¡Ho Ho Ho! ¡Felices fiestas a los ochenteros!
En lo que queda de aquí a Reyes, intentaré regalar un sábado ochentero-navideño (más o menos) semanalmente. Con los compromisos habituales de estas fechas puede que falle alguno, pero intentaré que no sea así.
Este sábado, quería hablar de una película que tuviera algo que ver con el azar, para entroncarlo con el "gordo" navideño. Aunque no era una película de temática navideña, me gusta mucho "El gran despilfarro", donde Richard Pryor era un jugador de béisbol que no tenía donde caerse muerto, y heredaba 300 millones de dólares, a condición de que en el plazo de 30 días gastase 30 millones, y al acabar el plazo no conservase nada valioso.
La ausencia de temática navideñil me hizo girarme a otro título... de humorista afroamericano a humorista afroamericano (y tiro porque me toca), ¡Entre pillos anda el juego!
-El azar juega un importante papel en las vidas de sus dos sufridos protagonistas
-Tiene lugar a lo largo de las navidades
-Es ochentera
-¡Sale Eddie Murphy! De quien, si la memoria no me falla, hasta ahora nunca habíamos hablado en este megapost. Absoluta y totalmente imperdonable.
1983. Ronald Reagan es presidente y Estados Unidos vive una era de abundancia material (para algunos) donde todo está permitido y todo se puede comprar. Los yuppies (young urban professional según tengo entendido) pasaron a formar parte de la cultura popular americana desde principios de los 80. Hoy el término aún está en uso, y hubo quienes se dedicaron a estudiar, examinar o parodiar a estos individuos y sus excéntricos estilos de vida, ya fuera a través de la literatura (La hoguera de las vanidades y American Psycho serían los ejemplos más evidentes) o el cine.
Soy un rendido fanático de ese subgénero cinematográfico que fue a llamarse "yuppie en peligro": películas que surgieron en un momento y país concreto. Individuos jóvenes, ricos, y de empleos o profesiones liberales que vivían en un mundo plácido y ordenado, pero que, por algún capricho del destino (a menudo, de la mano de una mujer y con el sexo como motor para toda la película) acababan hundidos hasta las cejas en el submundo de los desheredados, conociendo la marginalidad, sufriendo una confusión de identidad, o simplemente, saboreando el peligro. Películas como "Jo que noche", "Cuando cae la noche" (del propio Landis) "Algo salvaje", "Buscando a Susan desesperadamente", "Cita a ciegas" o "La noche antes".
En cierta forma, Entre pillos anda el juego incluye todos los elementos esenciales: un yuppie que lo perderá todo y conocerá (de la mano de una mujer) un submundo que antes le era desconocido. Aunque aquí, tenemos también el proceso inverso: un mendigo que asomará la cara a ese mundo al que todos anhelaban entrar, el de los ricos.
Así, la película comienza presentándonos cómo vive Louis Winthorpe III (Dan Aykroyd) es un estirado miembro de la clase alta, y un joven profesional con un futuro por delante en una firma bursatil prestigiosa, Duke&Duke. Tiene una casa maravillosa con criado y todos los adelantos técnicos imaginables, una novia preciosa de la alta sociedad, un grupo de amigos de su misma clase social que le aprecian... Louis ha nacido y crecido dentro de una familia alta y jamás ha conocido otra cosa en la vida. Está hechopara triunfar.
En el otro lado de la balanza tenemos a Billy Ray Valentine (Eddie Murphy) un mendigo caradura que se finge un inválido veterano de Vietnam por unas monedas que dilapidar en el bar más cercano, y cuya principal ocupación diaria consiste en encontrar formas de escapar de las patrullas policiales que vigilan la ciudad para detener a tipos como él.
Resulta difícil que estos dos hombres lleguen a conocerse, pero así ocurre, por azares del destino: Louis sale de su selecto club de caballeros, donde Billy ha ido a pedir limosna. Los dos hombres tropiezan, y Louis pierde su maletín, que Billy Ray le devuelve educadamente. El joven broker, que seguramente nunca había visto antes a un hombre negro tan de cerca, está convencido de estar sufriendo un asalto callejero, por lo que llama a la policía a gritos, los cuales, desde luego, tomarán partido por el hombre blanco y trajeado, deteniendo a Billy Ray.
El hecho, sin embargo, no pasará inadvertido para Mortimer y Randolph Duke (Don Ameche y Ralph Bellamy, respectivamente) los multimillonarios dueños de la empresa Duke&Duke que presencian lo acontecido. Ambos son dos ancianos caprichosos y crueles (cualquiera de los dos podía haber interpretado al Sr. Burns en una teórica película de acción de Los Simpsons, especialmente Ameche, que está aquí altivo y arrogante en todo momento): los dos hermanos compiten en todo, y suelen mantener largas e improductivas disputas sobre dónde reside el secreto del éxito: si en los genes, o en la educación y el entorno. La aparición de Billy Ray les dará la excusa (y la cobaya propicia) para llevar a término un experimento que pruebe quien de los dos tiene razón, de una vez por todas.
Así, los dos hermanos realizan una maquiavélica apuesta: destruirán la vida de su socio, Louis, y elevarán a Billy Ray a una clase social y económica alta. Si Billy Ray fracasa en su nueva vida, y Louis mantiene intacta su dignidad por bajo que caiga, se habrá demostrado la teoría de Mortimer de que el talento, el éxito, está en los genes. Por contra, si Billy Ray se adapta a un nuevo mundo, y Louis, desprovisto de todas las ventajas que ha venido disfrutando, es incapaz de sobrevivir, habrá ganado Randolph demostrando que el entorno, el estímulo, la educación... determinan el éxito.
Dicho y hecho: retiran los cargos contra Billy Ray y le ofrecen el trabajo, el sueldo, y la casa de Louis, el cual es encarcelado por robo y posesión de narcóticos, y perderá a su novia, Penélope, su trabajo, sus tarjetas de crédito y su reputación, su criado, Coleman (el entrañable Denholm Elliott) negará conocerle... todo ello gracias a una serie de sobornos propiciados por un misterioso agente de los Duke, que no parece tener dificultad alguna para sobornar a policías, jueces, y prostitutas por igual.
A partir de entonces, la película se convierte en una comedia de
pez fuera del agua, con Murphy llevando su desparpajo habitual a un mundo de estirados pijos de clase alta, demostrando además aptitudes para los negocios y la especulación bursátil, mientras Louis se hunde en la degeneración poco a poco, a la que solo sobrevive gracias a la ayuda de Ofelia (Jamie Lee Curtis) una prostituta que le ofrecerá ayuda para aclarar su situación a cambio de dinero, aunque entre peripecia y peripecia, la improbable pareja se irá enamorando.
En ese sentido, la película presenta varias escenas para el recuerdo, especialmente las protagonizadas por Aykroyd: su visita a la casa de empeños, su posterior y patético intento de hacer pasar a Billy Ray por camello para restablecer su situación, o la enternecedora y a la vez indignante escena en que pide ayuda a sus amigos (un grupo de jóvenes yuppies que podía salir perfectamente de American Psycho) los cuales, evidentemente, darán la espalda a su
compañero del alma, caído en desgracia.
En el último tercio de película se introduce una nueva situación (la conspiración del zumo de naranja congelado) nuevos personajes y escenarios, que bien podían predecir el enloquecido mundo que Oliver Stone retrataría en "Wall Street"...
1983 fue un año glorioso a la vez que terrible en la carrera de John Landis. Tras encadenar varios éxitos seguidos (Desmadre a la americana, Un hombre lobo americano en Londres, Blues Brothers, el Thriller de Michael Jackson...) se ocuparía de esta comedia, usando para ello a dos de los cómicos americanos más cotizados del momento. Desgraciadamente también fue ese el año en que un desgraciado accidente ocurrido durante el rodaje de su segmento de "En los límites de la realidad, La película" llevó al traste su carrera. Hay rumores y leyendas varios sobre hasta qué punto la industria le dio la espalda: probablemente la verdad nunca la sepamos, pero resulta casi irresistible establecer comparaciones entre él y su propio personaje, Louis Winthorpe III, elevado primero a estrella y hundido luego en el fango. Hollywood no acepta fracasos.
El guión está escrito a pachas por Timothy Harris y Herschel Weingrod, guionistas que trabajaron en otros guiones de películas de la época (suyo es también el de "El gran despilfarro" así como "Los gemelos golpean dos veces" o "Poli de guardería").
Por lo demás, tenemos un reparto que es una auténtica delicia: además de los actores ya mencionados, Murphy, Aykroyd, Curtis, Ameche, Bellamy, Elliott... tenemos a Paul Gleason (el inolvidable Sr. Vernon de "El club de los cinco") como intrigante agente al servicio de los dos ancianos millonarios; James Belushi hace un cameo, lo mismo que Frank Oz interpretando a un repelente poli corrupto o Kelly Curtis (hermana de Jamie).
Mención especial para Don Ameche, que tras haberse retirado de las pantallas regresó durante los 80 (Oscar incluído... ¡por Cocoon!) viviendo una segunda carrera.
Esta película la conocí gracias a que nos la pusieron en el autobús durante una excursión escolar (debió ser a principios de los 90) y me encantó. Años después la compré en VHS como parte de la colección "El mejor cine de Universal" que incluía toda la filmografía de Murphy (hasta el Príncipe de Zamunda). A día de hoy, la edición continúa impecable, de hecho me he servido de ella para revisionar (aunque la tengo en DVD también). Como prueba de ello, un par de clips en mi canal de Youtube os dejo.
Comedia que no ha perdido un ápice de su gracia, aunque probablemente resulte difícil entrar en el contexto a la gente más joven. Es una absoluta hija de su tiempo.
La carrera de John Landis dejaría algún título reseñable más (la olvidada "Sangre fresca" que aprovecho para reivindicar), y la de Eddie Murphy, pues considero que tras "El príncipe de Zamunda" (que tampoco ha sido nunca especialmente querida por un servidor) ya no hizo nada realmente reseñable, centrándose cada vez más en los disfraces y la exageración de sus habituales tics.
La semana que viene revisaremos un título navideño ochentero muy olvidado. De hecho, de no ser por una mención pasajera en un libro de cine, ni sabría que existía, y me ha costado años encontrarla en castellano... no digo más