En los setenta nacieron algunas películas que se convirtieron en bombazos de taquilla como nunca se habían visto.
Tiburón, Supermán, Star Wars… y esos taquillazos eran una gallina que daba huevos de oro. Los magnates decidieron que esto había que aprovecharlo. Y en los 80, la mayoría de esas películas se convirtieron en sagas, franquicias, más o menos lucrativas, pero todas extremadamente populares mediante agresivas campañas de publicidad que valían millones, y en ocasiones costaban casi tanto como la propia película.
Pero todo eso ya estaba inventado antes, aunque con otros nombres y otros estilos, y
pocas franquicias cinematográficas podían medirse de tú a tú con el señor Bond, James Bond del servicio secreto británico, que en los 80 siguió protagonizando una serie de películas con mayor o menor fortuna, con el rostro de Roger Moore y Timothy Dalton, sucesivamente; películas basadas (cada vez más tenuemente) en las novelas del escritor Ian Fleming. Mucho había llovido desde la lejana 007 contra el Doctor No, pero la gente seguía acudiendo a llenar los cines.
En mi opinión,
solo la saga de la Pantera Rosa podría equipararse a Bond como franquicia importante cinematográfica tal y como la conocemos hoy en día, y de la misma o similar importancia para el público.
La saga Bond
pareció agotarse tras la marcha de Connery. La aventura de Lazenby, a pesar de ser una de las más populares hoy en día, considerada incluso como una de las mejores y más logradas entregas, no convenció a nadie, o por hacer justicia y decir las cosas claras, LAZENBY no convenció a nadie. Connery volvió en
Diamantes para la eternidad, y
su interpretación fue algo muy criticado; demasiado mayor y demasiado hastiado de su papel, volvió a por el cheque y se le notaba una considerable desgana. Si querían seguir sacándole dinero al respetable con aquello de 007, sus responsables
tendrían que tomárselo de otra manera.
Entonces llegó Moore… hoy denostado por el sentido del humor que destilan sus películas, tachado de infantil. Para mí no es así, y hay mucho que hablar al respecto, pero ya hablaremos de eso más tarde cuando hayamos revisado un poco los filmes que nos atañen.
Las dos primeras películas del Bond de Roger Moore fueron
Vive y deja morir y
El hombre de la pistola de oro,
ambas de recaudación discreta (sobre todo la segunda) pero sin pérdidas de ninguna clase. La siguiente, el film
La espía que me amó (46 millones de dólares recaudados solo en América, para un presupuesto de 14 millones) fue su mayor éxito, y para muchos, a día de hoy,
el mejor Bond de Moore, y una de las mejores de toda la serie.
A los jerifaltes de la saga Bond, Harry Saltzman y Albert R. Broccoli, aquello debió parecerles estupendo, y teniendo en cuenta el pelotazo que acababa de dar
La guerra de las galaxias en las taquillas de todo el mundo civilizado,
decidieron mezclar al agente británico más famoso del mundo con “algo de eso del espacio”. Así nació, en 1971,
Moonraker, a día de hoy
considerada la peor película de la saga con diferencia… y con razón. La taquilla coincidió: 62 millones recaudados en USA para un presupuesto de 34 (el presupuesto más alto de una peli Bond hasta ese momento) apenas recaudó el doble, que para una película de estas características, es muy poco dinero.
Mooraker
falla por un sinnúmero de cosas, aunque resulta simpática verla hoy en día por sus efectos especiales de época, el resto es muy malo; especialmente lo que concierne al personaje de Tiburón, al que destrozan (aunque en su concepto tampoco es que fuese un gran personaje, funcionaba por su simplicidad) y su novieta ridículamente fea que este se echa, cambiando incluso de bando, si es menester.
En 1981 llegó a las pantallas de todo el mundo un nuevo experimento:
Solo para sus ojos; una película destinada a
corregir los errores del fiasco espacial, y tomar el pulso a la saga para saber cuanto había sido dañada tras doce entregas y tres protagonistas diferentes.
Dirigida por John Glen, director que nos acompañará a lo largo de todo el post, teniendo en cuenta que
dirigió todas las películas de la franquicia que se rodaron durante los 80, estamos ante una película con un Bond más serio, más action man y más sanguinario, reduciendo en buena parte el humor bufonesco, aunque nunca se pierde del todo. Y no es lo único que se redujo: frente a los 34 millones de presupuesto de la anterior, Solo apra sus ojos contó con uno más ajustado, de 28 millones y medio. Evidentemente los productores “castigaban” a Bond, y jugaban sobre seguro por si la franquicia estaba acabada.
El recorte de presupuesto se nota, sobre todo, en el descenso de cacharros y gadgets tecnológicos usados por Bond, que son una constante en esta saga, parte de su identidad.
En la secuencia antes de los créditos tenemos a un Bond que va a visitar la tumba de su esposa Teresa (la gran Diana Rigg en
007 al servicio de su majestad) y es atacado por un Blofeld en silla de ruedas, protagonizando
una pelea algo absurda por la falta de contexto, hasta tal punto que cuando la vi de niño por primera vez, yo pensé que aquello era una pesadilla de Bond. Tras acabar con BLofeld definitivamente, pasamos a los créditos (con Sheana Easton) y a un Bond que deberá recuperar un sistema de detección de misiles (el ATAC) que se ha perdido en el mar. En sus investigaciones, Bond se encontrará con Melina (la chica Bond de turno, Carole Bouquet) que busca vengarse del asesinato de sus padres; se entrevistará con el magnate Kristatos, aparentemente, solo obsesionado con el mecenazgo de su protegida, una prometedora patinadora adolescente llamada Bibi,
dulce e inocente en apariencia, pero más caliente que un horno de Telepizza.
Lo divertido de la película es que
se atreve incluso a cambiar de roles, con un giro de guión creo que inédito en la saga: Kristatos, el aliado de Bond, le indica que su enemigo, el que está detrás de la desaparición del ATAC, es un mafioso y traficante de drogas llamado Columbo (el gran Topol, actor fetiche para mi, desde que vi su actuación en
Flash Gordon). Cuando Bond se infiltra en la guarida de Columbo para liquidarlo, este le advierte que el verdadero enemigo es Kristatos, un traidor que además de ser un traficante de opio, lleva décadas jugando a dos bandas, y vendiendo informaciones secretas a los rusos.
La película
consiguió ser el éxito esperado, a pesar de que la chica Bond de turno no me convence, demasiadas muecas y tal, para mostrar su terrible enfado y ansias de venganza con el mundo. Alguien con mala leche podría decir que su partenaire masculino tampoco es que sea el colmo de la actuación sutil, pero bueno, para mi Moore siempre ha sido bastante mejor actor de lo que se le considera. En esta ocasión el gran John Barry no pudo encargarse de la BSO.
Le sustituyó un Bill Conti muy solvente (como es habitual en él).
Con una recaudación final que superó los 100 millones de dólares, quedó claro que
la gallina de los huevos de oro estaba vivita y coleando. Los cambios operados, sobre todo en el personaje y la actuación de Moore, parecieron funcionar, y el agente secreto recuperó la confianza de su público habitual.
Por supuesto, una vez visto que la gallina seguía viva, lo importante era que siguiera poniendo huevos: en 1983, tras un nuevo intervalo de dos años, llegaba a las pantallas la siguiente entrega:
Octopussy.
Octopussy se planteó como “el último Bond de Roger Moore” ya que el actor se encontraba cansado y, sobre todo, muy mayor para el papel; se usaron
abundantes dobles para sustituirle en las escenas de acción, hecho que en su día fue muy criticado.
La película volvió a contar con un presupuesto “prudente”, aunque decente, de 27 millones y medio de dólares, y con rodajes en escenarios “exóticos” al estilo Bond.
La trama nos llega desde el asesinato del agente secreto 009 del Servicio Secreto, que, acosado y herido de muerte, logra llegar hasta la embajada británica de Berlín (disfrazado de payaso) para entregar…
un huevo Faberge, justo antes de fallecer.
Poco después, Bond es informado del caso por M (que aquí es interpretado por primera vez por otro actor, Robert Brown, ya que el fiel M habitual, Bernard Shaw, había fallecido) para que se ponga a trabajar: se cree que hay una red de falsificadores de huevos de Faberge, y que estos podrían ser los rusos en su intento de financiar nuevas ofensivas militares. Bond seguirá la pista hasta una subasta de huevos Faberge donde conoce a Kamal Khan, un príncipe afgano que parece realmente interesado en conseguir huevos Faberge…
Mientras tanto asistimos a
una descojonante reunión en la cumbre del consejo presidencial ruso, donde el líder militar, el general Gogol, opta por plegarse a las exigencias de paz de la OTAN, y seguir introduciendo el comunismo en el mundo mediante el diálogo y la diplomacia, y no por medio de la violencia y la guerra. Estas nuevas formas pacíficas no son del agrado del general Orlov (
el excelente secundario ochentero Steven Berkoff) un sanguinario militar que apuesta por una sarta de matanzas, guerras y conquistas para recuperar el esplendor de la antigua Unión Soviética. Orlov está tras la trama de huevos Faberge comprados y falsificados, y se ha aliado a Kamal, y a una misteriosa mujer que vive recluida en una isla donde solo habitan mujeres: Octopussy (Maude Adams). Hay que recordar que la Adams es la única fémina que ha repetido en la saga Bond; en El hombre de la pistola de oro era la amante y cómplice del villano Francisco Scaramanga (el llorado Christopher Lee) aunque al final caía en los brazos de nuestro agente secreto favorito, y pagaba por ello con su vida; aquí interpreta a la enigmática Octopussy, cómplice de los villanos, pero también posible aliada de Bond. Si es que
no hay señora capaz de resistirse a los encantos de Rogelio Moore.
Octopussy ha estado considerada durante mucho tiempo
como un punto bajo en la saga, un título mediocre incluso; no diría tanto. Para mi es una película con mucho encanto, a pesar de que el aura de decadencia que la rodea es innegable: la saga estaba acercándose peligrosamente a un nuevo punto muerto, con un Bond que
cada entrega era más viejo y que corría el riesgo de perder el favor del público… a pesar de las críticas y de la mala prensa que ha llegado a tener, Octopussy fue un éxito relativo, aunque no tan grande como la película anterior, recaudó 68 millones de dólares, a los que hay que sumar la promoción, alquileres, etc. No esta nada mal, teniendo en cuenta que a
Octopussy la tocó competir en taquilla con el mismísimo Sean Connery en el papel de Bond, mediante la entrega no canónica de
Nunca digas nunca jamás (de la que hablaré al final de este especial). A pesar de que Nunca digas… tuvo un presupuesto mayor que Octopussy (36 millones) la entrega canónica ganó por mucho, ya que la entrega de Connery ni siquiera llegó a doblar su recaudación, obtienendo solo 55 millones.
Aunque todo parecía indicar que
Roger Moore iba a bajarse del carro, felizmente no fue así. Se quedó para rodar su canto del cisne,
Panorama para matar, estrenada en 1985 y dirigida (como todas las que atañen a este Megapost) por John Glen. Fue lo mejor que podía haber pasado; pues, si Octopussy tenía su encanto, era demasiado “poco espectacular” para despedir a un actor que había rodado 7 de los más populares títulos de la franquicia. Panorama para matar tiene “algo”, quizás auto-consciencia de lo que es, una despedida, que la hace ser
una película más fresca, más natural, mejor llevada, que las anteriores.
La película contó con un presupuesto ligeramente mayor que la anterior, de 30 millones, y con un reparto lleno de caras conocidas: el gran Christopher Walken, que se declaraba admirador de la saga, desde que viera de niño Desde Rusia con amor, participó como villano Bond (David Bowie y Sting fueron planteados para el papel), el temible Max Zorin; la… ugh, actriz Grace Jones era su sicaria May Day, a la que Bond tenía que… buah, seducir; a
Patrick McNee, en fin, le tocaría ser su aliado, el (como no podía ser de otra manera) aristocrático Sir Godfrey Tibbett. La chica Bond de turno es, desgraciadamente, lo peor de la función; Tanya Roberts es tan guapa como mala actriz, llegando incluso a estar nominada a los premios Razzie. Nuestro amado Dolph Lundgren sale aquí interpretando un pequeño papel como agente ruso.
La historia se adapta a los tiempos; aquí
el peligro no son ya los misiles nucleares ni los complejos dispositivos tecnológicos mortales de dudosa aplicación práctica en la realidad,
sino la informática y los microchips, cuyo control dará poder y riqueza a quien quiera que los controle.
La historia comienza con la muerte en Siberia del agente 003, que llevaba consigo unos microchips, lo que lleva a Bond a invesigar; una compañía que trabajaba para el gobierno británico en el desarrollo de microchips especiales ha cambiado de manos, pasando a ser propiedad de Industras Zorin, y en las altas esferas se sospecha que hay espionaje, por lo que 007 decide investigar sobre el terreno.
Bond aprovechará la pasión / negocio alternativo de Zorin,
las carreras de caballos, para introducirse en su mundo. Sospechando que Zorin practica dopaje a sus animales, Bond investiga y descubre el procedimiento que se lleva a cabo para ello: microchips implantados en los animales que liberan una carga de droga en el momento preciso para que los animales hagan un último esfuerzo.
No dejan de ser interesantes
las motivaciones y orígenes de Zorin (su madre, junto con muchas otras, fue inoculada con esteroides durante el embarazo por
científicos nazis que trataban de crear niños súper inteligentes, teniendo exito... aunque el efecto secundario era que todos los niños eran psicópatas puros) ni sus maquiavélicos planes (destruir Sillicon Valley para
hacerse con el monopolio mundial de microchips) muy de la época, cuando la informática empezaba a salir de los laboratorios universitarios y las empresas para ser conocida por el hombre de a pie.
La película
tiene varias escenas antológicas, como la persecución-tiroteo en la Torre Eiffel, o la tensión final en el Golden Gate, el zeppelin de Zorin... como curiosidad, Moore invitó a Maude Adams al rodaje y esta hace un breve cameo, convirtiéndose en la única persona fuera del "team Bond" (M, Q, Moneypenny) en aparecer en tres filmes distintos.
Panorama para matar recaudó 13 millones de dólares solo en su fin de semana de apertura, con una recaudación final de 50 millones, más los alquileres y demás hacen casi 150 millones, en una época en la que el formato doméstico y el videoclub se convertían en
una fuente alternativa de ingresos a la taquilla, totalmente válida para sacar otro chorrillo de billetes verdes.
La película tiene
también mi intro favorita de toda la saga, con el GRAN TEMAZO de Duran Duran "A view To kill" que fue número 1 en USA por aquella época. Al final, Rogelio se despidió con una entrega que para mi, si bien no la coloco entre las mejores, es "casi" de las mejores, entretenida, con el punto justo de locura y MUY disfrutable. Lástima de chica Bond sosa. También aquí se despide Lois Maxwell como Moneypenny,
uno de los integrantes más fieles a la saga junto con Q; la mujer ya estaba muy mayor y dejaba mucho que desear como "coqueteo" y amor pletórico de Bond. La actriz "sobrevivió" a tres Bonds, aunque en las últimas entregas en las que apareció ya metían a una "ayudante" jovencita en el despacho como intento de no echarla del todo,
finalmente le tocó abandonar el barco.
Y en 1987 entra Timothy Dalton... uno de los Bond más breves y polémicos de la franquicia. Dalton ya fue candidato en firme para sustituir a Connery en
007 Al servicio de su majestad, pero su corta edad (25 años) hizo que se le denegara la ocasión.
Hubo
dura pugna por quién interpretaría al agente secreto en relevo de Moore: Pierce Brosnan era uno de los favoritos, pero su juventud, y su compromiso con la serie televisiva que le dio la fama,
Remington Steele, hicieron que finalmente se le desechara. Sam Neill también estuvo "nominado" a ponerse el esmoquin y recoger el Martini y la Beretta, pero finalmente no convenció a los productores de su idoneidad. Anthony Hamilton fue otro que sonó fuerte, pero al que no llegaron a coger, según la versión de los productores, porque era rubio (cachondeíto, Moore era "casi" rubio, y décadas después hubo las mismas críticas
cuando se anunció a Craig para interpretar Casino Royale). Según Hamilton,
se le descartó por ser homosexual, ya que los productores no creían que un Bond gay funcionase.
Rodada en 1987 con 30 millones de presupuesto,
007 Alta tensión cuenta la historia de cómo Bond ayuda al general Koskov a desertar del bando ruso para pasarse al lado de los británicos; una puesto en manos aliadas, Koskov les explicará que su superior, el general Pushkin (interpretado por el gran John Rhys Davies) es un maníaco que
pretende asesinar a todos los agentes secretos británicos que caigan en sus manos, y tiene ya una lista de nombres a liquidar, entre los cuales se incluye el de Bond, por supuesto. Poco después, Koskov es aparentemente secuestrado de las manos de los británicos en una operación en la cual muere varias personas. Bond empezará a oler a chamusquina, y a investigar por su cuenta..
Al igual que pasaba en
Solo para sus ojos,
estamos ante un giro de guión con cambio de roles, pues es Koskov (el supuesto aliado que parecía destinado a hacerse amigo de Bond) el fanático espía ruso que pretende cargarse a los espías británicos, y Pushkin,
el supuesto carnicero, es inocente.
Bond logrará la ventaja
al hacerse con la amiguita de Koskov, Kara (interpretada por Maryam d'Abo, cuya primera película fue la inclasificable serie Z
Xtro) una destacada violinista a la que Koskov protege. En cierta forma, siempre he visto en el esquema de Alta tensión, un pseudo remake de Solo para sus ojos en este aspecto.
Con todo, esta
me parece una de las mejores películas de Bond, a pesar (o quizá precisamente por) estar ambientada en la Guerra fría, con rusos malosos que pretenden desinformar y destruir al servicio secreto, pero
sin malos megalómanos ni grandes planes absurdos de conquista mundial; quizá es eso lo que la hace especial, es una película mucho más "terrenal" (dentro de lo que una película de la saga Bond puede serlo). La taquilla estuvo de acuerdo conmigo, y en su estreno, Alta tensión recaudó casi 200 millones de dólares,
confirmando a Dalton como un Bond solvente, y la saga con aparente salud, mejor que nunca.
Un pequeño apunte para
hablar de Jeroen Krabbe, el actor que interpreta al villano Koskov, que me parece un grandísimo actor, capaz de ser simpático o antipático; de hecho es en papeles de villano donde suele moverse mejor, pero ha hecho un poco de todo, y yo siempre le he visto imbuido en un gran carisma.
Carisma es precisamente lo que algunos aseguraban que le faltaba a Dalton. Tras una generación entera creciendo con el Bond "blando" y divertido de Moore, Dalton resultaba un tipo mucho más seco y duro, con sus puntitos de humor inherentes al personaje, pero infinitamente más violento, en suma, algo más parecido a lo que creíamos que podía ser un agente secreto de la vida real. Para mi,
es el mejor Bond después de Connery, no digo más; abrió el camino a Daniel Craig (con quien me parece, comparte muchas cosas, sobre todo cierta sequedad, aunque en Craig es mucho más pronunciada). A pesar de las protestas, la película gustó, y el éxito propició que
Dalton siguiera siendo la cara visible de la saga.
A finales de los ochenta, la "guerra fría ochentera" entre EEUU y Rusia, que había inspirado películas de todo tipo (desde
Amanecer rojo a
Rocky IV) terminó. Los productores de la franquicia Bond decidieron olvidarse del "rollito Moscú" en la siguiente entrega, y buscando un nuevo referente en villanía,
decidieron que Bond se enfrentaría al narcotráfico en la siguiente entrega, estrenada en 1987:
Licencia para matar.
Licencia para matar es uno de los títulos menos Bond de la saga, pero al mismo tiempo es uno de los más fascinantes; tenemos a un 007 que deja de serlo para perseguir venganza; salvaje, impulsivo, en suma, humano, mucho más interesante que el robot obedece-órdenes que muchas veces es;
a pesar de todo, eso no gustó a casi nadie.
La película se rodó en Florida y méxico (inicialmente iba a rodarse en China) con un presupuesto de 32 millones de dólares. La historia cuenta como
Bond acude a la boda de su mejor amigo, el agente de la CIA Félix Leiter; por el camino les avisan de que el narcotraficante más importante y peligroso de esta época, Frank Sanchez, ha salido de su refugio para ir a las Bahamas. En una (improbable) persecucion, que
es de lo poco que no me gusta de la película, Bond y Leiter logran capturarle con ayuda de la agencia Anti-droga, pero un agente corrupto le ayuda a escapaz. La mujer de Leiter es asesinada durante la luna de miel, y este es destrozado al ser dejado
a merced de un gran tiburón blanco, aunque finalmente sobrevive.
Tras enterarse de la tragedia, Bond exige ocuparse de Sánchez, pero M le dice tajantemente que eso es imposible,
que el caso pertenece a la DEA y que hay otra misión esperándole. Bond se olvida del honor y la patria, abandonando el servicio para perseguir al narcotraficante por su cuenta. Contará, en su venganza, con ayuda del fiel Q, que acudirá a proveerle de los chismes habituales; y de Pam, una agente del CIA que
había estado de incógnito trabajando en la organización.
Probablemente
haya pocas cosas menos "románticas" que el tráfico de drogas, pero a pesar de todo, funciona; el villano, Sánchez, está interpretado por otro secundario competente, como es el simpático Robert Daví; un narco que se ha apoderado de todo un país (el ficticio Isthmus) comprando a su Presidente, a su policía, a sus funcionarios... y
pretendiendo establecer un monopolio del tráfico de drogas en todo el mundo.
En la película aparecen
varios secundarios conocidos, como un joven Benicio del Toro, Anthony Zerbe, o el famoso cantante y actor Wayne Newton, que aquí interpreta a un telepredicador de Isthmus.
La película estuvo rodeada de pequeñas "casualidades" y accidentes, que
llegaron a correr rumores de que el rodaje estaba maldito; famosa es la foto de la mano de fuego, que aparece en una escena en la que se hace chocar dos camiones; la foto no se incluye en la película, pero sí está en los extras del DVD:
A pesar de que
Licencia para matar es una película muy entretenida y tan competente como otro Bond cualquiera, no tuvo TANTO éxito como la anterior peli de Dalton, recaudando "solo" 159 millones, frente a los 191 de Alta tensión. Un cúmulo de cosas
llevaron a la desgracia de que esta fuera la última película de Dalton como Bond: las críticas contra su interpretación, o más bien su falta de carisma, y el que en esta última película se hubieran alejado de la fórmula de la franquicia para ofrecer una cinta en forma de cómic de acción (que para mi es su mayor ventaja, no un inconveniente)...
también hubo problemas de derechos sobre la franquicia, que retrasaron seis años la siguiente entrega,
Goldeneye; para entonces, Dalton rechazó volver al papel. Brosnan me parece casi el peor Bond que ha habido, pero vamos, para mi no puede, ni de coña, compararse a Dalton... aunque eso es otra historia.
Toca hablar ahora de ese curioso experimento que es
Nunca digas nunca jamás;
remake de uno de los títulos más míticos de la franquicia, Operación Trueno; la película llegó a existir por un
complejo laberinto de problemas legales y de derechos de autor, que venía desarrollándose desde los años 60; Operación Trueno iba a ser inicialmente, la primera peli Bond, y para escribir el guión, Ian Fleming contó con otros guionistas como Kevin McClory; nunca quedó muy claro hasta qué pùnto Fleming tuvo responsabilidad en ese guión; finalmente,
el proyecto se paralizó, ya que la productora dejo de estar interesada. Fue entonces cuando aparecieron Harry Saltzman y Albert R. Broccoli. La primera peli en producirse sería Dr. No, y
Fleming convirtió el guión que habían escrito a tres manos en su novela (firmada en solitario) Operación Trueno. Los otros dos guionistas de aquel guión original le demandaron, y como resultado, aunque la novela se publicó, el guionista McClory retenía los derechos de los personajes, y la posibilidad de llevar a cabo su propia versión cinematográfica.
En la Operación trueno original,
McClory apareció como productor principal, a cambio de comprometerse a no usar sus derechos cinematográficos en los siguientes doce años. Finalmente, en 1976 McClory se asoció con Connery para llevar a cabo su propio Bond independiente, cosa que no lograrían hasta 1983. Una larga odisea
para una película bastante mediocre.
Nunca digas nunca jamás tiene en esencia,
el mismo argumento de Operación Trueno que casi todos conocemos; Bond es enviado a una clínica para reposar y recuperarse de una mala misión, y allí descubre una extraña conspiración del viejo enemigo, SPECTRA, para robar unas cabezas nucleares que pertenecen a la OTAN. Bond es devuelto al servicio para buscar esos misiles en las Bahamas, donde se encontrará con el agente de Spectra, Largo, y con la amante de esta, Dominó (aquí interpretada por una
Kim Basinger en sus mejores días).
Dirigida por Irvin Keshner, aunque
la película no deja de ser solvente y de gozar de un reparto adecuado, con caras como la Basinger, el gran Max Von Sydow como Blofeld, o Klaus Maria Blandauer como Largo (sin olvidar a Rowan Atkinson, ejem) la película falla. Para mi es Connery, un gran Connery casi sexagenario, que
no estaba en edad de interpretar a un action man moja bragas; no. La he visto dos veces (una en VHS y otra en DVD) y ninguna de las dos VECES me ha entusiasmado especialmente. La película compitió con el Bond canónico como ya he dicho arriba,
y perdió, aunque estuvo lejos de ser un fracaso económico: 160 millones de dólares recaudados.
Connery es mucho Connery incluso cuando está en baja forma, y al fin y al cabo,
para el público, Connery siempre será Bond.
BOND... MONEY BOND
Toca hablar del gran éxito que ha supuesto el agente secreto
fuera de las pantallas de cine (o de los videoclubs). James Bond es negocio, y así lo entendieron los productores; en los 80 todo podía comercializarse y se comercializó: las BSO se explotaron (bueno, eso quizás es lo único que SIEMPRE se había hecho, desde el inicio de la franquicia): pósters y fotocromos, videojuegos, cómics, libros, cromos... cualquier cosa podía comercializarse.
Su éxito en el mercado estaba garantizado;
aquí os cuelgo dos promocionales, uno general de la saga (aprovechando la reedición de esta en vídeo) y otro de la salida de "Alta tensión" a la
venta directa en VHS; ambos anuncios los he sacado de mis VHS:
-
Videojuegos:
Panorama para matar fue el primer Bond en contar con una versión jugable: por un lado, una aventura de texto, o conversacional, para PCs de la época (Apple II, Macintosh, DOS...) y por otro, un videojuego con todas las de la ley,
lanzado para ordenadores de 8 Bytes; ZX Spectrum, MSX, Commodore 64...
Por supuesto, Alta tensión tuvo su propia aventura, distribuida por la misma casa que la anterior, Domark, también para ordenadores de 8 bytes;
En 1989 Domark sacó el correspondiente videojuego de Licencia para matar, para todas las plataformas habituales de 8 bytes (Spectrum, Commodore, Amstrad...). El juego contaba con seis escenarios distintos, con Bond persiguiendo a Sánchez en diversos vehículos: Se notaba cierta mejora gráfica respecto a los anteriores; la era de los ordenadores de 8 bytes estaba a punto de dejar paso a los imbatibles 16 bytes...
Y así, en 1992, solo tres años después, Domark editaría James Bond - The duel, "protagonizado" por Dalton aunque no basado aparentemente, en ninguna película; para consolas de 16 bits: Megadrive y MasterSystem.
Muuy mejorado respecto con los anteriores, yo lo jugué en MegaDrive y era bastante bueno, aunque no llegué a pasármelo.
Como curiosidad, el primer videojuego Bond salió en 1983, aunque no basado en ninguna película concreta, sino varias: titulado "James Bond 007" lanzado para los primeros ordenadores de 8 bytes; el nivel (como es de suponer en una época tan primigenia) era bastante discretito:
James Bond también tuvo juego de mesa editado por MB, aunque ignoro si nos llegaría a España:
Libros: Por lo que sé, Bond tuvo varios librojuegos en los que podías ponerte en la piel del agente secreto británico más popular del mundo como en los viejos tomos de "Elige tu propia aventura", pero
mis intentos de hallarlos han sido infructuosos, hasta el punto en que ya pienso que no se editarían en España.
Lo que sí nos llegó fue
el juego de rol (a día de hoy, el único ambientado en el mundo de bond que existe) lo editó la catalana Joc Internacional, y tuve oportunidad de jugalro en los 90; tenía un sistema bastante raro y yo diría que único, basado en multiplicar la dificultad por la probabilidad de éxito; el juego traía plantillas preparadas de personajes de las películas (Bond, Amasova...) y por supuesto, podías crear los tuyos propios. Recuerdo que al final traía descripciones MUY completas de diversas ciudades importantes que Bond podía visitar.
Joc también editó módulos (aventuras que vienen listas para jugarse) inspirados en las películas, como Panorama para matar, o Goldfinger; con sus mapas y toda su parafernalia:
También hubo cómics; han existido comics de James Bond desde los años 60; en los 80
fue Marvel la que se hizo con los derechos de Bon para las viñetas, publicando varias adaptaciones de películas como Solo para tus ojos (con guión de Larry Hama, el creador de Gi-Joe, y dibujo del gran Howard Chaykin) Octopussy, o Licencia para matar.
Yo tengo la adaptación como
novela gráfica de Panorama para matar, editada por Forum como parte de una línea que se dedicaba a adaptar al cómic películas populares de la época, como Indiana Jones y el templo maldito, o Conan el bárbaro y Conan el destructor, que también tengo:
Personalmente,
conocí a Bond cuando alquilé, de crío "Cobra" de Stallone. Llevaba como anuncio precisamente uno de los que os he puesto antes, el de la reedición de la saga; me acuerdo que aquello me llamó muchísimo la atención, pero que mi padre me dijo que esas películas no le gustaban nada. Más tarde vi, recién salida a vídeo, Octopussy, y a lo largo de mi vida
tuvieron una presencia constante, pero solo Moore o Dalton. La única Connery que vi de joven fue
Solo se vive dos veces, alquilada del videoclub.
Ya en los 90,
sacaron toda la saga en vídeo, a la venta, y empecé a comprarlas en Carrefour (cuando aún se llamaba Continente
) enn orden, usease empezando por Dr No. Llegué a comprar todas las de Connery y la de Lazenby... y aún debo tenerlas por casa de mis padres. Nunca compré ninguna de Moore; para mi era una obsesión (y sigue siéndolo) tener las siete pelis del Bond de Moore en sus ediciones originales de alquiler de videoclub, en VHS: desgraciadamente por ahora, no tengo ni una (están mu caras
).
En fin... hasta aquí el Megapost Bond '80, que llevaba mucho tiempo queriendo perpetrar. Gracias a Dussander por su banner, como siempre; cualquier error, omisión o errata en el texto se debe a los múltiples Martinis ingeridos durante el proceso de creación de este Megapost; por supuesto, por el bien del Megapost y sus lectores
PD: El Megapost de los ninjas Cannon tendrá lugar a publicarse en algún momento de la semana que viene. Originalmente, debía salir hoy, peeero...