El Megapost de los 80: Repasando a Richard Franklin

Y ese señor quien es? Y como iba a ser yo infante si la cosa esa es del año 2000? :digno


"Da igual. Quizá ya nos hayamos conocido entre el sueño y la vigilia en esa penumbra de incertidumbre que tú llamas el inconsciente. O quizá en una firma de libros."

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- Bajar los 6 episodios... (CHECKED)
- Encontrar subs en cristiano... (CHECKED)
- Descojonarme de risa... (CHECKED)
 
Es lo que decía, Sorel. Si nos ponemos tiquis miquis faltan muchos (como bien has mencionado... ¡Atreyu!, mira que no ponerme, eso no tiene perdón. Yo hubiese calzado Fievel o Nimh pero...).

Para hacer un video en condiciones sólo lo podrían hacer gente como nosotros. Pero...

Aún así, como resumen de los 80 ya digo, lo veo muy bien, es un video que capta muy bien la esencia de esa década.

No me sea vuestra merced Scrooge(d).
 
La Berkeley está pa ponerle un piso...

Y vaya, no está Screetch :juas:juas:juas Entre los trapos sucios que vomitó en su libro de todo el reparto (puso a Zack como el típico chulo que se creía más que el resto.... y la verdad, no sorprnedió a nadie porque se veía; y de la Kelly dijo que era un putón que se tiraba a cuanto respiraba, sobre todo siera para ascender... y tampoco sorprendió a nadie :L) y que hace poco que lo detuvieron por apuñalar a un tío en un bar... si se presenta, el resto del reparto lo mata.

Tampoco he visto a Lisa (la negra, que toda la vida me acordaré de ella por apellidarse igual que mi psycho killer favorito, Jason Voorhees) pero vamos, lo de Lisa tiene su explicación: se la comió el señor Belding.
 
No quiero meter prisa, pero ¿en que quedo al final el tema de John Huges con la partcipación de varios foreros?

Acabo de visionar El beso de la pantera y no para de sonarme en la cabeza la canción de los créditos de Bowie mientras escribo esta parrafada ¡¡necesito 80´s!! :mutriste
 
No quiero meter prisa, pero ¿en que quedo al final el tema de John Huges con la partcipación de varios foreros?

Acabo de visionar El beso de la pantera y no para de sonarme en la cabeza la canción de los créditos de Bowie mientras escribo esta parrafada ¡¡necesito 80´s!! :mutriste

Sorel, que no tiene ni palabra ni sentido de la responsabilidad. Desde luego, para el próximo proyecto pasamos de él. Pero no le digas que te lo he dicho...
 
No, no... por un texto de Sorel se espera lo que haga falta (mientras, Henry ya nos contará alguna batalla de videoclub) :diablillo
 
por un texto de Sorel se espera lo que haga falta

Yo siempre espero... entenderlos pero a veces tengo que utilizar el traductor Google y de lo que sale saco una conclusión. Erronea pero por algo se empieza, ejejejej.

POR MI SE VA A LA CIUDAD DOLIENTE,
POR MI SE VA AL ETERNAL DOLOR,
POR MI SE VA POR LA PERDIDA GENTE.

FUE LA JUSTICIA QUIEN MOVIO A MI AUTOR.
EL DIVINO PODER SE UNIÓ AL CREARME
CON EL SUMO SABER Y EL PRIMO AMOR.

EN EDAD SOLO PUEDE AVENTAJARME
LO ETERNO, MAS ETERNAMENTE DURO.
PERDED TODA ESPERANZA AL TRASPASARME.

Dante, por Angel Crespo.
 
Ostras, qué fuerte el vídeo ese de Jimmy Fallon. Están todos igualicos. Qué guapa la Tiffany y la Berkeley uff :juas
El director ha mutado y se parece al Cameron de Modern Family.
 
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- "El especial Hugues no os lo debéis perder. :molaYa casi está aquí damas y caballeros. Las críticas van... son... están especialmente autografiadas por sus autores ¿Habéis visto el programa 60 minutos? Los ordenadores para elaborarlas son de marfil checoslovaco y el teclado es lunar, tiene helio en su interior, por eso es tan ligero. :lalecheSon críticas originariamente talladas a mano por el Gran Mago de China :chinoen el siglo IV. :lee Como es lógico, las nuestras, las que podréis leer ya mismo, no son las originales sino copias pero unas copias extraordinarias :babas ¿Sabéis una cosa? Leerlas os harán parecer chavales de los 80 y no me refiero a rejuvenecer sólo unos pocos meses... parecerá que tenéis... 16 velas... digo 16 años." :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple :cumple
 
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En 1959, en un rincón de Michigan, nació un niño llamado John Hughes; como si de una leyenda artúrica se tratase, este hijo de vendedor y ama de casa estaba destinado a hacer grandes cosas.

Grandes películas.

Si te criaste en los ochenta, seguro que conoces alguna de sus películas, aunque no sepas su nombre, ni reconozcan su cara. O puede que seas fan; seguramente le amarás, o a lo mejor, le odias. En cualquier caso, el cine de John Hughes iluminó a una generación, y lo mejor que se puede decir de su cine es que no deja indiferente a nadie. Estamos ante una de esas personalidades que levantan pasiones; lo idolatras o lo detestas. Los que lo detestan seguramente sean unos sucios comunistas, aunque algunos aún no lo sepan.

Hablando un poco más en serio (solo un poco) este cineasta desarrolló una larga y estimulante carrera, como director y guionista, pero también como productor, aunque en este post solo nos centraremos en la primera faceta; películas que dirigió personalmente. Fue él quien creó, como siempre sucede con los grandes movimientos, sin saberlo, al Brat pack, o “Hatajo de mocosos”, una generación de jóvenes actores de la época, populares, admirados, ubicuos, que participaron, siempre juntos (aunque no siempre todos juntos) en una serie de películas que son la base, el prototipo del movimiento. Películas como El club de los cinco, Todo en un día, Dieciséis velas, St Elmo Punto de encuentro, La chica de rosa, Class, Rebeldes…

Podría empezar a hablar de ellos (de hecho, podría hacer sin esfuerzo y con sumo gusto). Recordar y repasar las carreras de Molly Ringwald, Ally Sheedy, Judd Nelson, Anthony Michael Hall, Andrew McCarthy, Matthew Broderick, Emilio Estevez, Rob Lowe, C. Thomas Howell… pero no; eso quedará para otra ocasión. Hughes es quien ocupa toda nuestra atención hoy. Él es el Rey.

John Hughes nos abandonó en 2009, todavía joven y con mucha vida por delante, aunque los años de gloria de su carrera, ya se habían acabado (para algunos esa gloria nunca se acabará, porque nunca lo olvidaremos).

Cuando un actor, o director que tuvo y retuvo sus días de fama, nos abandona, se tiende a mitificar su figura (y la figura de Hughes se presta a ello de sobra) y se tiende a engrandecer sus logros y su obra. No seré yo quien le tache de genio del cine, o creador de obras maestras aunque las tiene en su filmografía; era un gran artesano con un sello y estilo propios, que hacía películas de un determinado tipo para entretener a un público determinado, y vivir de ello. Teniendo en cuenta la cantidad de gente que intenta hacer lo mismo en la industria del cine americano hoy en día, y que lo hace con presupuestos diez veces superiores a los que Hughes nunca tuvo acceso, y viendo los “resultados” que logran en el 99% de los casos, la discreta labor de John Hughes gana méritos silenciosamente, cada día.

John Hughes siempre fue fuel a sus principios como persona; nunca olvidó lo que es ser joven (todo un mérito) y esto está en sus películas, fue capaz de plasmarlo como pocos adultos lo han hecho. También fue fiel como director; ya no me estoy refiriendo simplemente a que usara el mismo equipo técnico de una película a otra, o que usara con frecuencia a los mismos actores con los que se sentía cómodo para trabajar. Me estoy refiriendo a un estilo propio y a un Universo propio; varias de sus películas transcurren en su ciudad ficticia, Shermer (ubicada en Illinois) la típica comunidad americana que en aquella época podía considerarse idílica. E incluso cuando no se trata de Shermer, o no sabemos con certeza de qué lugar estamos hablando, da igual: todo parece coherentemente implicado en el mismo mundo.

En La mujer explosiva, dos chavales creaban vida (femenina, claro) a partir de un ordenador. Hoy, cuatro de nosotros, como Frankensteins de saldo, intentaremos algo parecido: resucitar, aunque sea por unas pocas horas, a Sir John Hughes.


Hoy leeréis comentarios de dos de las películas de Hughes. Dada la gigantesca e incontable verborrea aquí vomitaba, es imposible hacer el especial en un solo día. Así, hoy tendréis:

-Dieciséis velas --- Escrito por Henry Morrison
y
La mujer explosiva --- Escrito por Sorel

Y en un par de días, otras dos, así sucesivamente, hasta completar la filmografía de este genial caballero.
Que lo disfrutéis!

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¿Conoces a Samantha Baker?


Empieza la cosa con un camión de basuras transitando en uno de aquellos idílicos barrios americanos que tanto les gusta a estos mostrar en su cine (y de los que directores como David Lynch han extraído bastante jugo). A John Hughes también le gustaban esos lugares, y también disfrutaba exponiendo lo poco idílicos que podían ser en el fondo, aunque de una forma bastante más amable y comedida que tito Lynch. Esta fue su primera película seria como director, y ya desde el primer plano están reflejadas sus obsesiones y manías: retratar la vida norteamericana desde su particular punto de vista.

En el barrio con el que empieza le película en cuestión, todo es ordenado: una avenida franqueada a ambos extremos por hileras de árboles, y casitas de dos pisos, con su parcelita de jardín y su garaje con una barbacoa portátil. Todo parece puro orden, todo bajo control, inofensivo… digno de una postal enmarcada en el escaparate de una inmobiliaria.

Pero en una de esas casitas blancas, pulcras y auténticos símbolos del “sueño americano” hay muy poco orden, y muy poco control. Es la casa de los Baker, cuya hija mayor, Ginny (una chica superficial, egoísta y de cascos ligeros) va a casarse al día siguiente. Esto ha puesto toda la casa patas arriba: los parientes lejanos están a punto de llegar, todo parece aún por hacer, quedan mil preparativos y no hay sitio suficiente para acomodar toda la familia. Se masca la tragedia.

En el piso de arriba, la hermana pequeña de Ginny, Samantha (deliciosa Ringwald, mucho más tierna aquí que en la posterior El club de los cinco) habla con su mejor amiga por teléfono: acaba de cumplir 16 años, y no se “nota diferente” todavía, como si esperara haberse despertado mujer.

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Samantha espera que ese sea uno de los días más importantes y especiales de su vida, quizá porque los 16 años se consideran una edad clave para pasar de niña a mujer, o quizá por la puñetera manía de los americanos en convertir cada acontecimiento vital en una especie de ceremonia que tiene que ser forzosamente perfecta y relevante: el caso es que Samantha, o Sam, como la llaman, baja las escaleras esperando recibir felicitaciones, abrazos y regalos, para encontrar solo a su familia revolucionada, neurótica, huraña y malhumorada. Todos están ocupados, y… ¡horror! Han olvidado el cumpleaños de su hija.

Esto sirve para joderle el día a Sam, pero las penurias no han hecho sino empezar: el chico del que ella lleva enamorada desde que empezó el instituto, Jake (más mayor que ella, ya en último curso, inalcanzable debido a que sale con la perfecta y buenorra Carolyn) descubre que ella le gusta, al hacerse, por error, con un test de ligoteo femenino que ella ha rellenado poco antes en clase; Jake es guapo, atlético y popular, por supuesto, tiene coche, tiene experiencia… tiene todo lo que no tiene Ted el Granjero (una más que dudosa traducción en el doblaje de su apodo original en inglés, Geek, o sea friki, nerd, o algo por el estilo… interpretado por el nerd por excelencia de la época, Anthony Michael Hall) un muchacho de primer curso que ese día empezará a darle la tabarra en el autobús escolar, acosándola hasta el punto de ponerla nerviosa.

La llegada de los abuelos (con un estudiante de intercambio japonés que han acogido temporalmente, personaje con nombre de campana altamente delirante y que proporciona algunos de los momentos cómicos más locos) no mejora el humor de la joven protagonista: sus abuelos ocupan espacio y crean todo tipo de situaciones incómodas para ella, y para más inri, tampoco recuerdan que ese día es su cumpleaños.

Esa misma noche hay una especie de baile estudiantil (otra cosa que no vi nunca en mi instituto, por cierto) y Sam irá, en principio sola, aunque al final los abuelos le encasquetan al japonés, en otra de esas escenas incómodas, una más de tantas humillaciones que tiene que sufrir la pobre Sam.

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John Hughes gusta y mucho de recrear arquetipos para luego destrozarlos (me extiendo al respecto en la crítica a El club de los cinco). Dieciséis velas es un cuento de hadas modernizado a lo años ochenta, como también lo fue la posterior La chica de rosa (que guarda varias comparaciones con Dieciséis velas, y no solo el protagonismo de la deliciosa Ringwald). Aunque no hay un fondo de crítica social, y de examen de conciencia tan concienzudo como lo había en El club… en Dieciséis vidas también toma estereotipos de adolescentes americanos para darles la vuelta por completo. Ahí tenemos a Samantha, una de tantas chicas del montón, muy tierna, muy sensible, poco popular, pero tampoco es una Meg Griffin de la vida; una princesa urbana, un poquito malcriada pero adorable; a Jake, que se nos podría presentar en principio como el clásico chaval ya mayor, un poco más cínico, repelente, un poco abusón, que goza de una popularidad entre los suyos y vive para fomentarla y aumentarla… sin emabargo, a lo largo de la película vemos que Jake contempla con disgusto lo que supone ser popular: está cansado de amigos que solo lo son por lo que él es, de chicas de cabeza hueca a quienes él no les importa, de las fiestas interminables, de unos padres ricos, pero siempre ausentes (la paternidad, con sus aciertos y sobre todo, sus errores y sus ausencias, otro de los grandes temas del cine de Hughes, que trataré con más tranquilidad al hablar de El club)… Jake quiere un poco de estabilidad en su vida.

También nos presentan a Caroline, la novia de Jake, una chica con un cuerpo de infarto (enseña carne en una escena en las duchas, por si alguien se lo preguntaba) a quien en principio nos presentan como una lagarta vividora, fría y calculadora, que usa a Jake para mantener su popularidad y tener controlado su mundo de intrigas; ella le arrastra a esa vida que al chaval cada vez lo entusiasma menos. Pero poco a poco, la vamos conociendo como alguien con mucho más fondo del que podía parecer, con un terrible miedo a estar sola, que la obliga a atar a ella a cualquiera que se le acerque de la manera que sea, pero mucho más amable y humana de lo que podíamos pensar al empezar la película. En fin, Ted el Granjero es el aparentemente extrovertdo pero ridículo novato, acosado por matones y por su eminente deseo de perder la virginidad, a poder ser, con Sam (no es tonto). A pesar de todo, no es un estereotipo tan marcado, como sí podía serlo su personaje de El club de los cinco: no es precisamente tímido ni cortado, de hecho, es el macho alfa de su pandilla (formada por dos amigos, tan novatos y fracasados como él, uno de ellos un joven John Cusack, por cierto, y de hecho en el film también aparece su hermana Joan en otro breve papel).

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La película va transcurriendo en los lugares comunes de un subgénero que estaba empezando (así, esta sería una película seminal en el subgénero adolescente de los ochenta, que marcaría muchas pautas a seguir) tenemos una escena inicial de masas con la llegada del autobús escolar al instituto, dejándonos ver abundantes ropas y peinados ochenteros en sus alumnos (que dejaron el instituto atrás hace tiempo en la vida real); tenemos un baile escolar, con todo lo que eso supone, apuestas juveniles por perder la virginidad, fiestas estudiantiles salvajes que se salen de madre y dejan la casa hecha un cristo, filas y filas de chicos pagando por ver unas bragas femeninas, una historia de amor “imposible” (Sam no sabe que le gusta a Jake, y los intentos de este por hablar con ella a lo largo del día son infructuosos, ya que llama al teléfono que la chica tiene en su habitación, pero sus abuelos están instalados allí e increpan al chaval cada vez que llama, creyéndolo un pervertido sexual que molesta a su nieta). En el fondo estamos ante una comedia de enredos no tan lejana a Billy Wilder como podría creerse; la historia de amor principal no queda excesivamente creíble hoy en día, como tampoco la química y la amistad surgida entre los dos protagonistas masculinos pero qué mas da, como ya he dicho, esto es un cuento moderno, una fábula años ochenta, no tiene porqué ser creíble.

Mención especial al gran John Kapelos (hablaré más de él cuando hablemos de El club de los cinco) actor ochentero que trabajó varias veces con Hughes, y que aquí interpreta al futuro marido de Ginny, tan idiota, inmaduro, egoísta y superficial como ella, su pareja perfecta. La escena en que cenan juntas las dos familias es uno de los momentos de hilaridad absoluta, una situación social satírica, donde los Baker asistirán completamente abochornados, a un espectáculo lamentable por parte de su nueva familia política.

La cosa culmina en boda, en fin, tan loca, alborotada, desorganizada, caótica y precipitada como los preparativos que hemos tenido el "privilegio" de ver, y aún da tiempo a que una entonces desconocida Zelda Rubinstein haga un cameo como la pianista de la iglesia donde tiene lugar el evento.

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La película tiene una banda sonora a la altura, como todas las películas de John Hughes: por vuestros oídos aparecerán AC/DC, David Bowie, The Stray Cats, Billy Idol o Frank Sinatra, siendo la canción más célebre de la película la que suena al final en la iglesia If you were here, de Thompson Twins, tan popular aquí como Simple Minds lo fue en El club de los cinco (sin entrar en comparaciones ni calidades, ¿eh?).

El final, pues, como todo cuento de hadas, reúne a la "princesa" urbana que es la Ringwald, con su soñado príncipe azul (si alguien considera esto un spoiler, que me nomine para la expulsión) y la película fue más o menos un taquillazo (23 millones de dólares de recaudación, con un presupuesto bastante justo, de 6 millones y medio) catapultando a John Hughes a una carrera tan exitosa y fulgurante como breve en su éxito. Decía Tyrell, en Blade Runner, que la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo, y creo que es una frase que podría aplicarse perfectamente a John Hughes.

La obligada tochada VHSera, la película se editó en VHS en nuestro país por CIC Video, y yo la conocí personalmente una noche, pillándola a mitad en la tele, y alquilándola luego en VHS para verla entera, LA alquilé del videoclub, y siempre ha sido una de mis películas de cabecera. Quizá no es tan loca como La mujer explosiva o Todo en un día, ni tan sobria y trascendental como El club de los cinco, pero es un cuento de hadas modesto y muy ameno, que no desmerece para nada de los títulos que acabo de citar. Está más en la onda de La chica de rosa, quizás.
Curiosamente fue, sino la primera, una de las primeras películas que me descargué de Internet, con Edonkey (no había sido editada aún ni siquiera en su país, lo digo bien alto por si me oye la SGAE) de una página, hoy fenecida, llamada NocillaTV, que subió durante años series y pelis de los 80. Aún hoy si buscas NocillaTV en Emule creo que hay algunos de sus trabajos allí colgados, aunque la página como tal, ya no existe, como tantas otras que en los inicios de la Internet en España se dedicaron a recopilar un pedacito de videoclub, antes de que se extinguiera para siempre.

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Curiosamente, Dieciséis también tuvo un doblaje "dual" aunque en este caso no latino, sino que en ciertos momentos, las voces cambian (concretamente las de Ted y Jake durante una conversación sobre Sam después de la fiesta universitaria). Hoy en día hay por ahí ediciones bastante buenas. No perdáis la ocasión de disfrutarla. Yo la defiendo como una buena película. No hace falta ser grande para ser bueno.

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Sin más, os dejo, pero en buena compañía: Sorel, y Kelly LeBrock.
 
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SUPERCALIFRAGILISTICEXPIALIDOCIOUS​


Mi primer ordenador fue un Commodore 64. Visto desde el prisma actual., no era gran cosa; tenía pantalla de color, pero carecía de memoria. Al niño entusiasta que yo era entonces sin embargo aquella le parecía una máquina que rozaba la maravilla. Era una caja mágica que me permitía jugar a Rambo a vista de pájaro y surfear en playas de olas cuadriculadas. Un autentico milagro de luz al que se invocaba desde una pantalla en negro con ordenes en un inglés que a mi me sonaba tan próximo como las runas Klingon en un safari burgues. En aquella época todavía terminábamos la invocación del sagrado rito pulsando Return, no Intro.

También tenía una impresora inmensa que parecía una ametralladora que disparaba al cielo municiones de tinta negra, y parecía golpear cada letra el papel como si entre ambos hubiese una querella familiar y sangrienta que datara cientos de años y dispersas generaciones. En contraste, el relativo silencio de las impresoras láser de hoy en día me parece tanto una danza invisible como una falsa paz hecha a base de sonrisas hipócritas. No me acaban de convencer.

Dos veces se ha cabreado mi madre conmigo por culpa de acciones de dudosa sabiduría relacionadas con aquel ordenador; la primera, fue por usar el teclado con dedos pringosos de chocolate y dulces fundidos sin lavarme antes, dejándolo todo hecho un cisco pegajoso, un empalago de azúcar, sin duda. La segunda fue cuando intente introducir una hoja de DINA 4 doblada por la disquetera hasta que se atrancó. No era una hoja en blanco, si me permiten la aclaración. En mi defensa, existía una finalidad muy bien pensada y una formulación precisamente meditada cuando hice aquello aunque, en verdad, no careciese mi acción de un metraje inusual de infantil inocencia.

Había recortado varias fotografías de hermosas mujeres de las revistas de moda de mi madre, y había pegado partes de unas y de otras con pegamento de barra, fundiéndolas como un incipiente Frankenstein, en lo que yo consideraba, en los albores de mi pubertad, el espécimen perfecto de hembra humana. Tal cual doble la hoja y la introduje como ya antes describí. ¿El resultado? Probablemente el más impresionante bofetón que pudiera soportar mi imberbe fortaleza. Huelga decir, no obstante, que mucho más que aquel golpe a mi ego (mayor que a mi cuerpo), dolióme el hecho de que nunca obtuve la ansiada mujer perfecta. Aquel papel fue uno de los primeros en una larga ristra de decepciones en la vida. No sería la primera, pero resulta, aún hoy, inolvidable.



***​


Años más tarde descubría algo que, aunque debería haber formado parte del más estricto sentido común, no estaba en situación de usarse con dicha habilidad por otro lado tan mal repartida. No fui mal estudiante, en realidad, es si no mentir, ser en exceso humilde. Y no soy, por lo natural, ni excesiva ni parcamente humilde. Es una de mis virtudes. La honestidad. La verdad. Y hablando de verdades, a lo que iba: personalmente, si alguno de mis lectores es elegido por merced de sus logros académicos, a la tierna edad e 22 años, por el rector de su universidad a dar un discurso de clausura en la ceremonia de investidura, y se es tan egocéntrico como para aceptar dando el discurso más largo aún sabiendo que todo estudiante que se precie, o ex estudiante en este caso, está deseando que termines para largarse de una vez y no volver a ver tu jodida jeta de niño mimado del profesorado, es altamente recomendable no estar alterado, profundamente, por, digamos en teoría, como hipótesis teórica únicamente, que estés echo una mierda porque cinco minutos antes la novia que tienes desde párvulos y te acompañó hasta la universidad y con la que te creías que te ibas a casar ha decidido dejarte e irse al lecho matrimonial con el tipo más popular y guapo de la facultad después de enterarte de que te lleva poniendo los cuernos los cinco años de carrera.

En mi caso, un antiguo amigo de la universidad, teóricamente, apuntó todo lo que, supuestamente, dije en aquel estado de casi embriaguez emocional, si bien sin figuraciones soy abstemio. De haberlo estado, quiero decir. Dejo aquel testimonio por escrito para que sirva de ejemplo y de edificante lección para futuras generaciones. De algo que nunca pasó. ¿Queda claro? Pues eso.


***​


Bueno. Bueno. Bueno. Más que bueno. ¿Qué tal? Se acabó ¿eh? Ahora a buscar trabajo. Bueno. Si, si… Muy bueno. La verdad. Nuestro querido Tomaso, profesor de filosofía, quiere que les hable de la verdad. LA VERDAD. El fin último de todo saber, el inalcanzable bastión del estudio más profundo. La verdad.

¿Queréis que os hable de la verdad? Bien, os hablaré de la verdad. ¡La verdad es una puta mierda! ¿Me lo vais a discutir? Mientras Tomaso y su casta de pensadores de pasillo se dedican a pensar en las más altas disquisiciones de cosas que morirán sin saber, abstracciones que no pagan un duelo ni una cuenta en el restaurante, la gente encara la más grande de todas las verdades de la vida. ¿Qué cual es? Pues que la gente te dice la verdad cuando te la quiere decir. Pero cuando te quieren decir LA VERDAD, cuando se anuncian cual trompeteros de Dios, son unos chulos gilipollas de mierda llenos de humor y presunción que creen van a darte una lección y a despertar tu estúpido espíritu quitándote el velo de inútil que tu doncellez te ha puesto sobre los ojos. Sonríen como furcias chulescas delante de una dama creyéndose muy superiores a ti, sabiendo que LA VERDAD que te van a impartir como mensajeros divinos es un estilete que te va a romper el corazón, y lo peor, señores LO PEOR es cuando lo hacen POR TU BIEN. Porque no lo hacen con presunción, no, pero si jodiéndote dándose golpecitos en la espalad pensando que son unos santos que se están ganando el cielo por sus buenas acciones y su honrada preocupación por tu bienestar.

Pero la VERDAD, señores, es que la VERDAD solo te deja jodido. Y al final no sabes ni qué es verdad ni que es mentira. La VERDAD es el preludio de la DECEPCION. Como cuando la mujer que amas aplasta tu corazón entre las manos, y te dice LA VERDAD, es decir, que le aburres y se va con otro porque ya no necesita tu ayuda para pasar la carrera. Esa es la única VERDAD que importa. LA VERDAD es estar tan tranquilo en tu fiesta de despedida de soltero, esperando que de la tarta salga una moza de buen ver y poco ocultar, y resulta que sale Fernando Esteso en PELOTAS cantando La Ramona Pechugona… Esa es la VERDAD. La DECEPCION.

Aquí hay mucho ochenteno ¿eh? Si. Os reconozco. ¿Sabéis cuando aprendí yo de verdad lo que era la DECEPCION? Seguro que os acordáis de la peli de John Hugues LA MUJER EXPLOSIVA. ¿Verdad? Os acordáis ¿eh? Pues para los que no, ahí queda: dos perdedores, Gary y Wyatt, quieren ser populares. ¿Por qué? ¡Porque no lo son! Joder, la película empieza con un contraste morrocotudo, un barrido desde los pies al resto del cuerpo de los dos protagonistas en shorts y camiseta de tirantes, con música que empieza con el Así Habló Zarathustra, música reconociblemente usada otras veces para mostrar ejemplares de cuerpo soberbio, y aquí los tienes, a estos dos peleles, ejemplo patrio de la desmesura de la desfiguración física, un desastre de forma, de contorno, de musculatura… Contrastados irónicamente no solo por esa música inicial, sino por aquello que están observando, chicas, chicas hermosas, chicas en forma, chicas haciendo gimnasia. Una perfecta manera visual y conceptual de mostrar al sediento y al agua anhelada y el abismo que les separa. Aunque es un abismo muy superficial, en el fondo, también es muy acertado, pues no presenta formas del cuerpo, ni en formas del cuerpo, sino confianza. Pro esa es la excusa, la excusa para LA DECEPCION.

¿Con que sueñan Gary y Wyatt? Una fiesta, donde vengan todos, que sean populares, y que se lleven al huerto a dos chavalas, Debb y Hilly. Pero son unos perdedores, se lo tienen creído, y una noche, viendo Frankenstein (una versión coloreada, como un niño al que le han regalado una caja de ceras de colores estando al alcance de la Mona Lisa, del soberbio blanco y negro, debí olerme la decepción venidera justo ahí) deciden crear una réplica de una mujer con el ordenador de Wiatt, bueno, es idea de un obseso y frankensteiniano Gary, más bien. Una réplica virtual, con la excusa de que solo la necesitan para poderse guiar sobre qué hacer con las mujeres, pero el caso es que estos dos son tan patéticos que esta es la única manera de que estén cerca de una mujer sin que les vomite encima, o peor, que ellos se vomiten a si mismos desde lo más dentro de adentro. Si, si, primero lo hacen metiéndole datos, pero como el ordenador, que más quisiera yo que el mío hiciese la mitad, el de entonces y el de ahora (un IBM monocromo ¡último modelo!) no es lo suficientemente potente, se meten en el del Pentágono, o la NASA, o que más da, ilegalmente, conectando el auricular del teléfono a ordenador, cabronazos, y esto se ilustra con una cachondísima tirada de efectos CGI que no se los cree ni Balarrasa en calzoncillos de Chanel barato, no es que sean malos para la época, pero es pura fantasia con coñas como calaveras de pirata/veneno en el prohibido pasar, galerías coloristas con M=… ¡soy de letras, ya me entendéis! Y acaban por hacer una mezcla de un ritual con una Barbie con conectores a lo Frankenstein (otra vez) y sujetadores en la cabeza (no preguntéis). Y metiendo fotitas en un super—scanner que NO es la entrada de flopy disc, como yo pensara un día, en mi tierna infancia, en episodios cuya memoria queda mejor borrada ad aeternum, per caritas. Fotos de mozas de Playboy, de Einstein para el cerebro, de labios, de tetas, de roqueros molones y con greña “yo pasé por Metalica y acabé como Dave Mustaine”… Ya os lo imagináis.

Y al final una combinación de perros sentados en el techo, explosiones en las alcantarillas, una tormenta exterior escupiendo rayos desde un cielo rojo, lavadoras que escupen jabón, la electricidad pasando cariñosa por la muñeca Barbie, viento milagroso, y se obra el prodigio… la muñeca desaparece, se abre con un estallido un umbral sin puerta, de su interior un fulgor rojo humante, y de repente aparece ella, hermosa, alta, formada en el altar de Venus, sensual, marcada por el estilo, todos los estilos, que leches, divina, erótica, majestad del sexo, creada para esclavizarnos con nuestra voluntad asintiendo discipliente, una mujer por la que matar, por la que morir, una obra maestra de la creación más sucia y pecadora, y Frankenstein, todo colorines de pastel, grita ITS ALIVE, ITS ALIVE! Y mil penes de mil adolescentes en mil cines, en mil casas, se alzaron, como capitanes de un ejército de ranúnculos, y todos a una gritamos YES, ITS ALIVE, ITS ALIVE, OH YES, ITS FUCKIN ALIVE!

Y entonces… llega la decepción. Las primeras palabras de nuestra personal Irene Adler (lo colé, lo colé, lo colé otra vez, a Sherlock Holmes yo lo colé, yaba dibu yaba…), es decir, LA mujer, son “Y bien, mis dos maniacos, ¿qué es lo primero que queréis hacer?” Y al principio, promete. Al comenzar la película, soñaban con ducharse con las chicas que observaban, y empiezan por ducharse los tres juntos. Lisa, LA dama de seda, ese es el nombre que le dan a esta particular Safo, y ellos, pero apartados, flácidos, no hay contacto, no hay sexo, no hay… Crearon a este mujerón, y ni siquiera hay desnudos, cortan en lo más interesante… Es una comedia juvenil, lo entiendo, pero… ¡ellos se duchan en esa escena con pantalones y zapatillas! Vale, vale, el chiste es majo. Están en la ducha, y al salir, ella, les dice que si quieren divertirse, van a tener que relajarse, y creemos que se trata de otra cosa, quiño, guiño, pero no… ¡están vestidos!

Y esa es la DECEPCIÓN. Crean a una mujer 11, es suya, hecha para servirles, y en vez de follar ¡la película se convierte en una moderna Mary Poppins! ¡Mary fucking Poppins! ¿Os lo podéis creer? ¡Yo aún alucino! Porque no solo está buena, tiene un acentazo inglés del copón y es inteligente, encima ¡tiene superpoderes! ¡SU—PER—PO—DE—RES! ¡Puede hacer de todo! Su misión, es ayudarles a coger confianza, a socializar y valerse por si mismos, aprender a ligar con dignidad y conseguir las chicas que aman. La versión de salvamento vital y realización de sueños de la era adolescente. Ligar y ser popular. Lo dicho. Fucking Mary Poppins.

Y eso es lo que hace. Los acompaña a un bar, uno se emborracha, empiezan mal, pero acaban, gracias a su apoyo, a cogerle el tranquillo al asunto y hasta se divierten, aunque llevar al borracho Gary al dormitorio de Wyatt sin que se entere Chet, el sicótico y amante de su propio militarismo hermano de Wyatt, que lo chantajea por dinero bajo amenaza de contárselo todo a sus padres ausentes por unos días, tiene varios momentos graciosos, vale. Al día siguiente van al centro comercial donde los dos capullos que se suelen meter con ellos en el instituto les tiran sirup por la cabeza… Ah, pero la venganza será clara y sin perdón. Porque Lisa se pasea por todo el centro bajo una versión electrizante de Pretty Woman por Van Halen, vestida agresivamente, moderna pero atractiva, y la cara que se le queda a los dos bobos perseguidores de nuestros héroes cuando, tras tratar de ligar con ella, la recogen en un cochazo Wyatt y Gary, con los que ellas es, naturalmente, un encanto. La cara de imbéciles de los otros dos es impagable… ¡ja, ja , ja! ¡Maldita sea! ¡Ya me estoy congraciando con la película de marras! ¡Esto va de decepción, maldita sea! ¡Mary Poppins! ¡Céntrate!

Ella los invita a una fiesta en casa de Wyatt, lo cual escandaliza a este, pidiéndole además a esos dos bullies de segunda que corran la voz, a efectos cómicos cuando, al día siguiente, el de la fiesta, abren la puerta y se encuentran con que ha venido hasta el tato…

Pero no nos adelantemos, porque antes de todo eso Lisa tiene que convencer al padre de Gary de dejarle ir a la fiesta cuando va a recogerle, algo a lo que se niega entre otras cosas porque ella es toda una mujer, y su hijo es un chaval (la declaración de Lisa a los padres de Gary de que tiene sus necesidades y de que se masturba en el servicio como única forma de satisfacerlas mientras la puritana madre ingenua cree que se está arreglando el pelo es sublime, punto cómico delicioso, compadres estudiantes…) y porque a la buena de Lisa no le importa decir toda la verdad, y todo lo que no es verdad, pero al menos, es, o espero que sea, esperanza, es decir, sexo, rock and roll, látigos, orgías, con naturalidad, es todo muy humano y natural “nada de brujerías ni nada de eso, solo unos cien jóvenes adolescentes corriendo en calzoncillos como animales salvajes” ¡díselo a dos conservadores mal conservados en el siglo pasado! Ella se le enfrenta, le habla de la madurez, de los méritos de muchacho, de la apoltronada actitud mojada en almíbar rancio y apolillado que como figura paterna representa, pero ¿os acordáis de cómo le convence? ¡Apuntándole con un Colt a la cara cuando, auricular en mano, amenaza con llamar a la policía…! ¡HA, HA, Ha…! Ay…

En fin ¡decepcionante! ¡Mary Poppins! ¡Ha! ¡Paparruchas! El segmento central, el más poderoso, el más fuerte de todos, es el de la macrofiesta. ¡Y menuda party hard, chicos! ¡Vaaayyaaaaa! En comparación las que habéis montado vosotros son una mierda. Si, si, si, porque nos engañaron. Esas pelis de neón. Nos decían que la universidad era una fiesta eterna, que nunca se detendría. Lleno de mujeres, orgías, fuegos fatuos del sexo y el despiporre. Y el único hard en la academia es el que se le acaba levantando en la entrepierna a cada académico con su chulesca arrogancia cada vez que se recrea oyéndose hablar a si mismo con palabras largas que más que esdrújulas son serpientes estratosféricas que ni el diccionario sabría entender. ¡Bah!

Que me pierdo, muchachos. En fin. La fiesta. Acojonante. Wyatt enloquecido por cómo le destrozan la casa, Gary acojonado por el contacto humano, los dos encerrados en el baño, Mary Poppins se harta y bebe más de lo debido, le confiesa a los dos chorreras que estaban persiguiendo y burlándose de nuestros héroes (esos que tienen tanto miedo de socializar que están escondidos en el baño, machomanes heiperman) y estos acaban por convencer a Wyatt y Gary, a fin de ser aceptados por la gente guay y de rechupete, crearles o otra figura ¡ritual con sujetadores en la cabeza incluido! Pero el resultado no es el esperado. Vuelve la tormenta, vuelven los jugos de realidad, gente atraída al techo, vientos que salen de ninguna parte, la cocina se vuelve azul, y como no habían enganchado una muñeca a los electrodos del ordenador, pero estos reposaban sobre una portada de revista mostrando un misil atómico ¡bumba! Un misil nace de la tierra y sobre su punta ¡una paloma blanca! ¿Comentario anti guerra fría? ¿Un chiste? Me da igual Ambas cosas. Solo falta Dick Van Dyke.

Mary Poppins les echa un rapapolvo. “A la gente debéis gustarle por cómo sois, no por lo que hacéis por ellos.” Lloré. Porque es verdad. Joder. Es verdad. ¿Qué importa que mi novia m haya dejado por otro? La verdad es más importante que nuestros pequeños problemas domésticos. La verdad nos hará libres. Por nuestro amor a la verdad estamos aquí, por nuestro inigualable e insobornable sentido de la alta verdad del ser humano. Mientras tanto, por cierto, los abuelos de Wyatt, dos formales vejetes terriblemente conservadores, salidos de un club inglés victoriano sin el acento, él con bigote, o ella, nunca me acuerdo, aparecen por sorpresa, totalmente furiosos por lo que ven, así que Mary Poppins los congela en el tiempo con gesto feliz y los guarda el armario azul de la cocina azul… ¿esto ya lo expliqué, no? Si, creo que si. No importa. Es azul. Os jodéis.

Llega el mejor momento de la noche. Los muchachos necesitan esa confianza que aún no tienen. Así que Mary Poppins invoca, mágicamente… esperad, que ya viene… ¡los villanos de Mad Max 2! ¡Y Las Colinas Tienen Ojos! ¡Vernon Wells! ¡El tipo de la cresta roja, el que llora por su novio albino, o rubio, el calvorota mamón de “We Kill, we Kill”! ¡Y sale igualito! ¡Parece sacado de una peli de Mad Max! Igual que sus dos moteros del infierno, uno con media cara tapada con una máscara y el otro es… ¡Michael Berryman! El gigante famosote de Las Colinas Tienen Ojos, que siempre hace, o casi siempre, de mutante del infierno. Grande, cabeza de bala, orejas de soplillo ¡seguro que os acordáis! Aplastan, rompen, gritan, susurran, desgajan, destruyen, aniquilan…

Hasta que al final Wyatt y Gary tienen que salir a enfrentarse con los intrusos. Pero son gallinas. Están asustados. Acojonados. Cobardes de mierda. Vernon Wells, acentazo australiano, el mismísimo Vez de Mad Max, el Bennet de Commando (si, si, es el mismo tío, pero sin bigote, mismo actor ¡es Fredy Mercury versión beta, joder!) los ridiculiza ante todo el auditorio de invitados, pero es cuando cogen a las chicas, las novietas de los bullies cabronazos, de los que ya se han hartado y a cambio sienten cierta simpatía por nuestros muchachos, que Gary saca el Colt con el que Mary Poppins amenazó a su padre y con una imitación impoluta de John Wayne, les planta cara y los echa de allí. ¡Son los héroes del momento! Y ambos se sienten como nunca. Fuck, yeah! Así se hace.

La confianza recobrada, empiezan a ligarse a las chicas y acaban en la cama con ellas. Pero no, no seáis sucios, vestidos, y abrazaditos. Empiezo a recordar la palabra DECEPCION… En fin, tan enamoraditos, tan acurrucaditos, que llega el hermano de Wyatt, Chet, el hijo de perra, el mamón, lo ve todo hecho un cisco de los mil demonios, y empieza a meterse con nuestros héroes, hasta que Mary Poppins se cabrea, manda a los chicos a llevar a las chicas a casa (en un Porshe y en un Ferrari ¡toma madera!), y transforma a Chet en un bicho repugnante, un aplastado alien medio sapo medio Jabba the Hut marrón con supuraciones, que digo supuraciones, géiseres, fuentes de pus verde gelatinosa. Y come moscas. Está muy bien hecho, consigue transmitir la repugnancia, leches, era mi parte favorita de la película de criajo, si señor, no hay duda. Me encantaban los monstruos. Como a casi todos los niños, imagino. Mira que era feo. Esa la escena que recuerdos me trae. Creo que voy a ponerme nostálgico. La condición para volverlo normal, bueno, lo normal que ya estaba, que no era mucho, se me entienda, es que deje en paz a su hermano, lo trate bien y no diga nada de lo acontecido a los padres al regresar. ¿Capito? El muchacho capishe.

El resto no tiene misterio. Los chavales llevan a alas chicas a casa, se sinceran porque quieren que les quieran por quienes son, lección aprendida, y se les adora por quienes son, vuelven a casa preocupados, porque le tienen que confesar a Lisa que están enamorados de otras chicas, ella se pone un poco triste pero les dice que es lo que siempre quiso para ellos, se despide, todo vuelve a la normalidad, vuelven los padres a casa, y san se acabó. Bueno, en el epilogo vemos que ahora nuestra querida Lisa es la despampanante nueva entrenadora de educación física del instituto. “Al suelo, y dadme 20 flexiones.” Y los exhaustos alumnos caen. Hay cierta simetría con el principio, ya que volvemos a empezar en una sala de gimnasia y la camara presenta a la nueva entrenadora con un barrido desde abajo, igual que hizo con nuestros desalados protagonistas al inicio. ¡Y colorín colorado, este cuanto se ha acabadao!

¡Como adoro esta película!

Y sin embargo, nos quedamos sin saber cómo se llama la otra pierna si la de palo se llama Smith. Lo dicho DECEPCIONANTE.



***​


Recuerdo que escribí un poema una vez para Kelly LeBrock. Nunca se lo había enseñado a nadie. Creo que ya entiendo por qué.


El 24 de marzo de mil novecientos sesenta

Nació la mujer que es perfecta

En Nueva York Kelly cual Venus se presenta

Pero su crianza Inglaterra infecta.


Con 16 primaveras arranca su gran carrera

De modelo ansiada en portadas innumerables

En Cristian Dior con brazos abiertos se la espera

Y Eileen Ford le ruega por sus imponderables.


De belleza inalcanzable fue la Mujer de Rojo

Y la Mary Poppins de dos adolescentes piojosos

De nuestra sexualidad recogió los tristes despojos

Y con tres piernas los machos fuimos “cojo”.


Steven Seagal no pudo destruir su dignidad

Que cual la película era muy Duro de Matar,

Era el film malo de inevitable solemnidad

Pero nadie en nuestros corazones la pudo despachar.


Fue la diosa inalcanzable de la pantalla de cine

Fue el gran sueño húmedo de la juventud incierta

Lo tenía todo, en todo era una mujer de alucine,

Un sueño quizás, más nuestro amor era cosa cierta.


Fue el rostro del champú Pantene conocido

Y su frase más famosa más famosa se hizo:

“Por ser hermosa no me odiéis pido”

America toda lo repetía como un etéreo hechizo.


***​


—¿Tú crees que la grandeza de John Hugues desapareció cuando tras el absoluto triunfo de Solo en Casa en los cines empezó a dedicarle demasiado tiempo al slapstick y menos a lo que mejor se le daba?

La pregunta de mi amigo pareció salir de ninguna parte, mientras bajábamos por una calle gris un gris día de otoño, tras un silencio que aparejaba muy bien con la desolación ocre de eventuales lluvias de hojas secas y amarillentas.

—Pues no sé. Vale que Mejor Solo Que Mal Acompañado puede que sea su cumbre y después baje un poquito, pero algunas películas posteriores me gustan bastante. Hasta Curly Sue me gusta más de lo que debería, siendo algo noña, predecible y formulaica. Pero tiene un no sé qué, el toque Hugues, lo podrías llamar. Funciona. A pesar de todos mis instintos.

—Claro. Te entiendo. Pero no es lo mismo.

—Tiene también muchos guiones que me agradan. No sería tan rotundo como dices tú, pero no te falta un poco de razón, desde cierto punto de vista.

—El otro día volví a ver La Mujer Explosiva.

—Oh, maravillosa.

—¿Recuerdas cuando tu novia te dejó, te volviste loco y soltaste una perorata delante de todo el mundo como si estuvieras borracho?

—¡No me lo recuerdes! Bajo mi punto de vista, eso nunca ocurrió.

—La llamabas Mary Poppins.

—¡Es que es Mary Poppins!

—Si, pero no solo eso. Está el obvio homenaje a Frankenstein…

—Tú lo dices. OBVIO.

—Pero también a Mi Bella Genio. A fin de cuentas, con sus poderes sobrenaturales, es un poco un genio de la botella.

—Puede, ser, puede ser…

—Creo que la película es una inteligente mezcla de sus referentes. No solo eso. Consigue la misma sensación de verdad, de expresión de los males del adolescente, de ineptitud para la vida social y la falta de autoestima del adolescente general centralizado en sus protagonistas, todos los problemas con la autoridad, el primer amor, el sexo, todo eso a través de una comedia absurda, divertida, satírica y casi burlesca.

—Pareces uno de esos textos en la contraportada de un libro escrito por un autor famoso que le debía un favor al autor. ¿Qué será lo siguiente? ¿Adjetivos sustantivados en una lista de características como en la universidad y las malas criticas?

—No te burles. Creo que es una película que no pierde ni un gramo de la honestidad con la que Hugues era capaz de ver los problemas de la generación con la que trataba a pesar de toda la locura.

—Amigo mío, es que la locura, lo absurdo, el humor, el ridículo, no son siempre cuestiones de levedad, sino una distorsión de la realidad que la analiza, la contrasta subrayando su naturaleza, la observa, la disecciona y conoce. En el humor hay tragedia y en la tragedia, humor. El día que la gente se dé cabal cuenta de esto, las comedias de Shakespeare volverán a ser tan apreciadas como sus tragedias.

—¿Y los dramas históricos?

—¡A nadie le gustan los dramas históricos! Quizás dos o tres…

—Pues yo creo que sus dramas históricos son, en general, tan aptos y brillantes como sus dramas y comedias.

—¡Paparruchas!

—Cualquiera que nos oiga pensará que somos unos viles pedantes y narcisistas. ¡Seamos más superficiales pero, por eso, quizás más humanos! Hablando de bellas genio… A mi me gusta más, qué quieres que te diga, Barbara Eden que Kelly LeBrock. No que esta no fuera un impactante bellezón, y no de las que se encuentra uno todos los días en el metro, sino de las de verdad. Pero creo que tú con tu diosa, tu mujer perfecta, exageras su belleza. Francamente, en tu perorata universitaria…

—Y dale…

—…que ya forma parte de los anaqueles más prestigiosos de la historia, creo que te pasaste. Es una chica diez, pero hay muchas que son onces.

—Eso, amigo mío, es una vil falacia.

—Barbara Eden si que era una diosa. Afróntalo, es la verdad.

—Desde cierto punto de vista, dirás.

—Eso no le funcionó a Obi Wan, no te funcionará a ti.

—Así que afirmas que “hay otra…”

—En efecto. There is another. Muchas, en verdad.

—¡Tu deliras!

—Y hablando de tu perorata… No hablaste mucho de los actores.

—¿Cómo?

—Mucho de los personajes, pero los artistas… Y muchos rostros conocidos había.

—Bueno, no tantos.

—¿Cómo que no? Uno de los dos chavales que tanto se metían con los protagonistas, y que eran novios de las chicas que al final se ligan, era un jovencísimo, y divertidísimo, Robert Downey Jr. Y Chet, el hermano, era un maravilloso y estrafalario Bill Paxton. ¡Bil Paxton! He ahí un actor que sabe coger un personaje absurdo y darle no solo credibilidad, sino convicción y carisma. Por muy cobarde que se en Aliens, por muy chulo, por muy cabrón, el hijo de puta no deja de ganarte para su causa.

—Tampoco creo que hablé, también es cierto, de Anthony Michael Hall.

—¡Eso con Hugues es un crimen!

—¡Más que cierto! ¡Su muso!

—Bueno, tampoco hay que pasarse. Solo estuvo en tres de sus películas, cuatro, si añadimos Las Vacaciones De Una Chiflada Familia Americana, que Hugues escribió. Los inolvidables Griswold.

—¡Pero es de lo más memorable! El geek, el nerd, el raro, el que encara su faceta de impopular con humor y hasta con delirante locura, atrevimiento y desfachatez, pero también sensibilidad. Estuvo también en Eduardo Manostijeras.

—¡Y en Gnomo Cop!

—Ja, ja. Muy gracioso.

—En serio.

—Ya lo sé. ¿Pero tenemos que airearlo por ahí? Él seguro que quiere olvidarlo.

—¿Cómo tú y tu discurso universitario?

—Cállate ya. Este running gag se está agotando a si mismo.

—Tuvo su papelito en el Dark Knight de Notan.

—¡No jodas! ¿En serio? Pero… pero… ¿de quién? ¿Cómo no lo reconocí?

—Es que el tiempo pasa. Era Mike Engel, el periodista al que el Joker secuestra tras su fallido atentado contra el abogado.

—Tendré que fijarme en él.

—¿Tú veías la serie?

—¿Qué serie?

—La que hicieron en los noventa de una Chica Explosiva.

—¡Ah, si! La recuerdo. Vagamente.

—Yo vi un capitulo o dos después de la peli.

—¿Y qué tal?

—Tiene su encanto, pero toma el elemento más superficial de la idea de la película y dedica toda su energía a ello, en vez de hacer lo que hizo la película y usarlo como excusa para un fondo. Y no hay tanto sexo. Michael Manasseri y John Mallori Asher tiene química y manejan bien el tempo cómico, pero no se acercan a la absoluta y deliciosa pareja que formaron Hall y Ilan Mitchel—Smith y aunque Vanesa Angel no tiene ni la belleza etérea ni la presencia de Kelly LeBrock, es simpática y es, como confiesa su apellido, un ángel. Que quieres que te diga. La verdad es que era mejor de lo que la recordaba. No es nada especial, pero dentro de su década… La verdad es que cada vez que más pienso en ella, más me gusta. Es ingeniosa. Más de lo que esperaba. Y divertida. La premisa está bien adaptada al formato televisivo. Y hay alguna que otra referencia al film madre. El experimento de crear una mujer se les ocurre porque “Lo vieron en una película de John Hugues.” Me gusta, vaya.

—Tendré qué echarle un vistazo, entonces.

—La peli la vi con quien tú ya sabes.

—¿Si? ¿Qué te dijo?

—Demasiados planos.

—Que daño ha hecho Que Grande Es El Cine…


***​


He de hacer una particular mención, porque sería criminal no hacerlo, que el tema de la película, Weird Science, fue compuesto por el grupo Oingo Boingo, más bien, compuesto y cantado por su líder Danny Elfman. Es un tema memorable, que se me quedó en el recuerdo semanas después de oírlo y esto siempre me vuelve a ocurrir. También forma parte de su disco Dead´s Man Party, con otro arreglo. En palabras de alta cultura y erudición supina: MOLA.


La música instrumental es muy efectiva, por Ira Newborn. Hizo varias con Hugues, Todo En Un día, Solos Con Nuestro Tío, Dieciséis Velas, Mejor Solo Que Mal Acompañado… Venía de hacer la música para la serie de Agárralo Como Puedas y compuso la música de las tres versiones cinematográficas, además de las pelis de Ace Ventura, Mallrats, y un montón de películas más, no del todo desconocidas ni conocidas completamente, entre las que recuerdo Kamikaze Detroit, protagonizada por Pat Morita y… Jay Leno, Un Par de Sabuesos Despistados, Mi Querido Mafioso…


La película y el soundtrack están repletos de canciones memorables de algunos grupos tan locos y grandes como Van Halen (una gran versión de Pretty Woman), Los Lobos, The Lords Of The New Church, Mike Oldfield, Kim Wilde, Ratt, Wall of Voodoo, General Public, The Del Fuegos, Orchestral Manouvres in the Dark …


Vamos, que es una película que suena estupendamente.


***​


Para terminar, una pequeña nota al creador del corrector automático de ortografía de Microsoft Word:

Commodore no es comandante.

Tomaso no es Tomate.

Bill Paxton no es Bill Pastón.

Kelly LeBrock no es Nelly LeBrock.

Haga caso a George R.R. Martin ¡y váyase a paseo!

(Hipócritamente agradeciendo su asistencia en otras circunstancias de fracaso ortográfico de penoso recuerdo para mi)
 
Mi post palidece junto al de Sorel, que DESPELOTA su alma :hail:hail:hail

Y yo también intenté crear a Kelly LeBrock en mi Spectrum. Desgraciadamente, no funcionó. Te diría que fuiste muy estúpido pensando que metiendo una cacho foto en el floppy ibas a hacer algo. Pero te lo diría quien metió un dibujo de Goku en la casettera todo convencido de que se "escanearía" y "crearía un juego" de Dragon Ball. Dejémoslo. Eran otros tiempos :cortina
 
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