, esa milimétrica forma de pegarlos (era todo un maestro) cuando el cromo era dos partes, la sensación de conseguir el cromo número 1 (que siempre era el más difícil de conseguir) o que te apareciese ese cromo que te faltaba para acabar la colección...

Y uno de mis días más funestos de la historia fue ese donde mi madre hizo limpieza de mi cuarto y decidió, sin preguntarme, tirarme una lata que tenía dentro colecciones de Bollycao completas. Era como si te arrancaran literalmente una parte de tu historia y que jamás volverás a recuperar porque habías invertido ahí tiempo, esfuerzos, búsquedas, contratos no escritos con los chavales de la clase, cambiar X por Y, etc. Ese momento de saber que todo tu tesoro (porque era un tesoro) ha acabado en la basura y no puedes ir a buscarlo porque no sabes donde es muy doloroso.
 
Ay, amigo mío... lo de los cromos, en los 80, era una brutalidad. Los de V, la Pandilla basura, los de FX... yo tenía pocos, pero relativamente completos; recuerdo uno de las Tortugas Ninja que llegué a completar (yo viví la tortugamanía aquella, y tenía un poco de todo lo relacionado con ellos).

Respecto a que te tiren cosas de tu infancia, pues mis películas y libros llegaron casi intactos, pero mis figuras se perdieron. Yo tenía figuras de Kenner de Star Wars, prácticamente todas las relacionadas con la primera peli (los principales personajes, Stormtrooper, bichos raros...) y unos 25 o 30 Masters del universo guardados en una bolsa que... fue a la basura por obra y gracia de mi señora madre. Además ahí tenía la colección ENTERA de Super Monstruos (para quien no lo sepa, unas figuritas de plástico barato que vendían en los quioscos, y que representaban a Drácula, su novia, el Hombre lobo, la Muerte, el doctor Jekyll, Freddy Krueger...). Anda que no pasé horas y horas jugando a "la pandilla alucinante" y a "guerra de monstruos" con mis hermanos en el sofá. Pero en fin...

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La pandilla basura me chiflaban pero mis padres no me dejaban tenerlos porque decían que eran muy bestias para un niño pequeño (y en parte tenían toda la razón... a día de hoy es verlos y aunque me parto la caja parte de escabrosidad retorcida no le faltaba). Mi primo sí tenía esa colección (esa y la de los efectos especiales junto con la de monstruos de cine, qué recuerdos).

Ahora, mi primo era el personaje más rácano y rata de la historia. Prefería morirse que regalarte un cromo repetido 20 veces.

En cuanto a muñecos y juguetes... mis padres eran de Playmobil más que de muñecos articulados (que los tuve, ojo: tortugas ninja y algún que otro He-man, los de Jurassic Park o los de Batman de la serie de los 90). Pero no, yo prefería Playmobil pues con cada caja había un microcosmos que tú podías inventar.

Llegué a tal punto que con cuatro playmobils y ensamblando utensilios me hice "mis propias tortugas ninja". Lo que da de sí la mente infantil. Los bomberos, como eran todos azules, eran el clan del pie y el jefe de bomberos, como su traje era completamente negro, era El triturador. En serio, no tuve las tortugas ninja originales (pues las que tuve eran aquellas que iban disfrazadas: Donie de agente secreto y Leonardo de samurai) pero con mi imaginación no había límites.

Lo malo de los Playmobil es que uno tardaba eones en crear el escenario y demás pero cuando ibas a empezar a jugar... "¡a comer!". Mierda, ahora toca dejarlo tal cual. Lo mejor de todo es que en la salita las estanterías donde tenía la enciclopedia por tomos (¿quien no la tuvo?) y el mueble parecía una fortaleza, la típica de villano tipo Skeletor y claro... el escenario estaba hecho.

En cambio nunca fuí de Lego. Jamás, lo intenté pero no me iban tanto. Yo era fanático de los playmobil. Y mi sueño no cumplido era la mansión victoriana que tenían unos amigos míos. Era perfecta. Ojo, que no fuí niño pobre en plan Charles Dickens pues tuve el barco, la granja, la ambulancia, el camión de bomberos e infinidad de más mundos (aún lo guardo todo en dos cajas, con bolsas repartidas y con todas las piezas intactas hasta el día de hoy... siempre fuí cuidadoso porque me daba rabia esos niños que destrozaban literalmente los juguetes: ¿por qué lo haces si te vas a quedar sin ellos cuando los rompas?)...
 
Lego rules.

Llegué a hacer de todo.
Mi mayor logro fue un Enterprise (la de TNG), obviamente no estaba a escala correcta, pero el disco lo ocupaba entero el puente de mando y era clavado.
 
La de álbumes que hacía. Y no terminaba. V, El Equipo A, algunas colecciones de Fútbol... Actualmente sigo con alguna, pero es que los sobres son demasiado caros. Recuerdo que el año en que se estrenó Parque Jurásico hice el álbum y llevaba semanas queriendo terminarlo, pero se me resistia un cromo. Era mitad de diciembre, faltaba poco para navidad. No creeo en milagros ni en las casualidades. Mi abuelo fallecío un 21 de diciembre de 1993. El día del entierro por la tarde, junto a mi hermana y mis primos, para airearnos un poco de tanta gente fuimos a pasear e intenté pillar unos sobres de la peli a ver si... No os creeréis, pero entre tantos repes me salió el que me faltaba y no me aparecía desde hacía semanas. Ya digo, no creo ni en milagros ni en la simple casualidad, pero aquello me llegó. Creo que fue uno de los únicos álbumes de aquella época que pude terminar sin pedirlos por correo.
 
lo que era desolador era llegar a un pueblo pequeño a comer, que sólo hubiese un bar "decente" y que ahí sólo tuviesen espantosos helados de la marca Avidesa -igual era una marca muy de mi zona-

es cuando pensabas "hijos de puta"
 
Exacto. Y no sólo de la marca Avidesa sino de marcas que parecen sacadas de un lugar radioactivo con sabores que ni los propios dueños aceptarían comer. Me imagino que el beneficio por optar por estas marcas debía ser extraordinario porque sino no me lo explico.
 
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Mientras se preparan varios proyectos para este post, tales como el segundo post de la Cannon (que ya va siendo hora, yo creo que para Navidad estará terminado) o el prometido especial John Hughes, me apetece ir echandole un ojo a diversas pelis casposas (más o menos) de su época. También estoy preparando una nueva sección titulando "Los otros" que nada tiene que ver con Nicole Kidman, y sí con rescatar enormes películas de los 80 que por H o por B se nos quedan fuera de las temáticas que hasta ahora venimos experimentando: iré comentando westerns, bélicos, policiacos, dramas...
Pero hoy, vamos con la caspa :L en contreto, hablaremos de un curioso exploitation callejero de los ochentas: La Jauría del vicio!!!

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El cine "callejero", claro subgénero explotador del policiaco, fue otra de esas inagotables fuentes de explotación comercial, especialmente en vídeo, efectismo a tutiplén, desverguenza, ganas de impactar a toda costa al espectador... todo ello mostrando el submundo del callejeo nocturno que se daba por las grandes urbes de los Estados Unidos, con sus polis quemados, la justicia inoperante y los más bajos (y extraños) instintos aflorando sobre el asfalto. Ahora mismo, si tuviera que pensar en el más claro iniciador de esta corriente en los 80, creo que me viene a la mente Angel, una modestísima producción de serie B (que luego devino en su propia saga e imitaciones) sobre una recatada y angelical estudiante universitaria que de noche trabaja como prostituta para pagarse la carrera. Esta cinta es muy cercana a esa en casi todo, son primas hermanas, aunque esta no es tan chunga y tiene un poquito más de clase detrás.

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En el Sunset Boulevard de Hollywood, la poli (la "patrulla del vicio" del título original) está ya más que hasta los cojones del grotesco espectáculo de delincuencia, prostitución, drogas, asesinatos, violaciones y rarezas que tienen que soportar cada noche, sin poder mover apenas un dedo para resolver la situación. En este marco conocemos a Carla, una joven y respetable madre soltera que durante la noche, deja a su hija al cuidado de una vecina para embutirse en su "traje de guerra" y bajo el nombre en clave de Princesa, pasearse el Susent Boulevard buscando clientes a quienes vender su cuerpo para poder seguir manteniendo a su hija. Idílico.
Carla tiene una amiga, más joven que ella, Ginger, a la que constantemente intenta convencer de que deje a su chulo, Ramrod. Finalmente la convence, y la muchacha abandona la "protección" de su jefe; este la rastrea hasta un motel, y allí la chica está lo bastante asustada y es lo bastante estúpida como para permitirle entrar. El chulo le da una paliza que la manda al hospital, donde morirá pocas horas después a consecuencia de los golpes.

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Ahí entra en acción "nuestro héroe", el agente de anti vicio Tom Walsh, que está más quemado que el palo de un churrero por toda la basura humana que le desfila por los ojos cada noche, y muy especialmente el tal Ramrod, que tiene la mala costumbre de que sus "chicas" se le mueran por lo bestia que es. Walsh visita a Ginger en el hospital e intenta convencerla de que denuncie a su chulo, pero la chica, aún moribunda, sigue resistiéndose y defendiendo que él "la quiere".
Una vez muerta la jovencilla, el poli decide presionar a Princesa para que le tienda una trampa al chulo: fingirá acercarse a él buscando trabajo y así lo podrán detener por proxenetismo, aunque del asesinato por lo visto, se libra. Todo sale bien y el tipo es detenido, pero mientras lo llevan a la cárcel, el pedazo de animal escapa del coche patrulla y empieza a buscarla para vengarse. Evidentemente, la policía comenzará la búsqueda y captura mientras que Walsh se dedica a buscar la prostituta (de la que inevitablemente se ha enamorado) antes de que la encuentre el otro.

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Simple, ¿no? Pues si. El argumento resulta más simple que el mecanismo de un botijo, pero es que el esqueleto de la historia, en este tipo de exploitation, es lo de menos. Lo que interesa son los pequeños detalles de ese submundo, y de la gente realmente freak que lo habita, y sus extrañas costumbres malrrolleras, las cuales nos van mostrando a tres bandas (por un lado, el chulo fugado que va visitando a diversos "amigos de la noche" para que le ayuden a encontrar a Princesa, por otro, la propia prostituta y sus diversos y descacharrantes trabajos nocturnos, y en último lugar la poli buscándoles a ambos). Momentazos como el del vejete rico con el rollo fetichista-nupcial-necrófilo, el cliente cabrón que más que mojar lo que le gusta es insultar (y que encima pretende irse sin pagar) o la forma, que hoy en día resulta muy trasnochada, de mostrar en pantalla el fenómeno del sadomasoquismo, a transexuales o gays (estos últimos no tienen desperdicio, parecen salidos del bar de La ostra azul, o de extras de A la caza de Pacino: barbudos gigantes, todo cuero y pelazo, frecuentando locales que nos enseñan cual locales de la perdición y la perversión).

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Aparte de esos pequeños momentos, que funcionan casi como sketches dentro de la historia, y que nos van enseñando los rituales de apareamiento y violencia de toda una caterva de monstruos y depravados sociales, lo mejor de la peli es sin duda su villano, Ramrod, un tipejo bestial, presuntuoso, repugnante, y con una enorme afición a golpear a las chicas que están bajo su (uf) "protección". Atención a su método preferido de tortura: dar latigazos con una percha de la ropa desmontada :mmmh Su comportamiento típicamente machista, violento, necio, pero a pesar de todas estas características, ciertamente carismático, hace que la película suba un par de enteros, y que prefiramos seguir sus andanzas (impagable momento en que castiga a su "compañero de profesuón", un obeso chulo negro, con una castración que no vemos, pero que queda patente que ha sucedido) a las evoluciones románticas de la prostituta-madre y su enamoramiento con el poli duro de corazón de oro, que quedan dentro del terreno de lo previsible. A pesar de todo, su INCREÍBLE look 100% ochentero hace que incluso en los momentos vacíos podamos recrearnos un poco la vista o el oído con las cosillas de la época.

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La película viene firmada por Gary Sherman, uno de tantos directores que durante los años 80 supieron encadenar un puñado de títulos más o menos recordados, aunque en su caso, sin demasiada personalidad o impronta propia de la que se pudiera hacer gala. En su caso, estamos hablando del director de Muertos y enterrados (sin duda su mejor obra, una película de terror ACOJONANTE que ningún seguidor del género debería perderse) suya es Poltergeist 3, indudablemente fallida secuela con graves problemas de producción, pero que a mi me llegó a gustar incluso más que la segunda, con todo el rollo aquel del edificio lleno de espejos y el juego que daba; suya también es Se busca vivo o muerto cinta de espionajes, cazarecompensas y terrorismo a mayor gloria de un Rutger Hauer que por la época de la película (1987) veía como se iba apagando poco a poco su estrella y se sumía más y más en las nieblas de las estanterías de videoclub casposo.

Tampoco se le pueden hacer ascos al reparto: Carla o Princesa, como prefirais, está interpretada por Season Hubley, actriz que fue esposa de Kurt Russell y que compartió cartel con él en dos pelis del gran John Carpenter: Elvis (donde interpretaba a Priscilla) y 1997... Rescate en Nueva York, en la que hacía un breve y recordado papel como la chica que se encuentra Serpiente Plissken en el Chock ofull Nuts (o como se llame, un establecimiento yanqui de la época). Hubley salió del mundo de la televisión (Starksy y Hutch, Kojak, Kung Fu) para volver a él en los 90, participando en series como Mas alla del limite o el remake de Alfred Hitchcock presenta, y en la horrible, lamentable y lastimosa porqueria que es El padrastro 3. De entre medias participó en una película que mucho tiene que ver con La jauría del vicio en sus intenciones, aunque desde una óptica muy distinta: Hardcore, un mundo oculto, donde un dulce e ingenuo hombre de negocios (el gran George C. Scott) tiene que buscar a su hija fugada por los más terribles submundos del porno

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Wings Hauser presta su distinguible jeta al personaje de Ramrod: Hauser permanece ligado a la televisión y su cara es reconocida sobre todo por ello: aquí realiza una de sus interpretaciones más memorables, aunque también le podéis ver en El señor de las bestias 2 o en una apabullantes cantidad de series y telefilmes como Magnum o El Equipo A. Hoy en día se ha mantenido más o menos activo en series como CSI.

Esta peli la vi en un pase televisivo allá por finales de los 80, en el inolvidable apartamento que mi familia tenía por entonces en Torrevieja, y donde yo pasaba los veranos. Lugar mítico para mi, donde solía juntarme en verano con todos mis primos, y vimos por primera vez cantidad de pelis ochenteras como esta La jauría del vicio, El ascensor (otra miticada absoluta), El vampiro adolescente, Conan el bárbaro, Limite 48 horas... la película fue editada en VHS en nuestro amado país por IVS, que distribuyó gran parte del catálogo de la ochentera productora Avco Embassy. Espero que esta reseña sirva para hacernos recordar aquel cine, el cine nocturno, ese cine callejero que iba imbuido de un potente contenido "prohibido" para los imberbes de la época. La película en su momento me impactó, para eso estaba hecha, y dejó una buena huella en mi infantil mente, dotándome, a pesar de mi corta y tierna edad, de un sospechoso y profundo conocimiento de la mecánica de la prostitución.

Hoy en día dudo que la película tenga capacidad para escandarlizar a nadie, hay un par de escenas un poco más o menos crudas, pero estamos en el fondo, ante un policiaco de serie B con alma de serie Z: la mayoría de la violencia tiene lugar fuera de pantalla, y aunque hay sangre, y palizas y delitos sexuales, no estamos ante una película que remueva el estómago, ni mucho menos.
Una pequeña joya de ese subgénero que en su día ya bauticé como "callejero" basado en la cutrez, la búsqueda de sexo sórdido, el estudio de fetichismos, filias y fobias nocturnas raras y la inmovilidad de las fuerzas del orden.

:hola
 
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