A mi nunca me hicieron un test de esos. Yo siempre fui una nulidad en matemáticas, así que supongo que no me habrían cogido ni de bedel. Mi problema fue otro: la creatividad. Desde niño, desde MUY niño, mis padres me estimularon a leer y escribir. Y leí y escribí... y sigo leyendo y escribiendo (mis tochos aquí, y 10 dioptrías en un ojo así lo avalan). Esto me llevó a que desde muy niño, cometía muy pocas faltas de ortografía y me expresaba de forma muy peculiar. Y esto llevaba a algunos profesores a dudar de la autoría de mis textos.
Recuerdo el primer problema que tuve, en 5º de EGB. Hasta 4º estuvimos con la misma profesora, y en 5º nos pusieron con otra, que nos pidió que escribiéramos un texto libre para calificarlo. Yo escribí una historia de terror sobre un monaguillo que se queda encerrado en la iglesia y tiene encuentros con fantasmas. La profesora, que tenía la costumbre de devolvernos las redacciones con las faltas resaltadas en rojo para que repasáramos los fallos, me la devolvió sin una sola falta, pero con un texto escrito en rojo debajo, "¿No será copiado?" Recuerdo que escribí al lado "No" y se la devolví tal cual
No tuve problemas con ella porque era muy buena en su trabajo, y me caló en dos días. Nunca volvió a cuestionar la autoría de mis escritos. Bastante más difícil me lo puso un subnormal, el profesor de "Alternativa a la religión" en el instituto. Como no hacíamos mas que ver películas, nos pedía redacciones sobre ellas para evaluarnos. La primera que le di fue sobre una película que había visto en cines, "Mis dobles, mi mujer y yo". Se negó a puntuármela. Dijo que eso lo había copiado. Le dije que no, que era mío, y se descojonó en mi cara. Me dijo que no me la iba a puntuar, pero que si confesaba que era copia, me dejaba escribir otra. Por fortuna mi tutora del curso sí me conocía bien, y le pedí que intercediera, porque es que el cabrón me iba a poner un 0.
Recuerdo que un par de semanas después, mientras hablábamos todos en clase, me hizo más o menos veladamente, preguntas acerca de palabras poco usuales que yo había usado, para ver si conocía su significado o no. No volvió a tocarme los cojones.