José Viruete - 27 de febrero de 2015
Me da rabia que se defina a los Oscars como “la gran fiesta del cine”. Esa la monto yo por mi cumpleaños en mi maratón casera viendo lo peor que llega hasta mis manos. Pero reconozco que, al menos, me siento representado por algunos de los invitados a “la ceremonia”. Si veo por ahí pululando a gente como
George Clooney o
Laura Dern, siempre me acuerdo de sus papelones en la genial
Grizzly 2. También andaba por ahí
Charlie Sheen, pero claro, a este dudo ya que le sigan invitando. Él está haciendo cosas bastante más importantes que acudir a tan absurda gala, como follar con actrices porno o drogarse hasta perder el sentido.
A pesar de tanta futura estrella,
Grizzly 2 no tiene ningún tipo de culto detrás. Obviamente, tampoco tuvo ningún éxito. Es más: no tuvo ni un estreno. En realidad… Casi no es ni una película, puesto que en realidad no fue terminada, y nunca se estrenó. El dinero se acabó antes de terminar el rodaje y se tuvieron que ir todos a casa. “Mamá, que al final la peli nada”. Hoy en día harían un
crowdfunding de esos.
La
Grizzly original data de 1976 y narraba los ataques de un gigantesco oso gris asesino. El film proporcionó los suficientes ingresos como para que
David Sheldon, su guionista, pensara en financiar una secuela en 1983. Pero la idea no parecía interesar a los productores. Finalmente, un tipo relativamente turbio llamado
Joseph Proctor se ofreció para financiarlo, con el propio Sheldon como director.
Está claro que no hay muchas posibles variaciones en la fórmula de un oso asesino: tiene que pasar en el bosque, y relativamente alejada de la civilización. No deja de ser un oso gris. Así que la idea para modernizar la secuela y variar fue… ¡que atacara a un concierto de rock!
¡Vetusta Morla atacados en Benicàssim!
La idea tenía su gracia. El animal podía seguir atacando campistas y cazadores, y si se cansaba, matar a los
roadies del concierto o a los fans que ya andaban por ahí acampando. De hecho, con esto ya os he contado todo el argumento. Unos montan un concierto en el bosque y, mientras, un oso gigante se dedica a matar turistas y músicos y un cazador le persigue. Si el primero era definido como
“un Tiburón con oso”, esta secuela, más próxima a un
slasher ya sería
“un Viernes 13 con plantígrado”.
Los más inteligentes habrán supuesto ya que, precisamente, ese fue el papel de Clooney, Dern y Sheen: el de jóvenes campistas que son asesinados por el gigantesco animal. Su presencia en escena apenas cuenta durante 5 minutos, a pesar de lo cual pasaron varias semanas en Budapest, pasándolo como cosacos. No lo dicen, pero yo creo que Clooney se folló a la Dern. Y Sheen también.
Para Clooney no es más que otro título cutre más de su primera etapa. Pero en el caso de Sheen, era una de sus primeras apariciones. Cuenta
Rob Lowe en su biografía que a Sheen le tiraba bastante más el
baseball, pero su carrera no fue a buen puerto, por lo cual decidió continuar el negocio familiar y pasarse a la actuación.
Precisamente fue su padre,
Martin Sheen, quien dio el visto bueno al papel de su hijo. El
Grizzly original hizo una buena taquilla (35 millones en 1976), y le pareció una buena experiencia para su hijo. El otro papel que tenía sobre la mesa era una tal
Karate Kid, que tenía bastante mala pinta, según él. Viendo la carrera de
Ralph Macchio quizá hasta le hizo un favor.
¡Ah! Por ahí también andaba
John “Gimli”Rhys-Davies, la maravillosa
Deborah Foreman y la enfermera mala de
Alguien voló sobre el nido del cuco, Louise Fletcher.Todos bastante agradecidos de que este bodrio no llegara a ver luz.
Pero la historia de
Grizzly 2 tiene mucho más que ofrecer que la mera presencia de este trío de novatos. Muchísimo más. Por problemas con permisos y leyes medioambientales se optó por rodar en Hungría, en un enorme bosque cerca de Budapest, con técnicos locales que cobraban tres pesetas y ningún burócrata insistiendo en la seguridad de los animales o la preservación del medio ambiente. Eso sí, se olvidaron de decirle a Sheldon, el director, que tenía que coger un avión, con lo cual la película la rodó de extranjis un entusiasta cineasta húngaro,
Ansre Szots, con un total de 0 títulos en su haber. Y la única que hizo, ésta, no llegó a estrenarse…
Un promotor local creó de la nada un festival de música que serviría de marco para el rodaje, y por el que pasaron hasta 50.000 alucinados espectadores a lo largo de tres días. Quizá por eso, durante el visionado de la película, nos tenemos que tragar no sólo varias actuaciones de los ridículos grupos que ahí se daban cita, sino que para rellenar, tenemos que ver HASTA LOS PUTOS ENSAYOS. Los ensayos son para que se los traguen los colegas y las novias, no para tener que soportarlos en una
peli.
Y qué grupos que consiguieron para el filme, señores, qué grupos. ¡Las maravillosas
Toto Coello, unos despistados
Nazareth… y muchos más! Vamos, que son los únicos que conozco, porque
The Predator o
Set The Name no incendiaron las listas, precisamente. Eso no es óbice para que tengamos que aguantarlos deambulando por el escenario. Salvo la marciana actuación de The Predator, el resto no hay quién lo aguante.
Aquello era un sindiós y, al tener improvisar tanto, tuvieron que realizarse varias reescrituras in situ. Lógicamente, se encargó esta labor al responsable del cátering. Entre sándwich y sándwich, se encargó de crear nuevas escenas y reescribir diálogos para que todo tuviera más sentido. Los folios solían tener manchas de mayonesa.
El agónico rodaje fue rematado cuando Proctor desapareció con el resto del dinero, más de dos millones de dólares. Aunque el filme estaba casi terminado, se suspendió el rodaje.
Grizzly 2 fue pronto olvidada, hasta que a mediados de los 2000 apareció en internet el montaje de la película. La cinta está incompleta, con algunas de las escenas claves ausentes: faltan, precisamente, todos los planos con el oso asesino. Por lo visto la calidad del muñeco que iban a usar dejaba mucho que desear, e iban a ser refilmadas más tarde, como insertos. Chapuza total.
Ver el
very rough cut de
Grizzly 2 tiene su encanto. A mí me hace mucha gracia cómo se habla del oso constantemente, y cómo apenas le vemos, sus escenas aún pendientes de ser rodadas. De ser una bestia animal pasa a ser una presencia diabólica. Una experiencia interesante. Interesante, pero aburrida, no os engañéis, que esto ni siquiera es largometraje, sino una mera curiosidad para fans de los 80 y la
exploitation.
Los derechos están en poder de la productora
Suzanne C. Nagy, la cual se dedica a rastrear internet buscando a quién denunciar por criticar su obra, como le ocurrió al
Cinema Snob. Esperemos que tenga más piedad con nosotros. También busca a quién vender la película incompleta, quizá con la esperanza de que ese comprador también acoquine algo de dinero para completar el filme. En su página web afirma que
“ha trabajado con George Clooney, Louis Fletcher, Charlie Sheen, Laura Dern y Deborah Raffin”. Mentir, no miente, aunque ninguno de ellos le vaya a invitar jamás a la “gran fiesta del cine”.